miércoles, 29 de septiembre de 2010

La contradicción de Roy Cohn


Roy Cohn fue un abogado que, en la década de los cincuenta, se hizo famoso por ser la persona encargada de llevar a la cámara de gas al matrimonio Rosenberg.

Lo tenía todo a su favor: el matrimonio era judío y era fácil azuzar levemente el antisemitismo en la sociedad americana de los 50 donde todavía imperaba (de forma más intensa que en la actualidad) la idea de que EEUU es un país construído por y para hombres blancos temerosos de Dios. Los Rosenberg además estaban acusados de ser comunistas y de haber pasado a la URSS toda la información necesaria para construir la bomba atómica con lo que también podía agrandar un poco la cada vez más extendida creencia de que los rojos estaban llevando a cabo una silenciosa pero fructífera invasión que tenía como objetivo destruir el país desde dentro. Cohn jugó bien sus cartas y fue capaz de conseguir, sin demasiado esfuerzo, una condena a muerte. Hizo el trabajo sucio que, se entiende, una democracia no debe hacer: instigó a testigos, forzó testimonios, amenazó a diestro y siniestro y se le permitió excederse en todas y cada una de sus funciones. 

El Gobierno buscaba desesperádamente dar una lección ejemplarizante a los simpatizantes de la otra superpotencia y, sobre todo, encontrar a dos víctimas propiciatorias que maquillaran un poco el hecho de que los dirigentes norteamericanos tenían una deficiente seguridad que les hacía incapaces de mantener sus secretos bajo llave. 

Roy Cohn buscaba desesperádamente hacerse famoso y poderoso (sobre todo lo primero) y no tuvo empacho en interpretar el papel de baluarte de las libertades, un papel incómodo que, a veces, te fuerza a romper las reglas del juego e ir un poco más lejos diciendo eso de "sí, vale, se que lo que estoy haciendo no es muy limpio pero, en todo caso, esto no es más que un mal menor".

La  Guerra Fría fue ideal para Cohn. Es posible que, para entender esta etapa, haya que tirar de la anécdota que se cuenta en el estupendo Los hombres que miraban fíjamente a las cabras (Jon Ronson, Ediciones B) en el que un funcionario de la CIA informa a un superior de que sería bueno comenzar a gastar fondos públicos en el desarrollo de planes que tuvieran como objetivo investigar en el campo de la telequinésis y la telepatía porque los rusos les estaban tomando ventaja en el asunto. Al preguntar el superior sobre cómo los rusos estaban haciendo algo tan raro el funcionario le cuenta que, cosas del destino, fue la propia CIA la que inventó el bulo de que estaba desarrollando este tipo de investigaciones para poner nervioso al rival y que este, se lo había tomado tan en serio, que decidió tirar para adelante. 

¿Era verdad que los rusos estaban llevando a cabo una secreta invasión, una infiltración en la sociedad americana con el objetivo de predisponer a las masas a favor de Stalin o, peor, de instalar alguna vez a un niño educado secretamente como un bolchevique para llegar a la Casa Blanca y abrirle la puerta de par en par a los bolcheviques? ¿Era posible que esto no fuera más que una artimaña propagandística que se les había ido de las manos a todos pero que, había sido tan bien extendida, que ya era imposible discernir entre lo que era verdad y lo que era mentira?

Pues eso parece. El caso es que el pánico era tal que, la administración americana, no tuvo empacho en como dijo Malcolm X sobre el asesinato de Kennedy: "Poner a las zorras a cuidar del gallinero".

Tras el juicio a los Rosenberg Roy Cohn llamó la atención del director del FBI, Edgar Hoover, que se lo recomendó expresamente a Joseph R. McCarthy. 

Los tres fueron las zorras que cuidaban del gallinero: Hoover se hizo famoso por mantener una de las redes de espionaje de ciudadanos más amplias e intensas de Occidente llevando a veces sus métodos a lugares donde ni la STASI se atrevió a llegar convirtiéndose en la oreja de América y centrándose en cualquier personaje que resultara de algún modo incómodo. Gracias a Hoover, que convirtió al FBI en una especie de "Sálvame", conocemos al dedillo la vida sentimental de la familia Kennedy, los devaneos amorosos de Luther King, la lista completa de actores y actrices homosexuales y un sinfín de cotilleos sobre Elvis y otros personajes públicos que, poco a poco, fue filtrando sin demasiada piedad. 

Detrás de ese alegre oreo de los trapos ajenos se esconde, claro está, un denodado intento por controlar al personal pero, también, la necesidad imperiosa de esconder los trapos propios como el hecho de que era gustoso de vestirse de señora (algo que hacía en la estricta intimidad) y de mantener una larga e, imagino, deliciosa relación con  Clyde Tolson, un director adjunto del FBI. Curiosamente a Tolson le fue entregada la bandera que cubría el ataud de Hoover (algo que sólo se hace con la familia o con la viuda) lo que se interpretó como una póstuma salida del armario. Cuando Tolson murió, por cierto, fue enterrado a muy pocos metros de Hoover.

Por su parte Joseph R. McCarthy era un paleto con cierta maestría en el arte de la demagogia que se presentó frente al pueblo americano como un patriota que no tenía miedo en usar las mismas armas que se le intuían al enemigo soviético para ponerlas al servicio de un fin mayor. Esto es, el colmo de la demagogia que consiste en instaurar un reino de Terror para luchar contra el terror. A McCarthy le debemos eso de ser el inventor de la "Caza de brujas" y su lista negra y, como no, de acuñar el término McCarthismo con el que definimos en la actualidad cualquier maniobra política que tenga como objetivo la persecución ideológica de un colectivo concreto utilizando todo tipo de elementos de presión a su alcance.

Las razones de McCarthy para ello hay que buscarlas en un tío bastante poco inteligente que creía, claramente, en lo que predicaba un discurso sencillo (America está invadida por judíos y rojos) que llegaba con claridad cristalina a la masa que, básicamente, pensaba en los mismos términos que él. Huelga decir que el senador tenía también algunos muertos en el armario como una cierta incapacidad a estar sereno más de dos horas al día, un matrimonio de acomodo (de esos de fugaz resolución como los que se vieron en el PP del primer mandato Aznar y que tantas y tantas leyendas han alimentado) y el creerse plenipotenciario e intentar presionar al ejército con una historia de unos contratos y, lo que es peor, iniciar una especie de cruzada personal contra cualquiera al que se le ocurriera criticar su gestión. El caso más sangrante es el que le llevó a enfrentarse directamente contra el periodista de la CBS, Ed Murrow, al que se le ocurrió dedicarle un programa especial en el que denunciaba su gestión. Este asunto estuvo bastante bien retratado en Buenas noches y buena suerte, aquella película de George Clooney donde se recogía este emocionante discursillo de Burrow. Aquí.

El caso es que Cohn deslumbró a Hoover, un hombre con poca tendencia a dejarse impresionar, y al propio McCarthy que fue automáticamente seducido por las buenas formas del siempre bien arreglado Cohn al que le perdonó, incluso, el hecho de ser un señorito bien de New York y judío. 

Ambicioso, y algo torpón con sólo 24 años, Cohn se vio de pronto en medio del lugar donde pasaban las cosas importantes: en la Comisión de Actividades Antiamericanas. Ese aquelarre de confidentes y acusados montado por el Senado Americano para lanzarse a la ávida caza del comunista. ¿Los métodos? Los mismos que le hicieron famoso en el Juicio contra los Rosenberg y, además, las cámaras. El delirio de las cámaras, la atención mediática necesaria para ser querido y aceptado por todos, lo más de lo más. 

De pronto Cohn descubrió que podía poner a Hollywood, a todas esas estrellas que se pavoneaban por los escenarios de medio mundo, bajo su bota. Vamos, el sueño de cualquiera. ¿Se acuerdan de aquella amenaza de Gómez de Liaño en los tiempos en que los jueces eran estrellas mediáticas de "hacer que todos esos hicieran el paseillo" para referirse a políticos y gentes del grupo PRISA confesada a Baltasar Garzón en medio de una comida? Pues la misma satisfacción recorrió el espinazo de Roy en aquellos instantes. 

El problema es que los que había decidido que fueran sus secundarios de lujo, sus vírgenes de camino al sacrificio no parecían estar por la labor de hacerle la pelota y, en un clima cada vez más cargado, comenzaron a aparecer las primeras preguntas sobre la idoneidad de maltratar públicamente a la ciudadanía. 

Es más, comenzaba a dar la sensación, de que todo aquello del Comité se estaba convirtiendo en una pasarela de egos descontrolados que ya no se paraban sólamente en investigar a sujetos (la mayoría de las veces sentados ante la comisión por haber sido delatados por compañeros o, en algunos casos, por haber apoyado al Comité de Ayuda a la República Española) por sus actividades políticas sino que también se les invitaba a declarar sobre su vida privada...y estas son las cosas que, a la gente, comenzaron a no gustarle del joven Cohn porque, bueno, uno podía estar seguro de no ser un cochino comunista pero de lo que no estaba nadie seguro es de que su vida fuera lo suficientemente recta como para no llamar la atención de estos, a priori, defensores de las buenas maneras.

No fue eso, sólamente, lo que hizo patinar a Cohn (el ser un cotilla desmedido) sino algo, curiosamente, que a todo el mundo (Gobierno y Sociedad) le pareció más sangrante: en 1953 Cohn convenció a McCarthy de contratar como asesor a un viejo amigo llamado G. David Schine. 

Schine y Cohn eran amantes. En 1954 Schine fue llamado a filas y Cohn, con ayuda de McCarthy, comenzó a presionar al ejército para que su colaborador no tuviera un destino demasiado duro, para que no hiciera demasiadas guardias y, sobre todo, para que bajo ningún concepto fuera destinado a una base fuera del territorio norteamericano (Japón, Alemania...). La presión de Cohn comenzó con algunas llamadas a los mandos directos de Schine y, al ser despreciado, comenzó a llamar directamente a los que cortaban el bacalao bajo la amenaza de comenzar a dirigir los esfuerzos del Comité que practicamente dirigía hacia las Fuerzas Armadas y liar "enorme petate". 

