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viernes, 10 de junio de 2011

Lo de siempre



Cuando se acercan estas fechas ustedes comenzarán a escuchar unas cuantas noticias de la localidad cacereña de Coria. Algunas televisiones informarán de la celebración de sus tradicionales fiestas de San Juan donde se suelta un toro por las calles de su ciudad antigua para algarabía de locales, turistas y curiosos. Las celebraciones levantan muchas pasiones entre apasionados y detractores. Desgraciadamente para los corianos se han extendido muchos bulos sobre sus fiestas y ninguno cariñoso por lo que es complicado que estas tengan buena prensa. Cuando se va acercando el día 23 muchas cadenas, especialmente Telecinco que le saca bastante puntillita a estas cosas, nos regalarán todo tipo de imágenes de estas fiestas y sacarán, como siempre, tajada de estos asuntos tan feos. 

Es una pena que no se hable del importante conjunto histórico artístico de la Capital del Valle del Alagón, de la vecindad de Rafael Sánchez Ferlosio, de su estupenda oferta culinaria o, por ejemplo, de algo mucho más interesante: Coria fue la primera localidad de España que albergó una cadena privada de TV. 



Allá por los años 80 unos cuantos vecinos de la ciudad abrieron Coria TV. El objetivo era ampliar la exigua oferta televisiva de la época (TVE1 y TVE2); mucho más exigua si se tiene en cuenta que por razones tecnológicas que aún se escapan al entendimiento estas dos cadenas no tenían en la zona la suficiente calidad de emisión y, por tanto, los corianos pasaban días sin disfrutar de su ratito delante del aparato catódico. La oferta de la parrilla de Coria TV era francamente buena: informativos, películas (que salían del videoclub de uno de los implicados), programas especiales y, claro está, la retransmisión en directo de las fiestas de San Juan. En directo. Cágate lorito. 

El asunto fue conocido por el resto del país e incluso Fernando García Tola dedicó un "Si yo fuera presidente" (aquel programa tan estupendamente progre) a hacer parodia cariñosa de la cadena que, como mandan los cánones y al no tener licencia, fue suspendida de emisión por el mando de la Guardia Civil existente en aquellos años. Un cierre, por cierto, que tenía todos los ingredientes de lo berlanguiano. Ya ven si, por puro desconocimiento de la región, no se pueden hacer chistes mezclando las palabras "extremeño", "televisión" y "Guardia Civil". 

El caso es que, echando un vistazo a lo existente en la TDT, uno pensaría que Coria TV fue no solo la primera cadena privada de nuestro país si no, más allá de eso, la guía por la que se han regido todas las cadenas de posterior apertura que, pese a tener mucho más presupuesto, no han sido capaces de inventarse nada más allá de lo que se conoce como "televisión que se parece a la radio". 

En estos días inciertos hemos vivido el cierre de VEO7. Es el claro ejemplo de que la fórmula de dirección y producción de las cadenas españolas está en declive, ha entrado en barrena y está dirigida por gente que no sabe de lo que va todo esto. Por si ustedes no lo saben VEO7 era la cadena de TV de Unidad Editorial  que anunció a bombo y platillo una amplia y ambiciosa renovación tras el cese fulminante y sorprendente de Melchor Miralles. Pedro J. Ramírez puso de director de informativos a Ernesto Sáenz de Buruaga y, más tarde, eligió a Eduardo Inda (hasta entonces director del diario Marca del mismo grupo) como jefe de todo aquello. ¿Buruaga? ¿Inda? ¿Renovación? ¿Era aquello una renovación? No lo parecía en tanto en cuanto todo se resumía en un intento de Unidad Editorial por rascarle las bolas al grupo Intereconomía que lidera, con suficiencia, el nicho de espectadores ultraconservadores no solo desde la televisión si no también desde la prensa con "La gaceta" y que, poco a poco, ha ido colocando a profesionales salidos de su seno en periódicos tan dispares como "ABC" (Vocento) o "La Razón" (Planeta) de tal forma que ya es imposible saber qué periódico has comprado si te fijas en los titulares. 

