miércoles, 30 de junio de 2010

Hijos que devoran a sus estúpidos papás




Hoy Fran me ha hecho llegar una noticia bastante interesante: Una estudiante ha demandado a sus padres para que le suban la paga mensual de 600 a 800 euros.

Lo primero que se me ha venido a la cabeza es la inmensa rabia de que, en tiempos de estudiante, no se me ocurriera semejante argucia para sacarle los cuartos a mis padres. Las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y saben tocar las teclas necesarias para extorsionar a los progenitores, se acabó ese tiempo de arrumacos, de yo bajo a por el pan, de decir gracias por todo, de ser bueno, de ser pánfilo...¿Os acordáis de esas miradas acusadoras de "Este quiere algo"? ¿Qué padres no han sido avisados por su sexto sentido de que, tanta meliflua palabrería y tanto acto desinteresado, no eran más que una treta para llegar una hora más tarde o para sacarles quinientas pesetillas de más para adquirir alcohol y tabaco?

Se acabó, una demanda a tiempo es una victoria (a medias porque se ha desestimado la demanda), y la próxima vez que vayan a negociar tu paga se lo pensarán dos veces. Recuerden esto: los padres se ablandan con más facilidad si temen que sus vástagos hacen el ridículo o mancillan el buen nombre de la familia. Si llegas con dos copas a casa tus padres no te collejean porque seas un alcohólico en potencia sino porque es muy posible que hayas meado en el rellano, te hayas cruzado con varios vecinos que te han visto potar por el hueco de la escalera etc. Una progenie de chuzos es una cosa pero, cuidado, porque una progenie de demandantes es un nivel de vergüenza pública excesiva. Cualquier padre pagará lo que sea necesario con tal de que los murmullos, los comentarios a sus espaldas difícilmente disimulados y los dedos inquisidores cesen de una vez y puedan bajar al bar para mezclarse con el resto o ponerse en la cola del supermercado sin tener que aguantar un chaparrón de preguntas chungas (¿Qué abogado tiene la niña?) o falsas frases de conmiseración ("Nos hemos enterado, qué pena, con lo buena chica que parecía...). 

En mi familia, cuando alguien saca los pies del tiesto, decimos que "ha dado la campaná". Si alguien dice que has hecho semejante cosa es que has caído realmente bajo (no has asistido a un entierro de un ser querido, le has robado el dinero a la abuela, te has metido a puta, chapero o traficante...). Digamos que la estudiante de Lugo ha dado, efectivamente, una "campaná" bastante sonora. 

Cuando ocurren estas cosas pienso mucho en los hamsters. Esos simpáticos roedores que, cuando tienen camadas excesivas, se comen a parte de la misma para que el resto puedan comer. Cuanta inteligencia demuestran estos roedores. Me imagino que la mamá de la estudiante gallega pensará que hubiera sido mejor comérsela que aguantar a semejante alimaña. Y lo digo desde el cariño y el respeto que me produce una muchacha capaz de llegar a los tribunales para demostrarle a sus padres que son unos roñicas.

Cuando he leído la noticia he pensado, misericordiósamente, que este tipo de cosas son las que hacen felices a personas como Jimenez Losantos, Prada, Vidal y otros observadores de la moral que se lanzarán a decir cosas como que todo es culpa de un sistema educativo nefasto, de la modernidad,  de que se han perdido las buenas costumbres, de que estas cosas no pasaban antes pero, no es cierto, lo cierto es que los enfrentamientos paterno-filiales han sido la salsa de la historia de la humanidad: El Imperio Romano estuvo trufado de ególatras malcriados que asesinaron a su familia por un puñado de sestercios y, sólamente, en la dinastía claudia pueden encontrarse a Calígula o Nerón que, pese a su educación, y de venir de buena familia dieron cuenta de hermanitos, hijitos y otros parientes directos para seguir disfrutando de las cosas buenas de la vida como montar orgías o generar incendios y no digamos la cantidad de hijos enfurruñados que nos encontramos en la historia de las monarquías de todo el mundo...

Es por ello que la noticia de que una estudiante haya demandado a sus padres es una de esas cosas que nos devuelve de una patada en el culo al siglo XIII (día más, día menos) y eso ni está bien ni está mal simplemente es lo que hay. 

El problema, en el fondo, es que hay gente educada para reinar desde los tiempos de Mary Castaña (¿Se escribe así?).  La personita que ha reinado en su hogar lo pasa un poco mal cuando sale a pasear por la vida diaria y se da cuenta de que no todo el mundo está dispuesto a complacer sus caprichos. Lo normal es que el "Rey destronado" se enfurruñe y monte mucho lío y se tire al suelo y patalee por la injusticia pero, sinceramente, este tipo de caprichoso es un caprichoso 2.0 que ha decidido demandar a sus padres. Échale cojones, Meriloles.

En este caso concreto, si yo hubiera sido el juez, le hubiera dado la razón a la muchacha y hubiera obligado a los padres a pagarle no 200 pavos más sino 400 para redondear la cifra en 1000. Tranquilamente hubiera mirado a esos dos progenitores y les hubiera dicho: "He dictado esa sentencia para que recuerden que han educado como el culo a esta niña...lo único que estoy haciendo es ser coherente con ustedes y seguir dándole caprichos a la nena porque ya es tarde para obligarla a renunciar a la fantasía que ustedes le han creado haciéndole pensar durante toda su vida que era un ser especial, un ser maravilloso y único como un copo de nieve al que no se le podía negar nada".

Nota del Insustancial: Allá por 1929 la cantante de cuplés barcelonesa Pepita Ramos, conocida como "La Goyita", cantaba una canción titulada "Madre comprame un negro" en el que demandaba no solo la compra de un ser humano sino que este, como extra, supiera bailar charlestón. La canción, la parte instrumental la llevaba el grupo Crazy Boys, resultó un éxito de enorme calibre. Tanto que en 1930 "La Goyita" grabó "Al Congo" junto al cómico Baldomerito cuya primera estrofa era "Ya me ha comprado/Mi mama un negro" cerrando el círculo. Como la cosa va de gente caprichosa la canción, pese a lo viejuno, me ha parecido óptima.  

lunes, 28 de junio de 2010

La que se avecina o el Redux de la comedia en televisión



¿Se comerían ustedes una tarta de 52 pisos en las que se hubieran remezclado 52 sabores diferentes entre finas capas de bizcocho? ¿No les duele el estómago sólo de pensarlo?

