miércoles, 11 de noviembre de 2009

There is a light that never goes out


Siempre quise tener este disco de The Smiths, titulado "Best...", completo pero sólo conseguí el segundo volumen que tenía como portada al chico. Ni siquiera me gustaban demasiado "The Smiths" pero me encantaba la foto porque, el tipo de la portada, representaba todo lo que yo quería ser de adolescente: tenía un estupendo tupé, una barba guay y llevaba unos tatuajes patibularios que daban miedo...

Cuando yo era adolescente los tatuajes daban miedo porque sólo los llevaban los padres de mis colegas que habían estado en la Legión...como el chandal abierto sin camiseta y los anillos de oro.

El tipo de la portada del disco representaba, ya me olía yo, a lo que no sería jamás: el guaperas que se las lleva de calle, tan seguro de sí mismo, que no tiene inconveniente en estar sin camiseta en un lugar público. Además tenía novia, una novia guapa que bebía cerveza y fumaba un cigarrillo con indiferencia y tenía esa actitud de "no me importa" pero, en realidad, tiene su codo pegado con el del tipo guaperas para que todas las chicas sepan que estan juntos. El es tan guay que no le está preguntando "¿Estás bien?" cada dos por tres y mira hacia el escaparate de la fachada con indiferencia, como el que mira a los peces en un acuario porque, pensaba yo y no estaba tan desencaminado, que puede pasar la Revolución Bolchevique por delante de tus narices que tu puedes mantenerte tranquilo si a tu lado una chica fuma y bebe mientras se hace la interesante.

Encontré los discos en Galerías Preciados, en la tienda que tenían en el Centro Comercial La Vaguada. Por esos días Galerías Preciados había sido definitivamente comprada por El Corte Inglés y, su nueva dirección, iba a deshacerse de todo lo que hubiera en las tiendas. También de su tienda de discos. Después del instituto me acerqué por allí para olisquear algo que llevarme a la boca. El lugar tenía la pinta desangelada que tienen los Supermercados DIA a diario pero con un poco más de fuste. Grupos de señoras subían y bajaban hiperexcitadas las escaleras mecánicas llevando consigo todo tipo de cosas:alfombras, cubos, trajes de todo tipo, bolsas llenas de bragas. En los saqueos, los legales y los ilegales, siempre se produce esa sensación de algarabía, desorden y se repiten las escenas de gente arrastrando cosas absurdas hacia alguna parte.

Cuando me quise dar cuenta yo ya pertenecía a la masa y arrastraba conmigo unas camisetas surferas muy raras que habían estado de moda tres años antes y que tenían dibujos en la espalda (ahora serían lo más), una bolsa llena de libros (ahí descubrí a Chester Himes) y dos juegos de ordenador que venían con la película en la que estaban inspirados de regalo: "Wayne´s world" y "La mitad Oscura".

Cuando quise llegar a los discos la mayoría de los buenos habían desaparecido. A duras penas, y rebuscando debajo de vinilos de Zarzuela (siempre he creído que alguno de los dependientes los había escondido allí), encontré el "Hell´s Bells" de AC/DC, "Steel Wheels" de The Rolling Stones y el primer disco de Los Coyotes. En otro montón encontré dos discos de sendas bandas rockeras: Montana y 56 hamburguesas. Allá un disco de Johnny Juerga y los que remontan el Pisuerga (luego me he enterado de que mi amigo Iñaki, de la revista QUO, fue el bajista) y en uno de los expositores me di de bruces con la portada del disco de The Smiths. Seguí buscando con el dedo y encontré el volumen I. Ya tenía al tío guay y a su novia. Comprobé que llevaba el dinero en el bolsillo y me dirigí hacia la caja.

