miércoles, 10 de agosto de 2011

Orden, desorden, generaciones perdidas



Antes de la II Gerra Mundial los periódicos ingleses alzaban su voz en contra de la juventud y a sus costumbres a la que, sin dudarlo, tacharon como una "generación perdida". Al parecer la música swing y el jazz, la nocturnidad, cierto relajo sexual y la expansión de la cultura del ocio iban a hacer destructiva mella en una muchachada cada vez más interesada por vivir. En cada uno de aquellas columnas, de aquellas diatribas había una indisimulada admiración hacia el trabajo que Hitler y los nazis habían hecho con la juventud propia que, a tenor de lo que rodaba Lenny Reinfhestal, parecía de lo más ordenada, de lo más sana y de lo más simpática. Por qué no, también, de lo más productiva que, al parecer, no era el caso. 

La cosa, como ustedes saben, ya pareció peor cuando Hitler (me pregunto en qué momento semejante señor y semejante régimen pudieron parecer algo inofensivo) decidió que a Alemania le faltaba espacio y pasándose el Tratado de Versalles por el sitio justo por donde pasa el Rhin comenzó una particular gira turística que acabó con unos cuantos regimientos de la Wermacht echando el rato en las cafeterías de Pigalle. 

Aquella Francia ocupada también tenía su propia generación perdida: se llamaban los "zazou". Amantes del swing, del jazz y de todo lo americano en general, los zazou eran la antítesis de lo que el conservador General Petain esperaba de una juventud a la que veía, como sus mayores y como él mismo, colaborando en el esfuerzo de guerra nazi y, claro está, sirviendo a la delación de conflictivos ciudadanos o, peor, los siempre peligrosos judíos. 

Como si aquello de echar una mano a los nazis en la producción de material bélico, el control de las colonias norteafricanas, la deportación de judíos y la aniquilación de la resistencia no le pareció suficiente a Petain muy pronto descubrió en los "zazou" y sus pintas un nuevo peligro que amenazaba al nuevo orden establecido por él mismo (y un poco por los nazis que lo tenían comiendo de la manita) y se empeñó en eliminarlos lanzándoles a las alegres, sanas, ordenadas y violentas Jeunesse Populaire Française  fundadas por Jacques Doriot que se encargaban de estos trabajitos. 

Dice la leyenda, así estaba la gente de perdida por aquel entonces, que muchos "zazous" en plan de broma cosían estrellas de david a sus ropas donde, en lugar de leerse "judío" se podía leer "zazou". Como la cosa no estaba como para hacer humor algunos de ellos terminaron siendo deportados. 

Tanto los "zazous" como los miembros de la "generación perdida" inglesa acabaron engrosando las filas bien de los ejércitos de la Francia Liberada (y aquí un inciso...aplaudamos al General De Gaulle su capacidad para comenzar una especie de ejército sin país en realidad junto a Leclerq y acabar por convertirse en una de las "potencias vencedoras" de la Guerra...algo de lo que no disfrutó Italia, por ejemplo) bien de los pilotos de la RAF que mantuvieron a los nazis fuera de las Islas Británicas y sirvieron para elevar la moral de los ingleses. Uno de ellos dijo: "Nos llamaron la Generación perdida por nuestro pelo largo, nuestra juventud, nuestra indisciplina, nuestra alegría...nosotros la usamos para demostrar que éramos la respuesta a la masa alienada, militarizada y obsesivamente disciplinada que eran los nazis, que siendo como éramos les podíamos vencer".     

Es una historia corta pero creo que resume bastante bien lo que vengo sintiendo de un tiempo a esta parte con tanto discurso sobre la unidad, la fuerza y bla, bla, bla...