¿Alguien se acuerda de cuando durante el verano no pasaba casi nada? Los periódicos se llenaban de cosas inútiles como suplementos "fresquitos y diferentes" en el que mostraban al mundo que el periodismo de solera también sabía ir en bermudas por la vida. Los telediarios se llenaban de incendios, de accidentes de coche y, muy de vez en cuando, una tragedia enorme cruzaba por nuestras vidas detrás de una gran pelota azul oscuro con la palabra NIVEA escrita en su panza.
Pero este verano está especialmente cabrón: Caso Gürtel, Camps convertido en nuevo martir de la conspiración socialista a escala global, terrorismo, la programación de Telecinco, el tío ese que escribe bajo el pseudónimo de Carlos Cay en El País, la polémica de la piscina de Pedro José Ramírez...
Había que darse una dósis de optimismo y convencí a Raquel para dejarse llevar hasta una sala donde proyectaban UP (Peter Docter & Bob Harrison, 2009) ¡en 3D!
En los años 50 un norteamericano llamado William Castle fue el primero en intentar llevar el cine a otra dimensión o, más bien, en devolver al cine a la barraca en la que nació. Aprovechando el gusto de los adolescentes por las películas de terror Castle decidió convertir cada uno de los estrenos de sus películas en una experiencia única. A Castle le debemos algunos trucos como las películas en Odorama: un simple artilugio que lanzaba bocanadas de olores que acompañaban a la película y que ayudaban a reforzar la experiencia sensitiva de los espectadores y que el chiflado de John Waters volvió a utilizar para Polyester (1981) entregando con cada entrada una tarjeta impregnada de olores como el de "caca de perro", "sudor", "hamburguesas" y que los espectadores iban rascando siguiendo las indicaciones de la pantalla.
Además de eso Castle, un mago para vender películas de serie B, equipaba las salas con cepillos que pasaban por los pies de los espectadores cuando aparecía en pantalla una marabunta de insectos, cutre fantasmas florescentes que atravesaban la sala, actores que simulaban sufrir ataques de pánico o apostados en la puerta de las salas disfrazados de médicos y obligando a los espectadores a suscribir un papel donde juraban no demandar a la productora si morían de un ataque al corazón y, claro está, cosas como el 3D que tuvo un repunte en los 60...algo debido al consumo de LSD y que también benefició al reestreno de Fantasia (1940) que se convirtió en toda una experiencia para la masa hippy. La vida de Mr. Castle, o un remedo de ella, puede verse en la estupenda "Matinee" (1993, Joe Dante).
El caso es que Disney ha querido volver a reutilizar este truco (francamente mejorado, se han sustituído las gafas de cartón bicolor por unas muy modernas de tres lentes irisadas) para intentar sobrellevar lo mejor posible el asunto del pirateo. No está nada mal, la verdad, de vez en cuando dejarse seducir por estas cosas.
UP es seguramente una de las sorpresas de esta temporada. Una película que parece concebida por Terry Gilliam y que recuerda, tremendamente, al corto del comienzo de "El sentido de la vida" (Terry Jones & Terry Gilliam, 1983), aquel en el que un grupo de viejecitos empleados en una vieja empresa de seguros deciden hacer zarpar su edificio y enfrentarse contra una moderna y joven corporación.
Aquí es un viejete a medio camino entre el Spencer Tracy de "Adivina quién viene a cenar esta noche" (Stanley Kramer,1967) y Walter Matthau convierte su casa en un zeppelin casero impulsado por globos de helio atados a los hierros de la chimenea para llegar a las Cataratas Paraíso. Sin duda una premisa que podría pertenecer al realismo mágico (ahora que su virtudes han sido descubiertas por los realizadores y guionistas norteamericanos) o a ese tipo de películas independientes con grandes rasgos naïf.
