miércoles, 13 de abril de 2011

El fin del mundo y la viralidad



Por si ustedes no se han dado cuenta a Nostradamus le siguen teniendo mucha fe. Es algo que no entiendo, de hecho, cuantos más años pasan del año 1999 (año en el que predijo el segundo advenimiento y, por lo tanto, el juicio final) menos comprendo que se le siga leyendo en clave de gran profeta o de visionario. 12 años después de que predijera la catástrofe seguimos aquí, mejor que peor, y seguimos teniendo que escuchar la reinterpretación contínua de unos textos reinterpretados con cada catástrofe. Es fantástico: cada vez que ocurre un cataclismo alguien se encarga de mirar una cuartilla de Nostradamus y decir: "mira, aquí donde pone que el Rey del Norte acampará en las tierras heladas de la Bruja Avería, aquí y justo aquí nos está contando lo de la Torres Gemelas y, un poco más abajo, donde pone que el Príncipe Amarillo hará pipí sobre las azaleas de Madame Estultice, está claramente opinando sobre la compra del Alavés por parte de Dimitri Piterman". 

Me avisaban hace un tiempo los inefables Galán&Errasti de que Dios devuelve la vista a los ciegos y hace andar a los paralíticos pero que, en su infinita bondad, jamás había hecho crecer un brazo o una pierna. Curioso. Lo habrá hecho pero no hay casos documentados de personas a las que les haya ocurrido el feliz hecho de haberse encomendado a una deidad, irse a la cama con un número impar de miembros y despertarse con un número par. Del mismo modo, y aunque parezca sorprendente, ninguno de los profetas que se han hecho famosos lo han hecho por predecir cosas buenas como una buena temporada del Rayo, la aparición de un río de golosinas o que, de pronto, las mujeres guapas sentirán una felina y pecaminosa atracción por los más feos de la sociedad. 

Bien sabe el que se quiere dedicar a profeta (o el que quiera ser director de informativos de Telecinco) que vende mucho más la catástrofe y que, al estar a merced de muchas de ellas, es mucho más fácil que descarrile un tren o un chiflado decida iniciar la III Guerra Mundial sin mediar provocación más que cualquier cosa medianamente festiva. Si Nostradamus o Malaquías, por ejemplo, hubiera predicho que en el futuro existirían las vacunas seguramente nadie les hubiera hecho ni el más mínimo caso. 

Es por eso que no me extraña que el reverendo Harold Camping, dueño de la cadena Family Radio, se haya lanzado a una campaña publicitaria tan sorprendente que nos ha dejado a todos con el culo torcido: El mundo se acaba el 21 de mayo de este mismo año. Lo ha anunciado en 3000 vallas publicitarias colocadas en todo el mundo como el que anuncia las llegadas del Corte Inglés. El programa de festejos no deja de ser suculento: todo comenzará con un enorme terremoto a escala internacional provocado por nuestro creador que, al parecer, divide a los seres humanos buenos de los malos agitando el planeta que él inventó como si fuera la batea de un buscador de oro y diferenciar así lo brillante de lo que no lo es. Tras el primer chispum este se procederá a abrir una especie de proceso burocrático y judicial para terminar el 21 de octubre como terminan todas las fiestas de los pueblos: un espectáculo de fuegos artificiales, una mascletá universal que destruirá el planeta. 

Al parecer, no estoy muy ducho en asuntos teológicos, todo esto se conoce como "El Rapto". 

A ojos de Camping Dios debe de ser una entidad omnipresente y omnipotente pero, también caprichosa sin duda. Como si de un niño en una playa se tratara se ha pasado miles de años construyendo una serie de castillos de arena, dándoles forma, cuidando que la ola no se los lleve por delante para en un penterre o cabreo, zas, liarse a patadones con el mismo hasta no dejar nada. Por otro lado, y sin ánimo de ofender, Dios parece a ojos de Camping como un ser harto de su creación, como esa gente que se compra un perro para cuidarlo y, después de un tiempo, se ve incapaz de volver a descubrir que el animalito se ha cagado otra vez dentro de casa y decide donarlo. 