El caso es que alguien dijo basta, ese alguien fue el secretario de defensa, y se instauró un comité para dirimir cuáles habían sido los métodos utilizados por McCarthy y Cohn contra el ejército. En franca caída McCarthy dejó las cosas correr y Cohn, temeroso de que se supieran las verdaderas razones de semejantes desvelos hacia su compañero de trabajo decidió largarse de nuevo a New York donde comenzó a trabajar como abogado. 

Como suele ocurrir con estas cosas, y es algo de interés, al pueblo americano no le importó que estos tres personajes pisotearan las libertades, hicieran un uso perverso de sus cargos y, más o menos, dejaran tras de sí una forma algo extraña de entender la defensa de las instituciones (ahí está Guantánamo, ahí están las operaciones encubiertas de la CIA en Europa en los años 70, ahí está la Puerta de Alcalá...) pues todo el mundo percibió, como se percibió tras el 11-S, que era necesario perder un poco de terreno y de libertad para combatir una amenaza que, en definitiva, no es otra que perder terreno y libertad pero, eso sí, lo que no le hizo gracia a nadie es que se descubriera que el inmenso poder que aquellas personas habían acumulado y que tenía que estar dirigido a ponerlos a todos a salvaguarda de convertirse en un distrito postal de Minsk fuera malgastado en fruslerías como hacerle la mili más agradable a un noviete. 

Curiosamente, en la práctica privada de la abogacía, Cohn fue defensor de mafiosos y de tíos sin escrúpulos quizás pensando que si había fracasado en su carrera por ser famoso y querido posiblemente tendría la oportunidad de ser famoso y odiado además de devolverle a todos esos gañanes incapaces de entender el fin último de su misión todo el mal y la vergüenza que le habían procurado. No es de extrañar que el siempre volatil y estúpido Roy Cohn fuera investigado por asuntos monetarios y que pese a que pensaba que una vez fue el tío idoneo para decirle a los demás lo que tenían que pensar fuera incapaz de caminar recto y no salirse de los términos de la ley algo que parece una industria imposible para alguien al que se le permitió disfrutar de los placeres de estar por encima de las mismas leyes que juró defender.

No es de extrañar que la penúltima aparición en los círculos políticos de Roy Cohn fuera asesorando a Richard Nixon, uno de esos tipos que como Cohn, Hoover y McCarthy pensaba que siempre es necesario tener una nutrida agenda de fulleros y mangantes sin escrúpulos que hicieran el trabajo sucio ese de bajar a la cloaca. Ni que decir tiene que la leyenda política cuenta que Cohn asesoró, años más tarde, a Reagan que lo llamó a su lado cuando el simpático actor-presidente comenzó a tener pesadillas sobre la amenaza comunista aunque, anteriormente, también se dice que fue uno de los cerebros que desestabilizó a Jimmy Carter negociando con el gobierno iraní la puesta en libertad de los rehenes norteamericanos que el régimen de Jomeini había secuestrado en el asalto de la embajada en Teherán sólamente si Reagan ganaba las elecciones. Qué delicioso sátrapa.

Como todo en la vida de Cohn fue contradicción, en grado sumo, quizás la lucha de un hombre contra sus propias pulsiones (esa lucha que tanto recomienda la Iglesia Católica) el abogado tuvo una intensa y poco precavida vida amorosa que lo llevó a contraer SIDA -lo más grave- y dicen que a gastar una ingente cantidad de dinero en ropa, lujazos, fiestorras y, imagino, dislates de rajá hindú. Murió completamente arruinado (perseguido por Hacienda) y su cuerpo descansa en un cementerio municipal de lo más corriente.

La compleja personalidad de Roy Cohn (un cuadro formado por un judío que alimentó el ansitemitismo, un homosexual que persiguió homosexuales, un delincuente que trabajaba persiguiendo delincuentes...) se ha convertido en obsesión y referencia de escritores tan dispares como Vonnegut o Chabon, su vida fue encarnada por James Woods en Ciudadano Cohn y por Al Pacino en Angels in America amén de que su presencia ha sido determinante para entender los avatares de las políticas llevadas a cabo por las diferentes administraciones que estuvieron en la Casa Blanca durante la Guerra Fría como un ejemplo de sus excesos. 

En el fondo Cohn consiguió su objetivo, ser famoso incluso después de muerto, y su legado político y personal bien podría haber inspirado esta acertadísima frase de esa otra zorra llamado Henry Kissinger: "Hay asesores que es interesante tener cerca para que te den su opinión y hacer justamente lo contrario".  

 Nota del Insustancial: en 1970 Waldo Salt recogía el Oscar al mejor Guión adaptado por su trabajo en "Cowboy de medianoche" (1969, John Schlesinger). Toda la troupe de Hollywood se levantó para aplaudir al guionista que había formado parte de la dichosa lista negra impulsada por el senador McCarthy. Pese a que se nos suele contentar con el pensamiento-caramelo de que la censura, de algún estúpido modo, sirve para que los artistas sean más ingeniosos a la hora de hacernos llegar su mensaje y cosas parecidas lo cierto es que Salt (como Trumbo y como tantos otros) tuvo que malvivir trabajando bajo seudónimo en muchos casos en producciones de segunda categoría. Como ejemplo: Waldo Salt escribió desde su recuperación "Cowboy de medianoche", "Serpico" (1973, Sidney Lumet), "El día de la langosta" (1975, John Schlesinger) y "El regreso" (1978, Hal Ashby) que le supuso otra estatuilla. "Everybody´s talking" era el tema principal de "Cowboy de medianoche" cantado por Harry Nilsson...

lunes, 27 de septiembre de 2010

Extraterrestres y embajadores especiales


Nota del Insustancial: "Los Platillos volantes" es una canción original del grupo barcelonés Los Salvajes de 1968. Por desgracia no he encontrado la versión buena y cuelo esta versión de Siniestro Total incluída en el disco "Cultura Popular". Me hubiera gustado encontrar también la canción que acompaña a los créditos de "Platillos Volantes" la peli de Oscar Aibar pero no tengo ni idea de quien la canta. ¿Alguien sabe algo?

Hoy La Sexta Noticias y Antena 3 Noticias (ambas en su primera edición) nos han informado de este chocante hecho interestelar: "La ONU ha nombrado a la astrofísica malaya Matzlan Othman como la embajadora de los humanos frente a los extraterrestres".

Lo primero que he pensado ha sido en que debía de sentarme al ordenador y escribir una especie de disculpa para todo el mundo de la investigación ufológica. Yo, maldito insensato, que desde hace años me río de Iker y de su señora, de Caballo de Troya, de Sierra, de la revista Más Allá, de las paridas de Carballal...qué duro iba a ser pedirle perdón a esta gente y reconocer que sí, que tenían razón y que todos esos catetos americanos secuestrados y todas sus teorías que siempre me habían parecido hechas con trozos de trolas y retazos de imágenes de películas sobre extraterrestres eran una verdad como un templo.

Mi siguiente pensamiento ha sido para la propia embajadora. Es decir, creo que por interés de todos los seres humanos habría que hacerle llegar una nota requiriéndole que hiciera la siguiente pregunta: "¿A qué viene eso de estar mirando en los culos de los humanos desde mediados del siglo pasado? ¿Era por investigación o por algún rollo morboso?". 

Y en eso también vi que había un embrollo diplomático de alto nivel porque, vamos a ver, habría que pedir ciertas responsabilidades: se han oradado muchos culos humanos inocentes con una serie de aparatos de medición no homologados por ninguna autoridad sanitaria del planeta Tierra, ¿podrían garantizarnos que todas esas sondas y esos tubos estaban, al menos, limpios?

El tema de la sonda anal extraterrestre siempre me ha llenado de dudas, es decir, de ser los humanos los que subrepticiamente hubiéramos estado secuestrando extraterrestres para meterles material de prospección por los bajos seguramente, al entrar en contacto directo seríamos preguntados por los perplejos seres de la otra galaxia (mancillada, quiero añadir)  sobre las razones y, no me cabe duda, los seres humanos como raza preferiríamos arrasar dicho planeta antes que ponernos a dar farragosas explicaciones sobre el asunto que siempre darían pie a malas interpretaciones o a dudas sobre la sexualidad de todo un planeta.

Sí, es verdad, cuando se descubre una raza nueva lo normal es hacerle una serie de exploraciones pero, de verdad, creo que a partir de la prospección rectal nº 20 el proceso, por narices, tiene que volverse mecánico y arrojar los mismos datos, es decir, que ya se hace o por vicio o porque uno manda a estas misiones a científicos tontos de remate que no son capaces de encontrar lo que andan buscando.

Es decir, que por no reconocer ni lo uno ni lo otro lo normal es que prefiramos aniquilar a la otra civilización y dedicarnos a otras cosas.

Dejando a parte estas cuestiones de la sonda anal (tan importantes) luego me planteé la idoneidad de la embajadora y pensé que no era la más adecuada: en España sabemos que lo que les gusta a los guiris es ver cosas típicas y, por lo que yo se, los científicos normalmente se acuestan pronto y parecen un poco muermos en general...con lo que se valora últimamente el haber estudiado "en la universidad de la calle" lo normal es que elijamos a alguien que, de verdad, pueda entretener a las entidades de otro mundo y pasearlas por los lugares más típicos de los diferentes países: fumaderos de porros, lupanares de todo tipo, baretos, juergódromos...

Si ven que somos una gente sandunguera que sabe montar una fiesta a unas personas que deben de estar hartas de mirar los Rayos C más allá de la puerta de Tanhauser (un espectáculo que, al principio, tiene que molar pero que luego tiene que hacerse tan mecánico y repetitivo como un sondeo anal) es posible que sus aviesas intenciones de esclavizarnos, convertirnos en comida o, simplemente, llevarnos por delante por las mismas oscuras razones que por las que llevan ahí desde hace años mirándonos como el que mira a un chimpancé en el zoo, amainen un poco y, al menos, podamos convertir el Planeta Tierra en una especie de gigantesco Parque Temático Interestelar mitad Montañas rusas, mitad Marina D´Or...¿No ven ustedes las inmensas posibilidades de poder reconvertir su piso en un hostal con encanto y clavarle a esos guiris de Orión un pastizal por un servicio deficiente y una comida que da mucha pena? ¿Que las culturas superiores no se dejan engañar así como así? ¡Ja! ¡Miren en los Chiringuitos! ¡Se acabaría el paro de un plumazo!

