Tengo una historia curiosa con la chica del anuncio de las hemorroides. La conocía en el antiguo Candilejas de Madrid viendo una actuación del cómico Txemi Parra, se enrolló con un amigo mío, le perdí la pista y me la volví a encontrar también de noche, en el mismo local (ahora se llama Contraclub). Estaba celebrando su despedida de soltera si no me equivoco. Ahora me la encuentro de cuando en cuando hablando de su problema ficticio en la televisión y me pregunto cuanta gente la reconocerá por la calle y qué porcentaje exacto se le acercará para hacerle una coña.
A otra amiga actriz le hicieron una vez una prueba para un anuncio contra la sequedad vaginal pero, al final, no la pillaron porque a la agencia le parecía que no tenía el aspecto de ser una chica que sufriera ese tipo de irregularidad física, la verdad es que por aquella época la recuerdo estupendamente lozana. En realidad la Chica del anuncio de las hemorroides tampoco parece que sufra ese problema más que nada porque la gente que suele hablar de dicho problema lo hace con un angustioso retorcimiento de boca y con palabras que no se parecen en nada al pausado discurso publicitario.
El asunto es que las cosas no suelen ser lo que parecen y si lo son preferiríamos hacernos los locos sobre la realidad, es decir esperamos que nuestros amigos actores no sean en realidad los malvados que representan (Me contaba Carlos Clavijo que su hermano, Victor, sufría el acoso de las hordas de muchachas fans de Al salir de clase que pensaban que en realidad era tan malvado como su personaje) y que, de cuando en cuando, algún periódico o revista científica no nos amargue el desayuno con un extenso artículo donde nos descubren la naturaleza púramente química del amor y la inevitabilidad de que los romances y sus consecuencias sean meramente un ciclo biológico sustentado por algunas feromonas, algunas subidas o bajadas del Omega 3 y el estado general de la psicología de los implicados.
A mi esas cosas me dan pena por un lado, como cuando los magos enseñan los trucos en la pantalla, y por otro lado me reconfortan porque, bueno, quizás la solución no esté en los consejeros matrimoniales, confesores o amigachos de barra si no en un simple análisis de sangre. Es decir, si ves flojear a tu pareja o tu mismo flojeas lo mejor es acudir a un centro de salud, que te hagan un análisis de sangre, llevarlos a un médico y que este te recete una dieta más rica en oligoelementos radioactivos. Si todo tiene una explicación científica, pues bueno, pastillita y a reconciliarse. Nos vamos a ahorrar una pasta en regalitos, cenas de redención y fines de semana en hotelitos rurales ¿Que no? Cambio de hábitos, dos cigarritos menos, tres chupitos de Bisolvón y so happy together...si te quieres desenamorar no tienes más que darte un poco de Hemoal para la hinchazón de corazón y tirando que es gerundio. La ciencia a veces parece dispuesta a aguarnos la fiesta.
Ya digo que a mi destapar el truco me hace un nudo en el corazón porque, en realidad, soy de los que van a los espectáculos de magia a que me engañen y no soporto al típico espectador coñazo que se pasa la velada con esa cara de "a mi no me engañas". Ya sería difícil que un tipo adivinara siempre la carta que tienes en el bolsillo y no estuviera utilizando ese don para reventar mesas de black jack todas las noches.
Es posible que la última frontera de la ciencia no sea contestar a la pregunta de por qué nos enamoramos si no de por qué no nos quieren...eso sí que tiene enjundia.
8 comentarios:
pufff, esa si que es una gran pregunta... a la que yo añadiría ¿por qué a quién nosotros queremos no nos quiere? y ¿por qué nos quiere a quién nosotros no queremos?
mejor no pensarlo, que me deprimo :S
Estimado Insustancial: decirle que la única ciencia a la que considero fiablemente real es la ciencia-ficción (soy de los que creen que los aviones no pueden volar sin hilos); de ahí que intentar responder preguntas cuya solución puede ser esclarecedora, pragmática o incluso otro términos cuyo significado también desconozco pero que suenan tan bien - también -, me parece una fantástica manera de ampliar conocimientos y reducir esperanza de vida.
Obviamente, la ciencia de siempre (la de las batas blancas, estetoscopios y demás aparatos que hacen "ping!") es a la que recurrimos mi Santa Esposa y yo ahora que el Niño Estrella está en proceso de horneado - que seré un soñador iluso, pero no gilipollas -; mas lo maravilloso de esta puñetera vida es que uno acabe sonriendo, mirando al escenario y pensando "Coño, ¿y eso cómo ha sido posible?".
Así me quedaría yo viendo a mi Bella Mujer... si no fuera porque no soy asexuado.
Afectadísimos y harryhoudinianos saludos.
PD.- Es bastante factible que pase unos días de la próxima semana en Ciudad Gato. Le mantendré informado.