Pero he aquí que el destino cambió completamente. Una chica, de más o menos mi edad, me obstaculizaba el paso entre grandes resuellos. "Espera, espera" Me dijo. Me sonrojé. La cercanía de una chica respirando a esa velocidad, hinchando y deshinchando el pecho, me hizo sonrojarme. Siempre he tenido la sensación de ser un sátiro. El caso es que la rubia, un poco rubia nada más, levantó la mano como pidiendo tiempo y volvió a hablar: "¿Te vas a llevar ese disco de los Smith?". "Pues sí" dije. Lo dije en guardia, porque J, mi tío, el hombre que más veces había fracasado y triunfado con las mujeres que yo supiera, ya me había prevenido de las "mujeres que te enredan". "Que mierda, tío, es que vivo aquí cerca, lo he visto, no tenía dinero he ido a casa a por pelas y he vuelto y...jo..." dijo muy triste. "Ya, pero es que...". "No, no, ya, lo entiendo, no pasa nada. Es un disco guay. ¿Eres fan de los Smiths, no?". "Un poco" dije. "Con el tupé y tal te pareces al tío de la foto, tienes ese aire, los rockers me....digo... molan". Pese a que J me había prevenido aquellos halagos me sonaron a gloria y me imagino que me saldría algún ademán torpe.

Entonces quise mantenerme fuerte y decir: "Pues nada, busca en el Discoplay de la planta de arriba" pero algo me traicionó cuando me dijo como de pasada: "Se que no está pero si me ayudas a buscar un poco...a lo mejor tenemos suerte...¿Puedes?".

No me pareció mal rebuscar entre los discos. "A lo mejor encuentras algo que te gusta más" dije. "Tienes pinta de saber mogollón de música" dijo "A lo mejor me ayudas a encontrarme algo". Y, claro, estuve hablando de música hasta que ella me pregunto: "¿No llevas nada para tu novia?". Y yo le dije que carecía, en ese momento, de ligazón sentimental alguna y, qué cosas, noté como que se alegraba porque ella dijo "ya, tío, yo tampoco tengo novio...mi ex era un cabrón...es que solo me gustan los cabrones".

Me consideraba un especialista en caerle bien a las chicas que les gustan los cabrones o sea, que por mi, perfecto. Parecía que la conocía de toda la vida. E, incluso, me dijo su nombre.

Terminada la búsqueda comenté que "mala suerte" pero que si quería podía acompañarla a unas tiendas de discos del centro que conocía. Me dijo que vale, que guay y yo venga, guay, vamos. Y entonces me dijo: "Es que tengo que estudiar...pero podemos ir mañana si quieres...". Y entonces pensé que, de algún modo absurdo, había tenido suerte. "A la chica le gustan los cabrones pero, a lo mejor, quiere cambiar" pensé.

Pagué los discos y salimos al pasillo central haciendo planes. Ella quería ir con una amiga y yo le dije que iría con un amigo. Yo quería ir después al King Creole y ella dijo que sólamente hasta las 10. Y le dije que si quería, que si tenía miedo, podía acompañarla a casa y me dijo que sí, que no había problema.

La cosa marchaba sobre ruedas y le dije que si le apetecía tomar algo. Dijo que su lugar preferido era una heladería que vendía batido de plátano al lado de un tiovivo enano de la tercera planta. Fuimos hasta allí y ella bebió su batido grande y yo me bebí una coca-cola con mucho hielo y nos fumamos dos cigarrillos arrugados que quedaban dentro de su paquete de Fortuna. Hablamos del BUP, de las vacaciones, mentimos sobre lo mayores que nos sentíamos, exageramos lo maduros que éramos y, sobre todo, nos mostramos el uno al otro con esa pose inequívoca de la adolescencia que representa la falsedad del hastío. Al final de la conversación las pijas como ella no eran tan pijas, los rockeros no eran tan macarras, la música era lo mejor, los viejos lo peor, los 40 una horterada y ambos soñábamos con viajar algún día a Nueva York.

En esa profundidad filosófica estábamos cuando me pidió que le dejara echar un vistazo a los discos. Se prendó de nuevo del volumen I del disco de The Smiths y se quedó mirando fíjamente a la chica de la portada que bebía cerveza y fumaba. "Este disco es la leche...¿Me lo prestas?". No me dio tiempo a contestar. "Como nos vemos mañana me lo grabo en cinta y te lo devuelvo".

No dude y le dije "vale". Éramos amigos ¿No? Ambos pensábamos que los 40 eran una horterada ¿No? Ibamos a ir al día siguiente al King Creole ¿No?