Sáenz de Buruaga entraba en VEO7 para intentar salvar los muebles de la pésima audiencia, un acuerdo con Antena 3 para compartir anunciantes intentaría salvar lo económico y, mientras tanto, desde las mismas entrañas de la cadena se aseguraba a cualquier productora que se acercara por allí a vender un proyecto de que, en contra de lo que se estaba diciendo públicamente, no había ni un duro para comprar nada que no fuera un "éxito asegurado". Es decir, algo salido de productoras afines o, mejor, series de éxito en el pasado para su reemisión. 

De ser este otro país, uno con más cultura audiovisual, seguramente VEO7 debería de haber optado por buscar otro nicho y, sobre todo, por alejarse lo más posible de la estructura de programación de Intereconomía. Ante la decisión de elegir por "El gato al agua", "La vuelta al mundo" o el programa que se emite en "La 10" (que es igualito) es normal que el telespectador medio prefiera elegir al formato original y no a las copias. Y decimos bien si decimos copias porque, en realidad, no hay mucha diferencia en los listados que tiene producción para llamar a los diferentes tertulianos y/o polemistas y/o azuzadores. Ninguna. Da igual que uno vea Telemadrid, VEO7, Telecino, Cuatro o lo que quiera: son siempre los mismos, con muy pocas diferencias. 

¿Vivimos en un país donde no hay gente que sepa gritar en un plató argumentos sacados de la inanición intelectual? Yo creo que, buscando un poco, se conseguiría una lista interminable pero lo cierto es que no parece haber muchas caras nuevas que, por ejemplo, dieran la sensación de ser una verdadera "renovación". Al parecer no hay cantera y, claro, pasa lo que pasa. 

Estructuralmente, seguramente debido a la juventud del medio televisivo privado en nuestro país, se ha optado por dibujar dos líneas estratégicas: 1) programas que parecen radio (tertulias que son baratas) 2) Muchos directivos. 

Ambas medidas se han convertido en un cáncer que se ha cargado la imaginación y la evolución en los contenidos y, por otro lado, se ha cargado la economía ya que unos sueldos altos en dirección por narices repercuten en las cuentas que persiguen producir y desarrollar nuevos formatos. Sin estas cuentas fuertes y saneadas, lo normal, es que se tienda a comprar producción extranjera que sale por un precio buenísimo: "pedoputa" por capítulo.

Si VEO7 ha naufragado no es por la crisis, no es por el momento económico que se vive, no es por la piratería y no es por un presunto monopolio de PRISA (esto se dice mucho todavía sin sonrojo) o la presión  del gobierno socialista (sí, ya ven, que en su casa solo se emiten emisiones de la Televisión soviética y consignas del Partido Comunista Chino y discursos de Kim Il Jong) si no porque la gestión ha sido completamente desastrosa. Enseñar un nuevo formato tiene dos respuestas siempre: 1) es muy caro 2) prefiero comprar a una productora grande. Curiosamente la "productora grande" puede ser un invento/nadería de un ambicioso ex portavoz del gobierno que te llevará a la ruina (pasó, pasó) pero nunca serás tu. 

Las víctimas colaterales han sido 100 trabajadores de VEO7 que se han quedado en la calle y que, por desgracia, no han sentido la solidaridad que, en su momento, se regaló a los que se quedaron en la calle con CNN+ y, en este asunto particular, hablo de una solidaridad que siempre debería darse entre currantes. 

El problema es que el fracaso se volverá a repetir. Seguirán los mismos en los mismos puestos porque, al parecer, no hay una renovación real. Si echamos un vistazo a los fichajes y desfichajes que se hacen en los últimos tiempos entenderán ustedes que Jordi Hurtado y el equipo de "Saber y ganar" sean la única constante en un mercado laboral que se dedica a intercambiar cromos desde hace demasiados años pero que arroja unas cifras ruinosas. 

Aunque lo he dicho alguna vez creo que esa política conservadora ("no hacer nada y que pase el tiempo mientras hacemos lo de siempre") no deja de ser el objetivo cortoplacista de unos cuantos a los que, a día de hoy, les importa un pepino (alemán) que detrás de ellos (cobrados los emolumentos del despido) quede la tierra como si por allí hubiera pasado El Cid, Atila, los Hunos y cuatro o cinco apisonadoras y después no se pueda plantar nada. 