Pues lo que sirve para la repostería sirve en España para hacer series de televisión. En casa nos hemos quedado huérfanos de nuestras citas con CSI, House, Perdidos, The Pacific y Hermanos de sangre y, ya sólo nos queda, disfrutar de "La que se avecina".

No es un mal plan en realidad. Pese a sus evidentes errores, la sal gorda, los chistes sacados de cintas de gasolinera, las tramas costumbristas y la puesta en escena sainetera "La que se avecina" es, posiblemente, la serie donde peor se habla, más barbaridades se escuchan, más violencia física se ve y menos mensaje se recibe. Es una comedia mostrenca que ha sabido leer perfectamente lo que es actualmente nuestro país: un lugar que se niega a perder lo peor de sus raíces casposas y, sin embargo, tampoco tiene empacho en recibir todas las cosas de la modernidad.

Miren a su alrededor y descubrirán que los paletos de hoy van vestidos como los de ayer pero con más colores y portan consigo una ingente cantidad de material tecnológica que les sirve, teóricamente, para comunicarse. Nunca la gente tuvo más cosas para decir lo que pensaba y, seguramente, menos cosas que decir.

Es la serie producida por José Luis Moreno una cosa, un invento, un asunto que se estudiará dentro de unos años como la demostración de que el revoltijo también vale pero, sobre todo, que en España nadie se conforma con poco y preferimos mezclar muchas cosas y ver si la cosa vale. "La que se avecina" apesta un poco a cocido porque, en realidad, está concebida bajo el mismo concepto que el cocido: echar cosas a un puchero con agua hirviendo a ver si nos sale una comida consistente que sea sopa, garbanzos, carne, ropa vieja, arroz al horno, croquetas...¿No es maravilloso?

En realidad en "La que se avecina" caben todas las series: hay un matrimonio de gruñones (Los Rodper), hay modernas con ganas de pillar cacho (Sexo en Nueva York), hay un bar (Cheers), hay familias hechas polvo (Matrimonio con hijos), hay peña casposa (La pareja basura), hay un político (Sí, señor ministro), hay amigos (Friends), señoras viejas (Las Chicas de Oro), artistas venidos a menos (Extras) y, sobre todo, y es algo que me sorprende un nivel de vitriolo democrático, es decir, es una serie que propone reírse de la clase media que es algo que no existía en otras series de éxito en nuestro país como "Los Serrano" o "Médico de familia" donde la gracia estaba en reírse de los paletos/as, de los mucamos/as y un largo etcétera de sirvientes y trabajadores de a pie. 

Tiene su gracia que todo se desarrolle en un bloque de viviendas moderno en apariencia, es más, el propio edificio es un símil de lo que digo anteriormente: sus creadores han decidido trasladar a todas sus influencias y las han puesto a vivir juntas en el mismo bloque a ver que pasa. "La que se avecina" es una galería, un museo de la televisión donde se expone...quiero decir, es una barraca de feria donde se expone toda la chamarilería catódica de los últimos años. Siempre da la sensación de que cualquiera de las parejas podrían tener un "spin-off" propio pero que se ha optado por mezclarlo todo, por el cocido televisivo, y a ver que sale.

Por ahora les ha salido bien aunque sólo sea porque, ahora mismo, no tienen mucho rival entre la producción nacional (la extranjera nunca es un rival, ya se ha demostrado que las cadenas opinan que las series de éxito fuera son cosas "para frikis" como me dijo hace tiempo un señor muy importante) y porque en el fondo, cuenta en tono de parodia todos los problemas que uno se encuentra en el bloque y sus personajes de tan malos, odiosos, malhablados, gañanes, tristes, imbéciles y etc. se parecen tanto a los vecinos (o a nosotros mismos) que al final uno les acaba cogiendo ternura.

Que actores de la calidad de Jordi Sánchez (compañero de Joel Joan en el teatro y coescritor de Krampack y la enorme "Excusas"  además de muy conocido en Cataluña por series como "Plats bruts") hayan acabando en esta serie dice mucho del olfato de la factoría Moreno para esto de los actores. La nómina cuenta además con Chiapella o Nathalie Seseña, Eduardo Gómez, Antonia San Juan (que parece que se interpretara así misma después de haber perdido aquel Goya en la gala que presentó)...

En definitiva "La que se avecina" funciona por casposa, por aborrecible, por chunga, por demente, por cochina, por tarada, por feísta, por casposa, por oler a patio de vecindad y también por moderna y tontorrona. Nunca tantos defectos sirvieron para tanto, la verdad. 

Nota del Insustancial: "Burning down the house" es una canción de Talking Heads incluída en el disco "Speaking in tongues" (1983, Sire) y como hablaba de una casa y tengo debilidad por este grupo...pues aquí está.

¿Gasol? ¿Quién es Gasol?



No hay forma de explicar por qué Pau Gasol no ha sido elegido MVP de las últimas finales de la NBA en favor de Kobe Bryant. Ahí estaba el ufano 24 de los Lakers recibiendo el trofeo de manos de la leyenda del baloncesto Bill Russell en medio de la pista, mientras Gasol, detrás de él, lloraba como un crío.

Era normal, este anillo le ha costado a Gasol un esfuerzo titánico. No solo ha superado todos los handicaps físicos que le ha reportado una temporada extenuante si no que el cuerpo técnico del equipo le ha pedido que tirara menos y echara el resto en asuntos defensivos y de pase. Es decir, le han pedido un esfuerzo en favor del colectivo al que ha respondido eficientemente y, no solo eso, ese sacrificio le va a impedir competir con la selección española en los próximos mundiales ya que ha renunciado a participar en la competición FIBA para estar mejor físicamente en la próxima temporada. Si tenemos en cuenta que Gasol cumplirá 30 años el 6 de julio es previsible que ya no podrá participar en ningún otro mundial ya que tendrá 34 para la siguiente cita.