Me lo agradeció mucho y me dio dos besos en la mejilla. Me dio su teléfono que apunté en una de los separadores de la carpeta junto a una foto de The Doors y ella apuntó el mío en una servilleta. "De todas maneras mejor quedamos" Dijo. "¿En la puerta del metro de Sol a las 18:00?". A mi todo me pareció bien. "Si no puedes venir o lo que sea me llamas". Le dije. "No te preocupes, pero iré porque tengo que devolverte el disco...y acuérdate de traerte a tu amigo que yo iré con una amiga".

Al día siguiente, como un clavo, me planté en la Puerta del metro de Sol. Pero no apareció. A las 19:00 horas llamé a mi casa para saber si había llamado pero me dijeron que no y a las 19:10 saqué el teléfono que me había llevado apuntado en un trozo de cartón y desde una cabina llamé. Nadie cogió el teléfono.

Durante años me he hecho muchas preguntas sobre esa anécdota: Si cuando me vio ya sabía que me iba a levantar el disco y estuvo orquestando todo tipo de historietas para sacármelo por saber que yo era un pringado (disco+batido de plátano), si su primera intención fue devolvérmelo pero, luego, cuando se vio en posesión del mismo decidió que no lo compartiría. También he pensado muchas veces que le ocurrió algo esa tarde y que no pudo llegar a tiempo. Que sus padres no le dejaron salir de casa porque tenía que estudiar (¡Dijo que tenía que estudiar!) y que intentó llamarme pero había perdido mi número o, incluso, que había perdido mi número y sin querer me dio el suyo mal...No se, a lo mejor nos hemos vuelto a cruzar ya más mayores y no nos hemos dado cuenta o ella sí y ha salido pitando. Tenía un nombre vulgar, vivía en un barrio normal...sólo se que le gustaban mucho (imposible cuantificar cuanto) The Smiths y que (es posible) hizo todo lo posible para tener ese disco en su colección...

Podría haber bautizado esta entrada como "Hay por hay una zorra que tiene mi disco de The Smiths" pero, ya lo he dicho por ahí, nunca he sido el típico tío duro que no se inmuta ni aunque la Revolución Bolchevique pase por delante de sus narices.

PD: "There is a light that never goes out" es una de las canciones incluídas en el Volumen II de Best... y originalmente fue publicada en el disco "The Queen is dead".



PD2: Mikel Erentxun grabó esta versión y rodó este extraño video clip ante la pasividad de la autoridad competente...


13 comentarios:

manu dijo...

Qué peaso posty más crepuscular y melancólico.

No es que ella fuera una peladrusca, más bien tú eres un trozo pan.

Paria dijo...

Me reiría, pero es que yo habría caido exactamente de la misma manera...¡Oh, biología, ramera despiadada! (Inevitable homenaje a Sheldon Cooper).

Anónimo dijo...

Gran entrada.
Esta experencia podría haber sido una de las historias de "Alta fidelidad" aunque no sé en qué categoria encaja el personaje de John Cusak; probablemnte hubiera acabado por averiguar dónde vivía la chica para romperle el cristal de una ventana...

seeyouinthenextlife dijo...

Definitivamente te levanto el disco sin más.

A la primera de cambio le tenias que haber dado "aire" pero rápido, aunque se entiende que a esos años las hormonas están jodidamente locas y ya se sabe.

Si por lo menos te la hubieses tirado...

Tomás Verléin dijo...

Yo para estos casos tengo un amigo que con una llamada acude y nos damos un abrazo mientras ponemos cara de "son cosas que pasan". Luego solemos pasarnos ya al formato botellín. Si lo necesita, silbe.

Lo malo de leer a gente que escribe tan bien es que tiendo a la identificación y a creerme que hablan de mí en cierta parte. Yo también he llamado a un número que probablemente no existía o que me dieron mal o que... Y lo peor es que mandé mensajes de texto antes. No sólo no me quedé con mala sensación, sino que perdí dinero antes. Igual ese día pise un charco también.

Como diría Homer: "maldita infancia traumática"

Unknown dijo...

Ella era una vampiresa y tu un pagafantas. Está claro.

Me gustó el relato mucho.

raquel dijo...

Al menos no te robó el corazón!

Creo que la adolescencia de muchos se compone de historias así. Yo recuerdo lo rara que me sentía, a la vez que deseaba con todas mis fuerzas compartir y ser aceptada.
Regalaba las cosas sin más.

Precioso relato.

(¿Alguien ha insinuado que puede molar tirarse a una tía a cambio de un disco?)

bsss

seeyouinthenextlife dijo...

