viernes, 11 de diciembre de 2009

El rocambolesco viaje


Estos días me acuerdo mucho de Bartolomé Rubia. Bartolomé Rubia, conocido como Bartolín, es un ciudadano de La Carolina (Jaén) que en 1998 ostentaba el honorable cargo de Concejal de Juventud y Deportes de su localidad.

Bartolomé entró en política por una cuestión de convicciones, parece ser que es muy de derechas, pero también por cosas que tiene que ver con la lealtad: es ahijado del alcalde de la localidad llamado Ramón Palacios, un franquista de toda la vida renacido como demócrata tras el bautismo laico de la Transición, que lo ha protegido y tratado como a un hijo ya que su padre, el de Bartolín, es el chofer y hombre de confianza del alcalde.

El caso es que ese mismo año, justamente un 28 de mayo, Bartolomé sufrió una de esas experiencias por las que uno no querría pasar jamás: fue secuestrado por ETA.

En las primeras horas del cautiverio su partido inició una enorme campaña mediática para hacer saber a la población del hecho, que parecía calcado del que acabó en el asesinato de Miguel Ángel Blanco en julio de 2007, y Javier Arenas primero y Carlos Iturgáiz después comparecieron ante los medios avisando de que era muy posible de que nuestra democracia tendría que enfrentarse a la muerte de un "nuevo Miguel Ángel Blanco andaluz" y a la aparición de una Ermua, esta vez, localizada en el sur de España.

El dispositivo de seguridad fue, claro está, enorme. pero, por suerte, no fue necesario. Bartolomé, aprovechando un despiste de sus captores, consiguió tirarse de la furgoneta en marcha que lo transportaba hasta el zulo más cercano y cayó por una cuesta para abajo. De allí, y abriéndose paso por el monte, consiguió llegar hasta Irún donde se personó en una comisaría de la Ertzaintza y contó la peripecia por la que había pasado. Era escalofriante: una pareja de etarras, hombre y mujer, lo habían apuntado con una pistola en Linares (Jaén) y metido a la fuerza en un coche en marcha. Sin paradas ni para mear había sido trasladado hasta Irún donde, podía dar fe, se había autoliberado.

Puesto ya a disposición judicial para que volviera a declarar Bartolomé contó el mismo asunto pero, vaya, al parecer, el asunto no parecía que fuera tan prístino y tenía algunas lagunas que el concejal debería de rellenar:

1. La misma mañana de ese día un taxista aseguraba haber recogido a Bartolomé Rubia y haberlo dejado en la puerta de la estación de Linares. Lo recordaba porque, al parecer, el muchacho le dejó a deber 700 pesetas de la época.

2. En el tren que cubre la línea Linares-Madrid algunos pasajeros recuerdan haber hablado con él por el camino y haberlo visto solo durante todo el viaje.

3. En la estación de Madrid una cajera recordaba haberle vendido un billete de tren en el Talgo Madrid-Irún.

4. Las cámaras de seguridad del lugar registraban imagenes de Bartolomé Rubia paseando durante cuatro horas despreocupadamente por el hall comiendo pipas.

5. La dependienta de la tienda de pipas recuerda haberlo visto comprando pipas.

6. Pasajeros del tren Madrid-Irún recuerdan haber visto solo a Bartolomé Rubia o charlando animadamente con gente del pasaje.

7. Durante su periplo Bartolomé Rubia intercambia algunas llamadas con gente de su entorno, su joven novia, que son registradas y que no parecen las de una persona secuestrada por la ETA. Es más, el juez parece dudar de que la organización terrorista permita que un secuestrado charle con su novia.

8. La persona que comunica el secuestro de Bartolomé Rubia lo hace desde su teléfono y con acento andaluz. La Guardia Civil se sorprende de que los etarras salgan por ahí a secuestrar con un teléfono sin saldo y que sean tan crueles de arrebatárselo a su víctima para hacer la llamada y, lo que es más sorprendente, es la primera vez que un etarra habla imitando a Paco Gandía.

