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jueves, 5 de febrero de 2009

Esto no es Hawaii (en serio...no es Hawaii)


Una vez entrevisté a Loquillo. Fue en el Hotel Continental a las 10:30 de la mañana.

Para mi la cita llegaba con quince o dieciseis años de retraso. José María Sanz ya no era el rocker vestido con traje de mil rayas que miraba desafiante a cámara con media sonrisa desde la portada de "Mis problemas con las mujeres" y yo ya no era el crío que le había sustraído a su abuelo un traje de mil rayas del armario y llevaba tupé.

(Aquí hago un espacio para las risas de los insustanciales...pero os lo advierto...todos tenemos un esqueleto escondido y "Mis problemas con las mujeres" es uno de mis discos preferidos).

Llegué quince años tarde porque la entrevista, alrededor de dos cafés, trató de manera residual la música (que es de lo que me gustaría haber hablado como fans) y se centró mucho más en los problemas de imagen que Loquillo venía arrastrando en los últimos tiempos: la imposibilidad de sacar adelante un documental junto a su mujer Susana Koska centrado en las mujeres republicanas, la reacción de la opinión pública ante su apoyo a José María Mendiluce en las autonómicas madrileñas de 2003, su mala relación con cierta parte de la crítica musical y su dejadez ante el trabajo de otros fundadores del rock español (Burning, Gabinete, etc.). Entendí que estaba cansado de la promo de su album incluso antes de darle al botón rojo del magnetofón y que, en realidad, la discográfica le había hecho varias putadas para que se sintiera lo más incómodo posible ya fuera colocarle una entrevista de buena mañana y recién aterrizado en la capital o, como dijo algo desesperado, no haber ido al aeropuerto a recogerlo o ni siquiera encargarse de registrarlo en el propio hotel y obligarlo a llegar tarde a una entrevista.


Cansado y mucho más tímido a la hora de hablar de su trabajo que de su imagen la entrevista con Loquillo se diluyó como el azucarillo de los cafés y me encontré con un tipo harto que, poco tiempo después, transmitió que se iba a tomar un tiempo de reflexión sobre su carrera. Lo mejor, dejarse hacer una foto delante de un piano con un cigarrillo en la mano sonriendo como en las antiguas fotos de promoción y que me contara la manera en la que se enteró de la muerte de Enrique Urquijo: Loquillo estaba emborrachándose con Jaime Urrutia en un bar situado cuatro o cinco portales más abajo del lugar donde encontraron al solista de Los Secretos y Urrutia (o el mismo Loquillo, no recuerdo) le dijo: "No permitas que a mi me pase lo mismo".


Anoche, viendo el estreno de "El rock o la vida" (sólo sale Sabino Méndez mientras que los otros Trogloditas han preferido callar), el documental sobre la figura del cantante de Los Trogloditas pude entender algunas de las razones por las cuales aquella entrevista resultó un desastre porque lo vi igual de incómodo e igual de tímido que cuando me senté con él a charlar y por qué ni siquiera saqué un single, que me había comprado en el año 91 en Discos La Metralleta por 1.700 pesetas, de su canción "No bailes rock and roll en el Corte Inglés" que esperaba que me hubiera firmado.

En realidad creo que Loquillo comenzaba a entender que nunca sería el Elvis español y que le faltaba todavía bastante tiempo (tiene sólo 47) para reivindicarse como un reflexivo y desenganchado Johnny Cash porque aquí no esperamos que nuestras estrellas maduren y se reconviertan ya que no hay casinos donde ejercer de crooners, programas de televisión donde puedan ejercer de viejos presentadores o cierta manga ancha a la hora de verlos convertirse en actores (Loquillo y Cash lo intentaron varias veces). Y es que esto no es ni Las Vegas, ni Los Angeles, ni Tucson (Arizona), ni Memphis y, claro está tampoco Hawaii.


No es Loquillo el único que pensó que podría reciclarse como se hace en los USA. Cuatro estrena un Jueves la versión "españolizada" de Saturday Night Live. Las españolizaciones suelen ser una mala cosa. Creo que alguna vez he contado que el primer Burguer King que se abrió en España estaba equipado con una máquina expendora de refrescos a la que se le había incorporado un grifo con vino tinto para conectar con el paladar de aquí. Flipa. Recordemos cómo sabe la coca-cola original y cómo sabe nuestra Casera Cola...cosas distintas sin duda pese tener color parduzco, azucar y gas.

Además no olvidemos que los sketches de producción propia se mezclarán con sketches históricos del programa americano. "Históricos" quiere decir que están elegidos entre 1564 programas originales (SNL se emite ininterrumpidamente en la NBC desde 1975) por donde han desfilado todos los grandes cómicos norteamericanos de las últimas tres décadas. No habrá tiempo para que el material español sea tan bueno como unos gags que están el el subconsciente colectivo del humor y, por otro lado, "Saturday" significa "Sábado"...¿Por qué aquí se emite un jueves? Al menos si es "live", es decir, en directo.



Lo veré sin más prejuicios porque a nadie le interesa más que a mi cosas como estas, o sea, que se sigan haciendo programas de humor en la televisión española que vayan reduciendo el número de programas de corazón pero, la verdad, no espero gran cosa porque no podré resistirme a compararlo con el programa original o, por ejemplo, con otra intentona muy parecida que hizo El Terrat en Telecinco para los domingos por la noche (llevo días intentando acordarme del nombre del programa y me es imposible) con José Corbacho, Santi Millán, Juanjo Pardo y algún actor más suspendido a los pocos días de su estreno.
Sabores diferentes y formas muy diferentes de entender la comedia...¿Llegaremos a reírnos algún día sin complejos como hacen los americanos? ¿A aceptar nuestras debilidades? ¿Cuanto nos apostamos a que no hay ni un chiste sobre curas? ¿Y sobre banqueros? ¿Y sobre El Corte Inglés?

Efectivamente esto no es Hawaii...y no es nada guay, por cierto.