Alex de la Iglesia parece haberse quemado en un tiempo record. Hace como unos dos años que el director vasco aceptó el puesto de Presidente de la Academia de Cine (disculpen si utilizo el término popular para definir a la organización) por razones que siempre se me han antojado más románticas que prácticas. El puesto no es un puesto político, no se recibe remuneración por el mismo y tiene un papel más mediador que realmente ejecutivo teniendo en cuenta que eso que se empeñan en definir con un totémico "cine español" es, en realidad, e ejército de Pancho Villa, un sector desmembrado y que ha perdido casi por completo (si es que alguna vez lo tuvo) un caracter gremial. En el caso del cine los únicos, hasta la fecha, que se han organizado de ese modo han sido los entrañables "eléctricos" (encargados de las luces, de que todo esté a punto, de hacer los mejores chistes de los rodajes, de tener los mejores motes...los currelas) que sí se lo han montado bastante bien.
Nada más acoger el cargo de Presidente de la Academia a Alex le cayeron los palos. Muchos lo acusaron de tener intereses ocultos, ya sabes, de intentar controlar un poco mejor que el flujo de pasta dirigido a sus proyectos fuera el de siempre y, más allá de ello, de buscarse un puestillo dentro del cine español. Es absurdo pensar así porque De la Iglesia es uno de los pocos directores de nuestro país que puede levantar un proyecto económicamente y seguir siendo atractivo. Yo mismo pensé, en algún momento, que a lo mejor De la Iglesia iba a dejar de ser ese director de películas que me apetecía ver para tomar el camino de la domesticación. Error mío, sólo hay que ver "Balada triste de trompeta" para saber que, lejos de eso, Alex quiere, con sus errores y sus aciertos, hacer el mismo cine que acostumbraba, incluso, volver a las señas de identidad primitivas.
Al parecer Alex ha querido ser el "hombre del consenso". Es decir, lo tenía todo para triunfar en ese puesto: lejos de los cubos de agua fría que se ha tirado en el artículo que publica El País y en el que explica las razones para su dimisión (dice de sí mismo que es intransigente, tiene mal genio, que es soberbio...) es un tipo que cae bien, que tiene don de gentes y, sobre todo, que es capaz de discutir con un cortometrajista nobel sobre cine de acción de Hong Kong y sentarse con un director de fotografía de gran trayectoria para charlar sobre la iluminación en las películas de Mornau. Es un tipo diplomático, es agradable, es buena gente y, sobre todo, creo que es el típico tío que tiene las dotes necesarias para remover Roma con Santiago cuando necesita algo.
Desde el momento en el que tomó el cargo Alex de la Iglesia ha querido aunar esfuerzos, conectar a la gente de las películas, ha hecho esfuerzos para que la gente hiciera frente común con las debilidades del sector y, sobre todo, creo que intentó limpiar la imagen que gran parte de la sociedad española tiene de nuestras películas y sus profesionales depués de unos cuantos años de ataques tremendos y de gigantescas campañas de descrédito. Creo que era y es un buen plan eso de acercar a la gente. De la Iglesia ha hecho buenos gestos en esa dirección: ha intentado despolitizar la imagen de la mini industria para hacerla más fiable para los sectores sociales que viven un contínuo enfrentamiento y critican con saña, incluso, que Javier Bardem salga a tomarse una caña por Madrid e intentó generar confianza entre los distribuidores y exhibidores para darle un poco más de caña a la lastimosa política de exhibición de películas nacionales.
¿Por qué? Básicamente por algo que repito mucho desde aquí: es un sector que genera empleo y que no necesita de grandes infraestructuras para ser rentable económicamente. Es una industria que, perfectamente, podría ser buena para todos. Calculen no solo cuanta gente trabaja en un rodaje si no, más allá de eso, cuantos profesionales se necesitan para hacer una película (abogados, fontaneros, carpinteros, conductores, cocineros...). Y además, claro está, que Alex de la Iglesia es director y le interesa seguir trabajando en lo suyo.
¿Ese es todo el interés de Alex de la Iglesia? Pues he de decirles que sí y que es lícito, es más, es lícito que como Presidente de la Academia defienda los intereses de la gente del sector que representa. Todo esto de los "intereses" es como, si por ejemplo, alguien dice que la CEOE defiende los intereses de la patronal porque, claro, su presidente es un empresario. Jamás escucho un comentario tan estúpido y, sin embargo, sí los he escuchado y los he leído de Alex y, por extensión, de cualquiera que haya defendido su postura.
Es más, un tío interesado, un Maquiavelo de manual, un Fouche de baratillo, jamás se hubiera metido en una pelea como la de la Ley Sinde cuando, curiosamente, su última película está todavía en cartel y corre el riesgo de vivir uno de esos sentidos y silenciosos boicots que, últimamente, tanto se jalean.
Como Alex de la Iglesia es el "hombre del consenso", o eso pensaba él, decidió participar activamente en el debate sobre la Ley Sinde. Otro gesto, ya sabes, de una Academia que no es más que un órgano consultivo, que no tiene ninguna repercusión política...Alex abrió las puertas de la casa y recibió a unos cuantos internautas. Unos ya conocidos como el abogado David Bravo y otros menos como Francisco George del Partido Pirata.
Semanas antes de todo el embrollo Alex de la Iglesia irrumpía como un huracán en twitter cayendo rendido a los pies del invento. Y es desde ahí desde donde ha mantenido contactos con la gente y ha recibido toda una guasa de chorreos, insultos y malos humos. Además, por esa obsesión que tenemos con la gente con pocas luces, en cierto modo ha alimentado esa polémica retuiteando (o sea, repitiendo en su propia página y rebotándolo a todos los seguidores) a toda la lista y animando así a otros insultadores a ser compensados con una contestación del insultado.
