Me han sorprendido los
comentarios ciertamente airados que ha despertado la declaración de Fernando
Trueba sobre James Bond y los superhéroes. Me sorprende que gente bastante bien
preparada y que, en teoría, sabe manejar bien el impacto de unas declaraciones
públicas haya saltado como un resorte y un ataque personal que, como siempre,
se ha resuelto con una serie de chistes muy viejos y no muy buenos sobre el
estrabismo del director madrileño.
No seré yo el que se ponga
tiquismiquis pero, la verdad, muchachos y muchachas, responder a un tipo que
dice que Spiderman y James Bond le parecen una gilipollez con un sonoro “¡CALLA
BIZCO!” es una muestra de estupidez que supera, con creces, al hecho de que a
Trueba no le gusten las películas de ciertos géneros. Ese dibujo de hombre del viejo régimen, de tipo desconectado de la realidad, del pensamiento general y dominante me hace vomitar.
Tampoco sere yo el que justifique
las palabras de Fernando Trueba, ni se dedique a reinterpretarlas públicamente:
dijo lo que dijo. Yo ni siquiera lo entendí como un desprecio hacia la cultura
popular, hacia los cómics o hacia el cine de acción. Lo entendí como una
crítica hacia el actual sistema de producción de Hollywood (ese que se ha
criticado hasta la saciedad, incluso, por los más fanses de las películas de superhéroes) que comparte gente como,
por ejemplo, Harvey Weinstein, que hace ya unos años, tachó a estas películas y
a la obsesión por producirlas en cadena y casi como opción única de los grandes
estudios como “basura”. Como Weinstein lo hicieron también Kevin Smith (poco
sospechoso de ser un denostador de la cultura popular) y otro buen número de
directores y guionistas que dijeron no entender que se dedicara esa ingente
cantidad de dinero y promoción no ya a películas de género si no a películas de
género que, muchas veces, carecían de calidad y donde primaban otros aspectos
que, por ejemplo, cuidar la calidad del guión.
O simplemente: es que no le gustan. Punto. A lo mejor es verdad que el cine de superhéroes se ha convertido en una "imbecilidad" en su paso al cine. No sé, la gente habla muy bien de "Los Vengadores" y a mi me pareció una idiotez mal contada.
Creo que tampoco soy sospechoso
de que no me guste la cultura popular. Buenos palos me costó, en mis tiempos de
estudiante, defender “intelectualmente” mi gusto por la novela negra (un trabajo mío sobre este género recibió un desabrido "vaya pérdida de tiempo" por parte de un profesor), los
juegos de rol, los cómics y el cine de terror. Y hablo de los años 90 donde me
encontré en una facultad de letras rodeado por una turba de pomposos y
arrogantes candidatos al puesto de intelectual orgánico (algunos todavía en ese
proceso) que creían que todo aquello en lo que yo encontraba cierto valor y
cierto refugio era un montón de basura. Cosas de críos.
Entiendo que muchos de aquellos
muchachos y muchachas tienen ahora la coartada intelectual para haberse
iniciado en el cómic (cambiándole el nombre por “novela gráfica”) y a apuntarse
a todas las falsas “reescrituras” en clave (cualquier clave, da igual, en el
fondo esas reescrituras no son más que vueltas al género) que se ha hecho de
todo aquello que parecía proscrito intelectualmente, que no llegaba a la
categoría de lo medianamente aceptable. No hay que olvidar que ese salto de
calidad (si es que alguna vez se necesitó) se ha conseguido gracias a la
defensa a ultranza que algunos intelectuales (estos de verdad) hicieron en su
momento por el género.
Podríamos hablar de Vargas Llosa,
por ejemplo, que con “La tía Julia y el escribidor” defendió la igualdad de los
géneros y que, en todos ellos, incluso en los populares, incluso en los
tachados de “ínfimos”, existía un trabajo de creación igualito, igualito que el
que creemos que existe detrás de las grandes obras maestras. Sin distinción. Tampoco de Borges o de Bioy Casares que con su
Isidro Parodi equipararon a la novela negra, tachada de novelucha, con las
novelas de ficción más leídas y, en nuestro país, podríamos hablar de Vázquez
Montalbán y su Pepe Carvalho que, usando el género detectivesco, supo ser un
fiel reflejo de nuestro país. También de Mendoza, por ejemplo. No sé, hay un
montón. Los maestros suelen ir siempre por delante de los alumnos por muy
pomposos e idiotas que estos sean. Y esto solo en el campo de la literatura.
