Marie-Jeanne Roland de la Platiere está considerada como uno de los personajes más influyentes de la Revolución francesa. Ligada ideológicamente a la facción girondina, como su marido Jean Marie Roland, Marie-Jeanne no ostentaba ningún cargo público por la sencilla razón de que las mujeres no podían ni siquiera votar...algo que se contradice un poco con el lema "liberté, egalité et fraternité".
Eso no fue obstáculo para que Madame Roland se convirtiera en un personaje conocido dentro de los círculos políticos, escribiera artículos de fondo en prensa pero, sobre todo, sirviera como catalizadora de las diferentes facciones de la Revolución invitando a los salones de su casa a cualqjuier dirigente fuera girondino o jacobino. Lúcida, inteligente y tremendamente formada pronto sus cualidades comenzaron a hacer saltar las alarmas y sus virtudes, que hubieran sido aclamadas en cualquier hombre, le hicieron ganarse fama en París de ladina, manipuladora y, sobre todo, ambiciosa.
Antes que nadie la Roland sospechó que las luchas internas por el control de la recién nacida República eran un elemento más peligroso para el desarrollo revolucionario que el contínuo asedio de las monarquías colindantes y que el poder estaba comenzando a corromper el fin último de la toma de la Bastilla.
Cuando el enfrentamiento entre la Montaña, nombre que recibían los diputados que se sentaban en la parte más alta de la asamblea y que estaban formados por una mayoría jacobina, y los girondinos comenzaba a ser ya sangrante, en todos los sentidos, los Roland elevaron una queja a la cámara en la que denunciaban estos hechos y los excesos de algunos cargos públicos en el desarrollo de sus funciones.
Seguramente esos comentarios proferidos unos meses antes hubieran pasado completamente desapercibidos pero muy pronto los jacobinos comenzaron a pensar que semejantes comentarios eran demasiado graves como para no ser considerados como "derrotistas" y "desafectos a la causa" y cayó sobre el matrimonio, pero sobre todo sobre Madame Roland una carga de denuncias y de publicaciones de libelos que provocaron que la propia dama se presentara ante la Asamblea para, personalmente, aclarar los hechos.
Sin embargo, y pese a su elocuencia, el 1 de junio de 1793 Jeanne-Marie fue apresada. Su marido corrió mejor suerte y pudo huir a Ruán. Confinada en La Conciergerie se dedicó a escribir unas flojísimas memorias (Appel a l´impartialité posterité) y a sobrevivir al encierro pensando que aquello sólo sería un incidente que se resolvería rápidamente.
Para su desgracia el 11 de julio de 1793 Charlotte Corday, también girondina, se presentaba en casa de Jean-Paul Marat con la excusa de presentarle una lista de antirrevolucionarios que se esconden en Normandía, lugar en el que ella reside. Marat, enfermo de la piel, recibe a la Corday mientras se da un baño terapéutico. Interroga a la muchacha que le da ocho nombres que el político apunta en un papel. No le da tiempo porque su interlocutora lo apuñala en el pecho. Será ajusticiada el 17 de julio después de un juicio sumarísimo.
El asesinato de Marat impulsa las tésis jacobinas de aplicar medidas de terror para acabar con los enemigos de la Revolución bueno, y también, con los enemigos de los jacobinos lo que precipita el final de Madame Roland que entiende que no saldrá de la cárcel de camino a su casa si no de camino al patíbulo. El 8 de noviembre es trasladada a la Plaza de la Revolución (paradójicamente la actual Plaza de la Concordia) y sube al patíbulo pero antes de ponerse de rodillas se inclina teatralmente frente a la estatua dedicada a la libertad que adorna el enclave y dice estas palabras:
"¡Libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!"
La noticia llega a oídos de su marido, en aquél momento escondido cerca de Lyon, que se suicida dos días después.
La historia de Madame Roland y de Charlotte Corday me vino rápidamente a la memoria cuando leí una frase que Michael Blomkvist, el indisimulado alter ego de Stieg Larsson, dice en uno de los párrafos de "La princesa en el palacio de las corrientes de aire", en el que explica que todas las leyes suecas se basan en la sacrosanta libertad de expresión, y que es algo así:
"Muchos de los fanáticos de la libertad de expresión son pederastas o ultraderechistas".
"Hostias, que cabrón" dije para mis adentros removiendo al pequeño amante de los derechos constitucionales que hay en mi, cerré el tocho y reflexioné (no estoy acostumbrado y me hice daño) que, en realidad, Blomkvist/Larsson tenía ciertamente razón y que, en estos cochinos tiempos, la palabra "libertad" comienza a tener un uso que utilizado según en qué bocas crea un ambiente más nervioso que el de una boda de la Mafia.