Por suerte para nosotros Bartolomé Rubia tiene una explicación: lo ha hecho todo influído por una potente droga que los etarras le han colado en un zumo que se estaba tomando. La droga es tan acojonante que se ha convertido en una especie de zombie de película, en ese punto la Ertzaintza comienza a sorprenderse de que la ETA esté tan jodida de personal que haya tenido que contratar a magos del vudú, al que los etarras no tienen que amordazar ya que privado de la voluntad hace lo que ellos le dicen que no es otra cosa que autosecuestrarse y, lo que es peor, pagarse el traslado hasta Irún de su propio bolsillo. En ese momento la Guardia Civil se felicita de que la banda esté tan mal de efectivo que haga a sus secuestrados pagar el delito a escote sin mediación de carta de amenaza.

En un giro inesperado de los hechos Bartolomé Rubia se derrumba y tira por tierra todo su consistente testimonio que, pese a su aparente verosimilitud, dice que es todo una invención. De todas maneras deja claro que lo ha hecho "para llamar la atención sobre el problema del terrorismo en España".

Como siente que su misión está cumplida Bartolomé vuelve a su pueblo donde, como nadie es profeta en su Tierra, es tratado como un apestado, es expulsado del PP pero mantiene su puesto como concejal en régimen de "no adscrito". Después desaparece de la vida pública.

En todo esta historia hay algo terriblemente viscoso y extraño pero, también, algo muy humano: posiblemente Bartolín no se veía así mismo como un simple concejal de un pueblo de Jaén y pensó que había nacido para ser algo más, acaso un martir del terrorismo, una víctima de un terrible azote. A lo mejor, en el fondo de su alma, pensó que tenía cosas muy importantes que decir sobre este asunto y que era consciente de que esas mismas palabras no tendrían el mismo eco si las decía desde su puesto de político local que si lo hacía como víctima propiamente dicha.

En la estupenda película "Un héroe muy discreto" (Jacques Aurdiard, 1996) su protagonista, Albert Dehousse (interpretado por Matthieu Kassovitz), cuenta una historia poco conocida de la Resistencia. Francia, que fue un país aliado de los nazis, estaba después de la contienda repleto, claro está, de gente que, en mayor o menor medida, había colaborado con los nazis durante la ocupación. El delito por "colaboracionismo" se extendió con dureza no solo a los militares que habían permanecido en sus puestos si no también a mujeres que habían tenido como amante a un soldado alemán o, en algunos casos, a personas que habían arreglado un coche del ejército de ocupación. El miedo por caer en las garras de esos tribunales o de ser objeto de una purga (humillación pública traducida en rapada de pelo, ingestión de un purgante y otras lindezas) provocó que una nación entera olvidara los años en los que los nazis se habían paseado por Francia como sus dueños y señores. El pánico fue tal que muchas personas decidieron inventarse que habían estado en la Resistencia. Lo más chocante es que, para ser aceptado, no hacía falta acreditar nada, simplemente había que asistir a las reuniones, escuchar, inventarse algo aquí o allá y tener la suerte de que muchos de los asistentes TAMPOCO hubieran pertenecido jamás lo que era bastante común. Si esto no ocurría, los propios héroes de la Resistencia no solían decir "no le recuerdo" cuando alguien se acercaba a ellos por miedo, mucho miedo, de que su testimonio se pusiera en solfa y que alguien comenzara a sospechar de que, en realidad, estaba contando un cuento.

Es decir, siempre es mejor ser recordado como un esforzado soldado que como alguien que vio pasar a los nazis por debajo de la puerta de su casa y no hizo nada por evitarlo. A lo mejor Bartolín simplemente estaba dando el paso definitivo para tomar parte activa en esa lucha contra el terrorismo que, machaconamente, se nos recuerda es tarea de todos como la de que los bosques no se incendien en verano o que la gente no beba cuando conduce. Lo primero, la verdad, se me antoja mucho más complicado aunque sólo sea porque, como decía Allen, la mayoría de la población civil ha nacido para hacer un papel en la Guerra que no es otro que el de prisionero.

A lo mejor Bartolín se enteró de eso de que la grandeza de tu enemigo es la marca de tu propia grandeza y pensó que no había un enemigo mayor que ETA.

Por eso me río de la gente que se cree que Ramoncín le hace la puñeta y se dedica a putearlo porque, en realidad, sabe que Ramoncín jamás va a salir del restaurante donde esté a partirle la cara pero también me río de la gente que se cree que El Gran Wyoming es el dirigente de la Mano Negra, el tío que decide a quien le pegan a la puerta de un piano bar a las tantas de la mañana y quien puede irse a su casa tranquilamente.

Debe de ser bonito poder descargar toda la responsabilidad de tus actos (salir tarde de un bar canallista como el Tony 2 con dos copas sito en una calle donde cada dos por tres muchos honrados ciudadanos han sido atracados en la misma calle Almirante por avisados delincuentes que pescan en una zona cercana a Chueca donde muchas de sus víctimas no denuncian por miedo a tener que contar donde se encontraban) en una tercera persona. Pónganse en su lugar: a partir de ahora cuando les ocurra cualquier cosa eleven los brazos al cielo y digan que la culpa es de El Gran Wyoming o de la Ministra Sinde, de Ramoncín o de Victor Manuel y Ana Belén o de Evo Morales y Ahmamineyad. Mi excusa cada vez que llegue borracho a casa no va a ser "me lié" o "me tomé una caña y me sentó mal", mi justificación va a ser que El Gran Wyoming me echó droga en el cola-cao. Ni que decir tiene que diré que iba acompañado de dos "presciputas" que se dedicaban a la "prescipitación".

Por otro lado ojalá enganchen al imbecil que le dio la paliza al señor Tersch que me cae muy mal pero con el que simpatizo, sin duda, a la hora de elegir bares ya que el Tony 2 tiene el mejor Gin-Tonic y el ambiente más decadente de España y este que escribe prefiere el copazo al porrazo. Ya les contaré otro día.

Nota del Insustancial: El título del post fueron las palabras con las que José María Atutxa, consejero de interior de Euskadi en 1998, definió la historia de Bartolín y que vienen ni al pelo por su enorme carga semántica.

9 comentarios:

Ignacio J. Rivas dijo...

Genial tesis!!! Bartolín......menudo crack! Es el CID de nuestra época!

Pamplinero (Ingenier Justiciero) dijo...

Lo de Bartolín fue una epopeya de las de antes, lo que pasa es que ya nadie sabe contar las epopeyas como se contaban antes y la gente, claro, lo entendió todo mal. Menos mal que has llegado tú y a lo rapsoda le das sopas con honda a Homero, que el asunto lo merece, ¡caramba!

En cuanto a lo del periodista, pues ni Monzón ha ordenado a unos esbirros que le den una patada o ha enajenado a nadie con su verbo para que lo haga, ni tampoco tendría necesidad el periodista, su camarilla, sus palmeros o sus seguidores de justificar que le guste salir de farra como a casi todo el mundo, como pareces sugerir.

Póngame a los pies de su señora.

Azul Sanchez dijo...

que grande Bartolín!
lo de Tersch no esta bien pero es peor la campaña de TeleMadrid para dar a entender que es por culpa de la 6...Abrazos!

Grom el Único dijo...

"Y a todos daba la lata Bartolín con su flautín..."