Es por eso que lo mejor sería que el Embajador de la Humanidad ante la potencia extraterrestre fuera alguien con sentido del humor contrastado, que tuviera hígado de rata y  no le importara pasar cuentras astronómicas a la ONU por valor de todas las juergas y cachondeos posibles: elijamos a alguien de la Operación Malaya, a esos diputados ingleses tan juerguistas, a un tío en plan Berlusconi...lo iban a flipar...pero, por Thor, si le ponemos a una astrofísica es posible que directamente piensen: "Estos bichos son un muermo pero...¡parecen tiernos!".

En caso de que la invasión fuera mutua, es decir, que nos permitieran ir a su planeta para establecer algo así como bases o embajadas no tendría duda en que no elegiría a ningún militar, ni a ningún diplomático al uso. Yo me decantaría por encargarle esa misión al Jefe del departamento de expansión de Mercadona. ¿A que ya no se acuerdan de cuando Mercadona, simplemente, no existía? Pues esos chiflados de Valencia han conseguido poner un supermercado en cada esquina...no hay duda, en menos de tres meses el Planeta que fuera estaría tarareando ese jingle tan pegadizo: "Mercadooona/Mercadona/Mercadooona/Mercadona".

No tengo tampoco ninguna duda en que prohombres europeos como Sarkozy o los representantes catalanes del PP mirarían al cielo aliviados cuando vieran la primera nave entrar en la troposfera. No sentirían ninguna presión porque habrían descubierto como quitarse de encima a todos esos rumanos tan molestos, a los gitanos...es más, no me cabe duda de que más de uno en Madrid pensaría que esa era la mejor oportunidad de quitarse a los catalanes de encima, mandándolos al Espacio Exterior donde, recuerden, nadie podría escuchar sus gritos.

Pensándolo bien, y pese a ese asunto tan molesto de la sonda, el contacto con los extraterrestres sería algo así como la bomba, la panacea, lo guay. Vale, quizás las religiones reinantes se lo tomarían mal porque ninguno de sus libros sagrados observa la posibilidad de que exista un experimento de vida fallido como el nuestro pero, bueno, borrón y cuenta nueva: Los dioses nos hicieron así como defectuosos y no nos vamos a poner tiquismiquis porque otros les hayan salido más listos pero con dos antenas o una trompetilla de verbena por nariz.

Para lo único que me quedaban dudas a esas alturas era para explicar la programación de Telecinco, en general. Un hecho inexplicable que, si nos observan, les tiene que tener entre atónitos y acojonados.

Es una pena que, al mirar por internet, la noticia se haya revelado como completamente FALSA. Es decir, que es simplemente uno de esos disparates publicados por un periódico inglés, el Sunday Times, que es una especie de periódico dominical de gran tirada y, por lo que se ve, poco informado. Como si fuera cosa de Ciencia Ficción, aunque cada vez es más frecuente, este bulo se ha colado en el semanal y, desde aquí, hemos hecho eso tan bonito de "copiar y pegar" pero añadiéndole algo más de chicha por si alguien se daba cuenta.

The Guardia, que si es un medio serio, se ha preocupado por preguntarle a la presunta embajadora y esta ha dicho que no, que le da pena, pero que la ONU todavía no tiene un departamento de estas características. Aquí.

Nuestro gozo en un pozo, bueno, en un agujero negro. Al parecer estamos todavía a millones de años luz de semejante invasión pero, tranquilos, el día que lleguen nos enteraremos, mal, pero nos enteraremos si es que, justamente, el día del aterrizaje no están todas las televisiones emitiendo el nacimiento de un nuevo hijo de Belén Esteban o nos jugamos la final de badminton. Entre que llegan y no llegan vayan haciendo acopio de fruslerías para venderle a estos seres del Espacio Exterior, ya saben lo tontos que se ponen los turistas con los souvenirs. No pierdan la oportunidad.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Anvil: el sueño de una banda de rock (Sacha Gervasi, 2008). Larga vida a los (pobretones) Dioses del Metal.


Some Kind of Monster era un documental sobre la grandeza de ser Metallica y sobre las miserias que conlleva vivir en medio de toda esa grandeza. Una condición que se había llevado por delante las personalidades (o las había reforzado fatal) que lo conforman y, sobre todo, que les había hecho incapaces incluso de hablarse entre sí sin el concurso de una especie de psicólogo bastante interesado en sacarles la pasta. Algo chocante.

Anvil: el sueño de una banda de rock es justamente lo contrario: un documental sobre qué ocurre cuando esa grandeza es nada más que pasajera y desaparece con la misma rapidez que llegó.

Ambos trabajos, sin embargo, recuerdan bastante a algunos momentos de un docu falso titulado This is Spinal Tap. Quizás el primero por retratar a un puñado de tipos a los que se les ha ido la pinza autoimponiéndose el status de estrellas interestelares y el segundo porque capta la vida de dos tíos que quieren vivir el sueño que tuvieron cuando tenían trece años y, pese a no haber conseguido ninguno de sus objetivos, no cejan en su empeño. Es cierto, cuando se habla de heavy (utilizo un término genérico e identificable) o de cualquier manifestación de la cultura popular (y creo que esto es más evidente en lo musical) se tiene un pie en la grandeza, otro en la bajeza y, casi siempre, se camina en el filo justo de lo sublime y lo ridículo que es un buen territorio para la comedia.

Anvil es una banda canadiense fundada en los 70 que tuvo un brevísimo éxito en los 80 y que sobrevive peor que peor desde entonces.

Dicho grupo no consiguió buenos contratos discográficos y, seguramente lo que es peor, no era un gran grupo como Iron Maiden, Judas Priest, Black Sabbath, Metallica, Slayer, Accept, Guns & Roses, Helloween…eran un grupo un poco por encima de la media que nada podía hacer en un panorama metalero en eclosión plagado de grandes bandas que generaban unos escalofriantes beneficios. Es normal que, su precaria situación contractual por un lado, y el hecho de no poder superar el test de los años los avocara a un paso fugaz por la fama y a una progresiva bajada en las ventas de discos y entradas hasta la situación actual.

Sus fundadores Lips Kudlow (cantante) y Robb Reiner (batería. No es broma, el tipo se llama como el director de “Spinal Tap) siguen, pese a todo, en la brecha. Da igual que ya no vendan discos, que las promotoras de conciertos no los quieran ver ni en pintura, que casi nadie los recuerde o que estén en los cincuenta…nada es suficientemente malo como para renunciar al sueño recurrente de volver a tocar en un estadio repleto de personas que, con los dedos levantados en forma de cuerno, repite un mantra: “Anvil, Anvil, Anvil”.

A su alrededor unas familias un tanto cansadas de que la pareja no siente la cabeza, se centre un poco en llevar una vida más normal y consiga un trabajo que no esté supeditado a salir corriendo entre semana para tocar en un garito infecto ante tres borrachos en la otra punta del país. Sin embargo, y esto es lo interesante, ambos tipos son tan majos que parece que su entorno les perdona que se hayan negado a crecer, en parte porque piensan que aún el milagro es posible (la esposa de Robb declara ser todavía una amante de los grupos de “tíos de pelo largo” y parece entonar un “me equivoqué de estrella de rock al casarme) o porque, simplemente, saben que viven con una especie de adolescentes de pelo largo canoso.

Como nota totalmente sociológico-escalofriante quiero decir que Lips y Robb no solo visten con los ropajes universales del heavy metal en todas sus gamas sino que, y ahí está lo impresionante, ANDAN como todos los heavys del mundo: ¿Saben ese andar un poquito estirado y echado hacia delante provocado por llevar las manos en los bolsillos y tener que equilibrarse al caminar y ese avanzar como con pasitos y movimientos de cabeza acompasados de izquierda a derecha? ¡Pues así! ¡Los tíos son los maestros del ANDAR HEAVY!

Como son amigos desde la infancia, o casi, y tienen una especie de relación de amor-odio (más amor que odio, es verdad) parece que se produce entre ellos una especie de equilibrio en la chifladura de conseguir volver a las listas de ventas: cuando uno flojea el otro lo anima y viceversa y, cuando ambos se frustran, llegan a las manos (sólo un poco) para poder hacer las paces y volver a autoconvencerse de que lo conseguirán.

Pese a que pudiera parecer enfermizo en cierto modo entiendes un poco mejor como tenían que ser las relaciones Lennon-McCartney, Ulrich-Hettfield, Brian Wilson-Dennis Wilson…pero, lo más escalofriante, es que te das cuenta que habrían sido igual de caóticas, insanas y malrolleras o igualmente sanas, buenas y cósmicas si estos músicos no hubieran tocado más que en tugurios de mala muerte.

Y ahí están estas almas cándidas, viviendo a su bola cuando, de pronto, una promotora de conciertos (bueno, en realidad una italiana que no se entera de casi nada) les escribe para decirles que les ha preparado un Tour por Europa de más de un mes cargado de fechas en países como Croacia, Hungría, Polonia, Holanda, Bélgica, Rumanía, España…

Los Anvil vuelven a la carretera.

Y entonces ocurre lo que esperas que ocurra: una gira mal diseñada, con garitos semivacíos (dos personas en algunos), viajes en tren, retrasos, malas planificaciones. Si Anvil son el reverso pobretón de Metallica, su gira parece, sin lugar a dudas una caricatura de lo que son los tours de KISS.

Pese a todo Anvil sigue adelante y quiere grabar un disco. ¿No han tenido suficiente? Pues no. Quieren volver a grabar un disco que suene tan bien como los que grabaron en los 80 y, bueno, la leyenda continúa en una especie de espiral terrible de bajonerismo y mala hostia a duras penas contenidas.

Aunque la cosa se pone negra, Anvil sigue en la brecha y…la resolución final del invento tiene como trasfondo un concierto en Japón (¿Se acuerdan del final de “Spinal Tap”?).

