sábado, 7 de noviembre de 2009

La "mejor peor" película española

Hace años conocí a Paul Naschy. Estaba trabajando para una gente que quería levantar una película (que luego se llevó a cabo aunque no se parecía mucho a aquel primer proyecto) y en ella había un pequeño papel para que el actor cántabro, que andaba todavía mosqueado por el   fiasco de "Licántropo" (1996, Francisco Sánchez Gordillo) que siempre pensó que sería su vuelta triunfal a la primera línea del cine español y promocionando su autobiografía titulada "Paul Naschy: Memorias de un hombre lobo", hiciera un cameo.

Nos recibió en un despacho atestado de papeles e iluminado por uno de esos flexos antiguos de oficinistas que, aseguró, había sido el que le había alumbrado aquella noche de truenos y rayos en la que había escrito el guión de "Las noches del hombre lobo" (René Govar, 1968).

Naschy cuenta como creó al Conde Waldemar Daninsky, su personaje estrella, el temible y seducto licántropo, con una mezcla de lirismo gótico (ríete tú del rollo EMO) y costumbrismo entrañable...las malas lenguas aseguran que llegó a hacer de Hombre Lobo porque estaba cuadrado como un armario ropero (fue campeón de halterofilia) y era el único loco capaz de meterse en un traje que pesaba 14 o 15 kilos pero yo prefiero la historia de Don Paul. Igualmente nos habló de la "introspección dramática" que necesitaba para preparar el personaje, de los movimientos de las manos, de los detalles, de los tintes dramáticos del mismo...las malas lenguas dicen que desaparecía detrás de un sofá y aparecía vestido de hombre lobo pero yo prefiero el testimonio de Don Paul.


En la conversación hablamos mucho del Hombre Lobo y de una película que yo había visto hacía pocas fechas titulada "La furia del Hombre Lobo" (1972, José María Zabalza). Muy secamente cortó mi charla y me dijo que no estaba dispuesto a comentar nada de semejante cinta que siempre le pareció un error dentro de su filmografía. Un horror de rodaje, un horror de guión y, sin duda, una mala elección para llevar con él el personaje de Waldemar Daninsky.

Efectivamente la película era mala, pero la verdad, es que pertenecía a esa categoría de las "mejores peores" películas del cine español.

Unas fechas después, traté poco a Naschy pero supe que jamás olvidaba ninguna conversación que girara alrededor de su filmografía, me comentó que la "puñetera película" había sido destrozada por su director, José María Zabalza, al parecer un descontrolado señor que se presentaba puntualmente borracho al rodaje y que no era difícil ver miccionando por las esquinas del decorado.

Aquello me pareció una exageración y rápidamente pensé que, bueno, siendo Naschy un deportista abstemio que se ha caracterizado por llevar una vida sana cualquier pequeño exceso con el alcohol o las drogas le supondría un problema.

Poco tiempo después fui descubriendo nuevas películas de José María Zabalza gracias a un canal ofertado dentro de Canal Satélite digital llamado "Cine 600" y especializado en cine español de los años 60 y 70 y me di cuenta de que tenía frente a mis ojos a un director que, perfectamente, podría competir con Ed Wood en eso de ser considerado el peor director del mundo.

En aquellos tiempos vi "Homicidios en Chicago" y "El regreso de Al Capone" ambas de 1969 y ambas tan parecidas que me parece casi imposible recordar en cual de las dos vi esta escena:

Un mafioso sale de la cárcel y se encuentra con otros dos mafiosos. Lo montan en su coche y le informan de que tienen que llevarle a Chicago a ver al Don. Este les pregunta: "¿A qué distancia estamos de Chicago?". Uno de ellos, cuando ya están dentro del vehículo y vemos que las afueras de Chicago se parecen un montón a la Casa de Campo de Madrid, le dice "muy cerca". El coche se aleja y nos quedamos en un cartel de madera donde pone: "A Chicago, 30 kilómetros".

Zabalza, como haría Corman muchas veces, reutilizaba muchas escenas de otras películas suyas para rellenar material amén de aprovechar a diferentes actores cambiándoles la ropa y estos descubrían que aparecían en diferentes películas (con el nombre y el texto cambiado gracias al doblaje) con el nombre cambiado. Ni que decir tiene que la malísima elección de localizaciones histórica de Madrid no ayudaban a creerse que aquello fuera Chicago.

