miércoles, 8 de diciembre de 2010

José Antonio Fortea: I walk with the devil...


El fotógrafo conducía alegremente por aquella urbanización del este de Madrid (un poco más lejos de Alcalá de Henares) mientras charlábamos de esto y de lo otro. La urba, tan cuca, aparecía casi deshabitada y débilmente iluminada a esas horas y solo nos cruzamos con un grupo de chavales en bicicleta. El lugar parecía de lo más cinematográfico, no en un sentido estricto, pero tenía todo ese rollo de "copiar el way of life americano" que se había hecho un hueco en la imaginería de esa zona de Madrid gracias a la presencia de norteamericanos de la Base de Torrejón. Es decir, era una de esas urbanizaciones españolas con ínfulas peliculeras construídas dirante los sesenta y los setenta.

Paramos al lado de la iglesia. A Pepe le disgustó que no fuera una iglesia vieja y con rollo y que no hubiera la suficiente luz para hacer una foto de esas con exterior, de toma pan y moja, de esas que te rellenan una doble página. A mi, sin embargo, que el templo católico fuera una de esos setenteros tan locos hechos con ladrillo y que tenían ese rollo Brasilia me emocionaba en gran manera y discutimos un poco sobre la posibilidad de hacer una foto aprovechando el asunto arquitectónico Niemeyer venido a menos pero, no hubo manera. Con los fotógrafos es así, la vida se reduce a encontrar una idea que está en su cabeza y, si no está, pues se disgustan un poco con la realidad. Pese a que era la primera vez que trabajaba con Pepe sabía de su profesionalidad aunque, mi falta de experiencia, me decía que mi trato con los foteros iba a ser difícil. Por suerte, nunca lo ha sido.

-"Es que tu estás en modo medieval y yo le veo más un rollo El Exorcista...". 


-"A lo mejor, a lo mejor...pero es que no hay luz". Me dijo un poco desabrido. 


Era verdad. Tendríamos que hacer una foto de interior. El entrevistado se había hecho de rogar un poco y me había sido difícil dar con él. Había aceptado a duras penas y poniendo algunas condiciones como que teníamos que ir a esa iglesia en especial, que sólo podía atendernos un viernes por la tarde y que no podíamos hacerle algunas preguntas que no iba a contestar de ningún modo. Dar con él había resultado un poco difícil también. En la Conferencia Episcopal se llamaron, directamente, a andana cuando solicité saber el lugar exacto donde trabajaba esa persona y me estuvieron dando largas hasta que, una buena mañana y con un tono amable pero bastante seco me dijeron que no podían darme esa información porque no entendían para qué quería una entrevista con dicho personaje temiendo que, a lo mejor, mis intenciones fueran peores de lo que en realidad eran.

El señor en cuestión era el Padre José Antonio Fortea. Lo había visto por primera vez en una entrevista de El País donde contaba que era un teólogo metido en el estudio de El Maligno. Además, por si fuera poco, Fortea contaba tranquilamente que había participado en varios exorcismos con éxito. En la revista buscábamos entrevistas de gente curiosa y, claro, cuando dije que quería entrevistar a un cura pues se quedaron un poco mirándome con cara rara. Cuando le dije de qué iba el asunto me dieron luz verde.

El tío era, además, impresionante. Se me daba un aire a Mauro Entrialgo (por alguna extraña razón) y a la barba de amish que se gastaba Alex de la Iglesia en sus comienzos, una de esas barbas sin bigote tan intrigantes. Algo me decía que si conseguía dar con su teléfono no le importaría concederme la entrevista porque, el tipo, posaba como una estrella de Hollywood. Era verdad. Se le notaba encantado con su estupendo clerygman y su aspecto inquietante pero francamente aseado. De esos aseos profundos que suelen ser acojonantes.

Tras cuatro o cinco llamadas por fin pude dar con alguien de la editorial que publicaba su Summa Daemoniaca (un libro muy interesante, por cierto, que deberían de leer todos los pardillos que se las dan de experimentados ocultistas y que desgraciadamente no tienen estudios primarios). Me avisaron de que era cercano y algo especial. "bueno" pensé "es un cura que persigue al Demonio...¿Cómo coño va a ser normal?".

Tras varios intentos fallidos por fin di con él. Me puso las condiciones que he comentado y me preguntó que qué había estudiado. Le dije que Hispánicas y me dijo que si tenía nociones de filosofía. Le dije que sí, que un poco pero que, desgraciadamente, pese a haber estudiado algo de latín, griego y árabe tenía bastante olvidadas tanto esas lenguas como la Biblia y que su libro me había resultado un tanto difícil de leer. Pese a todo me agradeció que hubiera hecho el esfuerzo y, con esas, nos despedimos hasta el día de la cita.

Aunque habíamos llegado a la hora acordada el lugar parecía completamente vacío. Estuve llamando desde la puerta con el móvil pero no parecía haber nadie en el interior. Ya, un tanto desesperado, comencé a dar la vuelta por todo el lugar y encontré una pequeña puerta, la de la sacristía, y algo de luz. Abrí y me encontré una especie de cañón desangelado y frío y una luz al fondo. Fortea estaba allí dando misa para un pequeñísimo grupo de fieles. La imagen era impactante y, absurdamente giré sobre mis pasos y me santigüé como el que acaba de cruzarse con la Santa Compaña.