Humana hasta las cachas, Anvil: el sueño de una banda de rock es uno de esos documentales de una sola pieza sobre los que cruzan no solo las razones mismas que llevaron a Sam Dunn, un antropólogo de espíritu metalero, a indagar las razones de “lo heavy” en su "documetal"  Metal: A headbanger´s journey o incluso el espíritu de películas como Siempre locos (la reunión de un grupo de vejestorios que fueron famosos una vez en una gira lamentable) o Rock Star (Esa película que intenta resumir no se todavía si en clave de comedia o de cosa seria toda la historia del heavy metal en un poco más de 90 minutos) sino la sagrada misión de un incansable fan de Anvil, su propio director, por recuperar la historia de la banda de sus amores y esa tenacidad y ese espíritu de permanecer contra viento y marea pese a los evidentes cambios históricos, de gustos, de costumbres es lo que debe de haber mantenido al heavy, al sonido y al tío ese de la chupa de cuero que sostiene una birra en el fondo de la barra, casi en el mismo sitio desde 1980. Por cierto, un ejercicio el de Sacha Gervasi que parece el mismo que impulsó a Cameron Crowe a rodar Casi famosos, un recorrido sentimental  autobiográfico y quasi histórico (y digo quasi porque la película parece es un recuerdo recubierto de caramelo-nostalgia) a mayor gloria de todas aquellas bandas que el precoz director/escritor conoció cuando era el colaborador más joven de la revista Rolling Stone.  

Si Kiko Amat, en esta desacertada crónica de un concierto de Saxon celebrado en Barcelona, tilda a “lo heavy” como un cúmulo de baratería machista con tendencia a la endogamia (y lo que es peor, como una especie de “cosa de pobres” o “matones”) con argumentos que podrían ser utilizados a la contra para reírse de un concierto de los actuales The Who (igualmente viejos, incluso más) o del ambiente general que se respira en un show de cualquier otra temática donde también puede identificarse la estupidez con bastante facilidad, Anvil habla de un sentimiento, un sentimiento que es infantil y un poco chorra. Habla de una carrera contra el reloj y la realidad.

Si la postmodernidad se basa en la revisión crítica del pasado desde un punto de vista sarcástico o directamente cínico (la de los 80-90 se rió a gusto de los progres de los 70 y la actual revisita con igual tono y ritmo a la de los 80 mientras sacraliza a la de los 90 a las espera que la siguiente nos ponga a nosotros en la picota…va a ser un espectáculo ver a unos tíos reírse postmodernamente de una obra postmoderna como “Muchachada Nui”) es posible que los Anvil, y “lo heavy”, identifiquen su legado musical y cultural con una especie de identificación con lo auténtico y, créanme, esas cosas que detectamos con lo “auténtico” no tienen más razón, ni se presentan con más fuerza ante nosotros que cuando uno es un adolescente y será por eso que Lips y Robb viven en una eterna pubertad.

Una caricatura, es posible, pero sólo si se mira desde fuera. Un homenaje naïf a un estilo de vida naïf que se merece, como todas las cosas raras, un documental que esté a la altura.


BOLA EXTRA

Por cierto, así eran Anvil en 1984 cantando "School Love"...


Y, no es por nada, pero comparen el primer fraseo de Lips con el arranque de Fortu de Obus en "Vamos muy bien", jitazo patrio también de 1984. Se parecen un huevo. Por cierto, Obus aún pueden decir eso de "aún nos mantenemos en pie y ya no pararemos hasta no poder ver" (ya sea por el ciego o por las cataratas propias de la edad).

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La Experiencia Insustancial de "La Cucaracha Express" (Y otros cuentos del Cretácico)

Corría el año 2003, sería por octubre o algo así. Estaba sentado en el despacho de guionistas de Localia (un tuguriazo con unas estupendas vistas a la Gran Vía) resolviendo a toda hostia el texto para el programa de la noche. Estaba haciendo "La Cucharacha Express" y digo haciendo porque allí todos los días ese programa se hacía sin más. El presentador y director del asunto, Javier Gurruchaga, no era un hombre al que le gustaran las escaletas, ni pensarse las cosas demasiado o, mejor, no era un hombre al que le gustara planear las cosas con demasiado tiempo y, por primera vez en mi vida, me enfrentaba a un programa en directo que no contaba con un armazón claro excepto el de que, más o menos a medianoche, Javier Gurruchaga salía al plató del programa (decorado como un vagón de tren) decía "buenas noches" y presentaba actuaciones y entrevistas.

Es verdad que, en anteriores trabajos, siempre era yo el que me quejaba de que no se podía improvisar. Es decir, que la dichosa escaleta (ese armazón previo) a veces estaba tan milimetrada que era imposible meter una gracia espontánea y, claro, se perdía mucho y buen material. Y aquí un inciso, la experiencia luego me ha demostrado que en un 90% de las ocasiones, ese "mucho y buen material" suele ser una broma privada o una cuchufleta entre la gente del equipo que, difícilmente, es cogido por la audiencia que, claro está, permanece en su casa completamente al margen de los tropezones, motes privados y otros roces (cariñosos y no) que la convivencia laboral trae consigo.

El caso es que, del estajanovismo televisivo (del que soy fruto, sólo soy capaz de ser ordenadito si me sientan ustedes a escribir y me disperso bastante menos) pasé a una especie de anarquía donde el ingenio de Javier Gurruchaga marcaba, como diría la rapera sevillana, "el minuto". Un ejemplo: dos horas antes de comenzar un programa el director/presentador nos comunicó que quería hacer una gracia con Arnold Chuacheneguer y su elección como Gobernador de California. Planteamos todo tipo de excusas (tiempo nulo, sobre todo) pero nos sorprendió con la contratación de un actor brasileño de casi dos metros con músculos hasta en las cejas al que había contratado.

La contratación de una aparición especial de un actor conlleva una serie de movimientos estratégicos que, a saber, son estos: casting previo, aviso a producción, OK de la producción al gasto extra,  negociación con el manager si lo hubiera o con el mismo actor en persona, escritura de un sketch o aparición y el diseño o alquiler de un vestuario apropiado, amen, claro está de maquillaje, traslado...fuera del reino de "La Cucaracha Express" ese tipo de acciones, en cadena, llevan más o menos una semana pero, dentro de la cabeza de Javier, duraban apenas treinta minutos.

Todas las tardes nos sorprendía con algo nuevo. Jamás he trabajado con alguien más dispuesto a tener ideas y llevarlas a cabo que con el showman vasco. En resumen: cada día un plátano.

Tanto era el desmán que se olisqueaba en el ambiente que, más de una vez y más de dos, los directivos de aquella casa y de la productora se acercaban al plató a ver si, de verdad, esa noche no íbamos a salir al aire porque, de pronto, a alguien se le había ocurrido traer un elefante al plató o un coro de starlettes de Las Vegas...sus caras eran un poema y, sinceramente, nunca he visto a nadie tan dispuesto a sacar de quicio a los jefes a costa de mantenerse en sus trece que a Gurruchaga que, pese a estar en un programa de producción modesta de una modestísima cadena (el coste del decorado ya era un dispendio casi inasumible), seguía haciendo eso que los norteamericanos llaman "Think BIG" es decir, comportarse como si estuviera en una megaproducción pese a que los medios eran más bien limitados.

Lo más cachondo es que, pese a que no había un duro, este hombre consiguió contratar a una banda completa para que estuviera todas las noches en el programa y tener, fijos, a cinco actores fijos (Maribel Ripoll, Paco Hidalgo, Alex, Popotxo y Michele McCain) y un despliegue de vestuario y de decoración (aportada por Gurruchaga en parte) digno de un vestuario de equipo de primera.

El caso es que, mientras todos parecíamos echar el bofe, especialmente los tres guionistas (Juan Potau, Maribel Ripoll -unida al equipo- y un servidor) a Javier Gurruchaga todo parecía irle de maravilla pese a que, como Sir Alex Ferguson, muchas veces diera la sensación de que era un tío capaz de iniciar una pelea en una casa completamente vacía. Es decir, iba completamente a su bola.

Poco a poco, y con un poco de sentido común, dimos sitio fijo a los dos colaboradores estrella (Moncho Alpuente vestido de vaquero y haciendo una descacharrante crónica sobre el día a día del Rancho de Bush y Eduardo Haro Tecglen) más que nada porque el propio Haro Tecglen llegaba todos los días que trabajaba con nosotros con una pregunta en la boca dirigida a mi persona: "Perdone, ¿sabe de qué vamos a hablar hoy?". Siempre le decía que no y siempre me decía lo mismo "pues nada, otra vez a improvisar". Algo que fue tomado como una queja y, creo, que fue a la única persona que se le hizo caso.

Otro ejemplo: Albert Boadella estaba por Madrid presentando "¡Buen viaje, excelencia!" y Gurruchaga quiso traerlo al programa. Como no podía estar por la noche Gurruchaga decidió improvisar un sketch dentro de una sección en la que hablaba de viejas glorias vestido de Gregorio Gurruchaga pero con un sombrero de copa...ni que decir tiene que la aparición fue completamente improvisada, hecha en el día y un montón de cosas más que no referiré (aunque, háganse cargo del careto que puso Boadella) pero que nos llevaron a otro pequeño gran caos. Más que nada porque no se pudieron encontrar las imágenes de la película a tiempo.

El caso es que todo era un ordenado caos y, como no se seguía ni tiempo ni escaleta, era posible por ejemplo que una entrevista durara cinco minutos (la que se hizo a la actriz Natalia Menéndez) porque el resto de los contenidos de programa metidos a calzador se había comido el resto o que otra durara quince minutos enteros sin corte porque se habían cortado vídeos u otras apariciones a la misma hora.

Esos cortes, claro está, también se hacían un poco a "la gornú". Teníamos una sección que se llamaba algo así como "usted es la estrella". En el fondo era una cosa vagamente brillante: traer a gente anónima con dotes artísticas. En la cabeza de Gurruchaga aquello iba a ser un desfile de fruteras ventrilocuas, abogados que hacían sus pinitos como magos con el nombre de "El increíble Eduardini" y cosas así pero, la realidad siempre tan chusca, convirtió aquella sección en un paseo de grupos de música amateurs o no muy conocidos. Una vez se nos presentó la oportunidad de traer a un tipo que nos escribió al programa diciendo que imitaba muy bien a Torrente. Gurruchaga le dio el OK fulminante y, al poco tiempo, el muchacho se presentó con su novia y una pareja de amigos vestido como se viste uno de Torrente para una fiesta de disfraces a la que ha sido invitado a última hora y desplegando un repertorio torrentiano que era, francamente, poca cosa. Sin más ni más el tío, sin ton ni son, iba hilando una línea de diálogo de Torrente con otra de forma desconcertante (encima estaba nervioso y sudaba un montón porque llevaba una peluca de esas de Caramelos Paco) y dijo lo de "¿Nos hacemos unas pajillas?" y luego "todas las tías son unas putas, amiguete" y luego soltó un "anda, que pareces m..." y en ese momento entró Gurruchaga diciendo "Magnífico, maravilloso, un fuerte aplauso, qué barbaridad, gracias, gracias, Música, música". Nos quedamos picueters.   