Preguntando por aquí y por allá descubrí que Zabalza había nacido en el País Vasco y que, desde su juventud, había querido ser un director de género, un director serio que aspiraba a rodar películas parecidas a las americanas de mayor presupuesto. Su absoluta falta de talento y una tendencia a la nocturnidad, la alevosía y el alcoholismo -ahorraré detalles pero el tipo era un desastre- no fueron óbice para que rodara 20 películas como director, hiciera sus pinitos en el teatro y sobreviviera en el negocio hasta la mitad de los años 80. Falleció en 1985.

Durante todos esos años hizo pelis de gangsters, de terror, se atrevió con el costumbrismo cuando tocó e intentó incluso dar su particularísima visión sobre el mundo de la bohemia o hacerse un hueco como documentalista con el cortometraje "Día de la patria vasca" (1978).


Ya casi en las últimas,personal y económicamente, allá por 1983 dirigió seguramente su película más psicotrónica titulada "Al oeste del Río Grande", un western. Sí, Zabalza rodó una película del Oeste cuando ya nadie hacía películas del Oeste y el euro western y el spaghetti western habían desaparecido por completo. Paradojas de la vida, y mucho antes de que se acuñara ese término de "western crepuscular" Zabalza rodaría esta película con ínfulas de gran retablo del Oeste Americano en el que dio rienda suelta a todas sus obsesiones y carencias.

"Al oeste de Río Grande", protagonizada por Aldo Sambrell, arranca con una especie de visión general del Oeste: un pueblo arrasado por la violencia de los forajidos donde alguien ha colocado una horca de la que cuelga un esqueleto (¡Un esqueleto!) apoyada en una verja metálica de una obra cercana al decorado principal da paso a unas escenas de un barco de vapor que se nota están levantadas de alguna película que pretendía promocionar Disneylandia. Después pasamos a una señora gritando en medio de la plaza del pueblo de Nuevo Baztan, un asentamiento navarro en la provincia de Madrid, y clamando justicia mientras está rodeada por unos cuantos hombres a caballo que, imagino, por el frío reinante visten unos vistosos "plumas" de color azul. Ni que decir tiene que la plaza, en ese momento en obras, no parece ni de lejos un emplazamiento del Oeste.

Sin solución de continuidad aparece por primera vez Aldo Sambrell vestido de vaquero y paseando por el bonito pueblo madrileño de Patones del Rey, que tampoco parece mucho del Oeste, entra en la casa y nos llama la atención que, colgado de la pared, pero muy alto, hay un sombrero de cowboy. Ve a su mujer y a su hija, se queja un poco de la falta de seguridad del Oeste y de la falta de expectativas de futuro y va a visitar a unas amistades. En otras casas vemos el mismo sombrero colgado, en el mismo sitio. ¿Mensaje? Ninguno, es la mejor manera de tapar los contadores de la luz de las casas.

Sin saber muy bien porqué Aldo Sambrell decide irse con su hija y su mujer a visitar a una pariente lejana y a pasar un día en familia. Visitan un mercadillo y luego se van a comer en plan tortilla y luego, bueno, luego hay una escena de Aldo Sambrell que está a punto de ahogarse en un pantano del Plan Badajoz.  

Ni que decir tiene que Zabalza aprovechó material rodado por él mismo en otras películas del Oeste que hizo en los 60 y 70 ( Malditas pistolas de Dallas, Tres dólares de plomo, Adios Cjamango...) para rellenar metraje ya que la historia de la familia no hubiera dado ni para un cortometraje y que la mezcla de diferentes formatos de película, iluminaciones y un largo etcétera de despropósitos hacen del film una de las mejores razones para sentarse con unos amigachos a disfrutar de un divertido engendro.

He perdido mi copia pero, si alguien es tan amable de decirme donde la puedo encontrar, se lo agradeceré toda la vida.

1 comentario:

raquel dijo...

Este post me ha recordado un cuento de Roberto Bolaño que acabo de leer. También cuenta, casi tan bien como Ud, una peli z de lo más cutre como una gran red-movie.
Besos