El esfuerzo de Gasol no ha valido para nada en términos de reconocimiento. Los periodistas norteamericanos siguen tachándolo de ser un jugador que "se esfuerza poco". Algo absurdo y ridículo si tenemos en cuenta sus números y todo lo anteriormente citado. El problema de Gasol es que es tan bueno que parece que todo le sale fácil: pese a medir 2´15 hizo las veces de ala-pivot en Memphis (o sea, tirar y coger rebotes) y en los Lakers Phil Jackson, el entrenador, lo ha ido derivando a la posición de pivot más defensor que tirador por culpa de una plantilla débil en esa posición (Mbenga, el único pivot nato no juega) que ha obligado a que Artest y Gasol se esfuercen en tareas defensivas. Por otro lado Gasol, que es un jugador excepcional, no es del gusto del actual parámetro de triunfo que obliga a los jugadores estrella a hacer 15 o 20 partidos durante la temporada regular en el que se conviertan en Juan Palomo, es decir, tirarse hasta las zapatillas y a hacer dos o tres mates para la mejor jugada de la semana. No es que Gasol se esfuerce poco, es que todo le sale bien y sin ese esfuerzo extra del gesto chulesco. 

Hay un tipo de deportista que parece que lo hace todo fácil: Xavi, Bolt, Comaneci, Zidane, Gasol...

Hay todavía mucho prejuicio en la NBA con los jugadores extranjeros: desde la llegada de estrellas europeas a la liga norteamericana se ha escuchado el mismo sonsonete. Divac, Volkov, Sabonis, Marchulonis, Jasikevicius, Jaric, Rudy, Nocioni, Petrovic, Calderón, Marc Gasol...Ninguno de la primera hornada de estos jugadores consiguió llegar a equipos grandes (Hawks, Golde State, Nets, Trailblazers...) o a equipos que estuvieran en su mejor momento (el caso de Divac en los Lakers) y los de la segunda han tenido que sufrir para llegar hasta los grandes (Ginobili a los Spurs o Gasol en los Lakers)  pero nunca han encontrado demasiado reconocimiento.

Sí lo tuvieron jugadores extranjeros entrenados dentro del  sistema americano como es el caso de los alemanes Schrempf o Nowitzki, el holandés Rik Smits (¡Considerado un segundón pese a haber llevado a los Pacers a la final de la NBA!), el nigeriano Hakeem Olajuwon...

No es de extrañar que los extranjeros se larguen de la NBA, en su mayoría, asqueados del trato recibido (Garbajosa) o busquen largarse (Nocioni, Rodriguez, Rudy...) o se larguen (Navarro) hartos de ser manejados como material sospechoso o como moneda de cambio. Cada renovación contractual es un puto infierno que lleva a las directivas de los equipos a negociar a la baja o, absurdamente, a deshacerse de ellos por cuestiones económicas o de "profunda renovación" (¡Já, Gasol vendido a Lakers por los Grizzlies!") mientras que cualquier jugador norteamericano con dos buenos años en la liga universitaria (cada vez más de capa caída) no tiene problemas para sentarse en el banquillo de un grande. 

Ahí estaba Gasol llorando como un crío mientras la presunta estrella de los Lakers se llevaba el trofeo al mejor jugador de la final pese a haber sufrido, más que nunca, esa ansiedad que ataca últimamente a las estrellas desde que la presión de los publicistas es insoportable: Cristiano intentando jugar en todas las facetas del Real Madrid, Kun soliviantando a la grada con su enésima y estéril gambeta en el Calderón, Messi asfixiado porque las cosas no le salen en este mundial (no me extraña porque tener todo el día a Maradona disfrazado de predicador de la iglesia evangelista gitana soplándote en el cogote debe de ser horrible), Lebron James saltando en mil pedazos y llevándose por delante a los Cavaliers cuando eran favoritos...  

Gasol sigue ahí, haciéndolo fácil, esforzándose al 100% aunque sea a costa de tenerse que transformar en un defensor, en el nuevo "gusano" de Phil Jackson. Es increíble que la prensa americana haya hablado de Ron Artest, Bynum, Odom y Fisher y se haya olvidado a Gasol como si fuera el sexto o séptimo hombre de la plantilla. Me pregunto qué sacrificios han tenido que hacer esos jugadores o el propio Bryant para llegar ahí, a la primera página de los periódicos deportivos de toda una nación, cuando siguen siendo jugadores tremendamente individualistas, tremendamente faltones con este juego, cuando tienen agujeros técnicos y tácticos que les impiden seguir la pizarra en condiciones en algunas fases de los partidos clave.   

Responsabilidad. Esa es la palabra que definirá la carrera de Gasol. Tener siempre el juego en la cabeza, cumplir, saber cuando se la tiene que jugar. Parece que no vale y, por eso, es normal que haya cierta falta de respeto dentro de la cancha hacia los jugadores extranjeros que siguen recibiendo más faltas, más desplantes (Garnett de los Celtics se ha encarado con Calderón y con Gasol y suele perseguir a cualquier jugador extranjero por toda la cancha...recibiendo, normalmente, un ejemplar rapapolvo por ser un idiota incapaz  de concentrarse en las cosas importantes).


(En el vídeo no se ve pero Calderón hace un pase magistral a la derecha para que Bargnani, italiano, clave un triple...)

No hay gloria para los tíos como Gasol en la presunta mejor liga del mundo, no hay lugar por tanto para los fundamentos de este deporte que se ha convertido en el otro continente en un correcalles lamentable donde todas las jugadas se basan en el pesado pase-tiro de la estrella, el 4000 lanzamientos estériles en cada partido y en dos o tres alley-hoops para el youtube. 

Es chocante que sigamos intentando triunfar allí cuando todo apunta a que, en realidad, se sentirían mucho más a gusto sin saber que fuera de sus fronteras hay más talento acumulado del que puedan pensar y más cuando los norteamericanos han demostrado que pueden jugar bien, o espectacularmente, si siguen la máxima de este deporte de equipo. Lo demostraron en la última olimpiada donde se conjuraron para acabar con el ridículo espantoso de las últimas citas internacionales en las que dejaron al descubierto todas sus debilidades. Marcaron el camino: jugaron en equipo, se sacrificaron, tiraron lo justo...y se aprovecharon de la fama de la NBA para presionar a la FIBA para encontrarse a gusto con el arbitraje que, de cuando en cuando, les pita esas cositas que sólo se pitan a la selección norteamericana. No les quito mérito con esto último, simplemente les devuelvo un poco la pelota. La verdad, ya se les puede ganar aunque ellos no se den por aludidos más que lo necesario.  