Pese a que la mayoría de los programas se grababan en riguroso directom tuvimos que hacer una tanda de ellos grabados porque Javier estaba rodando "Torapia" (2004, Karra Elejalde) y, justamente, el Torrente falso apareció en uno de esos programas con lo que, a la mañana siguiente, nos encontramos con el "tostao maravillao" de un Gurruchaga colérico diciendo que la torrentada no se iba a emitir en un programa que él dirigiera porque le había parecido machista, soez y de mal gusto. En parte lo era, pero...¿Qué hacíamos al respecto? Potau y yo escribimos un gag en el que se cortaba la emisión del programa con una especie de locutor de continuidad que, en perfecto acento mexicano, narraba que había habido incidencias técnicas para dejar en unos pobres veinte segundos la actuación de plató. Se hizo. Pero como cada mala obra tiene una consecuencia  el locutor de continuidad tuve que hacerlo yo y ponerme un sombrero mexicano al final del sketch. Guay.  Lo hice en la sala de redacción de Localia rodeado de gente que, desde entonces, no podía evitar descojonarse cada vez que pasaba a su lado. Con razón.

El caso es que nuestros días pasaban así, como decia Borat entre los "good times" y los "shit times". Entre estos momentos y otros, y pese al buen feeling qure había mantenido con todo el equipo y con el director/presentador la cosa, con este último comenzó a torcerse.

De ser una especie de "delfín hasta el fin" (con promesa de sección propia entre otras cosas) pasé a convertirme en persona "non grata". En mi defensa diré que no hice nada para incomodar al buen hombre y que siempre trabajé a favor de obra pero que no dejé de criticar las formas algo eclécticas televisivamente hablando de Gurruchaga. Pese a que siempre procuraba que él estuviera delante cuando hacía estas críticas lo cierto es que, en mi haber, se acumularon algunos malísimos adjetivos como los de "conspirador" y "serpiente venenosa" que me regaló uno que yo pensaba que era un buen compañero de trabajo. En mi haber estas faltas:

- Llevarme bien con todo el equipo cosa que, al parecer, fue interpretada por este malicioso personaje delator, como el signo inequívoco de que era el "cabecilla" de una rebelión. En realidad, no era nada más que el tipo que se iba a tomar cañas con todo quisque. 

- Dejar que Carlos Areces, ese gran tipo, visitara nuestra humildísima redacción y le llevara a Gurruchaga unos vídeos de "La Hora Chanante" para demostrarle que había gente que le admiraba y que seguía su senda de hacer el mamarracho sanamente lo que fue interpretado por el mismo bicho con un sentencioso "este lo que ha querido es traerte a sus amigos para que se rieran de tí, Javier". 

- Llevarme bien con Popotxo Ayestarán. De seductora personalidad el conocido como "enano de la Orquesta Mondragón" era un tío fantástico con el que era difícil llevarse mal. Jugador de ajedrez aficionado y cuenta anécdotas inmortal la peculiar relación entre estos dos prohombres del espectáculo impedía, por razones que se me escapan, que cualquier amistad mantenida por Popotxo fuera bien vista por Gurruchaga. 

Y eso es lo que creo de todo lo que pasó porque, sinceramente, me niego a creer otra cosa o, por lo menos, es la versión que quiero creer.  

En favor de Gurruchaga diré que Localia contrató al tipo que le pareció óptimo para llevar a cabo un programa que, me imagino, sabrían que no iba a ser un programa amable o fácil de hacer (miren "Viaje con nosotros" o "El huevo de Colón") y que tenía todo el derecho a hacer lo que le petara sin que, ni la cadena, ni mucho menos uno de sus currantes le tocara los cojones con escaletas, tiempos y un largo etcétera de cosas técnicas. Es más, entiendo que es un error tener a un presentador que ejerza también de director. Y no lo digo yo: ¿Se acuerdan de "La azotea de Wyoming"? Pues eso, bastante hace el presentador con presentar y con estar brillante y con todo lo que tiene que hacer como, para encima, tener que bregar con el resto de cosas. 

El caso es que, en el momento en que estaba sentado con Juan y Maribel echando el bofe por la boca para terminar el guión de la noche (ese día, encima, Javier se retrasaba y teníamos miedo de que no se pudiera ensayar) mi relación con el director/presentador era, a ver como lo digo, tensita.

Y en esas entró Sofía. Sofía tenía la tarea ímproba de traer dos invitados y una actuación musical a cada programa y, además, la de conseguir a todas aquellas estrellas anónimas (como el imitador de Torrente fallido) que engrosaban la lista del programa. La cosa era jodida por dos razones: en España, aunque ya entramos más por el aro, la promoción es algo que parece que no va con el artista que muchas veces se niega a conceder una entrevista a un medio que no sea mayoritario (pese a que ahí está Santiago Segura para demostrar lo contrario) por parecerle un empacho, un sopor y un aburrimiento eso de hablar de sí mismo y de su trabajo y que nuestro programa era muy pequeño y se hacía a unas horas un poco extravagantes para este país (de noche, fíjate, como si aquí la gente saliera por la noche...) y, por otro, era cierto que Javier Gurruchaga quería mantener un cierto nivel con lo que no le valía todo el mundo y, con todo el mundo, quiero decir que por allí pasaron muchos políticos (Almunia estuvo francamente divertido, por ejemplo) y gentes de la cultura y de las artes muy importantes (Ian Gibson se permitió el lujo de coger unas maracas y comportarse, como él dijo, como "un guiri en Benidorm" persiguiendo en tremenda conga a los otros invitados que estaban en el plató). 

A Sofía le iba la vida en aquello y, aquel día, andaba demasiado atareada con otras cosas como para buscar dos estrellas para aquello de las estrellas anónimas. "¿Se te ocurre algo?" me dijo. Y, sin malicia, dije: "Hostias, hay unos tíos de Sevilla que se llaman The Vagos que molan un montón y otro tío de aquí de Madrid que se llama El Capitán Entresijos que es la caña de España". Así. "¿Pero como son?" Dijo Sofía. Y yo "pues los de Sevilla se visten en plan hippy chirigotero y se maquillan como si fueran Marc Bolan y el Capitán Entresijos es un tío que toca punk con un bajo, unas gafas de sol como las de Liberatore y un gorro de ducha...creo que a veces los de su banda se ponen máscaras". "Joder" dijo Sofía. En ese momento terció Juan Potau que dijo "Esas cosas le gustan a Javier, que van mucho con el rollo de su espectáculo". 

Así que Sofía me hizo caso y, en realidad, pensé que obraba bien y que, sí, que ese rollo le iba a molar al director/presentador. 

Y vino el Capitán Entresijos y se produjo su actuación (que dedicó a la gente que lo estaba viendo desde la bodega de su barrio porque en su casa no se "pillaba" Localia) y entonces, como pueden ver en ese vídeo que encabeza esta historieta se produjo esa tensa reacción del director/presentador. 

Y entonces tuve una de esas nítidas visiones del futuro a las que la gente tan poco lúcida y con tan poca perspectiva como yo estamos acostumbrados y lo vi claro y meridiano, cristalino, fetén...pero me callé y no dije nada y seguí con mi vida y comencé a notar que, a mi alrededor, todo comenzaba a ser muy raro. 

Unos pocos días después acudieron al plató Javier Cámara, Pau Durá y Gonzalo de Castro al plató para promocionar una obra que estaban haciendo y, antes del programa, me senté un rato a charlar con ellos. Javier Cámara me dijo "¿Cómo va todo?" y les hice a los tres partícipes de la visión que había tenido días antes y que se había hecho realidad esta tarde: "Bien, pero a mi han despedido esta tarde". "¿Y qué ha pasado?" dijo Javier Cámara. Y contesté: "No se, creo que traer de invitado al Capitán Entresijos". Y se rieron. Yo también porque, al día siguiente, se me abrió una puerta más emocionante todavía. Pero eso es otra historia. Esta era la que tiene la moraleja siguiente: "No inviteis a grupos punks a vuestros programas o, es posible, que alguien no entienda la broma".

Durante el tiempo que estuve allí tuve la suerte de conocer (en las pequeñas pre-entrevistas que hacíamos) a gente como Almunia, Federico Luppi, Simancas, los hermanos Lera (Justo, Chete y Joaquín), Carlos Segarra, La Frontera, La Buena vida, Unai Elorriaga así como trabajar con una gente estupenda. Por otro lado, y eso queda para mi, el día de la fiesta de clausura (desgraciadamente Localia dijo "ya vale" en la primera temporada) me marqué una actuación musical con Michele McCain que, sinceramente, me hizo temblar...bueno, eso y poder salir en una tele disfrazado de presentador de noticas mexicano.  Ah, y no estuvo nada mal trabajar con Gurruchaga con el que hice algo parecido a las paces dos semanas después de largarme de aquel programa en el que me lo pasé tan bien.

Y LA SECUENCIA FINAL TRAS LOS CRÉDITOS: No he contado qué ocurrió cuando aparecieron por allí "The Vagos", aquel grupo de Sevilla que recomendé y que también fueron invitados. Yo ya no estaba allí pero, digamos, que la canción elegida por el combo sevillano, su éxito "no, no soy gay pero me cabe el AVE" no fue del gusto de nadie y fue tildada de homófoba, entre otras cosas...el caso es que también cargué con aquellas culpas desde la distancia. Y aquí, sí, llega el FIN.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Efemérides completamente irreales (I)



- Tal día como hoy, pero de 2006, Isabel Pantoja y María del Monte acudieron a una gala benéfica por separado. Como su relación era bastante tensa (casi inexistente) la mala organización del acto provocó que ambas mujeres tuvieran que compartir un pequeño camerino. María del Monte, un poco nerviosa por la tensión del ambiente, le dijo amigablemente a Isabel Pantoja que si había escuchado, por casualidad, el album "Hypnotize" de System of a Down. La Pantoja, gélida, le dijo que prefería "Mezmerize" porque le parecía un disco más redondo. María del Monte no lo dijo pero pensó dos cosas: que eran discos muy parecidos y que, podía certificar, que la relación entre ambas estaba completamente rota porque la Isabel que ella conocía jamás hubiera perdido el tiempo escuchando a una banda de Nü Metal.