Digamos así que cual jacobinos chiflados muchos medios de comunicación de indisimulada postura ultraderechista -no confundir con esos señores rapados que tan bien viene azuzar de cuando en cuando en contra de las personas desarmadas y entiéndase el término como "aquello que se coloca más allá de lo que puede ser una postura política conservadora humanamente tolerable si es que eso existe y es juicioso pensar que la historia dice que no"- vienen invocando su derecho sacrosanto a "expresarse libremente" creando la sensación entre sus espectadores, radioyentes o televidentes que, en realidad, no se les permite hacerlo. El número de publicaciones digitales y analógicas, cadenas de radio y licencias televisivas dirán lo contrario pero siempre está bien posicionarse en el victimismo cuando uno se dedica profesionalmente al exabrupto.
Atenerse a la "libertad de expresión" es lo que suele hacer el tertuliano de turno unos segundos antes de soltar un berrido y es una acción que popularmente se conoce como "poner la tirita antes de hacerse la herida".
Si bien la "libertad de expresión" es un derecho que permite que cualquier ciudadano (incluso el más imbécil y el que ganaría un concurso global de decir idioteces) pueda decir libremente lo que opina (incluso el menos informado y el más asno de todos) lo cierto es que dicho derecho es incompatible con la publicación de falsedades, la emisión de eructos proyectados contra la cara de este o del otro y un largo etcétera de chismorreos, verdades a medias y, en general, libelos empaquetados en forma de noticia. En fin: no es que uno pueda publicar lo que quiera, que es lo que parece que quieren darnos a entender, si no que uno públicamente puede opinar de lo que quiera sabiendo que tendrá que atenerse a las consecuencias de sus propias palabras o actos que es lo que, en todo momento, esta pandilla de "amantes de la libertad" quieren evitar a toda costa.
Así, la única defensa de Losantos ante el alcalde gafotas en los juzgados fue murmurar que estaba expresando una opinión personal pese a que, bien sabía, Don Federico que esa "escuela del periodismo español" de la que hablaba Francisco Umbral y en la que nos hemos criado todos tiene más de opinión que de información o, al menos, tiende recurrentemente a impregnar lo segundo de lo primero.
Los medios populistas norteamericanos, que es en los que nos fijamos todos, saben bien que acudir a la palabra "libertad" se convierte en una jugada en la que todo son ventajas: aumenta los dividendos, fideliza a los clientes, crea la sensación en los mismos de que se está ante una información veraz (nadie dudaría de unas buenas personas que tienen en tan alta estima un derecho tan inalienable como este) y, sobre todo, evita las demandas judiciales o, por lo menos, predispone a enmarañar los procesos y a convertirlos en eso que se llama "procesos mediáticos" lo que aumenta la publicidad sobre los medios y etcétera, etcétera...
Pensemos en esta secuencia: Periquito C. trabaja en una tertulia televisada y llevado por el frenesí opinativo dice que el Señor X es un mangarrián sin escrúpulos que quiere que las muchachas aborten con diecisieis años para podérselas "jincar" sin utilizar condón. ¿Una barbaridad? No tanto, digamos que es una opinión que han mantenido algunos "informadores" sobre el asunto de la nueva ley del aborto.
El caso es que el Señor X está en su casa zapeando y escucha decir semejantes cosas a Periquito C. evidentemente sus hijos y su señora están en el salón y lo miran mal porque acaban de descubrir que el pater familias es, en realidad, un sátiro que maneja la legislación vigente para permitir que sus amantes adolescentes puedan abortar en caso de desliz.
Al día siguiente el Señor X acude desencajado al céntrico (y coqueto) bufete de su abogado y le pide que ponga una demanda contra el lenguaraz de Periquito C.
Cuando Periquito C. se entera de que el Señor X ha acudido a la vía judicial Periquito C., que no tiene muchos escrúpulos, se armará de razones y comenzará una defensa pública de su derecho a la "libertad de expresión" como si esta fuera una refulgente coraza que le permitiera evitar todos los mandoblazos de su enemigo y, unos segundos más tarde, hablará de que el Señor X, no contento con querer que las adolescentes hagan tiempo en la clínica abortista antes de acudir al botellón, intenta ponerle una mordaza a los medios veraces y libres recortando su derecho, claro está, a la libertad garantizada por ese derecho para decir lo que le venga en gana.
Olvida, claro está, que el Señor X tiene también derecho a no tener por qué aguantar injurias, entre otras cosas.