Nota del Insustancial: "Ch-check it out" fue el primer single del album "To the 5 Boroughs" (EMI) de  Beastie Boys. El grupo de rap está formado  por Adam Yauch (MCA), Mike Diamond (Mike D) y Adam Horovitz (Adrock) que son de ascendencia judía y no responden al  estereotipo de rapero que la industria musical sigue manteniendo (pese a Eminem, Rage Against the Machine, Cypress Hill...). Si ellos pudieron triunfar está claro que también se puede triunfar en la NBA siendo croata, argentino o español.  

sábado, 26 de junio de 2010

Lo malo de no echarle tiempo o como lo "pasemos" de bien en Casa Vasile

Les cuento una anécdota: un director llama a un guionista y le pide que trabaje en un guión a toda leche porque tiene que entregarlo para hacer una película. El guionista le pide la mitad de la pasta y, cuando la recibe, se lía un poco con las cosas de la vida y con tener dinero en el bolsillo después de mucho tiempo y, cuando llega la fecha de entrega sólamente tiene unas cuantas ideas anotadas. El director, preocupado, le llama y el guionista buscando una última vía de escape le dice "vale, voy por tu casa y lo terminamos juntos porque no lo tengo claro". El director, apremiado, le dice que vale. El guionista acude, el director se pone delante de la máquina y el guionista poco a poco va soltando ideas medio hiladas que puedan llegar hasta la ansiada página 90 o 94. Pese al disparate, el barullo y el atropello la noche se alarga y el director sigue tecleando un poco mosqueado por los pasos que está tomando el guión. El guionista, acorralado completamente, encara la última secuencia en la que se le ha ocurrido que todo termine en un juicio. El director le apremia a terminar y él dice, "ya, ya tengo la última frase, apunta". El director sigue tecleando sobre la máquina mientras el guionista dice: "En verdad, señor juez, que no hay fresón como el fresón de Aranjuez y....ya, fin". 

Obviaré el nombre de ambos protagonistas, por ser ellos lo suficientemente reconocibles, pero ni que decir tiene que ni la película se hizo ni el guionista cobró el otro 50%.  

No tengo dudas de que algo parecido debió de pasarles a los guionistas de "Perdidos" en la última temporada: quizás las fechas eran muy ajustadas para terminar un guión decente, no se pusieron de acuerdo en cómo terminarla o, simplemente, estiraron demasiado un truco lo suficientemente agotado en las cinco campañas anteriores. Como decía uno de los protagonistas de la anécdota que encabeza esta entrada "hay películas que van perdiendo estrellitas de los críticos con los años y otras que las van ganando". Se puede aplicar esto mismo a las series de televisión, me imagino, el final de "Perdidos" es sólamente el resultado de una serie de guiones torpes y propios de gente que no se entera porque está a otras cosas.

Siempre que alguien me pregunta sobre como se escribe una historia le cuento, básicamente, lo mismo: usa el sentido común. Es decir, aplícale cierta lógica a los movimientos de los personajes y permite que circulen diciendo cosas coherentes, que hablen como hablarían, que actúen como deberían de actuar. Da igual que estes escribiendo una película de barcos o una serie sobre un vecindario: todos los personajes tienen que estar cubiertos de cierto sentido común, si eres capaz de aplicarlo, es posible que tengas una historia que no se caiga a pedazos. La simple aparición de una pistola en una narración (me estoy refiriendo a nuestro país) es ya un embrollo que hay que explicar porque la gente normal no suele guardar pistolas en su casa y, por lo tanto, tendrás que explicar de donde viene esa pistola y, sobre todo, por qué el personaje que la tiene sabe empuñarla. Si eres capaz, estás en el buen camino.

Este año Cesar Strawberry y yo fuimos requeridos por Casa Vasile para escribir una serie de bajo coste para uno de los canales de TDT de dicha cadena. Aplicamos esa misma lógica dentro de una comedia chiflada que se parecía más a "Los Informáticos" o "La Pareja basura" que a "Friends" o "7 Vidas". El caso es que, durante un tiempo, nos dejaron hacer y parecían encantados con que estuviéramos escribiendo una serie sobre gente tarada. Estuvo bien porque, durante algunos días, pensamos que de verdad iban a rodar nuestros guiones sin tocar ni una sola coma y a respetar la dictadura total del absurdo. 

En estas apareció una vieja gloria de las series juveniles en una de las reuniones para decirnos, muy cordialmente (que es como se le dicen las cosas a un tío con los brazos tatuados y al gordito nervioso que tiene al lado), que la serie "fallaba". Todavía quitándonos las legañas de la estupefacción dejamos al pájaro darnos una charla sobre la necesidad de hacer unos personajes menos extremos que se expresaran en términos "más agradables" para la audiencia, que esas cosas estaban bien pero que el público no las iba a entender. En lugar de darle dos tortas nos echamos a reír tan alto y tan fuerte que estuvimos a punto de caernos de la silla, por un  lado porque el discurso de "yo se lo que hay que hacer" nos pareció una de las cosas peor planteadas, más ampulosas, más llenas de tópicos y menos interesantes de la historia y, por otro lado, porque creo que el compinche y yo mismo tuvimos un simultáneo ataque de realidad o, lo que es lo mismo, tomamos conciencia de donde estábamos, con quien estábamos y lo que estábamos tratando de vender. ¿Casa Vasile comprando guiones de ese tipo? No lo creo, amigo. 

Dos días después, y con un frío e-mail, nos comunicaron que estábamos "fuera del proyecto". Comprendimos que habían aplicado el sentido común: Quiero "Aída" no vuestro rollo.

El caso es que cogieron a otro equipo y la serie anda rulando por la parrilla de la TDT con más pena que gloria. Lo que me lleva un poco al principio: al fresón de Aranjuez. Es verdad que es malo no atender a tu trabajo pero, también lo es, pedir milagros en una semana. Es contraproducente. Es una de las razones por las cuales la ficción tiene un camino tan malo, en algunos casos, en nuestro país: las cadenas parecen desconectadas completamente de la realidad y actúan como esos clientes pesados que jamás se dejan aconsejar sobre nada. Mal hecho. en la BBC no entienden muchas de las series que producen como cuenta, solapadamente,Ricky Gervais en su estupenda "Extras" pero las ruedan y las estrenan olíéndose que al otro lado de la pantalla hay gente que sí las va a entender. En nuestro país eso no ocurre. Si nos fijamos en un formato de producción, aunque sólamente sea por recursos, es mejor tomar a los ingleses como referencia y no a los norteamericanos que nos llevan años luz.