-Tal día como hoy, pero de 1981, Woody Allen volvía de un paseo por Central Park y, al pararse en el cruce de la Quinta Avenida con la calle 59 dijo algo ingeniosísimo que hizo atragantarse de risa a un vendendor de perritos calientes. Desgraciadamente dicho vendedor tuvo un ajetreado día y, al llegar a casa e ir a contarle a su mujer lo sucedido no fue capaz de acordarse de lo que dijo Allen. Su mujer le dijo, con dolor contenido, que era tan malo recordando frases ingeniosas como recordando su fecha de cumpleaños o la del aniversario de boda y se fue a la cama molesta. El vendedor de perritos compró al día siguiente una agenda para apuntar cosas. Desgraciadamente se aburrió de utilizarla a los pocos días y, desde entonces, está olvidada dentro del cajón de los sobres de mostaza de su carrito. La frase jamás pudo ser recuperada porque Woody Allen tampoco la recordó.

-Tal día como hoy, pero de 2001, Madonna asistió a una conferencia sobre literatura inglesa junto a su nueva mejor amiga, Gwyneth Paltrow. Al final de la charla ambas se dirigieron a un céntrico restaurante donde Chris Martin y Guy Ritchie (sus respectivas parejas) les esperaban para cenar. Durante el trayecto en taxi Gwyneth comentó que le había gustado mucho todo lo que había escuchado y Madonna reconoció que también aunque, en realidad, no se había enterado de mucho porque estuvo todo el tiempo diseñando mentalmente la escenografía de su nueva gira. Tras la simpática velada Gwyneth le confesó a Chris que la conferencia había sido un tostón pero que a Madonna parecía haberle encantado porque estuvo todo el rato "superantenta". Madonna le dijo a Guy Ritchie que la pareja de amigos le parecían "bastante majos" pero sin demasiado entusiasmo.

-Tal día como hoy, pero de 2003, Sean Ono Lennon llamó a Yoko Ono para decirle que había decidido llevar una vulgar y aburrida vida de clase media alejada de la escena cultural neoyorquina que le resultaba francamente cargante y que había adquirido una finca de caballos en Montana. Yoko le dijo que si eso era lo que le hacía feliz que, por supuesto, tenía que seguir sus impulsos pero con la mano que no tenía ocupada por el teléfono apretaba con fuerza una vieja camiseta de John Lennon que estaba a punto de meter en una caja para enviar a una subasta de Christie´s y pensaba desde qué prisma iba a justificar frente a sus amistades que su hijo aspirara a convertirse en un paleto del Medio Oeste. 

- Tal día como hoy, pero de 1964, el pintor Salvador Dalí compró unos cuantos blogs de dibujo que emborronó con praderas llenas de ciervos, paisajes con ríos y molinos de agua, escenas de caza y voluptuosos bodegones que pensó podrían convertirse en el tipo de cuadros que las familias de clase media colgarían en los salones de sus VPO si alguna empresa las compraba para reproducirlas en cadena. En un despiste del catalán su mujer Gala se coló en el estudio y sustrajo los cuadernos. Dalí estuvo preguntando unas semanas por ellos pero luego recibió un encargo y se olvidó. Años más tarde, paseando por Figueres, se paró en el escaparate de una tienda de muebles y tuvo un escalofrío que no supo desentrañar al quedarse mirando  los cuadros que colgaban sobre los sillones de skay.

-Tal día como hoy, pero de 1969, Stanley Kubrick recibía un premio del Círculo de Amigos de la Ciencia Ficción de Bruselas por la película "2001, una odisea del espacio". Pese a que el galardón le alegró muchísimo pese a su falta de prestigio, durante el banquete, se sintió incómodo cuando los compañeros de mesa comenzaron a preguntarle sobre el monolito, los monos, el astronauta y las escenas de colores estroboscópicos y sintió por un instante que, a lo mejor, la película le había quedado un poco rara.

-Tal día como hoy, pero de 1986, el ciclista Perico Delgado esperaba a un amigo en Plaza del Azoguejo (Segovia) y, para entretenerse, comenzó a contar las piedras del suelo del lugar. Al llegar a la 245 se sintió un poco mareado y, pensando que estaba solo, dijo en voz alta la frase "zapatero a tus zapatos...". Un jubilado que pasaba por allí de camino a una reunión familiar asistió a la escena y se la contó luego a sus familiares que, si en un momento no le hicieron mucho caso pensando que iba a volver a relatar una de sus interminables historias sobre su trabajo como administrativo en el Ministerio de Agricultura, celebraron la misma al descubrir la pericia con la que el anciano había cogido el tono y la forma de hablar del futuro ganador del Tour de France.

- Tal día como hoy, pero de 1991, Andrés González entonces camarero de la Cervecería Santa Ana, atendió como cada tarde al periodista y escritor Arturo Pérez Reverte al que consideraba un cliente afable que siempre dejaba buenas propinas. El servicio de Andrés fue aquella tarde tan desastroso, incluso derramó un plato de callos a la madrileña ardiendo sobre el regazo del cliente, que Pérez Reverte jamás volvió por allí. Pese al desencuentro Andrés siguió leyendo las columnas de Reverte sin entender que estuvieran escritas por aquel tipo tan simpático que dejaba buenas propinas y que pegaba la hebra con todos los clientes...siempre ha pensado, un poco azorado, que la culpa de ese cambio de humor a lo mejor tenía que ver con aquel desastroso servicio de aquella tarde concreta que, para sus adentros, siempre identificó como el momento en el que Pérez Reverte acabó por perder su fe en la humanidad. 

- Tal día como hoy, pero de 1971, Bob Dylan soñó con Andrés Calamaro. Años después Dylan se cruzó con el cantante argentino y se lo presentaron. Dylan le dijo a Calamaro: "En mi sueño me traías una pizza a casa y cuando abría la caja me encontraba una rata muerta...¿La pusiste tu verdad? Aquí termina esta conversación, amigo de las ratas muertas en la pizza ajena". Después muy cabreado se fue tarareando algo que se parecía un poco, pero no mucho, a "Lady Lay" una canción que había quitado hacía años de su repertorio. Calamaro se quedó pensando en si había o no había puesto la rata muerta allí. 

- Tal día como hoy, pero de 1961, Edgard Hoover, director de la CIA, le dijo a JFK que, pese a que no le gustaban los hombres, consideraba que era un hombre muy "mono". 

- Tal día como hoy, pero de 1982, Felipe González dijo "ni flí, ni fló" cuando su entonces esposa, Carmen Romero, le pidió que compraran un bote de insecticida aunque él fuera partidario del matamoscas manual de plástico de toda la vida. La frase le hizo tanta gracia que poco después la utilizaría en el parlamento.


-Tal día como hoy, pero de 1976, Karl Lagerfeld tuvo la corazonada de que alguien, alguna vez, catalogaría su obra de "mamarrachada". Luego pensó que, a lo mejor, eso era casi imposible.

-Tal día como hoy, pero de 1980, Agatha Ruiz de la Prada estaba en una tienda de tejidos comprando tela para hacerse un abrigo sin poder decidirse entre una de color gris marengo y una de color rosa chillón con lunares amarillos que era más económica...el resto es historia.








  

jueves, 16 de septiembre de 2010

El Rey de California (Mike Cahill)



Aunque los franceses quieren apuntarse el tanto de haber sido ellos los que ya incluyeran el nombre de “California” en “La chanson de Roland” (mítica novela del siglo VIII) lo cierto es que no es hasta la edición de una novela de caballería titulada “Las Sergas de Esplandián” –escrita probablemente por Garci Rodríguez de Montalvo- en 1510 cuando se recoge el nombre de California de manera explícita para referirse a un territorio salvaje y agreste poblado por un grupos de bellísimas mujeres guerreras “sin hombre” riquísimo además en “perlas y oro” y, como diría aquel, todas las cosas guays por las que un explorador del siglo XVI perdería la cabeza.

Trece años más tarde de la publicación de esa novela, un “hit” de la época, Francisco Cortés de Sanbuenaventura regresó de una expedición por parte de la Costa del Pacífico (conocido en su época como “Mar del Sur”) reportó a su primo, Hernán Cortés que además era su jefe y que era el que le había hecho comerse el marrón del viajecito, que había estado en las postrimerías de una región de amazonas y que, aunque no lo había visto, muchos habitantes de aquella zona le habían dado testimonio de la existencia del mismo.

Como ambos habían leído el libro, los Cortés eran bastante empollones pese a la imagen estúpidamente estereotipada que mucha gente tiene de ellos y que es más propia de Pizarro, bautizaron aquella zona como “California”.

¿Mintió Francisco a su primo? Bueno, claro que sí aunque, seguramente y a esas alturas del partido, ambos sabían que esos cuentos sobre paraísos perdidos y a punto de ser recién encontrados se habían mostrado enormemente efectivos para aumentar la moral de la tropa (una reducida tropa, Cortés conquistó el reino azteca con un número de personas que parecería ridículo incluso si lo comparáramos con el aforo de un concierto de Javián OT) que estaba con ganas de trincar un poco de toda aquella riqueza prometida y que los había llevado a enemistarse, un poco bastante, con la Metrópoli española que ya comenzaba a ver a Cortés como alguien que no iba a soltar México con la alegría con la que lo habían hecho otros conquistadores (más preocupados por saquear y mucho menos por establecerse y desarrollarse) pero, sobre todo, eran interesantes a la hora de animar al personal a hacer otro esfuerzo y seguir aumentando las fronteras del Virreinato mexicano.