Sin duda Camping tiene razones teológicas para pensar que entre el 21 de mayo y el 21 de octubre se producirá "el Rapto". Se ha pasado la vida leyendo la Biblia y, sobre las interpretaciones numerológicas que ha hecho de la misma ha descubierto que ya ha llegado el momento de irse de este valle de lágrimas perdido en medio del Universo. También muchas razones económicas: todo el mundo sabe que el negocio de la religión, gran parte del mismo, se basa en ese juego de la compasión y el mensaje positivo mezclado con la contrariante amenaza de una eternidad llena de penurias. Palos y zanahorias cósmicas. Nadie puede predicar con la Biblia ignorando el Apocalipsis y nadie puede negar que la extensión de la culpa es un jugoso negocio. De hecho, nadie puede ignorar que si te dedicas a predicar con la salvación de las almas tienes, por narices, que recordarle a la gente de cuando en cuando que separarse del camino lleva a una brutal condena. Más allá de eso, lo que siempre me ha parecido increíble del Juicio Final, es que inocentes y culpables morirán y serán realojados en otro sitio. Imaginen que no les gusta el cielo...¿qué premio sería ese? A mi me la suda porque soy pobre como una rata pero imaginen a Emilio Botín. Menudo cabreo.



Por otro lado no deja de ser extraño que Camping se de un márgen meramente burocrático: cinco meses para llevar a cabo un proceso judicial. Una eternidad teniendo en cuenta que el Juez, el fiscal y el abogado defensor serán la misma persona. Un mismo ente que está en todos lados a la vez y que, paradójicamente, nos hizo a su imagen y semejanza. Es decir, también será el reo de la causa. Toma paradoja. Estado juez, fiscal, abogado y reo de acuerdo...¿Se necesitan de verdad cinco meses para instruir la causa? ¿No se puede ir más rapidito? Al parecer no, Dios que hizo el mundo en siete días (con Extremadura incluída por más que se empeñe Roberto Iniesta) va a necesitar 20 veces ese tiempo para decidir quienes van a vivir a su derecha y quienes engrosarán las listas de fogoneros de Pedro Botero. Al parecer le cuesta menos construir que destruir. 

Pero, para qué nos vamos a engañar, sin duda cuatro meses son un tiempo suficiente para que Harold Camping puede, sobre la marcha, cambiar un poco la propia profecía. A lo mejor no ocurre el 21 y ocurre el 22 o a lo mejor el mes que viene o a lo mejor justo el día 19 de octubre o el mismo 21. En cuatro meses el mundo puede dar muchas vueltas y existen las suficientes ollas a presión como para que una de ellas estalle y sea señalada por este empresario de la comunicación del terror como una señal unívoca de que el proceso ya ha empezado. En cuatro meses pueden ocurrir revueltas, terremotos, atentados...todas buenas oportunidades para decir "que viene, que viene...¿no os lo dije?". Ya predijo el fin del mundo para el 6 de septiembre del 94 y la cosa le salió mal. 

El riesgo de Harold Camping es poco. Es más, estamos todos participando de esta especie de marketing viral que se ha marcado el buen señor haciéndonos eco de su enésima chifladura. No está de más recordar que el negocio de la comunicación está malito y que no está mal abrirse a nuevos mercados. ¿Quién les dice a ustedes que con todo esto Camping no está abriéndose al planeta y llevando su marca por todo el mundo? Desde los años 80 la telepredicación evangélica se ha convertido en un jugoso negocio que iniciara Jerry Falwell (que llegó a sonar como uno de los inspiradores del atentado que dejó en silla de ruedas al editor de Hustler, Larry Flint) en los 60. Es posible que Falwell estuviera solo entonces pero la ola de puritanismo impulsada por Reagan abrió las puertas a agresivos grupos de derecha que todavía campan a sus anchas por esas tierras no solo en la política si no también en religión donde el propio Reagan y George W. Bush no han tenido empacho en impulsar acciones dirigidas a no dividir Iglesia y Estado. Hablamos de poder pero también de miles de millones de dólares en forma de donaciones que tienen una serie de atrayentes ventajas fiscales y un régimen especial federal a la hora de abrir iglesias o medios de comunicación adheridos a las mismas. Leyes, como las que coexisten en Utah, y que parecían tener un régimen casi especial por la peculiaridad de dicho lugar se han extendido de manera peligrosa. Pese a que la historia de los telepredicadores ha estado sacudida por escándalos de tipo sexual: Ted Haggard, cabeza de New Life Church y asesor religioso de Bush fue detenido por drogar a un chapero de la calle. Es el último de una lista de pecadores renacidos (volvió a la prédica religiosa este mismo año) que englobaría a Jimmy Swaggart que llevó las cosas muy lejos en los 80 denunciando a sus compañeros de profesión Jim Bakker y Marvin Gorman por mantener relaciones extramatrimoniales. Lo que no sabía Swaggart es que Gorman contrató los servicios de unos detectives privados que descubrieron que frecuentaba la compañía de señoras de la vida. Mal. Este hallazgo propició este momentazo televisivo el 21 de septiembre de 1988:


Y esta canción, "American Dream", de Crosby, Still, Nash & Young...