Por otro lado es absurdo ese "sí o sí" de producir a toda prisa y, lo que es peor, exigir que se escriba a toda prisa con la esperanza de recortar un poco el presupuesto. Si a un arquitecto le dices que tiene que ahorrar en las calidades de los cimientos lo normal es que te diga que se te va a caer la casa encima.

"Perdidos" es el ejemplo de que no se pueden hacer las cosas mal, de que hay que cuidarlas hasta el último minuto para no dar el resbalón.

Nota del Insustancial: Rajoy División es una formación de Valencia (yo diría que representan todo aquello que es bueno y justo por tierras valencianas)  que afirma "hacer música para triunfadores" y como esta es una historia sobre fracasos me parece que daban el punto perfecto. Si quieren saber más sobre esta banda y sobre su frontman, Alex Martí, visiten el blog losperrosdelcurro.blogspot.com una de las mejores cosas que se escriben en la red.

jueves, 24 de junio de 2010

10 cosas del verano que dan pena...



1. Adultos chupando polos: Sin duda una de las cosas más aberrantes que uno puede ver por la calle en estos días. La cosa se multiplica por 1000 si el señor/señora chupa con delectación una bola de helado servida en un cono de barquillo, la cara de absurdo, la lengüecilla chuperreteando la golosina y el helado hecho líquido manchando las comisuras y formando guacheras es, simplemente, superior a mis fuerzas. La gente mayor debería de comer helados en su casa. Les cuento una anécdota: un día vi al ex juez Gómez de Liaño chupando un helado mientras iba con su señora del brazo por la Plaza del Perú de Madrid y supe, instantáneamente, que además de ser corto de luces era seguramente una persona de poco fiar.

2. La chancla placa-placa pour homme: Andar por el asfalto de una ciudad con un calzado tan mínimo debería de estar prohibido por ley. Y punto. Automáticamente pienso en pinreles sucios de polvo y de guarrería y me pongo malo. Además los hombres que van en chanclas tienen tendencia a quitárselas en todas partes y a poner los pies sudados por el roce con la goma y manchados en cualquier parte. Entiendo que en el Tercer Mundo, donde la cosa está mala y el clima lo permite, la gente opte por un calzado cómodo y fresquito pero la verdad aquí no es una opción. Otro efecto tonto de los hombres con chanclas es que andan como patos con ella poniendo los pies a las 10 y 10 e impulsándose con el pecho para compensar la falta de sujección lo que provoca unos andares propios de Paquirrín y/o "el pecho palomo". No es bonito. Es caca.

3. La terracita "PUM-PUM": Es ese antro maldito que aparece en las zonas principales de las ciudades y que tiene la música tan alta que es imposible entenderse a cualquier hora. La molestia de acabar sentado tomando algo en semejante establecimiento sin paredes se multiplica por un número enorme de camareros que se creen guays y que ponen cara de culo y unos precios exorbitados. El ambiente quiere ser coqueto porque predomina la intención de hacerlo veraniego pero, en realidad, las plantas de plastiquete y las sillas de plástico de propaganda le dan aspecto de burdel de tres al cuarto con ínfulas. Horror. 

4. El programa "fresquito": Es una especie de gala hecha en un lugar humillante donde se suceden las actuaciones que dan pena y los humoristas de vergüenza ajena. Dicha mezcolanza sólo podría ser achacable a la cantidad de neuronas que reblandecen las temperaturas. Como la televisión es tan mala pues casi no te das cuenta de que  te están colando la misma carroña de siempre bajo la etiqueta de "fresquito" o, peor, "ligero". La única manera de diferenciarlo es que el programa "fresquito" tiene una profusión de escotes importante para las presentadoras y que los presentadores van en mangas de camisa levantaditas como si no hubieran superado una especie de complejo de inferioridad con Bertín Osborne.

5. La gente que engaña a los turistas: No hay nada más triste que ver como algunos se ganan las castañas timando a los extranjeros y vendiéndoles fruslerías típicas o subiendo los precios de una ración de Paella D´or (infierno de sabor calentado al microondas) un 400% en cuanto denotan que el personal habla un poco raro. No se me escapan esos guías turísticos de paso ligero y verbo fácil que espantan al personal contando trolas inventadas sobre cualquier monumento y extendiendo más allá de nuestras fronteras que somos un país de cutres que apuñalarían a su madre por un par de yuanes crujientes. Si los extranjeros fueran conscientes se quedarían en sus países y luego nos invadirían para limpiar tanta vergüenza. 

6. El "playlist" del verano: Una tortura parecida a la que sufren los de Guantánamo. De pronto, en cuanto nos pegan dos rayos de sol en la quijotera, todos los bares se lanzan a programar sus spotifys con la música más truculenta y abyecta que se haya producido alrededor del planeta. Como estamos de vacaciones y pedos porque nos han dado alcoholazo del malo pensando que éramos turistas la mayoría de la gente traga con una música mortal profusa en flamenquito rumbero, tecno barato y machacón hecho para panolis y cualquier mierda cantanda por un triunfito o aspirante a ello. Si los americanos asocian el verano a los Beach Boys nosotros hemos pasado del sacrosanto Peret a un barullo sónico que haría revolverse al Pescaílla. 

7. El Mundial: Joder, qué coñazo. Es sólo cada cuatro años pero nunca, nunca, habíamos sufrido tanto gañanismo informativo y tanto despropósito. Por encima de ello la campaña de Burguer King con Manolo el del Bombo que es una cosa fea y hortera y, seguramente, punible si uno escarba en la Convención de Ginebra adecuadamente. 

8. El chorrete: Sí, no quiero ponerme escatológico pero el chorrico de sudor que se te hace entre las ancas del trasero es una de las cosas más incómodas de esta época del año. Desconozco si las damas tienen el mismo problema pero, me temo, que un 99% de los señores sufren esta tremenda contrariedad. Siempre que he ido a Londres he visto con pánico como los trenes del Metro están acolchados y siempre pienso lo mismo: "Joder, la cantidad de chorretes y de pedos que deben de absorber a diario estos sillones...y más con la dieta de esta gente". Una vez, en pleno festejo, ofrecí a un amigo 20 libras si era capaz de darle un tímido beso a aquellas esponjillas y descubrí que ambos pensábamos lo mismo, en lo antihigiénico de aquello. 

9. Sillas de plástico: Un horror. Ves una terraza normal y, dices, mira vamos a sentarnos allí mismo que nos claven y nos traten mal y miras otra vez y dices, oh la lá, mira esos alemanes se marchan vamos a coger sitio y cuando te sientas notas que te has quedado pegado a la sudorina del señor y que la tuya propia comienza a pegarse literalmente a la silla. Cuando te levantas, sin dinero, descubres que tienes la espalda como el muro de contención de una presa. 