Como podrán comprobar California, ya desde su descubrimiento, fue revelada al mundo como un lugar lleno de posibilidades donde encontrar la fama, la gloria, el dinero y, sobre todo, el sitio ideal para ver señoras de buen ver.

¿Pero esto no iba de una película? Perdón, sí, va de “El Rey de California” (Mike Cahill, 2007).

Emparentada, o más bien metida en el saco, de eso que se llama cine independiente americano (una nomenclatura algo extensa para englobar a películas tan distintas como “Academia Rushmore”, “Pequeña Miss Sunshine”, “Election”, “La familia Savage” o “World greatest dad”) porque está rodada con la sobriedad y el pequeño presupuesto de todas ellas “El rey de California” recuerda también a “El Rey Pescador” (Terry Gilliam, 1991) y en algunas fases incluso parece un homenaje a “Paris, Texas”.



La película cuenta el reencuentro de Miranda (Evan Rachel Wood) y Charlie (Michael Douglas). Charlie ha pasado dos años en el manicomio después de un intento de suicidio y, desde entonces, Miranda ha vivido sola ya que su madre los abandonó a ambos cansada del carácter de su marido.

El carácter realista de la hija que vive a un paso de la pobreza trabajando en un McDonald´s choca frontalmente con el de su padre una especie de deshecho hippy completamente chiflado que ha intentado de todo para sobrevivir (músico de jazz, terapeuta holístico, escritor…) sin llevar nunca ni un centavo a casa.

Por si fuera poco, cuando ambos vuelven a reunirse, a Charlie le ha dado por convertirse en un cazatesoros profesional que dice haber encontrado un magnífico tesoro perdido por un fraile español en el siglo XVI.

La California real (repleta de restaurantes de comida rápida, urbanizaciones para la clase media construidas como una copia de las urbanizaciones de los ricos y famosos que pueblan las cercanías de Los Ángeles, centros comerciales, hipermercados Costco, autopistas…) se asienta ahora sobre el territorio de la California mítica (indios, amazonas, tesoros, grandes extensiones de terreno virgen…) y sirve como escenario para delimitar a los dos personajes y explicar cuál ocupa cada uno de ellos pero, mientras que avanza la relación, los dos territorios comienzan a converger y a parecer uno mismo. Si la etimología de California viene del siglo XVI es interesante ver como en la actualidad sigue siendo válida la fórmula utilizada por Cervantes en “El Quijote” de ir contaminando a Sancho de la personalidad del protagonista y al revés. Una fórmula por cierto en la que se asientan todas las “buddy movies” del mundo mundial desde “Danko: Calor Rojo” a “El último Boy Scout” pasando por “El día de la bestia”.

Alejada del discurso de “mola ser un locuelo”, “El Rey de California”, confronta a una mujer que ha tenido que crecer entre estrecheces de todo tipo con su padre, un personaje fuera de onda desde los 70, que mantiene el típico discurso de “es increíble que la gente compre un lavaplatos ¿Qué problema hay en lavar los platos con las manos, de la forma tradicional?”. Un discurso, normalmente, mantenido por gente que mira la pila de la cocina durante toda su vida preguntándose “¿Qué duende será el que teletransporta los platos sucios de la pila a las estanterías superiores y reaparecen allí completamente limpios?”.

Triste y cómica a la vez “El Rey de California” es una de esas películas que, posiblemente, no tuvo espacio por culpa del éxito de “Pequeña Miss Sunshine” el año anterior (al parecer la cuota de cine independiente de éxito es, más o menos, un título cada cinco años y en los Oscar la espera puede alargarse por décadas) pese a que está muy bien dirigida, muy bien rodada y fantásticamente interpretada hasta tal punto de que te acuerdas de que Michael Douglas una vez fue el adalid del cine de calidad (en serio) y que Evan Rachel Wood es de las actrices a seguir (“Si la cosa funciona”, “El luchador”, “True Blood”…la adaptación de “Pastoral americana” para el año que viene…).

Si les apetece pasar un buen rato, ya saben.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Un tío con gomina mató a la estrella del BA-LON-CES-TO



"Nuestro seleccionador mostrando un telesketch ganado en una rifa...y único premio que se ha llevado de este Mundial."

La historia dirá que Teodosic lanzó un triple imposible desde más de nueve metros y que la clavó pese a tener a Garbajosa, un tío más alto, defendiéndolo. Esa, dirán, fue la jugada que nos echó de la lucha por el Mundial de Baloncesto de 2010...una anécdota reduccionista incapaz de contener lo que ha tenido este campeonato de escabechina, masacre y debacle baloncestística en lo que se refiere a nuestra selección.

Para el callejón de la historia, para su parte trasera, quedará el hecho innegable de que en el fondo la canasta estratosférica de Teodosic ha sido, en realidad, un acto de justicia poética. Sí. Una de esas dolorosas lecciones que hay que aprender si uno no quiere cometer una y otra vez los mismos errores. Ese triple ha entrado porque España necesitaba un castigo de esa magnitud, de un palo de esas características para devolvernos a la realidad y ponernos en el lugar que nos hemos ganado a pulso: la lucha por el quinto al octavo puesto o, lo que es lo mismo, a la cola de la élite mundial.

El triple del jugador serbio (un triple que me ha hecho recordar a la mortífera Yugoslavia de antaño) ha dejado en bragas que nuestro seleccionador está incapacitado y que no tiene recursos, ni imaginación, ni los más mínimos fundamentos de este deporte. La razón por las cuales Scariolo llegó al banquillo y por qué, a estas horas permanece en él, se me escapan por completo del mismo modo que se me escapa el hecho de como es posible que alguien tan poco dotado para advertir la belleza del baloncesto haya acabado dedicándose a esto y mantenga la etiqueta de "gran entrenador".  No se puede esperar nada de un tío que cree que la defensa es el mejor ataque y que la presunta superioridad individual de los jugadores de tu plantilla es suficiente para ganar. Nonay. Miren lo que escribía Loquillo en su artículo de ayer: "Jugar al baloncesto es como tocar en una banda de rock". Joder, si hasta José María Sanz "Loquillo", que dejó la práctica activa del basket hace más de tres décadas, sabe que esto es un juego en el que se puede y se debe ganar como equipo...¿Por qué se empeña este señor tan italiano en lo contrario? No es una pregunta retórica: simplemente no tiene la suficiente capacidad para hacer jugar bien a un equipo.

Es más: un día de estos nos enteraremos de que su carnet de entrenador lo encontró dentro de un Pannetone... 

Pero no sigamos haciendo sangre...¡Sí! ¡Sigamos! 

Una de las coletillas que más he odiado en este Mundial es escuchar que había en el equipo una "primera unidad" y una "segunda unidad". Que me perdonen pero...¿Esto no era un equipo? Ese tipo de divisiones son las que hacen imposible que nadie juegue a gusto. Es decir, tu puedes ser el tío más manta de un equipo de barrio, el más mierdoso, puedes incluso jugar con una pata de madera y un ojo de cristal, incluso tener a un hermano siamés unido a ti por medio del cráneo y compartir ambos el mismo cerebro y no te gustará que todo el mundo sepa que perteneces a la "segunda unidad". ¿Qué carajo es eso? Tu querrás creer y hacer creer a los demás que si estás en el equipo es porque vales tanto o más que el resto de los jugadores y, mira, si esas cosas te joden siendo un puto freak al que le cuelga un hermano siamés de la puta cabeza no digamos si eres Sergio Llul, Victor Claver o San Emeterio...

Alguien debería de recordarle a Scariolo que, entre los cometidos de su cargo, está el hacer jugar al equipo como un equipo. Como una sola unidad (no de "destino universal" sino de las buenas) para que todo el mundo se sienta importante y todo el mundo pueda anotar o tirar del equipo cuando se le necesita. El caso es que Scariolo, que une a su incapacidad táctica un muy sorprendente sentido de quien vale y quien no vale prefiere dejarse de chorradas y elegir que jueguen los que él tiene pensado que jueguen y el que él (y el resto de las personas que están a su alrededor) creen que son los mejores. Sólo así se ha mantenido a Marc Gasol en cancha pese a que no ha hecho un buen partido completo haciendo pareja con Garbajosa en detrimento de la pareja de pivots Reyes-Vázquez que sí ha funcionado...pero como Scariolo es un experto en lo obtuso prefiere pensar que el milagro aparecerá tarde o temprano y que los que tienen que jugar tienen que jugar aunque lo hagan mal. Las razones para arrastrar a Marc a esta dura posición no son otras que su buena temporada en Grizzlies pero, las que tiene para mantener en el cinco inicial a Garbajosa, no son más que puramente románticas: Scariolo fichó a Garbajosa para jugar en el Khimki y ahora entrena al Khimki todavía. Si no lo pusiera en el cinco inicial es posible que alguien pensara que, a lo mejor, ni siquiera él estaba convencido de las posibilidades del jugador cuando lo fichó. 

Algo le ha pasado con la elección de Raúl López que, curiosamente, milita en el Khimki que Scariolo entrena. ¿Cuando lo llamó estaba seguro de que López era la mejor opción o, por un momento, temió que si no entraba en el equipo alguien se removería incómodo en el equipo ruso y le pediría responsabilidades por tener a un tío en la plantilla del club y no llamarlo para la selección de su país? 

Esta es una de las muchas razones que hay para no tener un seleccionador nacional que se pluriemplea. 

Pero, sin duda, el mejor momento de Scariolo ha sido el de mantener a Ricky Rubio en cancha aunque, por ejemplo, al jugador del Barça se le hubiera desprendido accidentalmente una pierna. Ha dado la sensación de que el base tenía que estar imperiosamente en la cancha pese a que ha demostrado que estaba acelerado y fuera de sitio, que actuaba por convicciones internas que le empujaban a marchar sobre la defensa del otro equipo en todo momento para intentar la bandeja. Una y otra vez. Inasequible. Acumulando un fallo tras otro...¿Cómo es posible que Scariolo tuviera jugadas de pizarra en las que Rubio, que no es muy buen tirador por ser un base nato, se la jugaba de tres? ¿Quería un tío que pudiera dirigir y tirar? ¿Por qué no ha tirado de Llul o de San Emeterio? 