Mientras la polémica de la Ley Sinde ha ido envenenando la red y sus aledaños con la carga de mala hostia habitual Alex de la Iglesia ha ido perdiendo fuelle tanto en el debate como en la propia polémica. Impulsó que se escuchara a un bienintencionado abogado llamado David Maeztu que propuso una enmienda a la ley y el tiro le salió por la culata (siendo directamente traicionado por tirios y troyanos) y se ha visto metido en una espiral de descalificaciones y con algo mucho más chocante: el otro lado, la otra parte, no ha participado en el debate salvo para decir: hay que buscar soluciones pero, mientras tanto, por favor, que las cosas sigan como están. Esto se produce porque la situación parece tan irresoluble que, sinceramente, solo hay que adoptar la "Doctrina Rajoy" que no es otra que estarse quieto y dejar que los demás te hagan el trabajo sucio.
Como el payaso triste o como el Don Tancredo de los antiguos espectáculos taurinos Alex de la Iglesia se ha quedado solo en medio de todo el tostado recibiendo tartazos, bofetones y quieto mientras que un morlaco de seiscientos kilos da vueltas a su alrededor esperando a darle el definitivo topetazo.
La postura conciliadora de Alex no ha permitido el diálogo si no, directamente, que presuntos amigos y declarados enemigos se crecieran en sus respectivos roles. Finalmente todas las operaciones de Alex, todas las llamadas y todas las reuniones no han servido absolutamente para nada excepto para dañar su imagen pública. No hay manera de decir que no lo ha intentado, ha hecho todos los gestos necesarios, se puso una camiseta donde ponía "piratea mis películas", ha intercambiado e-mails, ha hablado con políticos, con internautas, con sus pretendidos vocales, con sus posibles representantes y, sobre todo, ha conseguido que gente como Campoy o como Pedro Pérez participen en la polémica. Nada ha sido suficiente porque, en realidad, ni los que se sentaron con él (o la mayoría de ellos) estaban dispuestos a moverse un ápice (porque también tienen sus intereses en el asunto) y porque la vida política sigue un camino paralelo a la vida social.
Alex de la Iglesia me parecía el tipo perfecto para acabar con la polémica y para redirigirla, para iniciar un nuevo modelo de distribución, para comunicar lo que nos jugamos con la desaparición de la industria cultural, para enmendar la situación. Finalmente se ha quedado en medio, como el niño que atraviesa el "pasillo chino" en el patio del colegio. Le han caído todas las hostias. En un país donde si te quedas en medio lo normal es que te disparen desde las dos trincheras el Presidente de la Academia ha sido el blanco perfecto y, como tantos hombres de consenso de nuestro país ha sido sospechoso de hacer las cosas para su propio interés. Tendría que haber tenido en cuenta este hecho innegable: España es el único país del mundo donde si te cogen dopándote tu barrio se llena de pancartas de apoyo a tu persona, donde te condenan por prevaricación y te sacan de la cárcel para sentarte en una cadena de televisión a hablar de la reforma del Trbunal Constitucional y, sin embargo, si te cogen reciclando lo normal es que alguien diga: "mira, este gilipollas se cree que es mejor que los demás, el puto listo". Vivimos en un país donde ser inocente o parecerlo es un indicador de que eres un cabrón con pintas.
Ahí tienen a un tipo que dirige películas, acostumbrado a dar órdenes, a imponer su criterio a cientos de personas, a obligar a un actor que cobra tres o cuatro veces más que él a repetir una toma porque no le ha gustado la entonación, a dar voces por un megáfono, a coger una recortada y disparar munición de coña en medio de la calle Preciados para hacerse mover a decenas de extras tragando quina, intentando ser comprensivo, mordiéndose la lengua, intentando tomar un papel mediador, mordiéndose la lengua ante la avalancha de insultos, poniendo su mejor cara, ofreciendo soluciones, intentando acercar posturas. En definitiva, dando ejemplo.
Alex de la Iglesia ha comprendido que no podía conseguir ninguno de sus objetivos y, por tanto, ha preferido volverse a hacer películas. Me parece mal lo primero y muy bien lo segundo. Perdemos a un tipo que ha querido hacer del cine y de la cultura una cosa de todos, contentar a todos y esperar que todos cedieran un poco. Al final solo ha cedido él y ha vencido el cerrilismo. Una cosa muy española por otro lado.
BOLA EXTRA:
¿Debe el artista estar en contínuo contacto con su público real o potencial? ¿Debe exponerse públicamente? Ahí se lo dejo.
4 comentarios:
Muy buen post, como de costumbre. Nunca he sentido especial simpatía por Alex de la Iglesia. Siguiendo los tweets que ha estado colgando unido a lo que se ha publicado sobre su actuación respecto a la ley Sinde he de reconocer que me ha parecido un tipo legal. Y eso hoy en día es noticia. Más si cabe siendo un personaje público.Él come gracias a lo que el público dice.No puedo agregar nada más que no haya escrito usted de manera más precisa.
Respecto a la pregunta que hace...por supuesto que sí a las dos cuestiones. Cuando quiera se lo fundamento más relajadamente. Ahora es tarde y me espera mi dosis diaria de Sons of anarchy.
Un placer poder leerle y comentarle.
Saludos.
Hola 6th. Man,
Alex es un tipo interesante. Sin duda. Su trabajo para acercar posturas ha sido encomiable pero, ya digo, aquí la gente que intenta mediar no nos gusta.
Un saludo y que disfrutes de Sons of Anarchy, es una enorme serie.
Gracias.
Sobre tu bola extra, creo que fue Vizcaino Casas el que dijo eso de "El lector, que se joda y lea".
Pues eso.
Edu,
No tenía noticia pero ahí está el detalle...
Publicar un comentario