Pepe estaba afuera, apoyado en el coche.

-"Está ahí, dando misa". Dije. "Pero hay poca entrada". Rematé.

Me volví a colar en el sótano aquel y me apoyé sobre una de las paredes esperando que terminara el oficio.Pepe se me unió al poco rato llevando consigo todos los aparatos para la fotografía. A los cinco minutos terminó el asunto y pude ver como desfilaban las fieles hacia la calle mirándome con cara de pocos amigos...el Padre Fortea había tenido algún encontronazo con la prensa (creo que con Antena 3) por el asunto de los exorcismos y había acudido a un plató de televisión, dijo, engañado porque pensó que se iba a hablar de su trabajo pero se encontró con algo diferente que no le gustó nada. Ya saben: un circo.

Al momento apareció Fortea y nos estrechó la mano. He de decir que era una mano fría de dedos largos. Creo que notó mi cara de "¡Ostras!" porque, al momento, dijo:

-"Disculpad si hace frío, pero es que sólo doy misa aquí los viernes porque viene poca gente y prefiero el recogimiento de esta capilla tan pequeña".

Como el tiempo mandaba, aunque el hombre parecía tener una infinita paciencia, Pepe comenzó a desplegar los bártulos para la foto empeñándose en hacerla en la iglesia.

-"Es una iglesia que no tiene nada de especial...pero si usted se empeña...". 
-"Sí, sí". 

El cura nos hizo subir por unas escaleras y nos encendió el mismo toda la iluminación. Era verdad, era una iglesia sin mucha historia. Al pasar por el altar veo que el hombre se persigna y, por no ser menos, me persigno como Robert de Niro en "Nunca fuimos ángeles". Me pilla.

-"¿Falta de práctica?".
-"Algo así".

Después de 45 minutos tenemos la foto. Una foto que no soy capaz de ver porque Pepe la ha tirado con una Hasselblad que no es digital (año 2004...me parece mentira que en solo seis años una cámara tan cojonuda se haya quedado completamente obsoleta cuando ha estado dando servicio durante 3 décadas) aunque el contraste de los focos azul y rojo y que Fortea sostiene un estupendo crucifijo de bronce entre sus manos muy pegado a la cara dicen que será una gran foto. Días después compruebo que así es.

-"No se por qué os empeñáis en utilizar un crucifijo...¿Sabéis que no utilizo un crucifijo así para un exorcismo, verdad?". 
-"Da igual, padre. Si lo hacemos por la foto". 
-"Ya, ya me imagino...pero es que luego la gente se hace ideas raras". 


Hace mucho frío en la iglesia, la verdad. El sacerdote, que es de Barbastro (Huesca), quizás no lo note pero un servidor se muere del frío. Bajamos de nuevo al sótano (creo recordar que era una especie de sacristía, aunque no veo el lugar) y me fijo en las formas de andar del buen hombre, esa especie de lentitud medida de algunos curas, los gestos medidos y, en general, que parece un tío francamente despistado que me mira con una curiosidad enorme desde detrás de unas gafas muy gordas. No tengo dudas de que si le quitamos la ropa de cura y me ponemos otra montura de gafas el tipo resultaría un moderno de tomo y lomo. En cierto modo, no puedo evitar que me caiga bien y más cuando me dice que tiene dos aficiones concretas: escribir novelas y la caligrafía artística. "Hostia, qué señor" pienso para mí. Después añade que el cine le encanta también y dice que le chifla Kubrick.

En ese mismo momento, todas las piezas encajan un poco mejor, Jose Antonio Fortea es una suerte de increíble nerd con alzacuellos. Mola.

Decide, de pronto, dar una entrevista un tanto rara. De un modo raro. Me dice que prefiere caminar a estar sentado, que eso le permite pensar mejor. Después, cuando voy en el coche, le comento a Pepe que creo que ha dado la entrevista de ese modo por 1) el frío 2) probar mi resistencia y ver si me aburría de deambular por ese sótano como si fuéramos dos presos, o peor, como un tipo que está a punto de entrar en el corredor de la Muerte y que está confesándose con el cura.

El caso es que, al poco rato, la mezcla de paseo carcelario me gusta y la entrevista va saliendo poco a poco. Fortea habla de la naturaleza misma de Satanás y me revela (cosa que no sabía) que no puede estar en todas partes a la vez porque su rollo no es divino. Es decir, que si está entretenido haciendo el mal en un sitio, tiene que desatender sus quehaceres malignos en otro...es por ello que, mediante el exorcismo, se le puede ahuyentar. Como me ve un poco escéptico, me cuenta una experiencia de un exorcismo narrado de una forma líneal y francamente interesante, apenas da pequeños detalles sobre esto y sobre aquello pero noto, que se le encoge un poco el discurso cuando habla de una mujer a la que le ha quitado al demonio de dentro:

-"Llegó en unas condiciones horrorosas, terribles. Y verla florecer y quedarse tranquila fue para mi una cosa maravillosa".