Por cierto, pese a mantenerse en el negocio, Jimmy Swaggart protagonizó otros escándalos sexuales posteriores. Si habla con él a diario, ¿por qué no le avisa de que se está metiendo en problemas al contratar los servicios de una prostituta en la calle? ¿Cómo un hombre de Dios puede aliarse con un criminal de masas como Napoleón Duarte? Aquí tienen una interesante lista de escándalos.

Un negocio tan competitivo y basado en la venta de multipropiedades en el cielo impulsa a muchos a mantener una dura posición bastante alejada del mensaje de paz y amor fraternal de los comienzos. Diatribas contra los homosexuales, contra el aborto, contra el divorcio, contra el rock...y sobre todo contra los pobres que no pueden defenderse, claro está. Pat Robertson aseguró que el Terremoto de Haiti se debía a que el pequeño país caribeño había pactado con el Diablo. ¿Como lo sabía Robertson? Dios también le habla a élQuizás Camping sepa que el dinero de los hombres temerosos de Dios de USA ya no es suficiente y que hay un mercado latino ahí fuera dispuesto a entregarle hasta la camisa a cambio de escuchar a Dios.

Solo tengo la duda de por qué Dios no se comunica nunca con nadie normal o con alguien que pueda hacer algo para cambiar las cosas. Yo,  a veces, le digo: "Señor, por favor, deja de hablar con pastorcillos. Son buena gente pero nadie les escucha. Se que se te hace raro que el mundo haya cambiado tanto desde entonces pero, por favor, deja a esa gente en el monte y habla con Obama o, mejor, hazte una conferencia de prensa. Ah, tampoco elijas a la gente que parece más perjudicada de la cabeza porque nadie les hace caso. Joder, en serio. El tonto del pueblo es entrañable pero no le van a hacer un hueco en la agenda de la ONU...ah, y tampoco pierdas el tiempo con todos esos horteras de las corbatas amarillas y las permanentes que tienen programas de televisión. ¿Que tal Chomsky? ¿Que tal Dawkins? Eso sería un gran truco publicitario...". Pero nada. A su bola.


Las grandes empresas no pueden llegar a un país y hacer campañas rimbombantes sobre la destrucción del planeta porque dependen de vender cosas que la gente quiere conservar pero Camping no. Él solo vive de un discurso. De una idea reinterpretada sobre la existencia, de un discurso sobre el Bien y el Mal tan ambivalente como esos dos términos. 

Si yo fuera él, el día 22 de octubre me levantaría tranquilamente de la cama, me pondría mi mejor traje y haría un programa especial. Un programón en el que anunciaría lo siguiente: "he hablado con Dios, he negociado con él, ha sido duro pero, al final, le he convencido de que retrase todos sus planes hasta más adelante. ¿La nueva fecha? No ha querido adelantar nada pero, les aseguro, que la vía de comunicación está abierta y que, claro está, me informará puntualmente de la misma. Mientras tanto sigan ustedes en antena porque, quien sabe, a lo largo de la mañana puede ocurrir cualquier cosa". 

No nos quedemos en el baraterío de que Camping está ganando dinero con todo esto. Quedémonos con esa valla publicitaria, con ese "La Biblia lo garantiza!" metido en una especie de pegatina amarilla como de oferta, en esa mezcla de mensaje para acojonar rodeado del grafismo más cutre. Sin duda eso representa mejor el Fin del Mundo que ningún grabado antiguo. Esa cosa tan humana de no poder estar a la altura de las circunstancias y ya que vas a anunciar algo importante hacerlo medianamente bonito. No. Camping ha decidido insertar su mensaje en medio de una composición gráfica pavorosa. Que da miedo. Mucho más miedo que el hecho de que un anciano de 90 años proyecte su hastío vital en 3.000 vallas publicitarias. Posiblemente un tipo que se encamina hacia su propia muerte, hacia su encuentro final con el Altísimo quizás se sienta, de pronto, que no quiere caminar solo y que prefiere que le sirvamos de comparsa.

Mientras tanto miren para el cielo pero, por favor, no olviden agarrarse antes la cartera. 

2 comentarios:

manucosamala dijo...

¡Que mal me viene el 21 de mayo para el apocalipsis!
¿Te acuerdas de la noche que acabo el mundo en Ceclavin?
abrazo mineralista

Señor Insustancial dijo...

Hola primo,
El mundo se acabó ese día en Ceclavín pero nadie se dio cuenta nada más que nosotros.

Un abraaaaazoooooooooo.