En realidad, y en contra de lo que se diga, la televisión es un buen negocio, lo que ocurre es que es muy sensible a las malas gestiones, a la improvisación y, sobre todo, al corralito. 

Esta misma semana la cadena Intereconomía daba una especie de aviso: necesitaba dinero y lo pedía a sus telespectadores. Saltó la voz de alarma y, claro, todos nos volvimos a preguntar si la cadena conservadora habría sufrido el látigo de alguna conspiración. Al parecer sí: los socialistas (es un ente en el que cabe cualquiera que diga "ustedes no me gustan")  los han querido callar cambiando su frecuencia lo  que, al parecer, ha influido en su audiencia de manera terrible. Pese a que pedían dinero se han enrocado en una extraña posición "no lo necesitamos pese a que lo pedimos". 

¿Razones? Al parecer Intereconomía está haciendo un experimento. Quiere demostrar que puede sobrevivir sin ayudas gubernamentales. Bien, lo que no explican es que el hecho de ser una cadena privada les obliga a ello. Y eso que, evidentemente, sí reciben (como todas las cadenas) un dinerito de forma indirecta. ¿Saben ustedes todos esos anuncios que todos los años paga el Gobierno de España y las comunidades autónomas? Pues necesita cadenas donde emitirlos y, por tanto, paga religiosamente una serie de espacios publicitarios a todas las cadenas por su emisión. Si Intereconomía, de verdad de la buena, quisiera arrojar un buen resultado en esa especie de experimento que reforzaría de forma sana nuestras creencias en el mercado capitalista y económicamente ultraliberal debería, claro está, hacer una declaración pública y negarse a recibir ese dinero de cualquier gobierno autonómico o nacional. Punto. Después centrarse en buscar más publicidad privada, ya saben, como las demás cadenas. El problema es que, este pobre escritor, se ha hartado de escuchar de muchas voces que "no quieren que se les relacione con Intereconomía porque, la verdad, hay miedo a perder clientes y que se dispare un boicoteo".

¿Saben ustedes que Opel ha perdido ventas en Madrid por una campaña que ha sido leída como favorable al F.C. Barcelona? ¿Saben que Zanussi y Parmalat dejaron de esponsorizar al Real Madrid porque sus productos dejaron de venderse en Barcelona? ¿Saben cuanto dinero se ha gastado Eroski en hacer campañas de información para desmentir que estuvieran relacionados, de algún modo, con el pago del Impuesto revolucionario a ETA? ¿Y la marca  FAGOR? 

Pues a Intereconomía le está pasando un poco eso. Sus ventas en publicidad descienden porque el tono de la cadena les parece agresivo. ¿Recomendaría yo a Intereconomía que dejaran su línea editorial? Por salud nacional sí pero nunca me atrevería a decirle a nadie que retoque su línea porque hay presión de los anunciantes. Es la cadena la que elige su línea y lo que quiere ofrecer y, después, tiene que apechugar con que los telespectadores decidan o no verla. No hay vuelta de hoja.

Lo más sorprendente es que, por Internet, ya se sabe que las campañas para pedir dinero suelen resultar fallidas (Mobuzz TV) y, a lo peor, Intereconomía se ha metido en un plan de financiación compartido con algunas cadenas públicas como la PBS norteamericana que, cuando anda corta de dinero, hace maratones para solicitar dinero a los contribuyentes de manera directa. Otra paradoja: luchando contra lo público se absorben sus formas para mantener un discurso neoliberal...como cuando los bancos recibieron sin rechistar el dinero del gobierno, vamos. 

