martes, 20 de julio de 2010

Una ardilla de verano


Mi padre me ha informado de que una ardilla roja se ha quedado a vivir en el pino de casa. Las implicaciones medemianas o medenianas del asunto me han provocado tremendos escalofríos y más cuando mi padre me ha comentado que el bicho ha bajado a comerse unas nueces que mi padre le ha dejado al pie del árbol. Le he advertido que, de morderle, seguramente comenzará a ver la vida de manera diferente y a decir cosas como que hay cuentos con agujeros en medio o a imaginar rebaños de ovejas destruídos por un rayo.

En una familia más afortunada que la nuestra estoy seguro de que, de provocarse un giro del guión cotidiano de tipo Medem, seguramente hubiera sido Emma Suarez (o señora estupenda similar) la que se hubiera ido a vivir al árbol del domicilio y no una curiosa alimaña que, de seguir la racha, es posible que esté infectada no sólo con el virus de la cinefilia sino con algún tipo de cepa de peste que se pensaba extinguida o con una variante del solanum. Cosas más raras se han visto.

La amistad entre un jubilado y una ardilla podría ser parte de un guión de Disney -trufado de canciones de Randy Newman-, la base para un cómic japonés pero, sobre todo, una de esas historias que suelen poblar los dominicales de los diarios en estas fechas.

El dominical es, como bien dice un amigo, una revista donde se dan la mano dos temas de siempre: hambrunas y decoración. Parece una tontería pero si el dominical ya está concebido como esa lectura ligera que te acompaña hasta el baño en esta época se pone insoportáblemente cursi...si exceptuamos, claro está, que el Semanal tiene entre sus columnistas al muy sesudo Arturo "Te meto dos hostias" Pérez Reverte y al siempre simpático Juan Manuel "A Dios rogando y con el mazo dando" de Prada que de machos (cada uno a su modo, uno descamisado aventurero el otro defensor de la fe y martillo de infieles de sacristía) rebosan de sus columnas y que creo que no paran de dar cera en todo el periodo estival porque ambos son legionarios de la palabra y todas las semanas tienen algo interesante para decir...

Por lo demás, todo igual pero un poco más exagerado: descarados artículos de autoayuda, reportajes de colorín de ignotos páramos donde la gente pasa hambre y doscientas páginas con ideas "divertidas" sobre como decorar un loft de 1800 metros cuadrados sito en Manhattan y un editorial de moda con modelos escuchimizadas en posiciones absurdas vestidas con ropa de Moschino de a 4.000 leros el complemento para olvidarte del lugar ignoto donde la gente es pobre y no ha oído en su vida hablar de la cocina concebida bajo los preceptos del Reiki que te permite canalizar tus niveles de energía me imagino que para conseguir ganar el dinero suficiente para comprarte un loft de 1800 metros cuadrados y reírte, más si cabe, de los peces de colores. Ahí, en ese universo paralelo, un jubilata y una ardilla tienen cabida. Es posible que a la ardilla haya que ponerle un conjunto de sport perfecto tanto para una cita informal como para asistir a la oficina en un casual friday cualquiera pero sí, creo que la cosa va por ahí por mostrar diferentes caminos de alcanzar la felicidad y darte la punzadita sentimental.

El otro día me crucé por la calle con Rafa Medina, hijo de Nati Abascal y Rafael Medina Duque de Feria, y me dio la sensación de estar metido de lleno en una de esas editoriales de moda...qué agobio sentí al ver a ese presunto líder de opinión fashion (a mi me parece un muchacho andaluz incluso un poco hortera pero, la verdad, yo llevo unos pantalones cortos que harían que Paquirrín se sintiera en el derecho de correrme a collejas y estoy un poco clueless en el tema trapitos) vestido con un traje azul y una camisa a juego tirando de un chihuahua enano que se empeñaba en buscar un charco donde meter las patitas y beber un poco de agua maloliente...la verdad, si un perro que proviene de un país tan caluroso como México se comporta como un extraviado en el desierto y no le importa meter el hocico en un oásis formado por un líquido formado por agua manchada, gotitas de combustible que caen de los tubos de escape de los taxis y caca de otros perros es posible que sea momento para aceptar la realidad y ponerte una camiseta imperio y unos pantalones cortos...aunque aparezca Paquirrín por una esquina y, armado de razones, se líe a collejas contigo. La vida es así.

De hacer caso a los mandatos de los dominicales todos tendríamos que vestir como Rafa Medina (una cosa que haría exclamar a mi abuela Petra eso de "Iba un hombre muy ufano vestido de invierno en verano", que es un chascarrillo de toda la vida) y tomarnos la vida con la misma indolencia burguesa con la que los pudientes se filfan un martini seco (bebida igualmente cabezona tanto si es agitada, removida o pasada por la turmix) es, verdaderamente una pena, que la realidad siga ahí fastidiános nuestros planes de alcanzar un peldaño superior de existencia donde, mires donde mires, sólo encontrarás una buena razón para darte a la molicie si es que puedes pagártela.

Echen un vistazo si no a las listas de libros recomendados por los dominicales en estas fechas y al mensaje subliminal de que es posible que las bicicletas sean para el verano pero no así cualquier escritor con vitola de sesudo. "Deja de leer a Dostoievsky en estas fechas para sumergirte en algo ligero". Claro, como si la gente leyera filosofía danesa durante el periodo otoñal e invernal, se diera al Madrigal y a la poesía dadaísta en primavera y se mereciera un descanso de tanto trajín y tanta acalorada discusión intelectual.

Ligero, todo tiene que ser ligero en verano, y "divertido" que es un adjetivo que se da igual a una línea de ollas express dibujada por el ahora tan denostado Jordi Labanda como para unos pendientes o una kermesse ofrecida por el embajador tailandés.

El verano es momento para hacerse tratamiento con piedras milagrosas, seguir un curso de aromaterapia, descubrir las bondades del feng-shui y, quizás, comprarse alguna cosita de ese diseñador que está tan de moda, pasear un perro mexicano bajo la solanera, comer cosas pequeñas y muy monas que casi da pena comérselas y cosas así. Olvídate de la paella, la sombrilla y el tinto de verano que no eres de la familia Alcántara y dale una nueva oportunidad (otra más) a la gilipollez sin fronteras. Ya sabes, el verano está ahí para hacer cosas locuelas y un pelín atrevidas como mirar a un jubileta que le deja nueces a una ardilla.

Nota del Insustancial: "Summer in the city" (Verano en la ciudad) es uno de los éxitos de los americanos Lovin´Spoonful una banda que alcanzó cierto éxito en los años 60 y que, entre otras cosas, compuso la banda sonora para la película de Francis Ford Coppola "You are a big boy now" y apareció en la chiflada "Lily la Tigresa" de Woody Allen.   

No hay comentarios: