viernes, 31 de diciembre de 2010

Los viernes son de mis apis por tus cookies


Termina el año 2010, que pena...no en serio, menos mal. Este año ha sido a la edad contemporánea lo que 1492 supuso para los indios arauacos: un no parar. 

Bien, ya he colgado el post que todos los viernes me solicitan los de mis apis por tus cookies. Son una gente sin corazón que me obliga a escribir todo el rato y me tienen esclavizado. Sospecho que me tienen allí para que todo el mundo diga "mira que buenos son estos chicos y chicas escribiendo y mira que pedazo de hez de persona tienen escribiendo los viernes" o eso o es que les dan subvenciones por mantener en plantilla a discapacitados mentales. 

Les he escrito esto de aquí


Incide en el tema ese de qué pasa con la cultura...como si yo lo supiera, yo solo hago caso a un simio que se llama Sparky que vive en Vigo y sigo los dictados de las ondas cerebrales que me envía la SGAE a través del chip que me implantaron en el Area 51.  Tiene sus ventajas porque a veces se lían con la señal y en lugar de recibir el típico mensaje subliminal malrollero tipo "mata al presidente de Malasia" se les cuela la FM interna y puedo escuchar todas las canciones de Karina. No se lo digáis, hay un vacío legal y no saben si eso es descarga ilegal o libre intercambio entre Teddy Bautista y yo. 

Ya me despido, no les aburro. Gracias por seguir confiando en los desvaríos de Mi Vida Insustancial, gracias a ustedes sigo manteniéndome firme en mi decisión de caminar ligero y sin equipaje hacia el acantilado de la estulticia. Recuérdenme como el imbécil incapaz que siempre fui. Un abrazo enorme, ya ustedes saben si le los reparten y como.

Que el 2011 les sea propicio y, por favor, esta noche consuman con responsabilidad no vaya a ser que, con la tontuna, me lleguen a casa canturreando como bobos y retirándole el tratamiento de usted a la autoridad. 

Ahí arriba les dejo una perlita musical del Sr. Chinarro titulada "Tímidos". 

jueves, 30 de diciembre de 2010

No te vayas todavía, no te vayas por favor...

Tenemos un país que es muy gustoso de reconocerle a los muertos todo lo que les negamos en vida. Los muertos, los pobrecitos míos, como no pueden quejarse van de camino al cementerio recogiendo todos los parabienes y halagos que no les fueron reconocidos cuando respiraban. 

Este ritual de la purificación  repentina tras el fallecimiento se plasma a la perfección en la popular sevillana "cuando un amigo se va" popularizada por el cuarteto Amigos de Gines. Ya saben, somos así de raros que cuando estamos en lo álgido de la velada, cuando el rebujito nos circula a toda hostia por las venas y más indefensos estamos en caer en manos de una de esas lacrimógenas borracheras lloronas (previo paso por la exaltación de la amistad) siempre tenemos espacio para que, en medio de la francachela y el despiporre, alguien se marque la popular tonada que acompañó a Chanquete en el episodio de su fallecimiento (ustedes piensan que la canción era "El final del verano" de El Dúo Dinámico...pero no, esa era la del último episodio de Verano Azul en el que Chanquete ya había palmado) como para que todo el mundo sepa que nos acordamos de los que ya no pueden disfrutar de un fino y dos buenas tapitas por no estar. 

Al final de CNN+, sinceramente, solo le ha faltado una turbamulta cantando el "no te vayas todavía" para celebrar/protestar su fallecimiento público. Es lo que nos pedía el cuerpo. Una sevillana, tan española, una canción, tan sentida, que ponga a cada uno en su lugar y, sobre todo, que exprese de una manera tan bella (y tan nuestra) los profundos sentimientos de tristeza que se han apoderado de todos nosotros al enterarnos de que el canal de noticias echaba el cierre. 

Una mierda. Y disculpen, por si acaso los del fondo no lo han oído: una mierda. 

Si no hay nada más alejado del sentimiento de pérdida que marcarse una sevillana que verbaliza las sensaciones que uno tiene ante la desaparición de un amigo, es decir, uno está pedo y de fiesta y no tiene una idea mejor (estando borracho) que lagrimear un poco agarrado al vídrio, no hay nada peor que disgustarse por la pérdida de CNN+ y echarse las manos a la cabeza cuando, en realidad, nadie había reparado (ahí están las audiencias) en la presencia del estupendo canal de noticias. 

Ahora, que parece que todo el mundo tiene un master en economía y en dirección de empresas, y con franquísima ignorancia demostramos ante los demás que todo lo que ocurre es una cuestión "de los mercados", resumiendo en esa sencilla pero críptica frase todos nuestros (ínfimos) conocimientos de como está el patio y nos empeñamos, más que nunca, y por pura burrería y desinformación de justificar todo con un sencillo "vendes o mueres...esto es así" a muchos les será fácil despejar la X de la ecuación que responde a la pregunta de ¿Cómo es posible que el canal de noticias más prestigioso de noticias desaparezca de nuestro país? diciendo que todo es una cuestión económica. Ya saben: poca audiencia, pocas ganancias, mal negocio. 

Pues no. Desgraciadamente no es así. Que CNN+ no sea un buen negocio en nuestro país tiene que ver con nosotros y con nuestra educación, con nuestros prejuicios a la hora de desechar desde donde queremos ser informados. Y eso es malo. Es una pena. 

Los más raciales del país se escoran diciendo que "Spain is different" y que, por lo tanto, nuestro mercado es tan diferente al del resto del mundo que es normal que una apuesta tan directa por la información pura y dura quede fuera del sistema de valores y de la elección de los españoles. Yo digo que eso es una falsedad como otra cualquiera y que, en realidad, es nuestro desinterés por la información lo que provoca que cadenas como esta no tengan cabida en nuestra parrilla. 

Los que crean en el karma estarán de acuerdo conmigo en que lo que le ha pasado a PRISA con CNN+ tiene cierto olor a venganza y a historia ya contada: años ha, Jesús de Polanco adquirió Antena 3 Radio para hacerla desaparecer y eliminar la competencia convirtiéndola en una cadena de música clásica que pasó a llamarse SINFORADIO...paradójicamente parece que Berlusconi se ha tomado revancha por las fotos de Villa Certosa convirtiendo CNN+ en  el canal Gran Hermano 24 Horas. La misma franja que contenía información y era la casa de enormes profesionales del periodismo será ahora el lugar por donde transiten jambos y jambas a medio educar soltando patochadas. 

Echen cuentas: De 6 cadenas nacionales, 2 son estatales y de las otras cuatro el 50% va a quedar en manos de Don Silvio Berlusconi. No está mal, ni mucho menos. Vamos avanzando, está claro. 

Al menos algo ha quedado claro: eso que nos cuentan del monopolio de la izquierda sobre los medios en España comienza a sonar a la mentira interesada que siempre fue y no a  una realidad...por desgracia, la pluralidad de dichos medios queda, cuanto menos, comprometida. Ya ven como está el patio catódico. 

Si el enfermo recibe menos visitas que el muerto y el velatorio es una reunión  más animada que el cumpleaños del fenecido, de una forma muy española el personal se ha llenado la boca con el típico discurso de "siempre se van los mejores" para despedir a CNN+ que deja un hueco enorme en la parrilla y, lo que es aún más sangrante, a más de dos centenares de profesionales en la calle. 

Quizás si más gente se hubiera visto seducida por la oferta de CNN+, si más gente le hubiera dado importancia a los contenidos, a la pluralidad, a los medios de la cadena seguramente ahora no estaríamos ante la tesitura de tener que acudir a un entierro tan sangrante como este...de hecho, si las audiencias hubieran sido buenas igual tendrían que haber cerrado por el empuje del nuevo accionariado italiano pero, al menos, la excusa de que esto es un cierre meramente comercial no hubiera tenido validez.

CNN+ se acabó y se acabó para siempre. Ya saben, no somos un mercado...es más, a veces me da la sensación de que no somos ni un país. 

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Estados carenciales


Lo bueno de la fiebre es que te da como una especie de chute emocional, te pone el cuerpo de goma y te invalida para otra cosa que no sea dormitar. Ese estado es una especie de tránsito entre lo que tienes en tu cabeza y flota de manera coherente y lo otro, lo que se esconde en el subconsciente y que pertenece a la imaginería propia. La fiebre permite mezclar con bastante coherencia ambos estados. Es como una ingesta leve de setas pero con dolores de articulaciones. 

Lo último que he hecho perfectamente despierto ha sido ir a ver "Biutiful", es una película que he ido retrasando porque no me apetecía demasiado. Ya sabes, tiene uno un momento lo suficientemente flojo como para no chutarse un drama en vena. El caso es que la ponían en el cine del pueblo (tres salas estupendas, con proyección tradicional, digital y 3D mantenida por unos hermanos que son unos locos del cine) y me dejé embaucar no ya por la película sino por pasar un rato con unos amigos y, después, comentar la jugada en el primer bar abierto que estuviera surtido en ginebra y whisky. Nada demasiado difícil en este país. 

Qué decir de "Biutiful" que no se haya dicho ya. Llego tarde y, por lo tanto, solo diré que es una película curiosa en tanto en cuanto su creador ha decidido no hacer el recorrido vital de unos personajes sino, más bien, un interesante decálogo de todas las desgracias posibles donde se cruzan: mercadeo de inmigrantes ilegales, drogodependientes, familias desestructuradas, miseria, pobreza...y todo, de un modo algo extraño, afecta a los personajes de la peli, como si estos fueran los depositarios de todas las miserias del mundo. Por si fuera poco Bardem tiene un extraño poder mental: es capaz de comunicarse con los muertos y llevarlos de la mano hacia otro estadio de existencia. 

Es un drama tan grande que, en algún momento, se hace completamente previsible y, lo que es peor, consigue que te coloques fuera de la misma cinta y te dediques a contabilizar los planos que faltan para que el guión pueda llevarte hacia el siguiente bajón. 

En todo caso, como hablaba con una amiga, Nathalie, es una de esas películas que parece que está hecha para que te guste. Me explico: hay películas que nos da vergüenza reconocer que no nos han gustado, del mismo modo que hay películas que nos cuesta reconocer que nos gustaron. 

Del segundo grupo, normalmente, todos los títulos son comedias. A nadie le hace gracia decir en una reunión de ex compañeros de facultad que se ha reído con una comedia tonta, a no ser que esta comedia tonta sea algo completamente generacional o que la comedia te haya garantizado una buena dosis de intelectualidad que justifique no no has perdido el tiempo. Lo otro, sería algo digno, solamente, de gente con mucho tiempo libre, de personas ociosas. En ese caso se demuestra que la comedia es el mejor método para descubrir, tasar y, por ende, aislar, a la mayoría de snobs que nos rodean. Es una gran herramienta. 

Las películas que nos tienen que gustar se dividen en dos grupos: 
1. Películas de moda. 
2. Películas con carga moral o intelectual sea este real o impostada.

Las películas de moda son cosas como "avatar". Un enorme truño que, a costa de ser publicitada, parece una de esas películas llamadas a pasar a la historia y, por tanto, a que se conviertan en clásicos instantáneos. Las películas de moda suelen ser películas que, con el paso de los años, la gente dice que han "envejecido mal". Error, puesto que las películas no envejecen. 

El caso de Avatar es sangrante porque pese a que la historia es mala, los personajes son flojos, el desarrollo de la historia es lamentable y, en general, su discurso se asemeja bastante al del balbuceo de un niño de cinco años lo cierto es que todo el mundo lo justifica por sus grandes hallazgos técnicos. OK, nadie duda, por ejemplo, que la ropa ignífuga o el chaleco antibalas son dos grandes avances tecnológicos lo que, sin embargo, ha evitado que nuestra ropa se haga en un tejido resistente al fuego o que vistamos todos con placas de kevlar ligero. 

Lo curioso es que, por otro lado, los discurseos sobre la calidad de Avatar suelen venir de gente que, normalmente, no ve muchas películas o que lleva bastante tiempo sin ir al cine. Nada en contra de ellas, la gente va al cine cuando quiere, pero es innegable que alguien que dice "es la mejor película que he visto en los últimos 10 años" debería de ir al cine, al menos, dos veces al mes para sostener esa afirmación o, al menos, ver dos pelis a la semana en su casa. ¿no? Cuando yo tenía 10 años pensaba que la mejor película que había visto nunca era "Acorralado"...sigo pensando que es bastante buena pero, la verdad, he visto otras cosas que la han desplazado de mis 10 películas preferidas de todos los tiempos. 

Las del segundo grupo, esas películas de carga moral y carga intelectual, son otra cosa. Nadie duda que muchos genios (pretendidos o no) nos han colado de cuando en cuando una mala película que, sin embargo, pasa por ser una gran película que contiene "muchos valores". Unos valores que, pretendidamente, están por encima de la propia película y que, el simple hecho de resaltar ya hacen que la obra pase a otro estadio de calidad completamente distinto. 

La lista de directores y de películas es grande pero, bueno, no pienso hablar mal de nadie (un propósito nuevo, un año nuevo) y prefiero que sean ustedes los que desenmascaren a esos tunantes. Es bastante sencillo, cuando una película les parezca mala pero su entorno se empeñe en decirles que es una maravilla solo pueden defenderse haciendo una sencilla pregunta: ¿Por qué te ha gustado la película? 

Después solo tienen que sentarse a escuchar la lista de obviedades, frases hechas y evasivas que les van a regalar en los próximos minutos y que nada tendrán que ver con la película en si sino con el objeto o la situación que retratan. Si para alguien que no ha visto una película en 10 años es bastante fácil decir que Avatar es lo mejor que ha visto en su vida sería igualmente fácil para alguien que no ha conocido a un inmigrante en su vida que esta o aquella película retrata bastante bien la vida de los inmigrantes porque, en cierto modo, el retrato que se hace es tan bueno y tiene tanto que ver con nuestra educación que siempre lo daremos por bueno. 

Y es que hay cosas que nos deben de gustar porque, simplemente, queremos que nos gusten. Porque queremos que todo el mundo sepa que somos sensibles, que entendemos, que estamos en la pomada...no se asusten, muchas de esas películas no tienen nada de real porque, al igual que en las comedias, todo se prepara para hacerles caer a ustedes en todas las trampas posibles y hacerles saltar una lagrimilla. 

Estas cosas malvadas son las que pienso cuanto tengo fiebre. Ya ven, no hago más que perder el tiempo...

Nota del Insustancial: "Bohemian Like you" es una canción del grupo Dandy Warhols que va de eso, de ser cantidad de bohemio...me parecía pintiparada. 

domingo, 26 de diciembre de 2010

El caso de Infernal Affairs II



A mi amiguito virtual @Johnnyvivaz (aquí su twitter, aquí su tumblr) que quiere saber cosas....

En Asia se pueden encontrar todo tipo de copias piratas en DVD en una calidad estupenda. Los dueños de los videoclubes y de otros negocios suelen dedicar parte de su tienda a mantener un negocio paralelo donde ofrecen copias a precios irrisorios. Hace unos años un jefe que tuvo me trajo como 20 películas (entre ellas una curiosa producción amateur con unos tíos haciendo burradas al estilo Jackass) que le habían costado menos de 5 dólares. Lo bueno es que se las ofrecían, incluso, con subtítulos en español. 

Otro amigo, Jordi, me cuenta que en sus viajes por aquellos países acude a lugares donde se le ofrece un catálogo con todas las películas imaginables, hojas y hojas con listados divididos en géneros e, incluso países. Tiene en su poder una copia de "Días de fútbol" con una carátula de palo que es inquietante. Inquietante porque los propios productores piratas decidieron cambiarle la carátula para que resultara más atractiva para los posibles compradores imitando así uno de las cosas que suelen hacer las distribuidoras legales. Él fue el que me contó cosas sobre "Infernal Affairs" y el que me puso sobre la pista. 

"Infernal Affairs" (o "juego sucio" como fue estrenada en nuestro país) es una película de Hong Kong de 2002 dirigida por Wai-Keung  Lau y Alan Mak. La película fue un éxito en todos los sentidos. Al igual que unos años antes los títulos dirigidos por John Woo se convirtieron en unos taquillazos sin precedentes en el mercado oriental y dieron el salto al internacional de manera casi inmediata, "Infernal Affairs" pasó a ser una especie de fenómeno social sin precedentes. Tal fue el éxito y el interés por la película que, poco tiempo después, los norteamericanos adquirieron los derechos para hacer una versión propia que, en 2006, dirigiría Martin Scorsese con el nombre de "Departed" (Infiltrados). Se llevó un chorro de Oscars. La versión original de la peli, la china, es una de las películas más taquilleras de la historia y, claro está, sufrió un grave varapalo de ganancias en el mercado de venta de copias ilegales. De hecho, se había detectado que el mercado ilegal manejaba copias de la peli antes incluso de su estreno en salas. 

El caso es que los productores de dicha película comenzaron en hacer, de forma casi inmediata, una segunda película que olía a éxito inmediato y a crujientes beneficios pero temieron que ese mercadeo de copias ilegales diera al traste con los beneficios del primer fin de semana o, lo que es peor, que se encontraran con un mercado inundado de copias de la cinta antes de que esta fuera estrenada. 

La película "Gomorra", basada en el famoso libro del periodista Roberto Saviano, sufrió un ataque parecido en su país. La mafia se encargó de inundar el mercado con copias ilegales antes del estreno no ya para evitar que esta se distribuyera (cosa un poco difícil...) sino para que resultara un fiasco en taquilla y sus productores la retiraran de las salas. Otra historia, más que interesante, es el tortuoso camino de la cinta en la venta a televisiones donde, en Italia, ha tenido una historia complicadísima. 

Volviendo a "Infernal Affairs II". Sus productores decidieron dar un paso adelante y evitar, de algún modo, lo inevitable. Optaron por una más que arriesgada estrategia: negociar con las mafias de las copias ilegales. Así de fácil. Se sentaron con los distribuidores y pactaron un interesante acuerdo: La película se estrenaría en cines y se entregarían copias legales de la película a esos distribuidores para que las pudieran vender. ¿El precio? El mismo que una entrada de cine. Serían los distribuidores piratas los que se encargarían de estas copias y de controlar que en el mercado no apareciera ni una copia "ilegal". La única particularidad es que esta versión del DVD vendría sin extras, sin créditos y en un embalaje barato. El acuerdo, los porcentajes de cada uno de ellos, se mantuvo en secreto. La película se convirtió en un éxito...claro está, un éxito que repartió beneficios con distribuidores que no pagan impuestos por su actividad y que mantienen estas fuera de las fronteras de la ley. 

Lo curioso: los ilegales (o piratas) cumplieron su acuerdo escrupulosamente y se encargaron también de mantener cierto control sobre la descarga ilegal. Todos contentos. 

Está claro, como conté en el artículo del viernes, que el ejercicio de descargarse o de visionar una película en la red no es algo que sea culpa del usuario (aunque este usuario se niegue a reconocer su responsabilidad en todo el asunto) pero sí estaría bien contar de donde vienen estas copias ilegales y como caen en la red. Efectivamente no es por gracia del Espíritu Santo y, claro está, no es algo que se haga de forma desinteresada o gratuíta. 

Ya en los tiempos de los primeros videoclubes y la llegada del Betamax a nuestras vidas se estableció un jugoso negocio de pirateo. Muchos bares ofrecían visionados de películas en sus establecimientos. Este mismo que les escribe asistió al visionado de E.T. en un bar. La copia contenía en su banda de sonido las risas y aplausos del público y las sombras de los espectadores en pantalla. Ahora a eso se le llama screener. Por mi casa rularon una copia ilegal de "Cazafantasmas" y otra de "En busca del Arca Perdida" que un alumno de mi padre nos consiguió de un colega suyo que trabajaba en una empresa que se dedicaba a copiar cintas de Betamax. 

En la actualidad esos usos son comunes. Grupos organizados de personas untan a trabajadores de empresas de duplicación de material por un master del que luego se lucran. Si hace unos años estos master eran una cinta o un DVD ahora se pueden conseguir archivos rápidamente por esas mismas vías. 

Una copia ilegal sustenta un negocio ilegal de gente contratada por sueldos bajos para trabajar como operarios y, claro está, no podemos olvidar que muchas de estas copias se consiguen simplemente robando en las mismas distribuidoras. 

Robo, extorsión...no parecen palabras que puedan unirse a la construcción "negocio legal" y, mucho menos, a la de "ejercicio de las libertades". 

Otra de las técnicas que se utiliza es sobornar a trabajadores de cines para instalar una cámara y un micro en las salas o, directamente, a los dueños de esos cines. No parece tampoco una medida legal, ni algo que pueda hacerse a vista de todos. 

Lo mismo ocurre con los que acuden a un cine armados con una cámara de vídeo y una grabadora...¿Alguien, de verdad, puede hacer semejante cosa si no es por ganar un dinerillo ya sea distribuyendo él mismo o haciéndolo para terceros? ¿Quién lleva a qué a hacer según que cosas y qué asuntos? No me cabe duda que hay que ser un poco inocente para pensar que se hace por amor a la red. 

En todo caso este mercadeo ilegal me parece un efecto colateral del propio mercado capitalista: muchas marcas de ropa establecen sus fábricas en países del tercer mundo donde pegan una miseria a sus trabajadores aprovechándose de leyes vergonzosas...¿Quién duda de que esa falta de moral iba a acabar contaminándolo todo de una forma irremediable? 

viernes, 24 de diciembre de 2010

Viernes, el día de Mis apis por tus cookies


Resulta que PR Noticias ha elegido a "Mis apis por tus cookies" como su blog de la semana. Solo siento envidia, incluso participando en él, porque a ellos les dan menciones chulas y premios virtuales y golosinas 2.0 y yo estoy aquí, en plan outsider...Dicen que tienen 8.200 visitas, joder, qué fuerte. Cuelgas una cosa allí y te ven 16.400 ojos a la vez...bueno, a lo mejor hay algún ojo menos porque te lee algún tuerto. Mi solidaridad con ese colectivo, desde aquí, que no se diga. Me pongo nervioso al pensar en tantos ojos escudriñando un texto escrito, sacándole los fallitos, riéndose de la torpe ejecución...qué miedo. 

Bueno, eso no me pone triste porque eso les hace a ustedes sentirse también un poco outsiders, así como molones ¿no? En plan "conozco un sitio donde hay una gente concreta que se reúne para leer a un tío que desvaría...un tío que escribe cosas muy largas para tener un blog, un tío muy pesado" . Eso mola, si ustedes se sienten especiales yo también me siento especial. Bueno, yo ya soy especial, soy de "educación especial", más bien. 
Me he marcado un artículo larguísimo, de esos que desafían la paciencia de la gente, una largada de un montón de páginas sobre el asunto ese de las descargas ilegales. Quería deshacerme del tema dando mi opinión de una sola vez y quitarme la mochila de encima, el peso ese. "Por única y última vez" como aquel libro de Nicholas Ray (Nicholas Ray era tuerto...lo digo para que no queden dudas de que los tuertos me caen bien y que no hago bromas sobre ellos) sobre interpretación que está descatalogado. 

Al final me ha quedado muy personal, hablo de cosas así personales, de que todo esto me ha cogido en medio, de la situación de los currantes, de cosas así, todo muy dickensiano muy Oliver Twist, muy de pedigüeño 2.0, mu "¿Puedo repetir gachas, señor?". Muy de que la gente no piense que vivo en una mansión gracias a la subvenciones o que escribo desde la cubierta de un yate, muy a pie de calle, exponiendo el drama , para ver si Ana Rosa me llama y puedo debatir con el Conde Lecquio sobre el tema y que la gente diga "pobrecillo, démosle un currusco de pan a través de una cuenta paypal". Hay que exponer la tragedia pero bien, con elegancia y poner la otra mejilla. Creo que lo he conseguido. 

Seguramente la extensión haga que nadie se lo lea, que nadie se fije en el contenido...o que los de mis apis por tus cookies se den cuenta de que han puesto a un idiota a manejar el barco los viernes y que les está llevando directos hacia la tormenta que se está produciendo encima de la gigantesca barrera de coral. Entonces volveré aquí, al rincón y escribiré religiosamente un post todos los viernes para que sea disfrutado por todos ustedes, por menos ojos, seguramente después de que lean el artículo por menos ojos aún si cabe. 

Disfruten ustedes y reciban un cordialísimo saludo de su seguro servidor, de su escribidor más torpe y ciclotímico. Hoy no estoy yo muy católico...bueno, menos de lo que acostumbro. Disfruten de sus familias y de sus cenas y de sus cosas, les estaré esperando a la vuelta. Son ustedes una gente maravillosa que brilla con luz propia, no deberían de perder su tiempo más de lo necesario. 

Nota del Insustancial: Elijo la imagen de Barton Fink porque representa, a la perfección, la angustia de escribir y de sobrevivir de ello. 

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Los nuevos revolucionarios comen Cheetos y flirtean con el caos desde un sofá de Ikea


Si yo tuviera una compañía de telefonía que diera servicio de acceso a internet, sin duda, mañana haría una campaña a nivel nacional (hoja en prensa, cuña de radio, anuncio, viral, muppy, valla...) con un claro mensaje: "Nuestro servicio le lleva la revolución a su propia casa". 

Hace tiempo, bueno durante el mundial de fútbol, me preguntaba muy seriamente a mi mismo si la gente de Corea del Norte sabría el mal papel que su selección estaba haciendo en la competición. Ya saben, en un país donde todos los medios están controlados por el gobierno y donde la gente tiene cierta dificultad para informarse de otras fuentes es muy fácil generar una noticia falsa como "Corea del Norte arrasa en el Mundial" o "Ganamos pero nos retiramos porque no queríamos participar en una pantomima capitalista". 

Generar esa ilusión es casi tan fácil como generar la ilusión de que, desde nuestras casas y una conexión a internet, podemos cambiar el mundo. Esta ilusión, si se piensa bien, es una de esas cosas que a muchos gobiernos les gustaría extender hasta más allá de lo deseable. Pongamos un ejemplo práctico: No te manifiestes en la calle, es igual de efectivo que te quedes en casa y hagas rular un e-mail con un texto concreto, firmes un e-manifiesto y cambies el aspecto del avatar que te identifica en las redes sociales que visitas. 

Nixon (en el Watergate), Bush Jr. (en su mandato en general), Thatcher (en la huelga de los mineros), Aznar (en los tiempos de la Guerra de Irak), Schmidt (en el asunto Baader-Meihoff) y un largo etcétera de mandatarios seguramente hubieran preferido que las protestas contra sus personas se hubieran circunscrito a la virtualidad de un medio como internet que, claro está, a unas escenas de millones de ciudadanos saliendo a la calle con un mosqueo de narices armados con pancartas y estrangulando el tráfico de las grandes ciudades. 

Por si fuera poco, un medio como internet, tiene un acceso que se maneja de manera privada. Una extraña concesión si tenemos en cuenta que, desde la creación de los medios de comunicación masivos, no ha habido gobierno (y solo hablo de los democráticos) que no se haya procurado una parte del acceso a dichos medios y, de un modo u otro, haya garantizado el acceso a los mismos de un modo gratuito. Me imagino que, en la base de todo esto, está el hecho de que nadie (creo decir bien cuando digo nadie) imaginó que Internet podría explotarse de un modo tan lucrativo y que jamás sería algo tan interesante. En realidad, la red, hace tan solo 30 años era vista como una especie de medio que serviría, sobre todo, para conectar universidades, centros de negocios, estamentos gubernamentales...todo muy oficial y, claro está, muy coñazo. 

La Revolución y el pretendido activismo, por tanto, vienen servidos por un aparato que lleva impreso en su carcasa exterior el nombre de una compañía de telecomunicaciones. Paradójicamente es una gran empresa, una de esas diabólicas corporaciones de las que tan mal se habla, las que te sirven la posibilidad de protestar y de movilizarte (virtualmente) en todos y cada uno de los rincones de Internet. ¿Se imaginan que, de pronto, unos cuantos malvados toman el control de estas corporaciones y deciden regalarnos un "ciberapagón"? Ya saben, un sustito, un cachetito en las nalgas, nada serio, 24 horas sin Internet...solo para demostrarnos que están ahí...¿Tendríamos que volver a las viejas estrategias? ¿A las pancartas? ¿A las pintadas? ¿A las octavillas? 

Sin duda, la ciberprotesta contra la Ley Sinde (una ley con la que no puedo estar de acuerdo, por cierto) es, digamos, completamente incalculable en términos de repercusión real. ¿Pueden unos cuantos mozos y mozas armados con una conexión a internet cambiar el destino de una ley? Algunos querrán pensar que sí, que han sido ellos los que, alegremente, han movido la palanca que ha hecho girar la gran piedra rodante hasta hacerla descender por la ladera, los que han empujado la bola por la pista hasta estrellarse victoriosamente contra los bolos y hacer un strike. Como es una cosa que da gustito (sentirse en el rollo, sentirse partícipe, estar en la pomada, sentir que uno está haciendo algo por los demás) dejemos correr la ilusión sin detenernos ni un instante en que, a lo mejor, por detrás bullen otros intereses políticos que se alejan bastante de palabras como "libertad" (ese término tan manoseado) o de algo conocido como "acceso a la cultura". 

Creo que, al igual que en las ciudades medievales se colgaba el cadáver de un ladrón en la puerta de la misma para aviso de otros ladrones, la situación pública de Ramoncín (aunque en la lista ya están la Ministra de Cultura que no va a volver a escribir un guión en su vida, Alejandro Sanz y, en estos momentos, Alex de la Iglesia en twitter...que se está llevando un baño de tres pares de narices, un baño de realidad, no se crean) sirve como ciberaviso a navegantes de los que osen ni siquiera a levantar mínimamente la voz sobre el asunto.  Es decir, me pregunto si ese ejemplo y, claro está, un buen estudio de mercado con sus encuestas y demás encargado por este o el otro partido no han sido las claves para hacer caer la balanza de un lado y no del otro. 

Paradójicamente ahí tienen ustedes a partidos tradicionalmente aliados con los empresarios (que no con los autores...por eso digo lo de la Ley Sinde) votando en contra de los intereses de estos y pensando, me imagino también, como van a justificar en el futuro (si no es tirando de mucho cinismo, demagogia y un buen cúmulo de compensaciones como aumentar nuestros impuestos en estas u otras partidas) su postura en el día de hoy. 

Me pregunto si, el día de mañana, ese ciberactivismo comienza, por ejemplo, a derivar hacia una expresa petición hacia los gobiernos del Mundo (yo me lo imagino en plan rollo guay, con declaraciones maravillosas, con gente colgando fotos desde sus casas sosteniendo cosas bellas como conejitos recién nacidos, postales de sitios fantásticos y haciendo la señal de victoria con dos cables USB) de un acceso a internet completament gratuito y libre. Es decir, no se paga por la información pero tampoco se paga por acceder a ella, como bien dicen los gurús, eliminemos a los intermediarios del asunto. Me imagino si los dueños del cable que nos conecta a todos no tirarían de él y nos darían un cachetito en las nalgas haciendo valer todas esas maravillosas clausulas de "términos de uso" que ansiosamente apretamos porque nos impiden acceder aquí o allá. Me imagino, y no lo se con seguridad, que a lo mejor el hecho de perder billones en beneficios les llevaría a tomar una de esas decisiones impopulares pero necesarias. Necesarias para ellos, claro. 

No me quiero ni imaginar la reacción de las telecos, por ejemplo, si alguien desarrollara unos aparatitos que te permitieran acceder a Internet absorbiendo la banda ancha de las propias compañías. No quiero decir uno de esos programas para vampirizarle la wifi al vecino que es como una cosa pequeña, no. Un aparato que sirviera para conectarse en cualquier momento, a cualquier hora y en cualquier lugar a Internet sin necesidad de pagar ni un duro. Nunca. Me temo que se liaría una lucha apasionante en plan "Repo Men" entre usuarios que piratean la señal y una especie de machos y hembras alfa a la caza de los primeros. 

Volvemos a olvidar lo importante: Se habla mucho de que los gobiernos quieren legislar sobre esto y lo otro pero olvidamos, claro está, que las multinacionales de las telecomunicaciones no necesitan legislar, solo tutelar. Es decir, arrogados en una realidad (el negocio es nuestro), solo tienen que dirigir el tráfico y ver como aumentan sus ganancias a costa de nuestro uso. Hubo un tiempo, de hecho, en que las propias empresas de telecomunicación quisieron ser gestoras de la información que volaba por la red, montaron portales gigantes, contrataron periodistas, escritores, realizadores...el fracaso (Navegalia, Terra...) les enseñó que era más fácil permitir el acceso a una información de otros que se sirve de manera gratuita.  De hecho podemos cambiar nuestro gobierno cada cuatro años (Alá mediante) pero es mucho más difícil cambiar los consejos de Administración...

Podría dar razones, argumentar sobre este tema pero, la verdad, creo que sería una necedad meterme en un jardín de estas características porque, en este instante, no se puede sacar nada en claro. Creo que, llegados a este punto, solo cabe encomendarse a Thor y ver como se desarrollan las cosas. El siguiente paso del siempre bienintencionado ciberactivismo será plantearse si no está pagando demasiado por una conexión a Internet que podría conseguir, a lo mejor, de forma gratuita. Quizás para demandarlo haya que volver a las viejas estrategias...una razón buenísima para estirar un poco las piernas y salir de la cibercueva...

Por si acaso les dejo con una clara acción directa que ha llevado a cabo "El Teleoperador". No tiene desperdicio. Es impagable. 


Nota del Insustancial: He elegido la imagen que encabeza la entrada por ser una de esas ciberpegatinas que utilizan  la imagen de V, el personaje principal de "V de Vendetta" que, como ustedes saben está inspirado en la imagen del revolucionario católico Guy Fawkes (1570-1616) que un 5 de noviembre de 1605 fue arrestado por ser el cabecilla de la conocida "Conspiración de la pólvora", una acción que perseguía volar el Parlamento Inglés para protestar por la persecución religiosa contra los católicos. En Reino Unido, todos los 5 de noviembre, se conmemora el día de su detención con una fiesta que es una afirmación de todas las instituciones británicas (Parlamento, Casa Real e Iglesia Anglicana) frente a las "agresiones externas" que representaría la Conspiración urdida por Fawkes. 

Alan Moore, tan chiflado y juguetón, quiso darle la vuelta al personaje y, sobre todo, a su imagen de villano para convertirlo en el héroe que, por fin, libera a una Inglaterra distópica dominada por un partido fascista...cabe preguntarse si en el fondo (o a lo mejo no tan en el fondo) Moore no personifica en ese partido fascista falso a todas las instituciones británicas y si no personifica en V las ansias revolucionarias del movimiento izquierdista inglés (ese que se establecía más allá del partido laborista). 

Por su fuerza icónica, la imagen de V se multiplica en la red  siendo enarbolado para representar a diversas causas de cualquier signo. "We are anonymous" es, al parecer, esto. Ellos también usan la imagen de "V". 

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuestión de adjetivos (diga no a los gurús y a los analfabetos funcionales)


Habíamos trabajado mucho. Cuando quiero decir mucho quiero decir muchas horas y muy bien empleadas...de hecho habían estado tan bien empleadas que ya teníamos los síntomas del agotamiento físico y mental: estás crispado y, de pronto, todo parece un mundo pero, al segundo siguiente, lees una receta de cocina y comienzas a descojonarte porque la palabra "sofreir" te parece la monda. Era como tener el cerebro hecho de algo mullidito, sí, esa es posiblemente la mejor descripción notas que la cabeza se te queda por dentro como acolchada, como si estuvieras más ligero. 

Pónganse en nuestro lugar: como 9 o 10 personas con esa sensación sobre los hombros, hartos de comida basura deglutida a toda leche en la misma mesa de trabajo, fumando un cigarrillo tras otro y soportando el tirón con coca-cola y alguna cerveza furtiva. 

No era el peor panorama posible que había visto en lo laboral. Unos años atrás había estado montando efectos especiales con un equipo durante unas 40 horas seguidas en una vieja nave industrial a la que le faltaba como la mitad del techo. Aquella noche, una de las chicas del equipo estaba tan derrengada que le atacó el "síndrome del cerebro mullidito" y se curró una especie de suite nupcial con cartones y unos plásticos industriales. Supimos que había triunfado y que el habitáculo era una bicoca cuando, al transcurrir la hora que quería dormir fuimos a despertarla y nos encontramos con que estaba abrazada a un perro abandonado lleno de pulgas que se había colado allí para calentarse un poco. Lo peor fue que el perro se puso bastante pesado con que no la despertáramos y nos enseñó sus dientes amarillos varias veces. Al final el perro salió de allí (a cambio de unos cuantos trozos de bocadillo que rescatamos de la cena) y sacamos a la chica completamente dormida y diciendo: "Joder, huelo como si me hubiera restregado con un perro". Unas risas....y una pena...

El caso es que, pese a todo, en aquella redacción apestaba a agotamiento que es el olor a perro del oficinista. Serían como las 21 horas y seguíamos con el trabajo a media hacer. Era normal. Siempre estábamos con el trabajo a medio hacer pero, al menos, lo cierto es que habíamos conseguido entregar a tiempo dos maquetas diferentes de la revista. Una maqueta, o número cero, es una publicación que se hace para saber por donde van a ir los tiros de lo que va a salir al kiosco. Pese a que pudiera pensarse que es una especie de trabajo absurdo (una revista que nadie va a leer) lo cierto es que cumple muchos objetivos: sirve para que la gente pueda hacerse una idea de donde se mete, sirve al departamento de publicidad para ir por ahí mostrando el lugar donde van a insertarse las páginas de publicidad y también, como no, para que el material sea examinado bien por expertos en la materia a los que las editoriales pagan un montón de pasta por dar su opinión y como material de trabajo para llevarlos a esos test donde un montón de futuros lectores dan su opinión sobre si comprarían algo así o, mejor, porqué no comprarían una revista así y que mejoras le harían. 

Me imagino que, por aquel entonces, nuestro jefe supremo también estaría ya sufriendo el síndrome del "cerebro mullidito" y no tuvo mejor idea que colocar una reunión con un señor que presentó como "asesor editorial" a eso de las 21:30 horas. Digamos que, el tío no era la alegría de la huerta, y que se gastaba un look entre el de un psicólogo de una película americana, un profesor universitario de un telefilm y hablaba como cantidad de despacio y cantidad de bajito. Hay gente que cree que por hablar despacio está cargada de razones (yo creo que una gilipollez es una gilipollez independientemente de la velocidad que se utilice) y lo del rollo hablar bajito no es más que un truco bajonero para intentar captar la atención. Ahí tengo también mis dudas porque si es un truco que, difícilmente, le funciona a un maestro en una clase de alumnos de 9 años es posible que, entre adultos, tampoco sea una medida demasiado disuasoria. Si, encima, es entre adultos que se han pasado los últimos dos meses trabajando como si estuvieran en una mina de sal y que, están tan reventados, que apenas pueden escucharse entre ellos es posible que la cosa comience con un "¡habla más alto, por favor!" desquiciado que fue contestado con un "por favor, no fuméis en la sala porque tengo la garganta mal y esto se llena de humo" proferido por el visitante. Aquello llamaba a la rebelión absoluta. 

Teníamos frente a nosotros a una persona que llevaba la ropa limpia, quizás no con un look guay, pero sí limpio. Calculaba que había desayunado y comido bien, se habría hecho su sobremesa, su tacita de té o de café...es más olía como si se hubiera duchado como dos o tres veces en lo que iba de día y, es más, se movía al ritmo parsimonioso y educado que roza la cursilería, del que cree profundamente en que el equilibrio interior está en esa serie de gestos de mayordomo oriental que van como a 16 RPM. Frente a él, una tribu de oficinistas resentidos con su destino de galeotes, sudaos, malcomidos, con el estómago ardiendo por el chino, la hamburguesa y las bebidas gaseosas, los ojos hinchados, las manos temblorosas por la falta de fumeque que, a esas alturas, ya había conectado tan bien que se comunicaba por gruñidos ininteligibles y se movía con alegría entre el caos. Lo teníamos claro. De alguna manera extraña percibíamos que el olor de ese tío era, en definitiva, el enemigo. Su impresión de nosotros no tuvo que ser mejor, la verdad. 

El tipo eligió como al azar el último de los "números cero" que habíamos terminado (hecho esta vez en papel guay y con la medidas exactas para su impresión) y comenzó a hojearlo. En silencio. Pasaba las hojas como con desgana, mirando arriba y abajo las páginas como si estuvieran llenas de noticias malas, de noticias horribles. Todavía sin hablar y con uno de los puños sujetándole el mentón intercambiaba una especie de comentarios por lo bajini con nuestros jefes supremos que intentábamos escuchar. Nada, cero, más nos hubiera valido habernos traído un perro pulgoso a la reunión para que escuchara aquel discurso inaudible y catastrofista. 

Finalmente, levantó la cabeza, nos miró, se ajustó las gafas metálicas, tosió un poquitín y emitió su veredicto: "Vuestro trabajo es grotesco". 

Aquello, de pronto, fue como una de esas películas de acción en la que alguien tira una bomba y el universo entero se congela. Después la vida se aceleró un tanto y comenzó a escucharse un "¿quécómocuálestoquecojonesquieredecir?" y sobrevino una especie de aullido feroz. Este que escribe dijo que aquello era un insulto y se llevó una reprimenda del carajo y lo que vino después fue una especie de nuevo berrido tribal. Ante el berrido tribal vino una pregunta reformulada: "¿Puedes decirnos qué significa para ti "grotesco"? 

Ni que decir tiene que el tipo no supo contestar a tan sencilla pregunta, venga estírate sobre el significado de un adjetivo que estás usando a ver si yo me aclaro de lo que quieres decir...nada, no hubo manera, lo más que llegó a explicar era algo así:
-"A ver, ¿Estamos todos de acuerdo con qué significa grotesco, no? Pues a eso me refiero". 

"Grotesco" significa "Ridículo, extravagante o de mal gusto" . No supo verbalizarlo. 

El caso es que estuvimos reunidos con aquel hombre, bueno, estuvimos intercambiando pedradas con él como dos horas sin que no supiéramos muy bien ni para qué había venido, ni qué razones tenía para demoler el proyecto entero. El tipo se largó después de aquello y, ni que decir tiene, que tras la caótica reunión pedimos unas pizzas y seguimos trabajando con un retraso en nuestro planning de dos horas exactas. Si no recuerdo mal se le despidió con un sonoro desprecio y, a cambio, nos dejó una especie de órdenes que nos aseguraban una especie de éxito seguro. 

1. Un recomendación para la portada. 
2. Una reducción sintomática de lo que llamó "artículos de mal gusto". 
3. Una sugerencia sobre un cambio de formato a otro más pequeño con unas medidas exactísimas, sorprendentemente exactas.

A los pocos días todos los cambios se tornaron absurdos y futiles: la portada sugerida como la de éxito sufrió la puntuación más baja en los test de futuros lectores, los artículos que pidió que suprimiéramos fueron los más aplaudidos y, curiosamente, las medidas recomendadas eran completamente imposibles de llevar a cabo en una imprenta como la nuestra. 

¿Qué hubiéramos sacado en claro de haberle hecho caso? Hubiéramos fracasado estrepitosamente pese a que el aplomo y la calma que utilizaban garantizaban un total y absoluto éxito. Vaya. Aquellos fueron los primeros días en los que escuché la palabra "gurú". Antes solo lo había escuchado para referirse a gente chiflada como el Maharisi Yogui o Sai Baba, ya saben, santones hindúes pero, aquellas fechas, resultaron reveladoras puesto que me enteré de que por los USA comenzaban a hacerse famosos los asesores, consejeros o, también llamados, gurús que con su trabajo aumentaban las posibilidades de éxito de cualquier empresa. También fueron aquellos los días en los que prometí ponerme al abrigo del primer bunker nuclear en cuanto escuchara la palabra esa de "gurú" o me presentaran a alguien que dijera que tenía esa profesión. 

Lo que sí me sorprendió de todo aquello no fue tanto el hecho de que aquella persona, evidentemente, demostraba no conocer para nada el paño con el que estaba trabajando y que, me imagino, que se marcaba el sencillo objetivo de dar una serie de leves directrices marcadas por sus gustos y otras que, directamente, eran una especie de plantilla base que aplicaba a cualquier revista fuera esta de cine, gastronomía o punto de cruz. Luego, la experiencia, me ha ido revelando que estos asesores o gurús suelen tirar de esas cosas que se llaman "hojas de ruta" previendo que todos los problemas pueden solucionarse siguiendo un protocolo estrictamente parecido en todas las situaciones dadas. ¿Se imaginan si el mundo funcionara así? Sería facilísimo. Desgraciadamente la experiencia también me dicta que el gurú es mucho mejor cuando habla que cuando calla. Siempre puedes hacer justamente lo contrario de lo que dice, que fue nuestro caso, y seguir tu camino tranquilamente. 

En todo caso me quedo con el hecho de que alguien que trabaja con palabras no sepa definir ajustadamente el significado de un adjetivo como "grotesco". No digo que la gente tenga que llevar un diccionario en la cabeza y saber todas las palabras del diccionario pero, si es verdad, que nos comenzamos a acostumbrar al mal uso de ciertos adjetivos. A mi me pasa con la información, con el ejercicio de la información, las noticias están llenas de errores de bultos a este respecto. Échenle un vistazo al uso que una redactora del telediario de TVE daba hoy, en la edición de las 15.00, del uso del adjetivo "caótico" en esta frase: "El tráfico aéreo europeo está en una situación caótica debido al fuerte temporal". Veamos que significan "caos" y "caótico": 

CAOS: 
  1. m. Estado de confusión y desorden en que se hallaba la materia hasta el momento de la creación del cosmos.
  2. Confusión, desorden. 

CAÓTICO:
  1. adj. Del caos o relativo a él.
  2. Desordenado, confuso

Lo mejor es que en las imágenes de la pieza se veían aeropuertos ingleses con unas imágenes de calma chicha y, lo que es mejor, las camas que las autoridades de dicho país habían dispuesto para las personas que se habían quedado atrapadas por el temporal así como otras medidas de socorro como garantizar la comida o la higiene de esas personitas. Algo bastante alejado de, por ejemplo, las imágenes de pasajeros dejados en tierra por Air Comet moviéndose por el aeropuerto sin saber a quien reclamar. Eso si parecía un tanto caótico. 

"Caos", "Desastre", "Apocalíptico", "Tragedia"  y en un aspecto positivo frases hechas como "Obra maestra", "Lo mejor del año", "Lo mejor de la temporada" son utilizadas hasta el límite de que pierden por completo su significado y, lo peor, deforman de forma evidente la realidad de las cosas poniéndolas en un plano completamente diferente. Como decía Gato Pérez "se fuerza la máquina" de la lingüística hasta límites insospechados para darle importancia a cosas como que los aeropuertos se cierren en invierno por unos días lo que es, teniendo en cuenta las fechas, una cosa bastante normal. Utilizamos adjetivos altisonantes para que nos presten atención, para obligar a los demás a girarse en nuestra dirección. Mal asunto. 

Nota del Insustancial: The Hives son un grupo de Fagersta (Suecia) que le dan al sonido garajero como se debe hacer, es decir, con elegancia y aspereza. Su "Hate to say I told you so" (Odio decirte que ya te avisé) es una canción incluída en su mítico "Tyranosaurus Hives" (2004) resulta cercana al tema tratado. Bueno, un poco...

domingo, 19 de diciembre de 2010

Vanilla Ice, auge y caída de un auténtico paleto americano


El tío de la fotografía se llama Robert Van Winkle (sí, se apellida Van Winkle como Rip, el protagonista del gran cuento de Washington Irving) pero ustedes lo conocerán como Vanilla Ice, el primer rapero blanco en ser número 1 con su "Ice, Ice baby" que utilizaba aquel pegadizo loop arrancado de la canción "Under pressure" de Queen. 

Tras epatar al mundo con ese tema hizo incluso una loquísima película titulada "Cool as Ice" (1991) aprovechando que era una estrella bastante hortera. Consiguió el premio Rapsberry en la categoría de "peor nueva estrella". 

Cuando le hicieron esa foto, en 2008, ya era oficialmente un "don nadie" al que la policía de Palm Spring arrestaba por un delito (posesión de droga o embriaguez pública...la cosa no está clara) y hacía posar para la instantánea que se adjunta. Sus últimos tres discos, más orientados hacia el rock (el sitio natural de los muchachos blancos) han sido sonoros fracasos o, más bien, fracasos que no han sonado para nada. 

Se calcula que en los dos años que estuvo en la cima (1990-1992) amasó una fortuna enorme. Una fortuna que, poco a poco, ha ido desgastando hasta el punto que MTV le permitió protagonizar un capítulo de "Where are they now?" en el que se le veía vendiendo zapatillas de deporte en una tienda de Miami y diciendo, sin atisbo de ironía, "volveré a ser una estrella. 


En 2004 la televisión inglesa, tan necesitada de viejas glorias en horas bajas a las que ridiculizar, lo enroló en el programa "The Farm" (Aquí se llamó "La granja de los famosos") donde protagonizó uno de los más fugaces y criminales pasos por los realitys mundiales: en solo una semana se enzarzó en peleas, intentó zumbarse a Rebeca Loos al más puro estilo gangsta y, lo que es mejor, solicitó de los ingleses que lo trataran mejor de lo que lo hacían para devolverle (a él) el favor por la ayuda prestada en la II Guerra Mundial que, al ser interpelado, no pudo colocar cronológicamente lo que le llevó a un bucle de improperios típicos como "sois un país de mierda", "los ingleses sois unos estirados de mierda", "¿Os creéis mejor que yo por leer?" y cosas de ese tipo que se suelen soltar cuando uno se queda sin argumentos.

Me pregunto como Vanilla Ice ha ido caminando lenta y tranquilamente hacia la absoluta desaparición, hasta el status de juguete roto. No llego a comprender como funciona ese progresivo deterioro que te lleva a estar un día en la lista A de invitados del Viper Room de Los Angeles y, un poco después, a simplemente no poder pisar por allí. 

Vanilla Ice siempre fue el ejemplo de lo que es capaz un paleto con mucho dinero y poco cerebro. Un auténtico paleto norteamericano, si hacemos caso a su biografía, que no ha sido capaz de mantenerse más que como una enorme broma y el desprecio general de toda la industria del Hip Hop. Un respeto que, a duras penas, pudo mantener mientras era una estrella: Suge Knight, mandamás de Death Row Records, se permitió el lujo de descolgarlo, personalmente, por los pies por una ventana de la habitación de un hotel para convencerlo, amablemente, de que retirara un contencioso que tenía con su empresa. 

La historia de Vanilla, alcohólico, chungo y violento (en 2001 fue detenido por zurrarle a su ex esposa) es la historia de muchos imbéciles. 

Posiblemente el destino de Vanilla sea engrosar las filas de esa American Redneck Society que unos cuantos chiflados han fundado en los USA. Sin atisbo de ironía, la asociación nace con el convencimiento de aunar a todos los catetos americanos temerosos de Dios y armados hasta los dientes que, según ellos, defienden los valores tradicionales americanos. Es como una especie de asociación nacida al abrigo del Tea Party...¿Se imaginan ustedes que en España hiciéramos una Asociación del fajín y la boina para mantener los valores de la hispanidad? ¿Ustedes se apuntarían? 

Los entusiastas fundadores esperan reunir alrededor de las siglas A.R.S.  (tan cerca, fonéticamente, de la pronuncianción de la palabra inglesa "arse" -culo-) a todos los Cletus, Brandines y Rústicos en Dinerolandia de América. Y me imagino que también a todos los paletos como Vanilla Ice a los que también les van las armas, la chuza y las competiciones de Monster Trucks...no se me ocurre un mejor representante que Vanilla encumbrado en su estupidez y en su infinita sordidez, renacido entre los maizales como una estrella del Country, por ejemplo. Su historia es la de un pobre blanquito nacido en Texas que lo tuvo todo y que lo perdió todo...siempre puede decir que por culpa de los negros, de los extranjeros o de los traficantes de drogas. Él, seguramente, con más argumentos que el resto de estos simpáticos granjeros cuya cosmovisión se reduce a un punto concreto del Estado de Kentucky. Vanilla, que ha visto mundo y sabe de sus peligros, bien puede hablarles pestes de lo que se cuece fuera del Medio Oeste, de la maldad infinita de todo el universo...

Un tipo que se ha fundido toda su pasta en comprarse coches, quemar mansiones y juergas con los colegones merece, al menos, ser portavoz de tan elegante sociedad. 

En los años 80 Jeff Foxwrthy, un cómico americano, se hizo famoso como cómico "one liner" con un espectáculo sencillo: se trataba de comenzar todas las frases con un "Eres un paleto si..." (You might  be a redneck if...). Aquí tienen 300 de esas frases.  ¿Lo mejor? Como le dijo una auténtica redneck a Foxworthy después de una actuación: "Deberíamos de dispararte pero nos reímos porque lo que cuenta es verdad". Al menos, encajan bien. 

viernes, 17 de diciembre de 2010

Hoy, como todos los viernes...



...Damos con nuestros huesos en "misapisportuscookies" donde indagaremos en el fenómeno propiciado por la era digital: las obras artísticas que no terminan nunca. Vamos, la repera.

Pueden disfrutar del artículo aquí...aquí mismo. Que disfruten

jueves, 16 de diciembre de 2010

De qué postura adoptar ante la cochina muerte...


Han firmado la baja el cantaor (aunque es un término que se queda cortísimo) Enrique Morente y el director de cine Blake Edwards (aunque posiblemente también sea un término que se quede corto). 

Es imposible hacer una semblanza de ambos (y eso que llevo escritas unas cuantas semblanzas mortuorias en este blog...la última la del entrañable Pele, el sheriff de Malasaña) sin caer otra vez en los topicazos propios del género este de las notas laudatorias que se escriben cuando alguien muere. 

Comparar a ambos genios sería absurdo. No tuvieron nada que ver en vida excepto, claro está, el hecho de que ambos fueron unos visionarios en sus respectivos terrenos: Morente se dedicó a sacar el flamenco de las tabernas y de las fiestas de señoritos regalándole al cantaor la etiqueta de artista. Un artista consciente de su arte que conoce al dedillo la tradición y que, al igual que en su momento Camarón de la Isla (o quizás tirando de ese mismo impulso setentero tan vibrante), decidieron instalar el cante flamenco al lado de las otras artes musicales. Morente es indispensable para entender la universalización del flamenco y, sobre todo, para entender la normalización de este y la salida del mismo de esa especie de extraña marginalidad prejuiciosa en la que estaba instalado. 

A Edwards le pasó un poco lo mismo con la comedia. Fue un grande en lo suyo empeñado en utilizar toda la tradición cómica y en revertirla para acomodarla a los tiempos. En Edwards igual te encuentras un gag de una batalla de penes embutidos en condones fluorescentes (Una cana al aire), los problemas de la crisis de los 40 (10), el absurdo llevado al paroxismo (la saga de la Pantera Rosa), la comedia coral...Edwards nos enseñó todas las formas de hacer reir. Por cierto, solo le dieron un Oscar honorífico que sabe a muy poco teniendo en cuenta la enorme trayectoria del director de "El Guateque", "Victor o Victoria", "S.O.B." o la imperdible "Días de vino y rosas". 

Disculpen si no he podido evitar, como siempre, sacar la talega repleta de conocimientos absurdos y de datos que ya manejan. De lo que quería hablarles es de las imagenes del sepelio de Enrique Morente, de esa tradición absurda que se ha instalado entre nosotros...

La primera es no poder encontrar una explicación sensata de quién es el fallecido. Ha pasado con Morente otra vez, todo han sido palabras vacías de reconocimiento sin que nadie haya atinado, ni de lejos, en hacer un círculo rojo alrededor del nombre del fallecido y explicarnos el por qué de su grandeza. Ya ves, todas las explicaciones son completamente emocionales y, por lo tanto subjetivas. Es más, lo más absurdamente repetido ha sido que había mezclado los textos de Lorca y otros poetas con el flamenco...esto...algo que ya había hecho Lauren Postigo y que era juego común entre los flamencos. A nadie se le ha ocurrido hablar de Omega (junto a Lagartija Nick), de la extraña fascinación de la modernez neoyorquina con este cantante plasmada en una rarísima colaboración con Sonic Youth y, ni siquiera, se ha dado la voz a los ortodoxos flamencos granadinos de porqué siendo Enrique Morente un renovador era, sin embargo, aceptado como el cantaor más grande (para muchos, sin permiso de Camarón de la Isla) pese a sus derivas con el arte contemporáneo, con esa manía suya de hacer del flamenco algo que tuviera el mismo respeto que el Jazz. 

Pero más allá de las tristezas informativas a las que se nos viene acostumbrando últimamente nos vamos a centrar en eso del sepelio, en la forma en la que nos enfrentamos a la cochina muerte...

Se me hacen cuesta arriba esas muestras de cariño popular y esa manía de las capillas ardientes públicas por donde desfila el pueblo (soberano dicen unos, cotilla dicen los otros) que convierten cada celebración en una especie de paseo chungo. A mi esas cosas me ponen de los nervios, esas filas de ciudadanos, ese rollo tan poco interesante de pasearse frente a una caja de madera que contiene un cadáver. Es una especie de circo, ¿no? He pasado por eso como dos veces en los últimos cinco años, ya sabes, recibir cientos de pésames mientras estás sentado en una silla o de pie como un pasmarote, aguantándote a duras penas, patinando sobre ese dolor de cabeza, sobre el cansacio de una noche sin dormir, sobre esas ganas de esconderte para echar una sincera lágrima en silencio y, quiero decir, que se agradecen ciertas visitas pero, la verdad, muchas de ellas suelen ser bastante molestas porque, ante algo como la muerte, nunca sabes qué decir. Lo normal es recibir una batería de preguntas absurdas como "¿Qué ha pasado?" (como si no fuera evidente lo que ha pasado, la forma en la que se ha llegado hasta esa capilla ardiente) y otras consideraciones aún más locas como "no somos nadie" (bueno, la gente es algo) , "ahora ya ha descansado" (no parecía que fuera su turno...), "hay que ser fuerte y tener valor" (eso es porque no estás aquí, recibiendo lindezas dialécticas)...

El día que enterramos a mi madre a los operarios del cementerio se les olvidó la escalera. Subieron el féretro hasta el nicho con una improvisada y chusca plataforma hecha con un listón y dos sillas de plástico (una de ellas de color verde, de una famosa marca de cerveza...). Se hizo el silencio, un silencio cómplice, un silencio de pánico, como de esos que se producen cuando el equilibrista está a punto de dar un doble mortal. Un queridísimo amigo me dijo al oído "joder, estamos siempre tan cerca de hacer el ridículo...incluso en los momentos peores...". Era evidente que el silencio respetuoso se estaba mezclando con algo peor: el miedo al patinazo de los operarios. La irresistible posibilidad de que ocurriera algo tremendamente absurdo, doloroso y terrible. Una cosa entre Berlanga y Edwards, si me lo permiten. No pasó, aquella gente ya había improvisado otras veces. Parecía uno de esos trucos de "vamos a rebajar la tensión de estas personas ofreciéndoles algo de suspense...hagamos que olviden su dolor dándoles algo que recordarán forever and ever". Si ya es malo morirte, díganme si un buen golpe del destino no es algo ya completamente definitivo.

Vamos bien, hagamos recapitulación. Recuerden: No molestar con frases idiotas, llevar una escalera o aparato para escalar de confianza.

¿A qué viene eso de aplaudir? Lo hemos visto otra vez en el entierro de Morente. La gente aplaude. Aplaude. Plas, plas, plas. Un plas-plas-plas con pausa, un plas-plas-plas pesado y solemne que siempre va dirigido al muerto pero que, creo yo, también esconde algo de "estamos aquí, lo hemos hecho bien, somos gente sensible con el dolor ajeno, sabemos lo que supone una pérdida...démonos a nosotros mismos un aplauso también. Comienzo yo, yo les aplaudo a ustedes y ustedes a mi, venga que no se diga". 

No entiendo esa moda del aplauso que se escucha también en entierros que no son de artistas o de toreros. ¿Qué leches es eso de aplaudir como si estuvieras en el teatro? 

Y ya el colmo de los colmos son esas manitas con un móvil levantado sobre la multitud...haciendo fotos. Guau. ¿Esas fotos van al facebook directamente con un comentario "en el entierro k pna" o qué? ¿Es que nos hemos vuelto todos gilipollas? 

Y podría seguir con esos altares improvisados que dan miedo que también son para echarles de comer a parte...un desastre, ya les digo...

Nota del Insustancial: Nunca viene mal reir un poco...de ahí el vídeo...

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Un cine como tú en un país como este (Gabriel Velázquez)


Es impresionante, pero así es. Un día comienzas a ver las películas que ponen por la tele, no le das ninguna importancia, ya sabes, lo haces como para entretenerte y poco más. Poco a poco te va gustando ese rollo, comienzas a despertarte el gusto por ese actor o esa actriz, por un tipo de película concreta y, llega un momento, en que vaya, ya empiezas a saber quién es este o aquel director y un día descubres que te has pasado una tarde entera husmeando por las hileras de películas del videoclub del barrio sin encontrar nada que te satisfaga del todo. Ya estás pillado por las pelotas. 

Como transportado por un sueño, zas, un día parece que te despiertas en medio de una sala oscura rodeado de una gente que viste raro y que mira hacia la pantalla con gesto de delectación y veneración. La cinta es en blanco y negro, subtitulada, de nacionalidad francesa y te sabes al dedillo la biografía de su director pese a que es la primera vez que ves una película suya. Son los "400 golpes" de François Truffaut y lo estás flipando. Ni siquiera sabes qué es lo que ha hecho que te saltaras dos clases de la facultad y meterte en la Filmoteca para ver esta película. Lo malo es que sabes que, te gusta tanto, que luego te quedarás al siguiente pase (al de las 18:00 horas) porque ponen otra del mismo director de la que has oído hablar de maravilla, de la que has leído un montón, de hecho la has utilizado en el argumentario típico de las discusiones cinéfilas pese a que no la has visto. 


Ya le has dado la vuelta al calcetín, ya sabes, lo que comenzó como un entretenimiento inofensivo para pasar el rato se ha convertido en otra cosa, en una búsqueda de títulos, de nombres...es ya un aprendizaje, eres oficialmente un cinéfilo y un freak a la vez. Ya nada volverá a ser como antes. 

Anoche vi un documental titulado "Un cine como tú en un país como este". Está dirigido por Gabriel Velázquez, el director de "Sud Express", (¿no ves? Esto es nada más que una acumulación de datos, de hechos inconcretos, de películas que te unen con momentos vitales, de instantes reunidos alrededor de unos cuantos metros de celuloide y plástico) y trata sobre lo que se dio en llamar como "El Grupo del  Yucatán". Esa reunión de directores y currelas del cine entre los que estaba Imanol Uribe, Fernando Trueba, Fernando Colomo, Carmen Maura, Miguel Ángel Díez, Felix Rotaeta, Oscar Ladoire, Carlos Boyero, Joaquín Hinojosa...

Todos ellos, al igual que yo, también le dieron en su momento la vuelta al calcetín. Ya sabes. Se apasionaron tanto por las películas en general que decidieron que ese iba a ser su profesión. El documental es un repaso vital a los comiezos de este grupo y a los primeros cortometrajes y primeras películas que dirigieron y protagonizaron en un ambiente de pobreza absoluta y arrastrando consigo gran parte de la herencia más chunga del Franquismo. Lo bueno es que, escuchándolos hablar, hace más de 30 años llegas a la conclusión de que los males de esa inexistencia llamada "Cine Español" siguen siendo, más o menos, los mismos. 

Sesiones maratonianas de cinco y seis películas diarias seguidas de charlas interminables sobre cine, algo así como la pasión desmedida de estos tipos, una cosa desbocada e insana, una afición que se los zampó dejándolos en los huesos. Muy interesante. Gente reunida alrededor de la idea idiota de hacer películas, de contar historias copiando a sus maestros en un clima de, otra vez, completa desconexión con los gustos del público español en general y con la realidad en particular. ¿Hacer pelis en España? No me jodas. 

El caso es que les funcionó, aunque fuera por casualidad, nunca hasta ayer me pude imaginar que Fernando Colomo contara que "Tigres de papel", su primera película, fuera concebida como una visión rohmeriana de la pujante clase progre (tan tristemente denostada hoy...con lo divertidos e intensos que eran...y lo digo con cero sarcasmo) y que, al comprobar, que en el Festival de Donosti todo el mundo se descojonaba él mismo decidió decirle a la gente que aquello era "una comedia". Y así hasta nuestros días. Siempre pensé que era una anécdota de esas que no se cuenta. Es más, todos ellos, adelantados al DOGMA 98 diciendo que hacían películas con sonido directo, sin iluminación apenas...bueno, lo de la iluminación era porque, básicamente, no tenían dinero para iluminar. 

Para mi son una generación de cineastas brillantes que representan, un poco, los comienzos de cualquiera que ha querido hacer una película en nuestro país. Es posible que hace tiempo que Colomo no me guste pero, sinceramente, sigo viendo de cuando en cuando "Tigres de Papel" y "La línea del cielo" y cosas así aunque solo sea por encontrarme con un tipo de cine que, de algún modo absurdo, me sigue emocionando. De hecho, ayer mismo, recordé lo que me había gustado esa película de episodios titulada "Cuentos eróticos" y, sobre todo, el segmento "KoñenSonaten" un disparate sobre un hombre al que de puro salido le crece un coño en plena frente...rodado en danés. 

Mis mejores palabras sobre el documental quedan para Fernando Trueba que representa todo lo que me gustaría ser de mayor: es divertido y ha conseguido dirigir todas esas pasiones para hacer películas como "Opera Prima" (entre mis diez películas preferidas de todos los tiempos), "El año de las luces"...escucharlo hablar sobre las películas y sobre la vida es toda una joya. No deberían perdérselo. 

martes, 14 de diciembre de 2010

Opiniones no solicitadas: Cyrus (Jay&Mark Duplass, 2010)



Cyrus es la última película de los hermanos Duplass. No son muy conocidos en nuestro país y, en el suyo, tienen se han dedicado, sobre todo, a las películas independientes de bajo presupuesto. "The Puffy Chair" (2005) y "Baghead" (2008) son sus dos anteriores películas y ninguna de ellas ha tenido distribución en nuestro país. Su última película que es esta va por el mismo camino.

Vaya por delante que, pese a lo baratísima que resulta, es una película sorprendentemente producida por los hermanos Scott (Toby y Ridley)  a los que uno no se imagina poniendo pasta para una cinta que trata del raro triángulo entre dos cuarentones disfuncionales (Marisa Tomei y John C. Reilly) y el hijo aún más disfuncional de ella (Jonah Hill) que da vida a un bicho raro de más de treinta años que compone música electrónica y mantiene con su madre una más que extraña relación de dependencia edípica.

Por lo contando, hasta ahora, la verdad es que el asunto no parece una comedia pero lo es. Es posible que no surta el efecto cómico por la trastada o el gag cómico habitual pero sí lo hace con una extraña y vitriólica mezcla de realidad y de identificación vergonzante con los personajes. Lo mejor de Cyrus es que, en uno u otro momento del metraje, te hace cuestionarte una cuestión a la que ninguno queremos responder: ¿Quién no se ha comportado como un maldito tarado por culpa de un romance?

Planteada de un modo sencillo y lineal y rodada con cámara en mano, Cyrus es una comedia amarga con un fantástico reparto (al que se une la siempre grande Catherine Keener, que resulta siempre tan raramente atractiva como gran actriz) que juega a la identificación con sus personajes mostrando todo un círculo vicioso de sentimientos (Reilly vive enganchado a la posibilidad de que su ex esposa vuelva con él), fracasos (Tomei es incapaz de tener una relación por culpa de la relación que tiene con su hijo) y derrotas anticipadas (Hill es, simplemente, feliz viviendo una especie de falso romance con su madre). Todo un lío de tan solo 91 minutos que te deja, previsiblemente, seco y con la sensación extraña de haber participado, de un modo u otro, en fracasos propios y ajenos.

Se queda un poco corta Cyrus en ahondar un poco más en los personajes principales (¿Donde está el padre de Jonah Hill? ¿Por qué Reilly está en esa situación? ¿Qué pasa en la relación de Keener y Reilly?) optando por permitir al espectador hacerse su propia componenda y sacar sus propias conclusiones. Algo que no llego a saber si es provocado o, simplemente, eludido en favor de un ritmo más comercial y llevadero lo que, por otro lado, le quita cierta mala leche a la película así como una deriva final alta en azucar que parece más impuesta por el asunto comercial o por el cariño a los propios personajes.

Esos agujeros negros provocarán, sin duda, muchas charlitas tras el visionado de la peli pero, desgraciadamente, evitan que esta película esté finalmente más completa y que se convierta en una de los títulos del año tanto por el, por otro lado, brillante guión como por ese fantástico uso tanto de la cámara en mano como de un montaje de esos intensos y a corte que tira de las voces en off de los personajes.

Sin duda, aunque creo que lo he dicho por ahí arriba, Cyrus se sostiene porque los momentos buenos son muy buenos y, sobre todo, porque su reparto es tan cortito como espectacular. John C. Reilly seguramente sería uno de esos actores llamados a convertirse en unos grandes del drama pero, últimamente, sus papeles en el terreno de la comedia nos descubren a un actor de unas dotes extraordinarias capacitado para estar en cualquier parte (ya sea en "Hermanos por pelotas" o en  "Boogie Nights" o "Chicago") y hacerlo siempre bien mientras que Catherine Keener lo borda en su papel de secundaria y Tomei demuestra que aquel Oscar que le dieron por "el Tío Vinnie" (que se siguen pensando que fue regalado porque Jack Nicholson se lió al leer la cartulina en la ceremonia) era perfectamente merecido. Ni que decir tiene que Jonah Hill cumple a la perfección con un papel  en el que sigue excavando en esos personajes de gordinflas con mala hostia (Hazme reir, Supersalidos, Paso de ti, lío embarazoso...) que, esta vez, se torna en una especie de psicótico de andar por casa, manipulador, comodón y falto de escrúpulos que resulta tan cómico como chungo.

Si tienen ustedes el día no estaría mal que le echaran un vistazo. Aunque, ya se lo adelanto, no les aseguro que algunas de las secuencias no les resulten dolorosamente familiares. Vaya por delante la advertencia.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Pele (¿?-2010): De aquellos años...


Esta semana pasada Cesar Strawberry me mandó la primera versión de la primera entrega de las memorias de Def Con Dos para el juicio, el datito tonto (tengo memoria estúpida para recordar los cumpleaños de la gente pero, sin embargo, estoy lleno de datos idiotas sobre locales, gentes, libros, discos y películas...) y echarle una mano en un texto de contraportada. 

Esta primera lectura me ha trasladado a un espacio bastante olvidado de la memoria cultural popular de nuestro país, al germen de un lugar espacio temporal sin nombre que, sin embargo, por su actividad debería de merecer más recuerdo. Me refiero a esa antimateria llamada: postmovida. Al fenecimiento oficioso de la misma y al nacimiento de una generación (¿?) de grupos, fanzines y personajes de toda índole que tuvieron que mal resistir los embates furiosos de un Ayuntamiento decidido a acabar con la transigencia de otros años y, claro está, decidido también a darle la espalda a cualquier manifestación cultural (por nimia, ridícula o naïf que esta fuera) que no entrara dentro de estos dos parámetros: procesión o chotis. 

El primer damnificado de ese alcalde llamado Álvarez del Manzano fue, sin duda, la cultura. Ahí estaba ese concejal llamado Matanzo (un señor de voz aguardentosa y vestimenta loquísimamente vintage) que, en plan Elliot Ness castizo igual se hacía fotos para ABC regando una calle que exhortando, megáfono en mano, a las prostitutas y al personal de un centro de salud sito en la Calle Montera y fundado para dar ayuda sanitaria a las lumis a "dar la cara" y a salir del local porque, según sus propias palabras, "el cachondeo se había acabao". 

Manzano, Matanzo y algún otro de estos concejales siempre se rodeaba de una extraña troupe, de una de esas legiones de la decencia alimentada por jubiletas de ropa gris y pin ora del oso y el madroño ora de la Virgen de no se donde, pelos cardados en plan Divine y maquillaje 60´s. Una clac chiflada que hacía daño a la vista y que zarandeaba al personal a la mínima. 

Tras la famosa moción de censura que el grupo popular y el CDS que encumbró a un derechón tradicional y algo manso llamado Rodríguez Sahagún dispuesto a uno de esos mandatos que tenía como fin la "recuperación de un Madrid para todos" (lo que se traduce como un Madrid para los de siempre) comenzaron a enseñar la patita los de la gaviota con sus horas de cierre para los bares, sus medidores de decibelios, sus ordenanzas municipales sobre seguridad y sanidad que se llevaron por delante bares, conciertos, librerías y todo tipo de lugares de reunión de índole sospechosa. Si la alcaldía de Tierno Galván y Barranco se había hecho famosa por el apoyo incondicional a cualquier tontuna que llevara la etiqueta de moderno-cultural (desde la visita de Warhol a título privado y promocionada por la Galería Moriarty para la presentación de "Cuchillos y Pistolas" y, como no, para que la modernez con pasta pudiera colgar un retrato fotopintado del artistón hasta los conciertos de música clásica gratuitos de los ahora olvidados centros culturales) el breve paso de Sahagún y el Castizo Reich de los 1000 años iniciado por ese Álvarez del Manzano de corte andaluz y porte directamente conectado de algún modo estético con la familia Ruiz Mateos  se caracterizó por tener muy en mente a un grupo de fuerza: los jubilados. 

Sí, queridos amigos, los jubilados se convirtieron en el joie de vivre sentimental de Álvarez del Manzano y la restitución del folclore extinto de la capital en una premisa política: más procesiones, más bailes de salón, subvenciones a chulapos y chulapas, zarzuelonas (pobre Zarzuela...qué daño se le ha hecho) y entrañables y vacías acciones como esa de ponerle a cada árbol de la capital una plaquita de cerámica donde se pondría el nombre de los niños nacidos en la capital que fue abandonada al poco tiempo y que, todavía hoy, resiste al pie de algunos árboles ajadas ya por el tiempo...de hecho...¿A quién coño se le ocurriría que la mejor manera de celebrar el nacimiento de alguien era poniendo su nombre en una placa donde, estrategicamente, sería manchada por la caca y el pis de los perros de los madrileños? 

Matanzo, de hecho, quiso cerrar el Teatro Alfil (y lo consiguió temporalmente) cuando un grupo de teatro (La Compañía Castiza) inició las representaciones de Cabaret Castizo una obra donde el actor Chete Lera hacía una caricatura de su persona. La cosa fue tan descarada que el entonces concejal de cultura Pedro Ortiz del PP pasó por taquilla para solidarizarse con los actores y con el local. 

Poco importaba ya porque desde 1989 hasta 1993 (momento del acoso y derribo) ya estaba la cosa lo suficientemente deteriorada como para que La Legión Manzano se apoderara de las calles y lo más cercano a un acto jolgorioso y popular del que se podía disfrutar en la capital fueran los cada vez menos frecuentes conciertos y exposiciones que fueron siendo sustituidos por el Cocido Más Grande del Mundo ofrecido por Aldeas Infantiles (la visión de jubilados degustando el cocidaco apoyados en los soportales de la Plaza Mayor te hacía pensar en la beneficiencia de la tan añorada dictadura o, en un plano más cercano, a una golosa troupé de zombis deglutiendo su ración de carne humana entre las carcajadas que provoca lo que es gratis). 

No ha habido ningún alcalde de Madrid tan gustoso por los vítores de sus correligionarios ni que, con tanta caradura, haya instaurado la dictadura de lo rancio. Se habla de Gallardón pero, la verdad, este es más o menos un amante del arte sin mensaje, de la cosa rara de diseño, que ni ton ni son. Una maniobra que nos llena la capital de una iluminación navideña que no es navideña (yo soy partidario de cargármela toda) y de unas cosas como de cachondeo (vease las instalaciones que se hacen en la fachada de La Casa de América que llaman a la rebelión). Otros dirán que todo es una maniobra para hacer obras y nada más, como en Valencia, donde los edificios no tienen sentido, ni contenido pero que sirven para dar obras a estos y aquellos...¿Ustedes se lo creen? Pues eso es porque están dominados por los rojos, joder. 

El caso es que esa perspectiva cultural y esos años fueron vibrantes pese a no estar recogidos en ningún libro o manual y, como fueron completamente independientes, pues no salieron en ninguna parte. Malasaña era, por aquel, entonces el escenario perfecto para la eclosión de todo aquello...y el reinado también se alargaba hasta el barrio de Chueca en los días en que los vecinos eran ancianos, el barrio estaba guarrísimo y los yonquis campaban a sus anchas en todas las esquinas. El Norton, que era un local más heavy que el infierno, el Osario, que era siniestro, y tantos y tantos bares de callos pasados de fecha en la barra y camarero con palillo en la boca eran los lugares de peregrinación a Chueca (a precios de coña) antes de que aquello se convirtiera en el Stonewall madrileño. De hecho era más el Bowery...si nos ponemos neoyorquinos. 

El libro de Cesar, bueno el germen de lo que ustedes podrán disfrutar el año que viene, es un repaso a esos años tan cutres y tan brillantes, a los bares desaparecidos, a los grupos, a las personas (ese Alex de la Iglesia delgado recién llegado de Bilbao con aspecto de amish, Mike de Pleasure Fuckers contándote en el Agapo como era eso de tocar en el CBGB y chocarla con Joey Ramone, Carlos "Subterfuge" Galán arrastrando una mochila con su fanzine y sus singles, Strawberry detrás de la barra de La Vaca Austera, el Marx Madera y sus mojitos, el Legado Social, las alegres hornadas de despistados juveniles venidos del extrarradio que bebían minis en el Nueva Visión...). 

Una etapa vibrante que arrastraba el compromiso editorial de La Movida, hecho de radios piratas, organizaciones culturales, grupillos, groupies, músicos venidos de todos los lados...

Si hay un personaje interesante de aquellos años ese es el Pele, el Sheriff de Malasaña, puerta primigenio del King Creole (lo que ahora es el Freeway) local del reunión de rockers y rockabillys y cuartel general oficioso de los temibles "Franceses" aquella banda de rockeros comandados por el "Fransuá" y "Juanma El Terrible" de los que dejó testimonio García Alix antes de que se los llevara por delante la violencia y la delicuencia. Gente hosca que dio mala fama a los que llevaban tupé y que perseguía con la misma saña a mods que a teddys como los "Tennessee" y que daban una amplia panorámica sobre las razones por las cuales no era bueno decir que te habías dejado tupé gracias a que, una vez, viste "Grease". 

El Pele, testimonio de un barrio y de una época, ha fallecido la semana pasada de un ataque al corazón sin que nadie haya podido aclararme cuál era su edad real. Quizás 64, aunque quién sabe. Ha prestado servicio de puerta en King Creole, La Via Lactea y otro montón de garitos teniendo fama de ser el típico enrollado que no pedía el carnet a la juventud aunque se demostraba implacable con aquellos que portaban bebida de otros locales o portaba una petaca. De pocas palabras, Pele era un tipo majete, un personaje de esos extraños que pululó y trabajó en las fronteras de Malasaña entre generaciones y generaciones de muchachada sin inmutarse, como un John Wayne de la vida. Quizás como un sheriff. La última vez que lo vi, fue en la presentación de la última novela de Cesar, "No quiero ser como tu", donde estaba prestándole servicio de escudero a Toño "El guionista sobre ruedas" que es en lo que se entretenía últimamente. 

Si la modernez asquerosa nos ha traido a esos puertas vestidos como mafiosos y a esos colgados de gimnasio incapaces de no provocar todas las noches una bronca arbitraria por razones aún más arbitrarias el Pele parecía imponerse sin mucha violencia, sin palabras demasiado altas y manejando a chuzos y alborotadores con un tino digno de negociador de asalto con rehenes. Cuando los de mi generación comenzamos a pulular por el barrio ya era una institución...y ahora que no está, parece que lo vamos a echar de menos...aunque solo sea por eso de que esta es una señal unívoca de que hay algo que está desapareciendo, algo que no va a volver o, quizás, existe lo mismo pero se producirá de otra manera que no entenderé y a la que no estaré llamado a participar. 

El Pele salía en un clip de DCD y, en uno de sus discos, tuvieron a buenas introducir la críptica frase: "El Pele lo sabe". Y es que, era verdad, El Pele sabía algo de todo aquello, algo de nosotros, sabía flotar por encima de las calles míseras, viviendo con lo puesto, nadando entre las luces de los bares nocturnos y las cañas mañaneras. 

Si hubiera un cielo, que no lo hay, no se me ocurre mejor tipo para echar una mano a San Pedro en eso de abrir la puerta que Pele, con su estrella de sheriff de metal y el corbatín texano de mandamás del Rancho que se gastaba en los 90. Aunque a lo mejor, tendría mejor arte para abrir las puertas del infierno...porque, lo bueno de todo aquello era que, tras la puerta que gobernaba El Pele existía la posibilidad de pecar hasta el amanecer en todos los sentidos y condenarse a la diversión eterna. 

Con la desaparición de Pele algo desaparece, algo importante y anónimo que, sin embargo, tuvo mucha importancia para muchos de nosotros. Se muere un testimonio no escrito de un barrio entero. 

Que el Dios de los bares lo tenga en su gloria y, si puede ser, que le ponga un Johnny Walker con dos hielos. La ronda va de nuestra cuenta.