La siguiente pregunta es para nota: ¿Por qué Intereconomía no ha optado por convertirse en un canal de pago? Sería lo mejor y lo más coherente. Sus espectadores colaborarían con el mantenimiento de la cadena abonando todos los meses una cuota por disfrutar de la programación de Intereconomía. Al parecer tampoco es viable por razones que creo he analizado solamente por encima: sus televidentes responden a un perfil poco dado a las modernidades del pago por visión, no tiene un target demasiado específico (hay jóvenes, hay viejos, hay público rural, hay público urbanita...con una sola cosa en común, la tendencia ideológica) y, claro está, en abierto su audiencia en abril fue de 1´6%, un record para la cadena sustentado por el éxito del futbolero "Punto Pelota" que dirige Josep Pedrerol. Una audiencia bajísima en abierto, normalmente, es complicada de atraer a una forma de pago por visión.

Bien pudiera ser que todo esto no fuera más que una de esas campañas arriesgadas de marketing para aunar aún más a la audiencia de Intereconomía, para intentar que los buenos resultados aumenten pero, la verdad, de ser así no tendría más sentido que ahondar aún más en la mala imagen de esta cadena que, basándose en la información, decide falsear sus propios datos para ganar share. 

Si FOX, que es el espejo de Intereconomía, funciona en Estados Unidos es porque mantiene además de unos telediarios y unos programas políticos que hacen que tu córtex cerebral tiemble nervioso es porque, a la vez, mantiene una calidad inmensa en programas de entretenimiento que vende a todo el mundo y que no tienen ideología o, a lo peor, como en el caso de "Padre de Familia" o "Los Simpsons" chocan de manera frontal con lo que parece la ideología central de la cadena. FOX no se mantiene por ser el ariete de la derecha conservadora americana si no por atraer detrás de sí a muchos telespectadores que se acercan a su emisión a ver otras cosas y que bien podrían ser votantes de Obama (de hecho Seth McFarlane, autor de "Padre de Familia" y "Padre made in USA" es un conocido demócrata). Quizás en esa pluralidad, esté el éxito. Por encima de eso no deja de sorprender que, claro está, se quiera uno acercar a las formas de trabajar de una major norteamericana, una multinacional a toda máquina, cuando uno es un grupo editorial (todavía en incierta  expansión). 

Mientras tanto disfrutamos de lo de siempre, de este discurso infame a medias que dice que los medios de comunicación no son rentables pese a que lo son. De esta red de intereses políticos y económicos sustentados por gente incapaz de hacer mover la rueda de los beneficios y, claro está, con un panorama prejuiciado donde cualquier excusa es buena para seguir montado en el burro ande este, galope este, o como dicen los hechos, se muestre al borde de la muerte. De fuera vendrán unos buitres que se lo acabarán repartiendo. Hay días en que uno piensa que, a lo mejor, no lo podrán hacer tan mal como estos.  

lunes, 23 de febrero de 2009

Menús para modernos



Mi pueblo tiene un cine muy guay. Un cine guay al que la gente no se acostumbra a acudir a la primera sesión de ninguna película por lo que Papá Manson y yo vimos "Dieta mediterránea" (2009, Joaquín Oristrell) completamente solos. Un amigo de mi padre ya nos advirtió antes de entrar: "Id a verla porque es una película que sales encantao y con unas ganas de cocinar y de follar tremendas". Dos sensaciones mejores que las ganas de matar gente, que eran las que recordaba que me producían las comedias dirigidas por Oristrell pese a que mi padre se quejó diciendo que las primeras ansias, las de cocinar, eran fácilmente resarcibles mientras que las otras, las del foglieteo, se nos harían más difíciles de mitigar inmediatamente debido a nuestros respectivos estados civiles.

Paridas aparte la película está bien, divertida, tristonceta y me recordó algo a la grande "No respires:El amor está en el aire" (1999, Juan Potau).


Sobre cocina hablaba el Chef Andrés Madrigal en la contraportada de El País dejando este titular:

"Comí la placenta de mi hija a la naranja". Lo explica así:

"Me recordaba al hígado de cualquier animal de caza. Hice placenta en reducción de naranja y le eché caramelo y un poco de pimienta para que desapareciera la hiel y el posible sabor a caza, y la trituré. Como un batido. La comimos entre ocho. En España no es normal, pero sí en el centro y en el norte de europa. Tiene muchísimas vitaminas. Y fue algo espiritual".

