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Una de las tres dicharacheras dueñas de Demimadre (Miguel Yuste, 7 Madrid), uno de los mejores locales de la capital para comer sano en un ambiente modernesque, decía ayer mientras me ponía el café que "lo viejuno pone bastante a la gente últimamente". Se refería a la materia de los estético (papeles pintados, mobiliario, ropa...). Quizás el extraño término incorporado por la troupe de Muchachada Nui/LHC, que ya le va a la zaga a Chiquito de la Calzada en eso de meter palabrejas en el uso diario de los españoles, sea nuestra manera de redefinir el término "vintage" como algo antiguo con clase y, además, con cierto toque entrañable.
Viejuno sería el Mediterraneo de Serrat, las fotos de Marisol para Interviú hechas por Cesar Lucas (uno de los maestros de la fotografía), el Black is Black de Los Bravos o los VW Escarabajo por ejemplo. Viejo sí, molón también.
"Lo viejuno" es la antítesis de "lo rancio". "Lo rancio" es previsible y huele a armario cerrado, a poco ventilado. "Lo rancio" sería Latino de Francisco, el corpus artístico de Paco Martínez Soria, la Falange, los pareos, el bling-bling, Telemadrid. "Lo rancio" no se mueve y aburridamente permanece en nuestra cabeza como ya oído o visto mil veces, de hecho no tiene que ser demasiado antiguo para recibir esa categoría.
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Si hay un escritor que defina lo rancio, por encima incluso de J.J. Benitez o los telediarios de Hermann Terstch en Telemadrid, es sin duda Juan Manuel de Prada (Barakaldo, 1970).
Lo cierto es que no es extraño que ve o escucha a Juan Manuel de Prada le de la sensación de que vino al mundo ya en el estado que presenta actualmente, con sus gafas y con fular. Tampoco que, durante su crianza en Zamora, se caracterizara por ser el gafotas, el empollón y el chivato de la seño porque, la verdad, es que entra dentro del fenotipo humano conocido como "repelente" y más concretamente como el de "repelente hasta la nausea vital". Dice la máxima, un poco cambiada: "Que lo viejuno es oportuno porque no huele a chotuno".
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Tomando ya la cuesta de lo definitivamente rancio De Prada se labra un prestigio absurdamente elevado con obras mediocres como "La soledad del Patinador" (un grupo de cuentos) y "La máscara del héroe" una temible novela hecha a trozos de Baroja -sobre todo-, Ayala, Galdós y otros cuantos escritores más que tampoco le perdonarán desde la tumba el asalto interesado que ha hecho de sus obras.
Como esto de la literatura da muchos réditos se alzó con el premio Planeta en 1997 con la no menos previsible "La Tempestad", una historia detectivesca que haría enrojecer a Dan Brown. La noche antes de la concesión del galardón asistió al programa de Garci donde, pese a que se emitía una película del Oeste, habló largo y tendido sobre los colores venecianos de Tintoretto. Ni que decir tiene que el título de su novela es el de un título de una obra de Shakespeare y que el cuadro que decoró la portada fue "La Tempestad" de Giorgione. Sólo al día siguiente se tuvo noticia de por qué De Prada andaba tan interesado de hablar de estos temas y unirlos al de "los colores del cine confrontados con los recuerdos".
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Eso no es tan sonrojante como que se alzara con el Premio Nacional de Narrativa en 2004 con la absurda y falsamente americana novela "la vida invisible" que denota que, en ese momento, estaba leyendo a Auster, Delillo y Roth sin enterarse de apenas nada a tenor del pobre rendimiento del texto y del deficiente y displicente trato que suele regalar a los que no son de su cuerda.
¿Cómo se cimenta entonces una carrera tan rica en ventas? Bueno, De Prada se ha labrado una merecida fama de polemista capacitado, según él, para tratar de cualquier tema, delante de cualquiera y en cualquier lugar.
Una estrategia de mercadotecnia que ya han utilizado otros iletrados derechistas conocidos por todos. El ínfimo arte del cacareo, de la presencia en todos los ruedos bruscos, del bocachanclismo más lamentable han hecho del vizcaíno un escritor muy conocido y reconocible por la calle o en la FNAC. Eso hace que vendas muchos libros si, además, cultivas ciertas opiniones conservadores el asunto te hará pasar además por lo que el vulgo conoce como "intelectual de prestigio". Da igual que en realidad no lo sea porque De Prada (que lo sabe pero calla) entiende que siempre se dirige a una audiencia aún menos preparada que él y que sólo quiere escuchar lo que ya sabe.
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Podríamos pensar que Juanma tiene alma de concursante de "1,2,3 ¡Responda otra vez!" aunque su pensamiento parezca el del cura de Tacañón de Enmedio. Es decir, preguntes sobre lo que preguntes se ve obligado a contestar y lo hace en un tiempo record. Una cosa es que uno haya leído mucho y que tenga una buena capacidad para atesorar datos (algo en lo que De Prada no está solo pese a que se crea L´Ombelico de il Mondo) y otra muy diferentes es que sea capaz de coger toda esa información y utilizarla en la dirección en la que lo hace un intelectual: generar un corpus de ideas propias. Eso es más difícil. Con suma alegría se comienza a utilizar lo de intelectual para etiquetar a repetidores de ideas o ratoncitos de biblioteca.
