domingo, 12 de julio de 2009

Paul Shirley o todas las razones para hacerse aficionado al baloncesto (y a otras cosas bastante interesantes)


El Real Madrid de baloncesto siempre será mucho más divertido que el de fútbol. Sólo daré una razón: en la temporada 90/91, y durante unos pocos meses, en este santo equipo militó Mark Mcnamara. ¿Quién era Mcnamara? ¿Acaso un primo de Fabio McNamara? No, mucho mejor, nada más y nada menos que Chewbacca...vale, en realidad fue Peter Mayhew el que interpretó a dicho personaje de la Trilogía pero, cuando "El imperio contraataca" se estaba rodando, Mayhew se puso enfermo y el director, Irving Kershner, buscó desesperadamente un sustituto para no perder ritmo de rodaje. Mark Mcnamara que por aquel entonces jugaba para los Lakers fue el elegido para el papel. Para su desgracia Mr. Kershner era un maldito perfeccionista y notaba algunas diferencias entre el movimiento y las mañas interpretativas de Mayhew (¡Por Dios! ¿Cómo notar la diferencia a través de un traje de pelo y una máscara de látex?) y las de su sustituto. Al parecer McNamara le pareció tan mal actor que, cuando Mayhew volvió al rodaje, decidió rodar de nuevo las escenas. Eso sí, el pivot se pudo resarcir participando en 1985 en el spin off "Ewoks: la batalla de Endor" donde hacía de especialista.


¿Alguien puede imaginar que en la Galaxia Florentino pudiera existir un personaje con ese curriculum? Me temo que no, el Real Madrid es un equipo que se toma demasiado en serio y que sólo permite excesos capilares como colmo de la excentricidad. Eso y que alguno de cuando en cuando abra un bar o local nocturno o se quiera dedicar a la producción musical como es el caso de Guti o que Etoo (en la otra trigalaxia, la de Laporta) se compre un Bentley al que ha pintado un par de líneas rojas y ha puesto su nombre en los dos laterales del capó para que todo el mundo sepa el tipo de conductor que va dentro.


Después de leer "Fiebre en las gradas" (Nick Hornby) me sentí bastante identificado con las razones sentimentales que el autor aducía para pertenecer al Arsenal -cuidado, un Arsenal que no es el actual- y para dar una lista de jugadores excéntricos que, pese a su evidente falta de talento, se habían convertido en los ídolos de la afición. Al igual que Hornby me hice aficionado al baloncesto porque mis padres me comenzaron a llevar a la cancha del Real Madrid (a la antigua, la de la Castellana que debe de estar ahora debajo de esas cuatro pirámides verticales que han construído) cuando era muy pequeño. Es decir, jamás tendré esa unión con ningún equipo de fútbol.


No cambio a ninguno de aquellos equipos ni a su forma de juego (¡Contraataque! ¡brega en la zona!) por ese ataque estático criminal y esa defensa sangrienta y cruel de la actualidad -basada en las enseñanzas de Maljkovic o Aíto- que se ha puesto de moda en el continente y que sería capaz de dormir a un niño hiperactivo de siete años al que sus padres hubieran atiborrado con gominolas o al basket egocéntrico que se impone en la NBA que tiene que venir a Europa a raptar a nuestras estrellas porque es incapaz de encontrar, ni siquiera en esa pretendida liga formativa que es la universitaria, a talentos que estén familiarizados con términos como "pase" o "equipo".


A veces, no muchas es verdad, me despierto sobresaltado y bañado en sudor pensando en que es muy posible que el baloncesto europeo se "enebeatice" o, lo que es peor, se "futbolice" y no seamos capaces de encontrar a ningún jugador capacitado para, por ejemplo, conceder una entrevista sin dar la sensación de haberse golpeado la cabeza con una maza industrial antes de sentarse en la sala de prensa o, lo que es peor, descubra que cada quince días pago una entrada no por ver un deporte que antes me entretenía si no por ver una actuación del Circo del Sol o, peor, un combate de dos equipos dispuestos a autodestruírse a golpe de falta personal en el centro de la cancha y, por narices, y en cualquiera de los dos casos palme por un colapso nervioso. Por ahora vamos salvando los muebles y nuestras estrellas de baloncesto (que alcanzan objetivos deportivos impensables para el fútbol) se siguen comportando como gente normal pero el dinero de los clubes rusos y griegos me temo que acabará por completo con la cordura...que Jimmy Naismith nos pille confesados...