Pensé que la deconstrucción, la cocina con hidrógeno o las impresoras que Homaro Cantu presentó en el Madrid Fusión de 2006 ya eran como la última frontera de la gastronomía pero no, la verdad, los confines del universo fogón son infinitos. Ahora podemos comer placenta y dos aplastantes argumentos: tiene muchas vitaminas y lo comen en Europa. Además, como todo el mundo sabe, comer despojos es muy espiritual. Una espiritualidad de reducción de naranja y caramelo que es un camino más agradecido que el de estoicos, místicos y ascetas pero espiritualidad al fin y al cabo lo que ocurre es que ahora se llama "New Age". Me imagino que Tom Cruise, que le contó su intención a la revista GQ de hacer lo mismo acompañándola del cordón umbilical, no hubiera tenido tantos remilgos de enterarse de que el mal sabor de la pieza de carne podía aminorarse con una buena receta de caza.

Lo más curioso es que preguntas antes se azoraba ante la posibilidad de que un cliente le pidiera un par de huevos fritos:

"(...)Le haría entender que yo no hago huevos fritos, que lo voy a intentar y que tardaré un poco. ¿Y cuánto cobro por dos huevos fritos? Pero que no vengan muchos pidiéndolos, porque no me dedico a eso".

Es curioso que un cocinero no sepa cocinar unos huevos o que no sepa decir el precio (Lucio en Madrid los cobra a 18 euros, si no me equivoco) de algo tan sencillo.

Me parece sorprendente que en pleno siglo XXI todavía atribuyamos a ciertas partes del cuerpo elementos místicos o espirituales: en mi pueblo los mozos, cuando el toro está muerto, caen sobre el cadáver y el que llega primero le agarra las bolas al animal. Después se acerca por el matadero y le entregan dichas bolas (llamadas por allí "turmas") para que pueda cocinarlas en casa y comérselas. Dicen que dan vigor sexual para un año, que te convierten en Nacho Vidal. Sobre cosas que come la gente creo que la mejor peor anécdota me la contaron por teléfono a las tantas de la madrugada dos amigos en avanzado estado de descomposición nocturna: aseguraban haber conocido una muchacha que les instruyó en los beneficios de la alimentación por regurgitación.

Lo que comemos, al parecer, transmite un mensaje. Bien lo sabe Marco Antonio que fue arrastrado por los pies por todo el Imperio Romano cuando Octaviano y Agripa, que lo habían visto "alimentarse de la carne podrida de los animales muertos en los pantanos", descubrieron que se rodeaba de todo tipo de lujos gastronómicos en su palacio de Alejandría. "Es un blando y se ha amariconado" pensaron. Le dieron cera. Si lo hubieran visto comiendo cosas pochas o, incluso, la placenta de un ciervo vuelta y vuelta el Triunvirato se hubiera mantenido hasta nuestros días.

Hace relativamente poco una conocida me confesaba que se había hecho un tratamiento de belleza a base de diamantes y oxígeno. Te tumbas en pelota dentro de una campana de plástico y te van colocando algunos diamantes pequeños sobre el cuerpo mientras una máquina suelta oxígeno. Al parecer hay que saber colocarlos para que hagan una especie de campo de fuerza que es más beneficioso si se aspira "otro" elemento puro. El precio exhorbitante. Cuando le dije que no recordaba que el Diamante fuera un elemento de la tabla periódica de los elementos me mandó, claramente, a tomar por culo. ¿Quién dice que la imposición de piedras preciosas es beneficiosa para la piel? ¿Margaret Astor? ¿Al idiota que se le ocurrió freir la placenta y comérsela?

Vieja superchería a precios competitivos. Que nadie diga que cada día estamos más lejos de la caverna porque, en realidad, me parece que nos vamos todos a ella...eso sí, con el Ipod colgado de la oreja.

Nota del Insustancial: Creo que a alguien le han dado un Oscar y que es de Alcobendas pero, la verdad, no estoy muy informado porque en el pueblo sólo puedo ver la Primera, Antena 3 y Telecinco...y no tengo internet.