martes, 26 de enero de 2010

Ignatius



A nadie en su sano juicio se le ocurriría decir las cosas que dice Ignatius encima de un escenario. Se agradece. Ignatius es uno de los pocos cómicos españoles de micrófono que ha tomado la difícil senda de gente como Lenny Bruce, Andy Kaufman o Richard Pryor.

El cómico canario tiene la pinta que debería de tener una criatura resultante del cruce entre un Ángel del Infierno y Allen Gingsberg. Es feo, tripón y sale al escenario vestido para molestar cultivando un medido look chungo que combina las bermudas con el zapato con calcetines y la camisa...o sea, imagina saliendo a tu padre de la playa en dirección al apartamento y sabrás cuál es el "rollo Ignatius". Juega a la contra, se agradece y, por eso quizás (además de su talento), se mantiene en la lista de cómicos de Paramount Comedy.

Están poniendo por estos días una actuación suya que se encuadra dentro de un programa llamado "Pata Negra" que quiere recoger lo mejor de la cadena que ha hecho los monólogos famosos para el personal en nuestro país. No se lo pierdan porque, en realidad, dicen que es "políticamente incorrecto" pero a muchos nos parece que lo único que hace es contar verdades como puños.

La primera verdad de todas es una verdad que dice a grito pelado: "¡Hay que construir la nueva Jerusalén del humor!". Es cierto, es posible que nos falten más cómicos como Ignatius que, con eso de parecer que están loquitos, son capaces en el mismo monólogo de cagarse en eso que en España se vende como "humor inteligente". La víctima propiciatoria es la cabeza de esa iglesia del humor de las cosas pequeñas que firma libros con títulos como "Aunque un fruto seco se caiga en una piscina sigue siendo un fruto seco" o "¿Cada cuanto tiempo hay que lavar el pijama?". Se refiere, a tumba abierta, a Luis Piedrahita.

En un episodio de Los Simpsons Krusty, que de pronto se convierte en una suerte de George Carlin, dice estar hasta las narices de esos humoristas que hacen monólogos basándose en lo que les cuesta abrir la bolsa de cacahuetes del avión preguntándose ¿A quién narices le interesa que tú seas un inadaptado y que no entiendas las normas básicas de la apertura de una bolsa que cualquier imbecil podría abrir?

Nada tengo en contra de Piedrahita en lo personal pero, como Ignatius, me sospecho que este humor amable que va de fotocopiadores y señoras que se ponen bolsas en la cabeza tiene más que ver con una tradición de la comedia española que es tolerada porque, en realidad, no es capaz de meterse con nadie. Humor azucarado y global sobre "cosas que nos pasan a todos" sin capacidad para ir más allá de retratar la tontería cotidiana.

Lo otro, lo que hace Ignatius, que es gritar "¡A mi me la suda el humor inteligente!" es mucho más difícil y, como bien dice el mismo cómico desde el escenario, "los que no lo entiendan tienen la puerta abierta, prefiero hablar para los creyentes, para un grupo pequeño pero fiel de personas desesperadas". Es posible que cierto tipo de chistes sólo sean para una minoría que está dispuesta a que la zarandeen. Gente que prefiere la montaña rusa al tren de la bruja.

No alcanzo a saber qué compromiso tiene Ignatius con su escuela del humor ni con el camino que ha tomado pero, sin duda, es francamente honesto desde un punto de vista artístico: vende lo que tiene y no atiende ni a derivas del mercado, ni a discursos sobre lo que a la gente le gusta escuchar y lo que no le apetece que se diga. Tristes tiempos estos en los que la honestidad parece "políticamente incorrecta".

Lejos de mi ánimo está decir que todos los demás se venden. Niet. Más o menos y, en algún momento de nuestra vida, hemos roto ese pacto que teníamos con nosotros mismos de no trabajar nunca haciendo productos complacientes para con la masa y, de pronto, hemos notado que alguien manipulaba sutilmente nuestra maquinaria y, de pronto, apretaba el botón donde pone "vanidad" o el botón donde pone "dinero" y nos hemos ciscado en unos principios que creíamos sólidos tras apretarnos una buena dósis de ese sedante llamado "autoengaño". Es dificil que, en un mercado como este, no hayamos alterado alguna línea que se nos ha sugerido molesta o inoportuna o hemos tragado con este u otro trabajo engorroso que rápidamente hemos justificado como "engorroso".  Por eso, porque soy consciente del tamaño de la empresa de Ignatius, me parece arriesgado y de valor incalculable...ni que decir tiene que la apuesta de Paramount por mantener a un cómico como este me resulta igualmente arriesgada en un momento en el que la más mínima protesta por parte de una asociación de telespectadores reunidos alrededor de unas larguísimas siglas (algo que sospecho es más largo cuanto menos son los telespectadores adheridos a la causa) puede hacer tambalear a una parrilla entera por chistes mucho más flojos que los que Ignatius declama entre risas histéricas detrás del micro.