Hola al dúo,
Pau,
Buenas preguntas sin contestación ninguna, la verdad o con una de esas contestaciones que no queremos escuchar.
Grom,
Estoy de acuerdo en que la ciencia ficción mola, sólo hay que ver la cara del replicante que ha sustituído a Camilo Sesto para saber que estamos cerca de la perfección en el campo de la repulsión. Oh, yeah!
En ese sentido (en el de ponerse malo y que te curen) estoy de acuerdo contigo,la ciencia mola musho, otra cosa es que se meta en un campo tan delicado par jodernos el truco...y es que el truco es en sí casi todo...¿no? Que a lo mejor no y me lío...
Me parece bien que se pase estos días por los madriles que están francamente horribles, como casi siempre. Espero también que el Niño Estrella esté guay y que la señora siga estupenda. Sobre Sparky, ese talento peludo, no diré nada porque me supongo que estará a la suya.
Un abrazo a ambos.
Yo es que lo de que somos sólo química no me lo trago ni con dos litros de agua. Si el amor se reduce a las feromonas ¿cómo se explica que alguien que te atrae mucho físicamente de primeras te deje frío después de hablar dos minutos con él y descubrir que es subnormal profundo? ¿Y por qué hay gente que se enamora años después de conocerse? Y podría seguir así hasta el infinito y más allá como Buzz Lightyear. Demasiadas cosas que no cuadran. Aunque quién sabe, a lo mejor algún día se descubre la química o, mejor, la alquimia del alma y nos dan una pastillita para enamorarnos o desenamorarnos a nuestro antojo. Lo peor es que, a pesar de su utilidad, creo que no la compraría, que mis pálpitos me llevan a mejores sitios que mi raciocinio.
Tiene gracia que hables de este tema, porque ayer precisamente discutía de lo mismo con mi padre. Y es que yo soy de los que considera que todo es física y química (nada que ver con la serie yig), supongo que será deformación profesional por estudiar ciencia. Incluso mirando más allá de las causas biológicas del enamoramiento, el amor no es más que una trampa de la selección natural (Igual que la adolescencia, no hay más que ver la cantidad de embarazadas adolescentes que hay por ahí jejej). Pero aun a pesar de saber esto cuando te "pillas" se jodió el chiringuito porque le encuentras sentido incluso a las canciones de Lionel Richie y de poco sirve que lo te expliquen de manera racional, en fins.
Por cierto yo tengo una relación amor-odio con la magia(Prestidigitación) porque a la magia en plan Rappel la odio directamenta claro. Y es que me encantan los trucos pero no soporto que me engañen y cuando no pillo el truco me sube la bilirrubina, pero si lo pillo me decepciono, creo que voy a tener que hacermelo mirar.
Sin unos gramos de inocencia no sé cómo se aguantaría en esta mierda de mundo...
creo que la pregunta sería si nos queremos a nosotros mismos y cuanto.
no sé,yo estoy en ese punto, y no me va nada mal.Quizás poque me he querido poco y mal.
de todas formas cada vez que escucho como se relaciona ciencia con medicina sin más,veo cierto prejuicio, podemos encontrar algunas respuestas a estos misterios en las ciencias naturales cansados como estamos ya de interpretar la cultura y sociedad en que vivimos.
Hola a todos,
Moonriver,
Yo simplemente esas cosas es que no las entiendo porque, la verdad, nunca se ponen de acuerdo y es que aislar el gen del enamoramiento debe de ser como buscar a un tipo feo en el reparto de Sexo en NY...por ejemplo...¿pastillas para enamorarse o desenamorarse? Joder,creo que no necesito ya hago yo el tonto siempre que puedo.
Paria,
La verdad es que reducir todo a una trampa de la biología me resulta un poco, no se, como que le quita gracia al asunto aunque me imagino que todo se resumirá en lo que dices. Preguntado Punset sobre el asunto de enamorarse contestó: "Lo que busca la otra persona en nosotros es que seamos simétricos...dos brazos, dos piernas, dos ojos...". Increíble.
A mi la magia de escenario me encanta y, por lo tanto, prefiero no enterarme de los trucos ni de nada, me mola el efecto y ya. Otra cosa está en que el tipo que te haga el truco de verdad quiera convencerte de que tiene poderes que es como de coña. Contra los Uri Gellers del mundo estuvo Houdini o James Randi que se han dedicado a desmontar esos chiringuitos.
Manu,
De acuerdo contigo...sin eso sería todo mucho más aburrido...mira si no los chiquillos como disfrutan cuando les sacas una moneda de detrás de la oreja.
Rak-El,
Pues hay que quererse más o, por lo menos, mejor. Siempre es mejor la calidad que la cantidad. ¿Ciencias naturales? Ummmm...yo soy más de la ciencia bárbara, estoy por el Lanzador ese de Hadrones y esas cosas que me parecen la leche. No se, yo tampoco me quiero mucho.
Besos y abrazakos para todos.
Publicar un comentario