Me he vuelto a perder en Thomas Pynchon. Me pasó el año pasado, más o menos por estas fechas, cuando estaba leyendo "El arco iris de gravedad" y, ahora, me ha vuelto a pasar con "V" que es la primera novela que publicó en 1963.
Pynchon es ya el único escritor norteamericano que no concede entrevistas. No se sabe nada de él, ni donde vive, ni si es soltero o está casado y, lo más increíble, es que apenas hay seis o siete fotografías de este buen hombre en sus años mozos (Universidad y ejército). Mucha gente teme que todo lo que se cree saber sobre el escritor es purrela inventada por el mismo Pynchon -o la persona que está detrás de semejante seudónimo- para despistarnos a todos.
Me parece normal que un escritor que suele escribir sobre la chifladura, o que imprime a sus obras una buena dósis de la misma, haya optado por esta sencilla forma de marketing: no hablar de sí mismo para que otros puedan hablar continuamente del misterio que le rodea. Para hablar de Pynchon, por lo tanto, sólo podemos leer sus libros.
Sin el enganche de conocer la ideología, la situación familiar y económica, lo que ve a través de la ventana de su casa o la opinión que tiene sobre la Administración Obama nos encontramos ante unos textos que pueden ser leídos sin los prejuicios propios a los que nos enfrentamos a la hora de leer a otros autores. Cualquier cosa que se sepa sobre el autor lo será a toro pasado cuando este doble la servilleta.
"V" es la historia retorcida de un personaje perdido, de un "yo-yo" humano", que viaja de aquí para allá en pos de una obsesión. Así de sencillo. Por poner un ejemplo: su protagonista, Profane, se emplea como cazador de cocodrilos albinos (entre otras cosas)...cocodrilos albinos que viven en las alcantarillas de Nueva York después de que sus dueños los tiraran por el retrete tras descubrir que se iban a convertir en unas mascotas demasiado molestas. Ahí tienen el germen de una de las leyendas urbanas extendidas por todo el mundo y que tiene su arranque en una novela.
A golpe de pincelada "V" es una novela que recoge, sin empacho, lo mejor de la tradición Beatnik, mordiscos de Steinbeck, O´Henry o Dos Passos o Twain y, sin duda, es uno de los escritores (Junto a McCarthy, De Lillo o Roth) de la nueva novela americana. Es más, se podría decir que el estilo de Pynchon es definitivo para entender a Dave Eggers, Michael Chabon o el fallecido David Foster Wallace por poner tres ejemplos de nuevos grandes escritores.
¿Es un beatnik? ¿Un naturalista? ¿Un escritor de género fantástico? Ni idea, sinceramente. Al igual que los otros tres Popes de la literatura americana ha picoteado en todos los géneros sin que nadie se ponga de acuerdo en saber de qué coño va este tío. Digamos que es simplemente un GRAN ESCRITOR que, gracias a su discreta vida privada, ha permitido que por primera vez en mucho tiempo cualquier estudio sobre su obra no aparezca contaminado por comentarios como "es la obra prototípica de un nuevo marxista norteamericano" o por párrafos que comiencen por frases tan manidas como "Influenciado por una infancia en la que ya se reveló contra el autoritarismo de sus padres...".
En mis años mozos, cuando era un imberbe estudiante, tuve que soportar a muchos "opinadores". Es lo malo que tienen las carreras de letras en nuestro país que, nada más pasar las sagradas arcas de la Facultad, cualquiera se siente en el deber de comportarse como un intelectual. Yo mismo era uno de ellos. El problema no es tener que escuchar durante unos cuantos años a una ingente cantidad de personas mal informadas sus opiniones poco fundadas sobre este o aquel escritor...lo malo es comprobar como muchos de los profesores utilizaban el mismo método "intuitivo" para revelarte las mismas opiniones insulsas y apriorísticas que solía utilizar el alumnado como dividir a los autores por pobres y ricos, modernos o postmodernos...
Al ser preguntado un profesor sobre las características propias de la obra de Cervantes este contestó sin empacho que "Cervantes olía a Cervantes". Punto pelota. Sin más. Ni estructuras, ni arbolitos, ni estudios...uno podía saber que un texto era de Cervantes porque el Manco de Lepanto cantaba la Traviata. Destripada la biografía de Cervantes, por tanto, se podía hacer un paralelismo entre este incidente o aquella anécdota y clavarla en este o aquel texto. Toma ya. Birli-Birloque. Vudú literario. Ciencia infusa ven a nosotros. ¡Cualquiera, por tanto, podía publicar una edición comentada de lo que le diera la gana! ¡Sólo había que tener olfato!
Gracias a Alá también tuvimos profesores que nos enseñaron a no tener prejuicios.
Por suerte cuando uno se enfrenta a Pynchon no tiene más que agarrarse a lo que lee y perderse en la novela que tiene entre las manos. Ya advierto que no es fácil pero es francamente divertido.
Y todo esto viene a cuento de que estoy leyendo a Pynchon y de que hoy me he topado con un artículo de Elvira Lindo titulado "Lo que vale un pene" en las páginas de El País donde, con muy poco olfato, demostraba orgullosamente no haber entendido nada sobre la última novela de Philip Roth, The Humbling/La Humillación, una historia sobre un actor teatral viejo y harto que seduce a una jovencita. Y dice que no lo entiende porque no cree que un viejo pueda conseguir semejante hazaña para luego cargar contra Woody Allen por haber jugado al mismo juego en "Si la cosa funciona".
Tan norteamericana y neoyorquina Elvira Lindo se queda patidifusa ante su falta de conexión con las dos obras que, por mor de ser de corazón super yanqui, le deberían de haber pirrado. Pero no. Resulta que no se traga el sapo...que los dos les parecen unos viejos verdes que se creen que por haber leído mucho y haber escrito mucho pueden conquistar a cualquier chavalita impresionable. Dos machistas, vamos.
Es lo que tiene no centrarse en el texto o en la pantalla y llegar a todos sitios cargados de prejuicios pero, bueno, eso como todo es una opinión de lo más personal. Por mi parte, y también personalmente, les recomiendo perderse en Pynchon, seguir viendo películas de Allen y leer The Humbling que, también en mi opinión, es una obra honesta, dura y escrita a cara de perro que va sobre otras cosas que no tienen que ver con perseguir jovencitas como un sátiro.
3 comentarios:
No sé si lo de Lindo no me caló porque preferí soñar con el triunfo de una belleza distinta en el futuro incierto o porque olía a despecho; pero sobre todo no me lo creí porque el bueno de Woody me hizo creer que por viejuna y dura que sea la piel, el corazón y el cerebro pueden ser muy lindos, ya seamos hombre o mujer, que obviamente debería ser lo de menos. Abrazo gordo.
Lindo tiene razón, yo de literatura no sé mucho, pero Pynchon era más feo que mis cojones, quizás no se deja fotografiar por eso.
Hola a ambos,
Pepeluxe,
Si tuviéramos que hacer caso a todo lo que dice Elvira Lindo...simplemente no se entera, pero tiene una tribuna guay para decir lo que le venga en gana...
Matzerah,
Tu comentario me ha dejado sin palabras. Literal y literariamente.
Un abrazo a ambos.
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