Si no queremos que eso ocurra alguien debería de volver a fichar a Paul Shirley que es uno de esos pocos jugadores de baloncesto que todavía recuerda a los antiguos jugadores de la infancia. Paul es un jugador norteamericano que ha militado en 17 equipos de todo el mundo (Unicaja Málaga lo fichó el año pasado para suplir las bajas por lesión de su plantilla y creo que está en paro) y que, sin ser una estrella de relumbrón, siempre aporta porque le pone al asunto mucha inteligencia y jamás pierde la concentración. Es un tipo de la vieja escuela formado en el medio oeste (donde el baloncesto es una especie de religión) que terminó su ciclo universitario graduándose en ingeniería mecánica, pasó a la NBA y, desde entonces, no ha dejado de acudir allí donde lo hayan llamado. Un ejemplo de obrero del deporte que las lesiones no han respetado nunca -tiene tendencia a producirse las lesiones más raras- y que además sabe hacer otras cosas entre las que destaca esto de escribir.


En 2005 Paul Shirley se estrenó como escritor en una columna en la que contaba los playoffs de Phoenix Suns y un año más tarde inauguró un espacio para ESPN titulado "my so called career" ("Mi carrera, por decir algo") donde le echa gracia, ironía y mucha mala leche al deporte del baloncesto, un ejercicio de distancia encomiable y de sentido del humor que muy pocos deportistas suelen demostrar en público...además de ese trabajo sigue apareciendo en ESPN, ahora haciendo una interesante columna de música y libros, pero también ha publicado un libro sobre sus andanzas planetarias titulado "Can I keep my jersey?" ("¿Me puedo quedar la camiseta?") y también ha colaborado con El País en una sublime columna sobre la NBA en que dejaba bastante clara su postura sobre las nuevas estrellas de la NBA y mantiene un twitter y una página personal en myspace ¡Él solo! ¡Sin la ayuda de una oficina de prensa!¡Sin ánimo de vendernos unas zapatillas de ninguna marca!

¿Por qué no hay más futbolistas como Paul? ¿Por qué no hay más jugadores de basket como él? Demos ejemplo a los jóvenes y fichemos a Shirley, quien sea, el Madrid debería de hacer justicia a su tradición y traerlo o que el Fuenla le haga un hueco ahora que anda más flojo de pivots, la ACB necesita a jugadores de su categoría para mantener la cordura. Quizás no sean los mejores pero, al menos, serán capaces de explicar por qué se gana o por qué se pierde en este deporte y, si no valen, siempre puede ser reciclado para dar charlas o entrenar. Por Dios, tiene 30 años y está en un nivel perfecto de madurez pero, sobre todo, tiene gracia...¡y tiene buen gusto musical! Es perfecto para ser un sexto o un séptimo hombre de garantías y seguro que es capaz de crear buen ambiente dentro del vestuario. Si me dan a elegir entre irme de cervezas con Cristiano Ronaldo y Shirley no tendría dudas.


Este tipo vale la pena aunque sólo sea por recordarnos que el baloncesto es otra cosa, es otro juego, otra forma de interpretar el deporte pero también otra forma de plantearse la vida. Bien puede, que lo hace muy bien, John Carlin y otros cronistas hablar de la épica imperial del tapete verde, de los once contra once; que se queden con sus declaraciones cruzadas sobre conquista, gloria y demás. Yo prefiero a los deportistas como Shirley que me han hecho amar este deporte.

4 comentarios:

manu dijo...

Es que el deporte ya no es tal sino un espectáculo televisivo para las masas y los anunciantes.

Oño, qué envidia. Lastima no haber tenido a R2D2 y a C3PO en el Barça.

Señor Insustancial dijo...

Manu,

Espero que el baloncesto europeo tarde más en caer en esas redes. ¿Que tal te salieron tus exámenes?

Bueno tuvisteis a Quimet Costa que es bajito como RD2D y a un señor bastante más modosito que C3P0...ahí queda la maldad.

Un abrazo.

manu dijo...

Pos hasta final de mes no sabré como acabará la peli de terror, gracias.

Cruzo los muñones.

La maldad suele ocultarse en tribuna y no en las gradas o el vestuario.

Señor Insustancial dijo...

Manu,
Pues a ver si todo sale de maravilla y podemos celebrarlo.

un abrazo grande.