10. Apartamentos de verano: Los apartamentos están decorados con todos los muebles viejos y las cosas feas que uno no quiere tener en su casa. Si es propio uno tiene que aguantar el tipo de vivir en una casa con un sofá roto y unas sillas casa una de su padre y de su madre pero, cuando es alquilado, y te llevas la sorpresa de que te la han vuelto a colar te cagas en toda la familia del señor que te ha cobrado un potosí. Un detalle encantador de las segundas viviendas es que la gente ocupa las mismas habitaciones que cuando eran críos y se encuentran compartiendo cuarto con el hermano, el primo o la esposa (en los casos más desesperados) decorado con posters del Teleindiscreta y con un mobiliario de ensueño lleno de pegatinas de diversos mundiales de fútbol. Un año los sospechosos habituales compartimos un apartamento al que llamamos cariñosamente "Abu Graib". Años después alquilamos otro y nos confundieron con Guardias Civiles pero eso es otra historia.    

Nota del Insustancial: He puesto "La mujer portuguesa" de El Niño Gusano porque en esta vida siempre hay cosas por las que merece la pena seguir respirando.

miércoles, 23 de junio de 2010

Libros y cosas, realidades y ficciones, alta y baja cultura


Leer "El Proyecto Williamson", una novela de Grisham, me ha llevado a atacar (por fin) la biografía que tenía en casa sobre Truman Capote escrita por Gerald Clarke. No tiene nada de raro: desde la página número 1 el libro de Grisham es un homenaje a "A sangre fría".

Siempre he sospechado que muchos autores de best-seller son unas almas cándidas. Es decir, carecen de la malicia que caracteriza a los autores consagrados y, por ello, sus narraciones no son una calculada estrategia comercial sino, más bien, la muestra de que nos encontramos ante un escritor o escritora con una cosmovisión más bien plana y un sentido de la vida trepidántemente peliculero.

Un día Fran me sorprendía contándome que la escritora de la saga de Crepúsculo, Stephanie Meyer,  es una devota mormona y que, posiblemente a causa de ello, había disimulado en tanto vampiro y en tanta bella damisela sus propias proyecciones sobre la sexualidad que, a su vez, conectaban con la imagen que tienen los adolescentes de todo el mundo.

Pues algo parecido le pasa a Grisham que en el epílogo de su novela (que va del caso real de un hombre condenado a muerte) se sorprende de dos cosas que llaman la atención: 

1. De que Williamson haya tenido un proceso injusto que lo llevó a vivir 25 años en el Corredor de la muerte de una prisión de Oklahoma. Y eso que el tío es abogado. 

2. De que sea "tan interesante escribir sobre procesos reales". Lo que demuestra que, siendo escritor de éxito, se puede pasar por encima de Capote, de DeLillo o de Zola, por ejemplo. 

Es decir, el escritor de Best-Seller se sorprende más que nada de la realidad. Por un lado de la de los tribunales de justicia y, por otro, de que no haya que inventar una historia para que esta sea atractiva ya que, la vida de algunas personas, se asemeja tanto a la literatura que es casi una vergüenza que nadie se la ponga en blanco sobre negro. 

El caso es que como "A sangre fría" lo tengo bastante leído me estoy engullendo la rica biografía de Capote, titulada en España "Truman Capote" (por si acaso alguien se pierde), que es un logro en sí, casi tanto como las novelas de Grisham: el reto de Grisham es hacer atractivo el mundo de la abogacía lo que necesita, ya digo, de unas grandes dosis de peliculerismo metido en vena porque no hay nada más aburrido que la abogacía (bien lo sabe el letrado extraterrestre Grom el Único) y el de Clarke es hacer atractiva la narración sobre la vida de un escritor que, en vida, se exhibió tan impúdicamente como pudo hasta el punto de que casi todo el planeta perdiera el interés por él en sus últimos años. Que quede claro que ambos lo consiguen sobradamente. 

Pese a todo la biografía de Capote no está exenta de sorpresas, la más grata para mi es que el escritor norteamericano comenzó firmando relatos breves de género. Sí, le iba el terror chungo y gracias a eso comenzó a publicar en revistas como Mademoiselle o Harper´s Bazaar. Lo que me ha hecho reflexionar, poco porque hace calor, sobre el dichoso debate sobre la baja y la alta cultura. 

Digamos que tengo una teoría propia: la denominada baja cultura apuntala el gusto por la gente por la alta cultura, es decir, si uno no escucha a Parchís es imposible que luego guste de The Beatles y, si no ha leído a Mortadelo y Filemón es casi imposible que algún día, sin tener una pistola sobre la sien, se le ocurra abrir un libro cualquiera. Para mi dicha división entre lo sublime y lo entretenido no existe y doy el mismo crédito a una novela firmada por Chabon que a un cómic de Entrialgo, a una peli dirigida por Resnais y a otra de Nacho Vigalondo. Si me pone el corazón contento y me da calorcillo en la tripa me chupa un huevo de donde vengan las cosas. 

Hace no más de una semana me encontré, por casualidad, con un escritor muy minoritario que se lamentaba de que la gente "estaba adocenada" y de que no les gustaban sus novelas. En parte tiene razón pero, lo cierto, es que escuchar comentarios como esos es como escuchar al frutero lamentarse de que, dos tiendas más abajo, hay un frutero a donde la gente sí acude a comprar. Es este punto en el que el artista se convierte en mercader: ofreces tus fruslerías y la gente opta por comprarlas en masa o no. Ni que decir tiene que el artista/mercader puede optar por vender otra mercancía de otra calidad y decidir si quiere pasar de los dramas decimonónicos a escribir novela histórica (tan asquerosamente en boga...dice el colega Toño que es porque la gente no quiere enterarse de lo que pasa y prefiere refugiarse en un pasado falso). 

Explicar el best-seller siempre es feo, de hecho muchos escritores de novelas de este tipo siempre huyen de las complicaciones de explicar su proceso creativo. Al ser, hace algún tiempo, requerido a hacerlo el escritor Carlos Ruiz Zafón arguyó que "la literatura es como el primer beso y que es mejor no explicarla". Una respuesta estúpida que, sin embargo, compartirán otros escritores que, negándose a decir, cosas como "escribo así porque veo las cosas así" o "escribo así porque creo que las cosas son así" se refugian en contestaciones cursis que, me imagino, conectarán con una parte enorme del público. 