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Bebiendo siempre en las ventajosas fuentes de DERECHOS.A. (perdón el nuevo "losantismo") que ese compendio de medios de comunicación, editoriales etc. que copa el mayor porcentaje de medios nuestro país De Prada se ha convertido a los ojos del personal en un convencido católico de misa diaria, en un furibundo antiabortista, salvaguarda de las tradiciones hispanas, en un despistado defensor de Norteamérica, en un jaleador aznarista, defensor de la idea de la cultura occidental como bunker en lo universal y, por ende y más estúpido, defensor de las teorías del Diseño Inteligente y el creacionismo. Este tipo de cosas son conocidas como "piruetas de tertuliano".
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Un reconocido periodista me contaba un día su experiencia como contertulio de Onda Cero (Protagonistas de "Luis del Olmo") y las comparaba con las que ofrecía todos los días FJ en su programa de la COPE identificando la siguiente mecánica: Losantos decía una barbaridad tipo "ZP es un chorizo" para que uno de los contertulios dijera "no, es más, te quedas corto...yo diría que es un chorizo y un antiespañol" y el siguiente comentara "no, espera, eres demasiado blando, ZP lo que es es un chorizo, un antiespañol y negocia con terroristas" y así ad nauseam o hasta que al premiere le sangran los oídos. El daño colateral de la no información no importa comparado con el hecho de que el que te contrata esté a gusto con lo que dices o, lo que es lo mismo, piruetear como un tigre mostrándole las fauces al domador que sabe que se las enseñas a la audiencia pero que, en realidad, eres un gatito amaestrado.
Desde esa prespectiva es fácil pensar que la evolución del pensamiento de De Prada tenga su próxima estación en el establecimiento de la misa en latín, la instauración del Tribunal de la Satan Inquisición, la quema de brujas y la expulsión de infieles...aunque esto ya lo pide a tenor de sus incendiarios escritos en contra de la "contaminación cultural" (pese a que últimamente se ha proamericanizado hasta el sonrojo, es fiel seguidor de Fox News y aplaude no sin alegría bobalicona las salidas de tiesto más imbéciles de la extrema derecha de la metrópoli) y de la inmigración.
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Como defensor a ultranza del creacionismo tenemos este supuesto artículo serio donde Juanma, que hace gala de la ignorancia típica de los meapilas y los que se aseguran humanistas "de letras", despliega todo su cortito arsenal destripando una absurdez mística de Chesterton para ponerlo en contraposición con Darwin. Convendremos en decir que es como, por ejemplo, esgrimir el código de Hamurabi con la sacrosanta Constitución. Para ese viaje, la verdad, no hacía falta Chesterton.
De Prada, del que no esperábamos menos (ni más, ni nada en realidad) ejerce pues el papel de Papa frente a Galileo. Ridículo, ya sabemos a quiñen dio la razón el tiempo. Paparruchas espirituales de medio pelo que, a decir verdad, no son ni siquiera suyas. Él sólo lee y las traslada, para que se sepa, pero sin ofrecer ni el más mínimo punto de vista personal claro, él dice lo que dice Chesterton, lo que dice Aristóteles, lo que decía Gómez de la Serna ¿Para qué inventar nada nuevo cuando hay gente que ya lo ha hecho por tí?
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Siguiendo en la misma línea de la carga contra la ciencia, y es que le ha dado por ahí, ha publicado también el artículo "ciencia demente" donde carga de nuevo contra los últimos estudios científicos sin aportar ni una sola nota a pie de página y, para quitarse la que se le viene encima, publicó también "Incrédulos" en el que reincide en confundir científicos con creyentes en el fenómeno OVNI y acusa soslayadamente al entorno de la ciencia de promover ese tipo de cultos o creencias para solapar la luz reveladora de los Evangelios. En realidad es él el que habla como un iluminado de la peor especie y es desde el campo de la divulgación científica donde más esfuerzos se han hecho por erradicar esas patéticas creencias en seres verdes, abducciones y otras materias del yu-yu.
Con semejante cacao conservador De Prada es el máximo exponente de "lo rancio" como hemos querido demostrar. Un bucle conservador, un discurso vacío, una pluma muy corta y un flaco ideario que pasará, como el rayo, por nuestras vidas haciendo más ruido que otra cosa. Otro cogerá el trono que ahora ostenta, el de provocador derechón, tan ansiado para colocarse en las listas de ventas pero, en realidad, tan visto como el TBO que, por cierto, tiene más de viejuno que de rancio, ya ven la diferencia.
Lo único que tiene el escritor de intelectual es lo bien que se le da posar haciendo con que piensa (carita circunspecta, mano debajo de la barbilla, caidita de ojos...) que es una cosa que le encanta por la profusión de fotos clavadas que existen a ese respective, tampoco nos extraña que alguien piense que, en realidad, el ser humano es así desde el comienzo de los tiempos teniendo en cuenta que él piensa igual que en el Siglo X y que su cara no ha cambiado desde 1970.
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