Como ya saben ustedes nuestro país tiene una libertad de expresión tan amplia que es el único país de la UE (y creo que de toda Europa) en el que se puede vender e imprimir "Mein Kampf" de Adolf Hitler y que algunas editoriales españolas se lucran vendiendo al extranjero copias en diversos idiomas de dicha obra. También lo hacen con los textos revisionistas de David Irving (condenado en Austria en 2006 por un delito de negacionismo tipificado en el código penal austriaco y también en el alemán donde la prohibición llega también a la exhibición pública de símbolos nazis e incluso a hacer el saludo romano...bien lo saben algunos miembros de Ultrassur que fueron detenidos al bajar del autobús en el mismo instante en que saludaron a sus camaradas alemanes de esa guisa) y con el bestseller "El mito de los seis millones de muertos" escrito por el excelso David Hoggan y que sigue vendiéndose con la misma alegría que cuando se publicó en los años 50.
Nuestra libertad de expresión es tan amplia que no tenemos una ley que impida enunciar a un profesor en un centro educativo o a un borracho en un bar cualquiera de las mentiras sobre la no existencia del Holocausto o, de manera más cercana, parece ser que no hay empacho en que cualquier persona (usando una tribuna más alta o más baja) profiera loas o frases de enaltecimiento del régimen dictatorial de Francisco Franco y es público y notorio que nuestros revisionistas de la Guerra Civil alcanzan unas jugosas cifras de ventas escribiendo libelos fascistoides y hagiografías de este o del otro criminal de guerra o, por el contrario, perfiles muy poco adecuados, cuando no directamente difamatorios, sobre este u otro personaje republicano sin que se pueda hacer nada más que acordarnos todos los días de que "la historia la escriben los ganadores" y regocijarnos en el fair-play que demuestran no ya los derrotados si no también los descendientes de estos que, al parecer, no tienen la posibilidad de defenderse de la calumnia impresa.
Es cuanto menos paradójico que un grupo de informadores, empresarios de los medios e intelectuales de todo pelo demuestren a diario su complacencia con el régimen dictatorial o, al menos, una línea de pensamiento que tiende a sostener que la dictadura fue un mal menor comparado con lo que hubiera pasado si hubiéramos caído en manos de los comunistas (al parecer todos tienen en casa una bola de cristal que les permite generar
ucronías) y, pese a todo, demostrar ese enorme amor a la libertad y a todos los derechos que gracias a ella se conforman en nuestra Constitución.
Una libertad que, al parecer, no quieren para otros que también hacen una apología directa de la violencia. Digamos que si aplicamos ese "todo vale" no tiene ningún sentido que andemos poniéndole la mano en la boca a los abertzales porque, seamos serios, si apología de la violencia es decir "ETA mátalos" o garabatear una pintada de amenaza con el nombre de un tipo rodeado por una mira telescópica también lo es ser complaciente con los crímenes de estado de una dictadura o, incluso, decir que el Presidente del Gobierno es un ateo que mata bebés...¿o es que alguien se cree que cuando se señala a un tí
o con el dedo diciendo que es un genocida de nonatos no se está invitando a unos cuantos chalados a pegarle un tiro? ¿Alguien se cree que esas campañas sobre la ruptura de España que venimos sufriendo no animaron al Teniente General Mena a leer ese discurso en la Pascua militar de 2006 en el que advertía que de una de las consecuencias de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña podría ser la intervención del ejército al amparo del artículo octavo de la Constitución? ¿Alguien ve alguna diferencia entre esta amenaza y otra escrita en un panfleto y dibujada en una pancarta? Que no sea el pasamontañas, quiero decir...?A que no saben qué medio defendió públicamente la "Libertad de expresión" como ciudadano del Teniente General Mena, por su cargo con más de 40.000 soldados a su servicio en ese momento, y publicó enardecido el discurso íntegro justificándolo desde todos los puntos de vista posible? ¡
Pues pincha aquí! ¡Seguro que no te imaginas quién fue!
No está de más echarle un vistazo a la carta que la policía le requisó a la asesina de Marat, Charlotte Corday, y que decía así:
"Dirigido a los franceses amigos de las leyes y de la paz.
¿Hasta cuándo, oh malditos franceses, os deleitaréis en los problemas y las divisiones? Ya bastante y durante mucho tiempo los facciosos y bribones han puesto su propia ambición en el lugar del interés general; ¿por qué, víctimas de su furor, se han destruido a ustedes mismos, para establecer el deseo de su tiranía sobre las ruinas de Francia?
Las facciones estallan por todas partes, la Montaña triunfa por el crimen y la opresión, algunos monstruos regados con nuestra sangre conducen estas detestables conspiraciones... ¡Trabajamos en nuestra propia perdición con más celo y energía que el que hemos empeñado jamás para conquistar la libertad! ¡Oh francés, un poco más de tiempo, y no quedará de ustedes más que el recuerdo de su existencia!"
Y es que la libertad es como la Thermomix que todo el mundo la quiere pero que cuando la tienes no tienes ni puta idea de cómo utilizarla...
Aunque el peor crimen que se ha podido cometer contra la libertad es este...