No es de extrañar pues que "El proyecto Williamson" sea el primer libro de Grisham en el que el autor vuelca ciertas pasiones personales (entre ellas un conocimiento académico del beisbol que le ha llevado a escribir sobre un ex jugador de las ligas menores metido en problemas o que sea un firme defensor de la abolición de la pena de muerte) y, también, en el que abre los ojos ante la realidad que sus estereotipados personajes -tan del gusto de Hollywood que se apresura a comprar los derechos de todas sus novelas- parece que hasta hace poco le nublaban. Mi estúpida recomendación es que la lean si es que se aburren en este largo verano que tenemos por delante...y que le den una oportunidad a Truman Capote. 

Sobre esto de la cultura decía hace poco Fran Nixon que es algo que no interesa en España. No puedo estar más de acuerdo con él. Las culpas son compartidas: la clase política da mucha pena y nunca ha hecho nada por que se críe cierta vida cultural como una de las formas de ocio alternativas al alcohol y las vaquillas de las fiestas patronales y, por otro lado, nuestra visión de la vida está todavía instaurada en la cuartelera noción legionaria de que hay que perseguir con gritos e insultos a cualquiera que muestre un libro por la calle que hemos heredado de franquismo y que mamamos todavía gracias a este postfranquismo tan alargado y activo que revivimos en estos días. 

Si para ser un escritor de best-seller hay que, necesariamente, quitarse de los hombros la caspa de la realidad no es más cierto que para ser político también lo es. Hoy mismo el Senado, entre vítores, instaba por mayoría al Gobierno a impulsar leyes que obligaran a las mujeres musulmanas a no llevar ni velo, ni pañuelo, ni burka dentro del territorio nacional con la excepción, claro está, de su domicilo. Es decir, se obliga a un grupo de personitas a vivir su religiosidad en la intimidad de su hogar...devolviendo la pelota al otro lado del espejo nos encontraremos una situación calcada a la que se vive en regímenes tan democráticos como Arabia Saudí donde se obliga a la gente que no profesa la religión islámica a no mostrar ningún símbolo religioso que los identifique de forma pública y, llevados a la otra punta de la Historia, nos encontraremos con unos romanos llevando a los cristianos al Circo antes de que estos pudieran decir "Virgen santísima". Y digo lo de ser peliculero porque, imagino, que hay mucha gente que tiene una visión de España (o de Cataluña o del País Vasco, que también han apoyado el requerimiento) donde las señoras van con la falda debajo de las rodillas y rezan el rosario y los hombres pierden el tiempo charlando de cosas de hombres y fumando estupendos puros en las estancias del Casino de la ciudad. 

Digo yo que si quieren hacer cosas sublimes y ser recordados deberían de intentar mancharse un poco de la realidad y no inventarsela o intentarla modificar. Creo, firmemente, que nos sorprenderíamos de los resultados. 

Nota del Insustancial: Creo que es evidente por lo que he elegido el tema de Fangoria titulado "Eternamente inocente", en cierto modo Alaska/Fangoria representa, a mi modo de ver, esa visión algo peliculera y eternamente a la moda ( o a remolque de ella) en la que el artista obvía cualquier conciencia sobre sí mismo y se muestra ante su público de una manera completamente desligada de cualquier concepto o noción de la realidad. No creo que sea petardismo.  

jueves, 10 de junio de 2010

El chulo y la baba (Recuerdos del pelo largo)


Si hay algo que me de miedo, más que los zombies o Nati Mistral, son los chulos. Hay muchos tipos de ellos: hay chulos de pueblo que se empeñan en zurrarse con los forasteros o en hacer que estos no se liguen a las muchachas de la localidad; hay chulos al volante que hacen la vida imposible a los otros conductores o que los retan en los semáforos, hay chulos de gimnasio y de piscina que sacan músculo delante de las nenas y solo se meten en el agua si es para regalarle a algún pobre pardillo una aguadilla, hay chulos de pasillo de instituto, hay chulos de putas...pero, sin duda, hay un chulo que reúne todas las bondades mentales de los chulos del mundo, un überchulo castigador y postinero que, para la desgracia de la capital, arraiga con fuerza en sus barrios y sus plazas.

Hace muchos años iba de camino a encontrarme con un amigo cuando me di cuenta de que no tenía tabaco y se me ocurrió entrar en una cafetería. Mi colega vivía en plena calle Lagasca, barrio bien de Madrid conocido por ser parte de lo que en los 70 y 80 sus propios vecinos llamaban "La última Zona Nacional", y el establecimiento era fino y de postín de esos en los que el camarero te llama de usted y te ponen un platito de almendras fritas para acompañar la bebida a cualquier hora del día. 

Bajé las pequeñas escaleritas del local que estaba casi vacío y le pregunté al camarero que si tenían máquina de tabaco. Desde el fondo de la barra apareció un señor que llevaba una maleta de limpiabotas para decirme "sólo tengo rubio americano y de nacional tengo habanos pero, si se queda a tomar la copita, salgo y le compro lo que usted quiera". Cuando iba a pagarle el paquete de Winston me di cuenta de que dos clientes del fondo de la barra, los únicos, comenzaban a reírse como unos posesos. "Nene, ponle una copa a la señorita que invito yo...que aunque sea fea, tendrá sed" dijo el hombre ante la sonrisilla forzada del camarero. Como soy de lento proceder saqué el dinero de los bolsillos y se lo fui dando al limpiabotas sin entender la gracia. "Ponle una copita a la nena, hombre" decía uno de ellos "venga, venga, dile que qué quiere tomar". 

Cuando la transacción comercial estaba a punto de finalizar el camarero se acercó y me dijo "que esos señores dicen que si se toma usted algo, que ellos invitan". Todavía flipando le dije "No gracias, es que he quedado". El camarero se dirigió a los dos guasones con un gesto de negación pero, antes de que lo hubiera terminado y ya cuando estaba dando la vuelta para irme me llamaron desde el fondo "oye tú, guapa". Como soy gilipollas me giré para encontrarme con dos tipos requetefinos peinados para atrás que con inconfundible garbo y pestuza alcohólica de calidad me miraban con la babilla del vermouth todavía recolgándole de la comisura de los labios. "¡Anda, si es un tío! ¡Pero como llevas el pelo largo pensábamos que eras una chica!". Las risotadas de los dos y un comentario tipo "una tia con barba, mira qué gracia" me paralizaron y me quedé allí en medio como un pasmarote aguantando el chaparrón que del pelo pasó a los pantalones rotos, después a los tirantes que llevaba, a la camiseta de Nirvana, a la camisa de cuadros, a la chupa...tras el chorreo conseguí reaccionar hasta que el que llevaba la voz cantante se acercó mucho y comenzó a llamarme "maricón" y a decirme que como me atrevía a llevar botas militares sucias porque aquello, al parecer, insultaba al ejército en pleno.