Un comienzo de cuento para adultos (la vida de una pareja desde la infancia hasta la vejez) enlaza con un primer plano calcado de "Nuestros pequeños aliados" (Matthew Robbins, 1987) y de ahí a una historia chiflada en la que se entremezclan un torpe niño explorador, parecidísimo al personaje de Gordi de "Los Goonies" (Richad Donner, 1985), un pajarraco extraño a medio camino entre el Correcaminos, Buster Keaton y el velocirraptor malvado de "Parque Jurásico" (Steven Spielberg, 1993) y un malo malísimo colgado y perdido en medio de la selva con rasgos de Klaus Kinski o, mejor, del Coronel Kurtz de "Apocalypse Now" (Francis Ford Coppola, 1979) al que no le falta su ejército de adeptos formado por perros que llevan un collar que les permite hablar como a los seres humanos olvidándonos así de tener que preguntarnos por qué en las películas de dibujos animados los animales se comunican orálmente sin que a nadie le resulte extraño.
Peliculón de principio a fin, historia de aventuras, sin muchas pretensiones a primera vista (quizás menos introspectiva que "Wall-E") pero que destila gran cine por estar realizada con un tino espectacular y escrita de maravilla.
Por si a alguien le sirve la información diré que no es una película demasiado adecuada para niños demasiado pequeños pese a que, por la publicidad, y porque en este país cualquier película de dibujos animados es pasto de las sacrosantes familias, las salas suelen llenarse de infantes que no acaban de enganchar con la película hasta que la trama se vuelve más infantil y no hay que fijarse ni en los diálogos ni en la presentación de los personajes que se ven envueltos en asuntos que a los chiquillos les quedan bastante lejos.
Pixar, el estudio que la ha producido y que distribuye Disney, que ya es dueña de algunas de las mejores películas de animación de la historia (tengo verdadera debilidad por Toy Story) ha alcanzado con UP lo que ya pretendió con Wall-E que no es otra cosa que demostrar que hay un cine comercial interesante y divertido que puede ser digerido sin necesidad de sonrojarse a cada línea de diálogo o con cada situación planteada en la pantalla.
Se habla estos días mucho de que Pixar ha reformado un género...se habla mucho de artistas que renuevan géneros cuando, en realidad, lo único que están haciendo es volver a las raíces del mismo. Este es uno de esos casos porque UP es una película de aventuras clásica para entretenerse durante unos minutos, un espectáculo visual impresionante, un regalo, un tinto de verano bueno, bueno, para refrescarse de tanta desgracia, una oportunidad para dejarse llevar.
5 comentarios:
Las películas de Pixar son tan jodidamente perfectas y conmovedoras que no entiendo cómo en los USA esos guiones y ese ingenio no se prodiga más. Con Pixar me pasa como con las series americanas. No entiendo por qué tanto talento a veces, y tan poco con el noventa por ciento restante de las peli americanas. ¿Acaso no está ya demostrado que la Calidad tiene un publico potencial?
Un sola cosa, me parece que el odoroama Waters los uso para Poliester y no para Pink Flamingos. Aprovecho para decirte que tu blog me parece fantastico y que da gusto leer por lo bien que escribes aunque a priori el tema no me interese en absoluto. Saludos
Javier
Una mínima errata: es William Castle. ¡Frank Castle es "El castigador", jefe!
Castigando,
Galán
Hola con retraso,
Jordim,
Pues no lo entiende nadie pero es una cuestión meramente industrial. PIXAR, hasta este año, estrena una sola película en una temporada. Hubieran podido mantenerse así si no hubiera sido por la exigencia de su partner, Disney, y de sus accionistas, entre ellos Jobs, de probar a rendir con el mismo nivel pero con dos producciones a la vez.
Básicamente los problemas empiezan cuando se fabrica en serie que es el caso de los grandes estudios que quieren llegar a todo el mundo y no ponen el mismo cariño ni el mismo dinero en todo lo que hacen.
Es verdad que la Calidad (esa que pones con mayúscula) tiene un público muy apetecible pero lo cierto es que también son conscientes de que la mayoría de las veces a la gente se le puede dar mierda y no notará la diferencia...
Anónimo Javier y Eduardo Galán,
¡Malditos talibanes del dato! Tenéis razón ambos y daba por hecho que la peli era Pink Flamingos y que el tipo era Frank y no William...doy asco.
Un abrazo a los tres.
¡PELICULÓN!
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