miércoles, 28 de abril de 2010

Decía el bueno de Rafa Reig que en España daba la sensación de que todo se hacía contra alguien o que,si no, no tenía ningún sentido hacerlo. Es por ello que, cuando le dieron el Nobel a Cela el primer comentario que afloró en todos los periódicos es que el gran damnificado era Delibes sin acordarse de celebrar que habia un escritor español premiado.

Llevo muchos días en silencio por falta de inspiración y porque sólo tenía ganas de escribir contra alguien: la Falange, el PP, la clase política en general, Bono, Intereconomía, Losantos, Cesar Vidal, Terstsch, las tardías críticas a la Transición por parte de los intelectuales del Régimen (esas que han llegado cuando se han dado cuenta de que se cierra el grifo de los medios de izquierdas),las compañías aereas, el contínuo aireo de mentiras descaradas en los medios en forma de noticia copiada de una nota de prensa (que nunca es una fuente sino el arma propagandística de nuestros días), la falta de consistencia de Kaká, lo raro que se está poniendo Guardiola desde un punto de vista mesiánico, el peluquero de Soraya, la cara de vinagre de la Cospedal, Rajoy, la falta de defensa del Atlético de Madrid, Kaukenas y los entrenadores italianos que han pasado por el Madrid de Basket...

Ya ven, toda una lista de archienemigos conocidos. Un rollo, ¿qué me ha hecho a mi toda esa gente para caerme tan mal de un modo permanente o puntual? Pues apenas nada, ya ven. Es más la sensación paranóica de que hay gente que hace las cosas sólamente para fastidiarme la que hace que les tenga tanta manía a ciertos personajes pero, ya ves, a ellos se la suda porque, en realidad, lo que no se percibe es como si no existiera.

Como si fuera irreal: ¿En qué piensa alguien que jode a los demás? Básicamente en pasarlo bien él mismo o en satisfacer sus deseos a sabiendas de que te está jodiendo. Es por ello que, cuando un político, dice eso de "esto se hace por el bien de los ciudadanos" sabe que, en realidad, sólo lo está haciendo con la aprobación de unos pocos que, en el caso de algunas obras públicas o de algunos recortes de derechos o de beneficios, reducen su número a cero o a un número despreciable formado por idiotas o familiares cercanos.

Hoy he visto en la tele el vídeo de un antifascista que le partía la cara a un fascista en un vagón de Metro. Quiero decir que le partía la cara y que lo hacía como si fuera un fascista él mismo, con violencia y con saña. Con mal rollo, con rabia, con la mala baba del que lleva meses preparándose para semejante hazaña. Hay que leer a Churchill que dijo que la Guerra Civil española era un conflicto beneficioso para Europa porque en él se aniquilarían fascistas y bolcheviques. Esperaba un empate reservón, una guerra mucho más larga pero, al final, los nazis se le colaron en las colonias y se le metieron por la parte de atrás en forma de cohetes V1 y V2. Mal asunto. Es lo que tiene e

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