Aturdido por aquel enano de pelo grasiento y chaqueta hortera al que el sudor se le caía por las sienes y por las sobaqueras no podía hacer nada más que aguantar el improperio vacilón y llevarme una generosa muestra de su saliva pegoteada por toda mi pechera. "Si es que dejáis entrar a cualquiera aquí joder, que este es un guarro, un rojo de mierda que viene aquí a reírse de nosotros, coño...que este tiene cara de no haber conocido a su madre, hostias, ¿verdad, guapa? ¿verdad?".

"¿Ya me puedo ir?" le dije al colega que siguió gritándome hasta la puerta de la calle como uno de esos perros pequeños que dan ladridos molestos. Ya en la calle y desde la puerta el tío siguió con la cháchara y entonces me giré y le dije gritando "¿Pero tu no te das cuenta que no tienes ni media hostia, facha de mierda?" y avancé un solo paso. Al chulo se le puso una mueca de terror en el rostro y se metió corriendo en el bar cerrando, lo juro, la puerta con su propio cuerpo temiendo, quizás, que me hubiera dado la ventolera sanguinaria bolchevique y se me hubiera ocurrido, de pronto, convertir aquella cafetería de postín en un la masacre de los Romanoff.

Cuando me alejaba por la calle arriba y había caminado unos 30 o 40 metros el chulo salió de nuevo de su madriguera para gritarme "¡Mierda! ¡Payaso! ¡Ven si tienes huevos que te voy a rapar la melenita!" y añadió algo que me llegó al alma y me hizo rendirme a su persona: "¡Peluquera, que eres una peluquera!".

Aquel chulo se parecía bastante a este chulo de aquí....
   


Y uno piensa que vivimos malos tiempos si se permite que los chulos vuelvan de sus cavernas para hablarle así a la gente desde medios de comunicación que se las dan de serios, caballerosos y, sobre todo, de píos. La baba inconfundible del chulo, aquejado de una especie de rabia perruna, es lo que me da miedo, esas bocas sucias y la sensación de que, tarde o temprano, vas a tener que defenderte de uno es lo que me da pánico.

Por ciero, otra reflexión: entiendo que este señor no se hace pajas y que no ha practicado nunca sexo oral...es posible que eso explique su mala hostia.

jueves, 3 de junio de 2010

Zacarías y Eugenio


Nunca pensé que dos personas a las que quería mucho pudieran morir con menos de quince días de diferencia.

El abuelo Zacarías y el tío Eugenio se han marchado para siempre dejando a todos los que les conocimos con la sensación que, pese a que ya eran bastante mayores, se han marchado cuando todavía tenían muchas cosas por hacer. 

Yo no quisiera ponerme a escribir los versos más tristes esta noche, ni a decir obviedades como que no quiero escribir los versos más tristes esta noche. Líbreme Alá de escribir cosas como que eran buenos o que eran justos, que fueron abnegados, entregados, trabajadores, que quisieron y que fueron queridos. Lo fueron porque, de no ser así, ninguno de los que lo conocimos tendríamos esta sensación de dolor y de tristeza aparcada en el pecho, de estar como partido en dos por dentro. Quizás eso también sería una de esas obviedades que no se deberían de volver a escribir nunca, quizás no deberíamos de volver a escribir sobre la muerte por ser este un tema rematadamente obvio con el que, tarde o temprano (y espero que sea tarde), todos tendremos que bregar.

Por no caer en la obviedad les diré que mi Tío Eugenio tocaba el acordeón, puntualmente, una vez al año durante la festividad de Santiago Apostol. No les diré que, de haber nacido en Europa Central o en una zona del mundo donde se apreciara más ese curioso instrumento, hubiera llegado a ser una leyenda de las teclas y el fuelle pero he de reconocer que no he visto a nadie ponerle tanto empeño en dominar un instrumento. Es fácil eso de la "actitud" cuando tienes una banda de rock and roll detrás llena de toxicómanos y tíos tatuados pero intenten aguantar el tipo  con la simple ayuda de un acordeón en una taberna de un pueblo de Extremadura ante una audiencia formada, básicamente, por parientes con tres vinos de más que te demandan "Los pajaritos" una y otra vez   y una estupefacta cohorte de jovenzuelos (nietos, sobrinos y otros allegados) a los que sólo les va el tema moderno...sinceramente, no me imagino a Loquillo aguantando el tipo en esas circunstancias.  

Por no caer en lo obvio diré que mi abuelo Zacarías se habia convertido en un fan del tenis. Nadie sabe, a ciencia cierta, como es posible que un tipo que nunca había cogido una raqueta se convirtiera en un experto en las lesiones de Del Potro, las posibilidades de Wawrinka para alcanzar el TOP 10 o el saque mortal de Soderling...la última conversación con mi abuelo fue sobre las posibilidades de que Rafa Nadal llegara a la final de Roland Garros ante "ese tío fenómeno" que era la forma en la que mi abuelo hablaba de Roger Federer. 

Les diré que ambos tuvieron una enorme pasión por vivir que es una cosa que, al parecer, arraiga mucho más en el espíritu cuando ha tenido antes que aprender a sobrevivir a unas circunstancias duras pero, sobre todo, cuando uno vive a favor y no en contra de las cosas.  

A lo mejor no  debería(mos) de estar tan tristes porque morir de viejo,durmiendo y sin enterarte de que esa hija de puta te está esperando sentada en la esquina de la cama tiene algo de final redondo, de buen final tras una vida plena.

Me quedo con la última frase que mi abuelo Zacarías le regaló a mi abuela Petra antes de irse a dormir mientras le acariciaba la mano: "Mira, así le agarraba la mano yo a mi madre cuando era pequeño...tenía la piel suave como la tienes tú".

Los voy a echar mucho de menos.