Scariolo se ha encerrado en un mantra siniestro que La Sexta ha recogido con intensidad y que era este: "Ricky-Navarro-Ricky-Navarro-Ricky-Navarro". Hasta la nausea. Regalando protagonismo a una pareja que no ha funcionado bien. Nunca. Por si no se han dado cuenta Victor Claver también ha ido a este Mundial pese a que casi no le hemos visto. Las razones por las cuales Scariolo ha llevado a Claver al Europeo y al Mundial para que no sume ni treinta minutos entre las dos competiciones es algo que queda para la extraña noción que Scariolo tiene de lo que vale y no vale...podía haber llevado a Suarez o haber confiado en cualquier jugador. Da la sensación de que prefiere amargarlo.

Como amargo ha sido ver que este equipo carece de dirección desde el banquillo o, lo que es peor, el plantel de jugadores parece pasarse por el forro al propio entrenador (ya ocurrió en el anterior Europeo) y hacer las cosas como sabe hacerlas. No es de extrañar que los únicos chispazos de talento sean jugadas sencillas de esas que aprendes nada más comenzar a jugar a esto y que se haya visto un absoluto descontrol en cancha y cierta lentitud a la hora de leer la defensa y el ataque de los contrarios. Sin nadie a los mandos se ha notado que Navarro se ha puesto de cuando en cuando los galones de entrenador y ha tenido que organizar el caos e informar a los compañeros por donde iban los tiros. Un asco.

Si en el anterior mundial fuimos famosos por nuestro BA-LON-CES-TO (aquella coletilla casi de colegio con la que Pepu Hernández nos ilustró sobre el verdadero caracter de este deporte de E-QUI-PO) hoy un tío con gomina lo ha asesinado a la vista de un porrón de espectadores sumiéndonos en la debacle más absurda, arrastrando a todo un colectivo hacia su propia ignorancia.

No está mal perder si aprendemos la lección de que es mentira que la derrota se decida en el último segundo porque, en realidad, nos lo estábamos ganando a pulso. Volvamos a lo básico, entonemos una oración a los altares de la canasta y roguemos por una vuelta al basket de siempre....como se suele decir en estos casos: ¡Al Contraataqueeeeeeeeeeeee!

PD: Por cierto, no me quiero olvidar de ese personaje llamado José Luis Sáez, Presidente de la Federación Española de Baloncesto, que es el culpable de el nombramiento de Scariolo, del despido de Pepu Hernández lamentables actos que lo hicieron conocido. A este dirigente tan español (mandón, autoritario y caprichoso) le debemos gran parte de esta catástrofe. Desde el fondo de mi hoy negro corazón gracias por haberme quedado sin entretenimiento.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Santiago Lorenzo como clave para leer la nueva Tregua de ETA


La cosa anda mal porque la ETA dice que no va a matar a más gente durante un tiempo y, resulta, que nadie se lo toma muy en serio. No creo que esta postura de laxitud de nuestra clase política tenga tanto que ver con el hecho de que no se fía (es difícil fiarse de un tío con una pistola en la mano pero, por favor, no olvidemos que los políticos negocian y mantienen en sus puestos a personas que son también delincuentes y no parecen no fiarse de ellos) como con que ETA ya es una organización que hace tiempo que fue arrollada por la historia.

Santiago Lorenzo, apreciadísimo guionista y director de cine, arrastró durante años de productora en productora un guión titulado "Los millones". Iba de un tío del GRAPO que jugaba la primitiva a escondidas de sus compañeros y, un día, le tocaba el premio gordo pero no podía cobrarlo porque no tenía carnet de identidad. El día que Santiago y yo nos conocimos en su casa del Paseo Imperial me contó la sinopsis y tuve un ataque de risa que me duró varios días. Creo que ni siquiera ha. Me pareció una historia genial...como nunca se ha llevado al cine ahora Lorenzo la ha publicado en formato novela con la editorial Libros Mondo Brutto. 

La novela transcurre en 1986 y el retrato del terrorista de los GRAPO (grupo que lleva en franca descomposición desde casi el comienzo de los 80 y que antes de desaparecer por completo tuvo una época en la que se dedicó básicamente a los atracos en bancos y asaltos a furgones blindados) es una especie de reflejo pobre de los terroristas de ETA. Casi sin dinero, sobrevive hambriento esperando una señal del grupo al que se ha unido y mata sus días visitando dos bares del barrio donde vive: La Ventilla, un barrio obrero  anclado entre el  pueblo de Fuencarral, el Barrio del Pilar y la Plaza de Castilla.

Si en "Días Contados" (1994, Imanol Uribe) nos encontrábamos con un Carmelo Gómez en plan Eusko-Hamlet debatiéndose entre las dudas morales de su profesión y en "El Lobo" (2004, Miguel Courtois) la imagen de ETA y de los etarras era la de unos jovenzuelos sanguinarios un tanto vacuos que ora mataban a un guardia ora te soltaban una parrafada sobre el Conflicto en "Los Millones" no esperen más que encontrarse con algo más cercano y más conmovedor: a una especie de obrero de la pistola marcado por la mala suerte. Salvando las evidentes distancias desde  "El juego de lágrimas" (1994, Neil Jordan) en el que se contaba la historia de un terrorista enamorado de una transexual y del intento de Eloy de la Iglesia por rodar "Galopa y corta el viento", un guión sobre el amor furtivo de un guardia civil y un etarra, nadie se había atrevido a tanto y le había salido tan bien, francamente.

La mirada que Santiago Lorenzo le echa a un terrorista triste (me estoy acordando ahora mismo de "Bancos" ese corto de Santi Amodeo protagonizado por Alex O´Dogherty que cuenta la historia de un atracador de bancos que sólo se entrena para atracarlos) sirve mejor para entender el momento en el que se encuentra ETA ahora mismo que el de ese recelo del que se encuentra con fuerzas para recelar de las fuerzas de un ex gallito.

Los sureños norteamericanos gritan eso de "The south will rise again!" ("¡El sur renacerá!") pero, incluso, los más obtusos miembros del KKK o de las organizaciones de las Milicias Blancas etc. saben que no es más que un aullido folclórico entonado con el mismo entusiasmo con el que se dice a un niño "¡Que viene el Coco!" pero con el mismo poco convencimiento del que sabe que El Coco no existe. Con ETA pasa igual, la desaparición sistemática de los grupos terroristas de corte marxista y el alto el fuego decretado por el IRA le pusieron las cosas difíciles mientras que la colaboración policial entre Francia y España les cortó la salida hacia Europa. Entre medias lo más importante: la gente comenzó a hartarse.

ETA es, ahora mismo, el etarra pobretón que se ha sacado de la camiseta de manga larga Santiago Lorenzo y entretiene sus días pasándolo mal, buscando una salida. Ha tenido la posibilidad de cobrar los 200 millones de pesetas de negociaciones anteriores, la salida y el traslado de presos, el retiro tranquilo de alguno de sus históricos e, incluso, la puesta en marcha de un frente político más fuerte y más presente en la sociedad vasca pero, al igual que el personaje, se ha quedado sin DNI para cobrar el premio.

Los gestos son importantes y, la verdad, el final del vídeo con los tres espíritus embozados y tocados con las boinas levantando el brazo tenía tan poca convicción como el que haces cuando vas a parar un taxi y, en ese momento, te das cuenta de que no sabes si tendrás dinero suficiente para pagar la carrera.

De hecho que una organización terrorista debilitada se permita declarar un "alto el fuego" disimulado cuando ha visto como han caído 8 jefes de la banda en los últimos tiempos sólo indica que ETA sabe que su única fuerza es negociar por lo que fue y no por lo que es actualmente que no es mucho.

Ese "no es mucho" es su carga simbólica o, más bien, la carga simbólica de su disolución que administra con la misma racanería que el terrorista pobretón de Lorenzo administra su presupuesto. Es posible que la banda se haya ido debilitando pero, evidentemente, ha ido leyendo bastante bien el proceso histórico de la Transición a nuestros días y sabe que un cese de las hostilidades beneficiaría actualmente a la Administración socialista pero, a lo mejor, los dejaría sin nada en la caja fuerte para negociar en caso de que Mariano Rajoy fuera el próximo presidente de España. La tibieza, por tanto, es una forma de hacernos entender que saben qué lugar ocupan pero, también, de informarnos del sitio que quieren ocupar de aquí a unos años.

No es concebible que la ETA actual vaya a sobrevivir mucho más pero, al menos, saben que pueden esperar lo que queda de esta legislatura y otra más en las que previsiblemente el inquilino de La Moncloa y, por lo tanto, eso que se llaman "interlocutores" serán otros. Da igual si atentan o no, si tienen más presencia o no, si existen negociaciones o no o si el entramado de partidos abertzales puede o no presentarse a las elecciones porque, en realidad, lo que importa es seguir administrando su legado, que las televisiones sigan emitiendo imágenes de atentados brutales que se produjeron hace diez o quince años y que harán que los telespectadores recuerden de lo que fueron capaces y les hará olvidar que en un mundo donde la nueva amenaza es el terrorismo religioso, una amenaza persistente que no parece poder solucionarse con una tregua de caracter político, una cosa como ETA no tiene cabida. Lo importante es estar y diluirse es algo demasiado importante y, mucho más ahora, cuando lo que ETA puede poner encima de la mesa para negociar no es algo tan jugoso como lo fue hace una década.

Mientras se deciden o no  lean "Los millones" de Santiago Lorenzo (Libros Mondo Brutto) que es una maravilla.     

Nota del Insustancial: Lendakaris muertos es un grupo de Navarra que llevan tocando desde 2004. "ETA deja alguna discoteca" es un tema incluído en su disco "Se habla español" (2006) y creo que es perfecta para ilustrar la desconexión existente entre la banda terrorista y el pueblo de Euskal Herría y su incapacidad para encontrar interlocutores válidos que abran una línea de diálogo en la que participen  las instituciones vascas, el frente de la izquierda abertzale, los diversos agentes sociales y los portavoces y dirigentes del Estado español propiciando las garantías para una solución político-social del conflicto y generen los acuerdos necesarios para una recuperación del diálogo y bla, bla, bla...

Nota del Insustancial 2:   Lo último lo he escrito utilizando todas las frases hechas y coletillas que se vienen utilizando para referirse al asunto de ETA. Sirva como refresco histórico.