En nuestro país el cine de género
patrio siempre ha estado denostado. Incluso en los 60 y 70 cuando el cine de
consumo (por llamarlo de alguna manera) suponía casi el 100% del cine que se hacía
en nuestro país. Tuvo que llegar Alex de la Iglesia (y con él otro montón de
directores) que reivindicaran el cine de terror español y su tradición –por
cutre que esta pareciera- para que los muchachos y muchachas modernas se
partieran la cara por ver una película de Paul Naschy. Habrá que echarle la
culpa también a Jordi Costa (al que no le pagaré ese trabajo ni con 1.000.000
de nuggets) de haberle dado a mucha gente las claves necesarias para acercarse
a un tipo de películas de las que, un momento antes, hubieran corrido
despavoridos.
Como “nerd” de aquí. Como “geek”
de aquí (una categoría poco romántica y más bien tristona) diré que siempre
pensé que, cuando llegara la gran revelación de que el género podía ser tan
bueno como la obra de autor, sabríamos perdonar todas las vilezas acumuladas en
nuestro costado y, por lo menos, sentirnos comprensivos a la hora de encajar
algún coletazo como el que ha arreado Trueba en la semana pasada. Que siempre
habíamos sabido aceptar ese tipo de cosas y, mucho más, cuando ni siquiera la
cosa iba dirigida a un grupo de espectadores, cuando ni siquiera se refería a
muchas de las cosas que nos dan gustico.
Entiendo, por tanto, ante esta
salida en tromba que, de pronto, todo lo que resultaba y “underground” (¡NUESTRO
TESSSOOOOROOO!), underground en realidad solo en nuestro país, se ha convertido
en un divertimento de masas y, claro está, como masa se ha reaccionado: sin
pensar y con mucha mala hostia, con un pobre ataque personal. ¿Hubiera aplaudido la nueva masa de
aficionados que se ha tragado el sapo de que “lo inteligente es sexy” si Trueba
hubiera dicho que Sartre era completamente gilipollas? A lo mejor sí o a lo
mejor es que nadie hubiera sabido quién coño era Sartre. Lo que está claro es
que si Trueba hubiera dicho que le gustaba mucho Superman se le hubiera
aplaudido o, a lo mejor tampoco. A lo mejor alguien habría pensado que “se
estaba subiendo al carro”. No sé, cosas que pienso.
Me estoy acordando ahora de que
Fernando Trueba también sufrió un ataque similar cuando dijo que, cada 25 años,
a alguien se le ocurría inventar un nuevo sistema 3D. Já. A la turba le faltó poco
tiempo para encender las antorchas e incendiar las plazas públicas de las redes
sociales para contraatacar con los consabidos “¡Cállate bizco!” y los “¡Estás
anticuado!” y los “¡El 3D es el futuro!”. Sinceramente, desde que se inventó
internet he escuchado tantas veces que esto o lo otro era “EL FUTURO” que ya no
sé a qué coño atenerme.
Lo curioso es que Trueba quedó
mal por decir algo bastante simple, algo que era verdad. Ni siquiera habló de la
calidad de las películas que se estrenaban en 3D, simplemente dijo que le
parecía que cada cuarto de siglo alguien se inventaba un nuevo 3D y que todos
habían resultado ser un fracaso.
Más curioso todavía es que, poco
tiempo después de haberse atrevido a hablar MAL del 3D, un informe de la MPAA
(el “sindicato” de las grandes productoras americanas) nos contaba que muchas
de las películas que se estrenaban en sistema normal y en 3D recaudaban
bastante menos en este formato de llevar gafas. Seguramente, y eso nadie lo
tuvo en cuenta, sobre el comentario este pesó el hecho de que, en su momento,
Trueba también fue exhibidor. Tuvo un cine. Algo de cine y algo de películas,
al menos, aunque no sean de género, sabe. Incluso de hacerlas también. No sé,
yo es que soy fan (también de James Bond y de los superhéroes, menos de algunas
mierdas de películas de superhéroes pero porque son malas, no porque salgan
superhéroes). El caso es que se recuerda mucho que Trueba se metió con el 3D y
se le tachó de inmovilista (de agente de la SGAE, de titiritero, de bizco que
denostaba el 3D porque no podía disfrutar de tamaño avance tecnológico…sí, un
avance tecnológico que cambiaría de una vez por todas el mundo del cine, la
revolución y su puta madre…como otros inventos tales como el “tomato color” o
el “odorama” o cualquiera de las cosas que se sacó de la chistera Mr. Castle)
pero no que, aquella vez Trueba acertó y que, actualmente, ha bajado el número
de películas que se estrenan en 3D.