También me cuenta que esa pequeña fama que le han dado los medios le ha venido mal y que es huidizo ante ciertas personas porque, de pronto, su correspondencia y su teléfono se han llenado de personas que están mal de la cabeza. Gente que tiene problemas mentales, paranóicos, esquizofrénicos, gente con problemas graves de verdad...le pregunto como puede diferenciar a los loquitos de los presuntos endemoniados y noto que lo de "presunto" no le hace mucha gracia.

-"¿Eres ateo?". Me pregunta.
-"Sí".
-"Bueno, da igual que seas ateo o no porque Dios existe igual que existe el Diablo y algún día te darás cuenta de tu error y caerás en la cuenta".
-"Estábamos hablando de..."

Y me cuenta que hay cosas que un endemoniado es capaz de hacer que no es capaz de hacer un loco. "Algunas salen en las películas, pero otras no...hay una especie de código, palabras, gestos...que solo puede conocer el diablo. Es ahí cuando se puede intervenir, sino hay que ponerse en manos de un profesional de la medicina". Me suelta.

Luego hablamos de tentaciones. De tentaciones carnales. Dice que tiene pocas y que de esas ninguna, que las suyas no son de pecado mortal. Lo dice con cierta chusma aragonesa y soltando cierto acento que me hace reir a gusto. No es que el Padre Fortea sea el Rey de la Comedia pero tiene cierta guasa, la verdad.


Tras la entrevista en sí, cuando el micrófono está cerrado Fortea me cuenta que está algo disgustado con los medios que lo han tratado como una especie de pim-pam-pum. Noto, por cierto, que se siente incómodo tanto por él, sino porque su trabajo (apenas reconocido por la Iglesia) lo pone en una situación difícil frente a la Conferencia Episcopal...cosa que me parece, por otro lado absurda, porque me imagino que una de las cosas que la Iglesia Católica no niega es que está establecida, entre otras muchas cosas, para hacer frente al Diablo aunque, esto último, sea una de esas misiones en desuso que, por ser arduas, se dejan siempre al final de las tareas del día. Tampoco, por el estilo que se gasta el hombre, me imagino que le hace gracia que lo toreen miserablemente o que lo hagan participar como monstruo de feria. De hecho insiste mucho en que su trabajo de investigación es arduo, que es una rama de la teología muy interesante y que es algo definitivamente serio. Aunque me la juego, y por miedo a darle otro disgusto al hombre le suelto:

-"Mire, pues llegados a este punto...le tengo que comentar...en nuestra portada salen chicas en bikini...". 
-"Ah, bueno, ya me imaginaba algo así. No pasa nada. Lo importante es que la gente aprenda un poco, da igual donde...¿Y de verdad os interesa un cura como yo?". 

Aunque, a día de hoy, dude mucho de la necesidad de tener exorcistas entre nosotros lo cierto es que no me imaginaba a Fortea presentando uno de esos espacios sobre "lo oculto" en plan Profesor Cavan pese a que porte no le faltaba al buen hombre. Me despido con un apretón de manos y, cuando me giro, veo su figura recortada sobre el contraluz de la sacristía. Levanta la mano y dice:

-"Tened cuidado a la vuelta, que las carreteras están fatal". 

Después se mete para adentro y yo vuelvo al coche donde está sentado Pepe. Arrancamos y salimos de allí.

-"¿Te dejo en Madrid?" me dice de coña. 
-"Tu por si acaso mira bien la carretera que me ha dicho que tengamos cuidado que está fatal...si ves una cabra la atropellas...y si ves un heavy con una recortada lo mismo". 

Pepe se ríe de mi gracia. Pienso si esa última advertencia la habrá hecho por caridad cristiana, por ver las noticias o por mantener un poco su propio personaje. Me parece que por todo a la vez. En mi cabeza, como no, resuena una mezcla de Tubullar Bells y DCD.

Nota del Insustancial: Si quieren ustedes saber más sobre las andanzas del Padre Fortea pueden pasarse por su blog  o por su página personal. Que el Maligno no les ciegue. 


Nota del Insustancial 2: El tema elegido es "Me and the devil blues" de Robert Johnson, histórico bluesman del que dice la leyenda que hizo un pacto con el demonio en un cruce de caminos de Clarksdale (Mississippi) para salir de la mediocridad y firmar una carrera tan corta como brillante: 29 canciones, como Crossroads o Sweet Home Chicago, en solo dos grabaciones registradas entre 1936 y 1937. Aunque posiblemente murió de sífilis o neumonía (mala vida la de aquellos bluesman que tocaban en todas partes por cuatro perras) muchos alimentan la estúpida teoría de que el Diablo, cumplido el plazo, se lo llevó con él. Es muy posible que esta tema fuera grabado por el propio Johnson para alimentar la leyenda sobre él mismo. El comienzo de la letra dice algo así: "Temprano por la mañana/cuando llamaste a mi puerta/yo dije "Hola Satán"/y creí que era el momento de marchar". Resultó pues, así de premonitorio. 

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