Estimado Insustancial, pánico me da la manía que tienen Vds. los humanos de actuar a media neurona con las justificaciones más absurdas posibles: recordaba vagamente los hechos que Vd. tan brillantemente (para no variar) narra, pero desconocía que el fin último del amigo Bartolo fuera poner sobre el tapete "la lacra del terrorismo". Mi disco duro almacenaba la información como alguien que había fingido un secuestro para ocultar, suponía yo, una juerga flamenca salida de madre. Pero el hecho último de que pretendiera alzarse como martir salvapatrias, la verdad, me da miedo. Quiero decir: a ese tipo le votó alguien!

Y sí, coincido con Vd.: la gente busca excusas constantemente para escurrir el bulto. Sobre lo de Tertsch - que no me cae en absoluto simpático -, pienso que es de los que "se merecen una patada en la boca"... pero no literalmente, por Dior!! En este caso parece que algún cabestro ha aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid (o no, y todo se debe al comportamiento propio de la fauna noctámbula de la zona) para dar rienda suleta a su garrulez cerebral.

En fin, que la culpa, como siempre, es del Gobierno.

Maravillado por su capacidad - que ya le he comentado en varias ocasiones - de llegar de A a Z de la manera más brillante posible, reciba afectadísimos abrazos.

PD.- Inquietante la palabra de verificación de hoy: "temater" (...¿"porque era míar"?).

Edu Galán dijo...

Maravillosa historia, fascinante... a mí me interesa saber qué ha sido de él, a qué se dedica ahora... ¿sigue con su novia? ¿se habla con su padre? ¿se ha dejado barba? ¿se ha hecho de IU?...

Como dijimos, lo de Tersch es estratosférico, podría, en un alarde físico imposible que sólo justificarían tres gin tonics del Tony 2, haberse autopropinado la patada de kárate.

Abrazoooo
G.A.L.A.N. (esa corporación maligna)

Rodericus dijo...

El problema de la vida politica e este país es que está llena de "Bartolines".Gente que sin llegar a esos extremos, está ávida de protagonismo, de aparecer en los medios,y que cuando les arriman la "alcachofa" a los labios sueltan autenticas barbaridades sin reflexionarlas, unas veces por ganar notoriedad, y otras por ajustarse al guión que el partido les ha hecho llegár esa mañana sin parase a pensár si es algo coherente. Lo peór es que siempre hay álguien que se lo cree.

eduardoritos dijo...

Justamente hace unos meses les recordé la historia de Bartolín a mis compañeras de trabajo.

No la recordaba nadie; o sea, que debo ser uno de esos bichos raros que recuerda cosas insustanciales.

Vicente Daniel Exposito Funes dijo...

Yo he llegdo hoy a tu blog, a través de google reader que te sugiere como un blog interesante, y me encuentro con lo de Bartolín, era la primera entrada que me salía de tu blog. He de decir que soy de La Carolina, si si, viví de primera mano el "secuestro" también he de decir que por esa época yo tendría unos 12 o 13 años y de lo poco que recuerdo es que la gente se burló de Bartolín durante mucho tiempo, pero era joven y a saber que se le pasaría por la cabeza. Ahora creo que trabaja en alguna fabrica del pueblo, está casado, con su novia de entonces (creo), y poco más, la verdad es que no se ha vuelto a hablar del tema desde hace tiempo. Las cosas pasan y luego caen en el olvido y para la "azaña" que hay que contar... mejor que se quede en el olvido porque vaya ideas... jeje un abrazo

Señor Insustancial dijo...

Hola Expósito,

Gracias por pasar por aquí y por contar eso de que Google reader tacha a este blog de "interesante". Me ha sorprendido un montón.

Sobre la vida de Bartolín poco o nada sabía así que gracias por la información.

Como personaje Bartolín me parece fascinante (no es el único caso en la historia de alguien que aprovecha una tragedia para medrar) y, como persona, pues me imagino que habrá recuperado su vida y su rollo de muchacho de pueblo del que, seguramente, se habrá arrepentido mil veces de haber salido para aspirar a lo que pensaba él que era algo más.

De todas maneras gracias por pasarte por aquí.

Un saludo,
A.