Diré también que me gusta el
género, que me gusta el cine de…, que me gusta el cómic, que me siguen gustando
todas estas cosas pero que, me sorprende, que la gente se vuelque tanto en
memorizar listados de hipervillanos y se olvide un poco de Jack London y de
Cervantes. Quiero decir: ni una cosa ni la otra.
Me explico: tendemos a leer a
Eisner como un clásico, que lo es, pero olvidamos la raíz de donde salió
Eisner. Nos empapamos de Stan Lee pero, desgraciadamente, olvidamos la honrosa
tradición que arrastra. En cierto modo, corremos el mismo peligro que esos
encorsetados y pomposos muchachos que, allá por los 90, pensaban que si no
habías visto películas de Cocteau eras un puto mierda. No tenías categoría.
Desgraciadamente tendemos el peligro de convertirnos en unos encorsetados y
pomposos muchachos que saborean el manga y que echan pestes sobre el que
todavía no lo ha descubierto o, peor, atacamos a aquél que por sus gustos no le
coge el gustito al manga.
Está muy bien tener 30ytantos y
poder seguir leyendo la saga de “Canción de Hielo y Fuego”. Muy bien. Yo lo
hago. Pero, la verdad, ahí fuera hay un caudal cultural de cosas tan
importantes, interesantes y bien escritas (pintadas, rodadas, esculpidas etc.) que
no deberíamos olvidar y con el que deberíamos conectar. Es así, por ejemplo,
como no tendríamos políticos que dicen ser marxistas que no han leído a Marx,
músicos que dicen ser compositores y no conocen a Rubén Blades y,
definitivamente, lectores y espectadores que creen que todo, todo, todo,
comenzó con “La Guerra de las galaxias” y que, más allá de eso, hay ahí una
cosa gris y aburrida, antigua y como de viejos a la que no hay que prestarle
atención.
Alegrémonos de que el género, por
fin, es considerado “Alta Cultura”, disfrutemos en la certeza de que ya,
entonces, en los tiempos oscuros, teníamos razón pero no olvidemos las otras
cosas que también son importantes. No seamos unos mostrencos (¡Gracias Costa!)
que no pueden ver más allá de sus narices y, sobre todo, dejemos de llamar “bizco”
a Trueba, por favor, que eso sí que no tiene ni puta gracia.
6 comentarios:
¡Qué placer volver a leerte (y qué coñazo el sistema de comentarios de Blogger desde móvil)!
Un abrazo.
gracias amiguete.
¿Dónde estabas?
Dice Miguel Ángel Martín -no sé quién es, por cierto- que lo políticamente correcto es una forma de neofascismo. ¿El señor Martín llamaría subnormal al hijo retrasado de un amigo, pongamos por caso? "Sí, que venga tu hijo, el subnormal."
Seguro que no, porque lo "políticamente correcto" sólo es una forma de evitar ciertos términos que durante mucho tiempo se han empleado de manera despectiva. La libertad tiene límites, pero parece que hoy no queremos darnos cuenta; yo más bien diría que la libertad absoluta sí que es un neofascismo. "Yo digo lo que me da la gana; así, porque yo lo valgo. Y me da igual el efecto de mis palabras en los demás: soy más chulo que un ocho".
Buena entrada. No añado nada más porque el asunto ya aburre, aunque quizá Trueba debió decir sencillamente que las películas de superhéroes no le interesan, y ya está. De todas formas, estoy de acuerdo con tu recomendación indirecta: que los fans de Miller lean tragedias griegas y que quienes escuchan a Bach se animen a dar una oportunidad al rock.
Enhorabuena por el blog.
¡Un saludo!
Fernando G.
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