miércoles, 20 de enero de 2010

"No puedo vivir sin ti" de Manuel Longares


Manuel Longares (Madrid, 1943) es uno de los escritores más brillantes de nuestro país. Es una pena que su brillantez sea desconocida para el gran público y que sólamente una de sus novelas, Romanticismo (publicada en 2001), haya conseguido el reconocimiento que se merece ganando el Premio Nacional de la Crítica y finalista del Premio Nacional de Narrativa y haciéndolo un poco más reconocible para el público en general.

Efectivamente era Romanticismo una novela sorprendente. No porque fuera terriblemente moderna si no porque era terriblemente clásica pero que arrancaba no desde los terrenos de la novela social (la lucha de una familia humilde por democratizarse y salir del agujero en plan "Cuéntame") sino desde la historia costumbrista de una familia nacida, criada y empadronada en el muy pijo Barrio de Salamanca de Madrid. Con mucha mano Longares contaba una historia de seres humanos inmersos en tremendos cambios que, curiosamente, se producían en su mismo barrio destruyendo así el mito de que la Transición fue un movimiento impulsado desde la clase trabajadora (eso más bien se lo dejamos a la Revolución de Portugal) y daba una perspectiva histórica más realista retratando la sacrosanta cruzada democratizadora desde donde nació hablando de las diferentes oleadas de padres bien (UCD) que criaron hijos "progres y rogelios" (PSOE) y que recriaron a la actual muchachada neoliberal y a su lucha contra los maricomplejines (PP) dando un estupendo repaso humano e histórico a la historia reciente de España.

De todas maneras, y pese a gustarme mucho "Romanticismo", yo me quedo con "No puedo vivir sin ti". Hace años que intenté adquirir los derechos para hacer un guión con ella -se me resistió, ciertamente- por la recomendación de un amigo que me la descubrió. Me la leí de un tirón y quedé completamente fascinado. A medio camino entre el costumbrismo de Baroja y Galdós y el esperpento de Valle-Inclán o, lo que es lo mismo, dando una de cal y una de arena "No puedo vivir sin tí" (1995, Ed. Planeta) es una de las mejores novelas españolas de los años 90.

No sabría muy bien definir la novela de Longares que, muchas veces, se mueve entre lo ridículamente cómico y lo brutalmente realista. Más o menos como es la vida en general. Entiendo que es una historia sencilla y honesta sobre una adolescente en las nubes con una vida de mierda (huérfana acogida por sus tíos, trabajadora-esclava del bar familiar) y sin ningún futuro (no es demasiado lista, no es definitivamente guapa) cuya vida, marcada por la tragedia, se sujeta a la esperanza por un fino hilo: está enamorada del delantero estrella del Atlético de Madrid y sueña con que él se enamore de ella y la saque del barrio. Nada más. Y nada menos.

El día que el delantero se lesiona en un partido de pretemporada la protagonista decide no volver a quitarse la elástica del equipo lo que suena a más que una declaración de un fanático a colocarse una mortaja.

El hecho, completamente ridículo para alguien que no estuviera desamparado o viviera en la adolescencia, se convierte en un momento crucial para la vida de la protagonista y...

Y ya no les cuento más. Léanla.

No se dejen engañar por la sinopsis. Entiendo que para cualquier guionista de medio pelo la historia podría ser perfectamente el arranque de un nuevo y futbolero "Betty la Fea" pero en manos de Longares alcanza unos altos niveles de realismo. "No puedo vivir sin ti" es una novela impecablemente escrita, perfectamente narrada y que está llena de personajes fantásticamente construídos. No es dulce, es más bien amarga pero, de cuando en cuando, no está mal darse un bañito de realismo costumbrista.

¿Y por qué este tipo de novelas no triunfan? Pues por la misma razón que la Academia de Hollywood tiene fama de dar un Oscar a todos los actores que interpretan papeles de personas discapacitadas pero, como bien decía Robert Downey Jr. en "Tropic Thunder", en realidad se lo da a "discapacitados que no lo son tanto". Vean la lista: Dustin Hoffman por Rain Man (autista pero con aptitudes memorísticas increíbles), Daniel Day Lewis por Mi pie izquierdo (parapléjico pero estupendo pintor), Al Pacino en Esencia de mujer (ciego pero estupendo bailarín...y decía eso de ¡Juja!)...y, sin embargo, Sean Penn se comió la mierda en "Me llamo Sam" porque el disminuído psíquico que interpretaba era en realidad sólamente un disminuído psíquico. Es posible, sólamente posible, que lo que más nos guste sean los dramas dulces y que nos alejemos mucho, muy mucho, de los dramas realistas. Es sólamente una opinión.     

3 comentarios:

Unknown dijo...

Tomo nota, como diría Juncal. Me apunto ambas novelas. ¡Gracias!

Azul Sanchez dijo...

Apuntado!

Señor Insustancial dijo...

Hola a los dos,

Noelia,
Haces bien.

Azul,
Otro tanto.

Un saludo a ambos.