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Que quede claro que, aunque no tenía resaca, me parece un sacrilegio igual o de peor calibre intentar levantarme a las 9´30 de la mañana de un sábado como rodar tres películas innecesarias para más gloria del bolsillo de Lucas (George, no Grijander) y para contentar a esas legiones de fans contínuamente insatisfechas que creen, equivocadamente que el placer se consigue acumulando sinsabores (series de TV, películas de animación, precuelas chungas etc.) y no en la revisión de lo sublime. Vale, borrad sublime y poned este ejemplo "camestre" y picantón: me parece mucho mejor echar un casquete semanal satisfactorio que tener toda una semana de gatillazos.
Esto último lo digo basándome en lo que dice la gente por ahí porque, la verdad, a mi todo lo que va sobre el amor -carnal, espiritual, extracorpóreo- se me ha olvidado por completo.
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Yo soy muy fans de las tres primeras, o sea, de las que primero se rodaron. De los montajes originales y de la forma en la que se concibieron para ser ofrecidas por primera vez. Yo digo "La Guerra de las Galaxias" y pronuncio "yedi" y no "yedai". Soy puro, sin micloridianos, me molan las máscaras cutres de los moradores de las arenas (por cierto, ni una sola mención, que cosa más triste) y me va la marcha putanguera de Han Solo y el Halcón Milenario (tampoco ni rastro de una piecica de Solo hibernando en carbonita). Básicamente me gusta la acción, los tiros, los espadazos y tolero el pastelón del "yo soy tu padre" porque Vader es el nazi del Espacio y los ewoks sus particulares perroflautas.
El rollo de donde vienen los jedis y todo eso me la trae cantidad de floja así como la lucha del bien contra el mal (tan mal expresada que todos parecen unos chiflados armados que se persiguen los unos a los otros), la gente clonada y todas esas mierdas me la trae al pairo porque en el mundo freak debo de ser, en realidad, un carca de la peor especie.
Soy un freak-carca desde que leí "Moteros tranquilos, toros salvajes" (Peter Biskind) y descubrí las razones por las cuales la primera generación de auteurs del cine norteamericano, una muchachada capaz de ser profunda como John Cassavettes y rodar como Samuel Fuller, ha acabado convirtiendo la industria cinematográfica en una filial de los departamentos de marketing de Hasbro, Mattel o Bi-bi-bizak (¿Esto va a ser todas las navidades hasta que me muera o alguien va a cambiar el puto jingle? ¿Y el tipo que compuso lo de PC-Cityyyyyy no merecería que lo caparan, en vivo y a la brava?).
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Pues eso, que soy freak pero menos. Por cierto, os recomiendo fervientemente el libro aunque sólo sea por la posibilidad de conocer a Hal Ahsby o la razón por la que Jodorowsky es el responsable de que Dennis Hopper convirtiera una futura obra maestra como "The last movie" (1971) en una cosa difícilmente tragable (aunque dicen por ahí que con dos canutos de marihuana y un/a hippie en pelota picada haciéndote trenzas en el pelo mientras la ves tiene todo el sentido). Lo que no se explica, porque no tiene ningún sentido, es que Richard C. Sarafian -que tiene un nombre como de titular de un spam muy gordo- fuera capaz de rodar ese mismo año la increíble "Vanishing Point" (Punto límite cero, 1971) y diluírse en la década de los 80 hasta rodar la tercera parte de Rocky. Con dos cojones. Este datazo lo cuento porque mi padre sigue confundiendo a Carl Weathers (que hizo de Apollo Creed) con Billy Dee Williams (que hizo de Lando Calrissian)...momento patrocinado por http://www.imdb.com/.
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Pese a todo he disfrutado como un crío en la exposición y me he rebajado hasta niveles insospechados haciéndome fotos con los cacharros y gritando en un momento determinado "¡Quiero ver a los ewoks! ¡Quiero ver a esos pequeños hippies!" o explicándole a unos muchachos ojipláticos a los que su madre daba collejas ("¡atiende, coño!") él por qué todavía, en estos tiempos, se sigue rodando con maquetas -deberíais de echar un vistazo al curro de Emilio Ruiz y su enorme aportación a las pelis de Spielberg y Lucas- y enseñándoles más o menos como se consigue la perspectiva.
Lo que más me ha gustado es que había un grupo de mods dando color a la muestra como representación de lo viejuno, los padres freaks que llevan a sus hijos a conocer los detalles de la saga por que les han salido de Doraemon, los niños prematuramente freaks (especialmente uno armado con un sable laser que intentaba mover las cosas utilizando "la fuerza"...de su propio frikismo infantil y que he intuído que será muy infeliz si persiste en semejantes actividades cuando llegue a la adolescencia) y un grupo de mods a los que daban ganas de preguntarles si no estaban, en realidad, buscando la muestra del Doctor Who o de Quatermass.
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Entre los momentos sonrojantes los instantes en los que mi cuñaíto y yo hemos querido sacarnos el título de Jedis en la Academia "ad hoc" ("la instalación es para niños menores de trece años, señores" nos han dicho) y el hecho de descubrir que muchos freaks creen que es guay lanzarle piropos a las pocas mujeres asistentes con cosas como "tienes la cutis como Amidala" o "seguro que ese trajecito de Leia bailarina ante Jabba El Hut te queda de perlas"). Entre lo francamente negativo que alguien al salir nos haya dicho: "No os olvidéis de que os sellen el pasaporte de frikis que luego dirán que no habéis venido".
Por si fuera poco la expo me ha traído a la memoria algunos grandes momentos: el poster de la película en español que mis primas tenían en su habitación, los recortables de El Imperio Contraataca que venían con los yogures de Yoplait y que te contaban la película de arribabajo, los cromos, una especie de Telenovela que tenía mi amigo Juanma, el olor del Cine Castilla o el día en que, durante una charla, entre trekkies y waries y tras afirmar que Star Trek era una serie de televisión sobrevalorada, una chica vestida de bicho me dijo que no tenía vergüenza y que si la paz y la fraternidad y eso y entonces se levantó un tipo vestido de Jedi (con un traje que le había hecho su madre) y blandiendo su espada de plastiquete de varios colores dijo eso de "¡Abraza la verdadera religión, cacho puta del Enterprise!". Y entonces se lió y nos tuvimos que ir a beber cervezas. El mundo era mucho más sencillo cuando sólo había tres películas a las que adorar y, claro está, éramos más tontos y no nos dábamos cuenta de que las chicas, incluso las que vestían de ferengui y publicaban un fanzine fotocopiado sobre Star Trek, tenían su corazoncito, aunque fuera verde. Ahora, más cascados, sólo nos queda rezar porque el Imperio no caiga sobre nuestras cabezas. Putos freaks, están por todas partes...