El hecho fehaciente es que el humor de Ignatius deberia de ampliar el menú de nuestros consabidos registros cómicos, que se entendiera un poco mejor que está bien hacer monólogos sobre aeropuertos, el número de veces que las chicas van al baño juntas y una enorme cantidad de temas interesantes tales como la incapacidad para entender al sexo opuesto o la cara que ponen los padres cuando te ven llegar borracho a casa pero, la verdad, sería interesante que se hablara de otras cosas.

Los que dicen que Ignatius es políticamente incorrecto o que emiten ese adolescente "jó, como se pasa" son los mismos que dicen "no, si a mi me gusta un buen chiste como al que más pero, mira, te voy a hacer una lista de los 879 temas de los que no puedes reírte en mi presencia". Seguro que, al menos, uno de ellos es un tema al que usted le hacen una gracia enorme.

Mientras tanto Ignatius sigue ahí, haciendo el grito sordo, subido en el escenario rascándose el tripón y pensando en cuál será la mejor manera de que un espectador se ría y veinte salgan de la sala antes de que termine su actuación. Es verdad, "hay que construír una nueva Jerusalén del humor" y, a partir de ahí, posiblemente la ciudad completa a ser posible libre de cretinos.

Nota del Insustancial: el vídeo del monólogo de Ignatius que encabeza la entrada no tiene que ver con el que hace en "Pata Negra" pero creo que resume bien la línea que sigue el cómico.

5 comentarios:

supersalvajuan dijo...

¿Sólo las drogas?

eduardoritos dijo...

No soporto a Luis Piedrahita.
Ni me hace gracia lo que dice, mi me hace gracia cómo lo dice.

Ignatius no me gusta siempre, pero, por lo menos, me gusta a veces. Y, sobre todo, me parece estupendo que diga lo que dice. La gente necesita reirse más, sobre todo de sí misma.

Anónimo dijo...

vi a Ignatius aquí en Terrassa, y es realmente bueno; aunque en un espectaculo más allá de la hora puede ser agotador..
Y el piedrahita me recuerda a cierta epoca de monologos en telecinco, que era a cual peor...

Paria dijo...

He estado mirando unos cuantos videos en youtube para ver si me hacía una idea sobre Ignatius porque no lo conocía de nada (Cosas de no tener el Paramount comedy en la tele de casa). Y la verdad es que no le encuentro especialmente gracioso ni irreverente. Para mi atizar es lo que hace gente como Bill Maher o lo que hacia George Carlin (Esos dos si que sacarían al foro de la familia a la calle a los 10 minutos de monólogo) pero por los pocos videos que he visto de él, como mucho suelta burradas y eso no es lo mismo. Además hoy todos tenemos Twitter y las soltamos aun mayores. Aunque el tiene el mérito de hacer lo que le viene en gana, pero supongo que eso será también bastante relativo.

Posdata: Tengo que decir que a mi Luis Piedrahita me encanta(ba) al menos sus primeros monólogos, pocas veces me he reido tanto como con el de los juegos de mesa. Y no es precisamente que a mi me vaya el humor blando pero me parece muy ingenioso.

Pero en fins, ya se sabe que el sentido del humor es como el culo y cada uno tenemos el nuestro...Un saludo.

Señor Insustancial dijo...

Hola a todos,

Supersalvajuan,
Las drogas sobre todo....

eduardoritos,
A mi el humor que hace Piedrahita tampoco me gusta...

Ignatius es más lo mío.

Jordim,
El problema de los shows como los de Ignatius es que nunca deberían de tener más de una hora, con treinta minutos reconcentrados ya es suficiente.

PAria,
A mi me gusta Ignatius por su capacidad para hacer lo que le da la gana y, sobre todo, para colar en todas partes con ese rollo de "voy de chiflado". Si quieres ver a Ignatius en estado puro lo mejor es ir a verlo en directo porque muchas de las grandes "burradas" acaban en la mesa de corte por ser impublicables. Tiene su aquel.

Personalmente creo que el humor de Piedrahita es muy amable pero muy poco inteligente, demasiado vacío y hecho sin ánimo de molestar a nadie. Me parece que ser un observador de la realidad no es ser un humorista. Pero, como bien dices, los gustos son como los culos.

Un abrazo a todooooosssss