Siempre y cuando el disco sea una mierda, claro.

manucosamala dijo...

Que historia tan bien escrita. Parece que te estaba viendo por las calles de Madrid con tu tupe, tus curras y aquellas botas nike que gastabas en tiempos.
Por cierto, que grandes verdades las de tu tio J, el coyote.
Pero parafraseando el titulo de la cancion, siempre hay una luz que no se apagara, y esa luz, como dice otro sabio que tu y yo conocemos, es la de la ilusion.
Un abrazo

Señor Insustancial dijo...

Hola gentes,

Pichi,
Pues parecía buena chica...

Manu,
Gracias. Ni ella tan pelandrusca ni yo tan buena persona. Siempre le echaré la culpa a eso que dicen de que las mujeres siempre maduran antes que nosotros.

Paria,
Pues deberías reírte...sobre todo porque volveremos a cometer ese mismo fallo una y otra vez y no siempre por cuestiones de "me molas mucho". Je.

Jordim,
Gracias por el halago. Bueno, sí, tiene el rollo de "Alta fidelidad" me imagino que hay que archivar la anecdotilla dentro de la nomenclatura: "No se si era infeliz porque sí o por escuchar todas aquellas canciones tristes".

seeyouinthenextlife,
Pues, a estas alturas del partido, creo que tienes toda la razón. Una especie de robo involuntario, no se, creo que se lo puse a huevo.

Mr Verleín,
Es verdad que tenemos unas cervezucas pendientes...y con tu primo. A ver si pueden producirse pronto.

No es que me rompiera el corazón simplemente que me levantó el disco y me hizo desconfiar un poco en la raza humana. De hecho una de las canciones del disco de los Johnny dice eso de "¡No te fíes/De las tías". Aunque muchas hay de las que fiarse...

Como diría Homer y viendo la cantidad de respuestas sólo puedo decir: "Las historias de perdedores le gustan a todo el mundo".

Fanmakimaki,
Creo que eres nuevo por aquí. Gracias por pasarte y ya sabes donde tienes tu casa, espero que disfrutes.

Pues no se yo si ella era una vampiresa...tan joven y a la luz del día...pero en lo de Pagafantas acertaste de plano.

Gracias por el halago.

Raquel,
Sabes que tengo el corazón hipotecado a largo plazo.

Esa sensación de intentar ser único y a la vez aceptado es cosa de la adolescencia y, conociéndola, no me extraña lo que dice.

Gracias por tus palabras y la contestación la da el propio emisor de la opinión un poco más abajo.

Bsss para usted también.

Manucosamala,
Qué tiempos, las nike y las adidas, las curras y el tupé...hace falta ser fantoche...

El J es y será siempre un filósofo encargado de describirnos lo peor de la raza humana desde un punto de vista despiadado...ya lo conoces.

El Obama Blanco se merece una entrada en condiciones donde se hable de la grandeza de su historia oficial, claro. PEro tengo claro que la ilusión es el motor que mueve el mundo.

GRacias a todos por venir, por las palabras y por vuestro tiempo.

Abrazakos.

Anónimo dijo...

tio, no me extraña que te dediques a lo que te dedicas.
keep on!!

Anonima yonki

Azul Sanchez dijo...

Joder, que buena entrada!
La sensación de querer ser como un tío a mí me paso con Michael Madsen en Thelma & Lousie....abrazos!!

61 y 49 dijo...

Saludos cordiales señor insustancial.

Primero: he pensado que salía Ruiz Mateos de detrás de los discos.

Segundo: ¿Entre zarzuela discos de AC/DC y los Smiths? yo lo más que he encontrado es el de Emilio Aragón detrás de uno de Juan Pardo.

Tercero: La historia es realmente tremenda, yo también he perdido algún que otro objeto, muchos hechos con mis manos y papel (a pesar de lo que diga la gente, NO, CUALQUIERA que sepa pintar la mona no liga tanto), y aunque solo soy vengativo a veces, debo de reconocer que una vez me hice con una copia de Fray Perico y su Borrico de la forma más rastrera.

Último: Sería interesante leer el post manuscrito de la chica. ¿Cree que empezaría con "me quedé tan prendada de un chico que le robé un disco"?

Abrazo. Genial post.