Creo mucho en la capacidad de las generaciones. No se me quita de la cabeza que los escritores del 27, salvo honrosas excepciones, no fueron apenas nada tras la Guerra Civil y que todo su potencial creativo (o por lo menos el más reseñable) se produjo cuando se juntaban y cuando mantenían relaciones personales y se reunían alrededor de cosas tan peregrinas como el 200 aniversario del nacimiento de Góngora.
Creo mucho en recibir influencias de los demás y en reconocerlas. De hecho la persistencia de la idea de que el creador de cualquier ámbito es como una especie de ser mítico cuyo arte nace de la nada o del milagro es algo sospechoso de estar contaminado por el interés que parece haber en no explicar las cosas estas de la cultura. Yo creo en compartir y en departir como la forma más amable de alimentarse de las cosas que valen la pena. Es por ello que, sin que medie más interés que el de verse un rato, esté muy bien sentarse con gente que a primera vista es completamente dispar y ver que sale.
Es como abrir una tienda de cerámica donde venderás cosas de Talavera de la Reina y piezas de la Bauhaus...no parece algo rentable, ni siquiera parece algo sensato pero, al fin, desde cierto punto de vista adquiere un sentido concreto y rico.
Dos músicos, un cineasta que ha elegido ser novelista, un enorme periodista y un, bueno, un yo ejerciendo de Pepín Bello sentados alrededor de una mesa, trasegando cervezas y haciendo eso tan madrileño de lanzarse a la bohemia sin más interrupciones que eso que tener que salir de cuando en cuando a la puerta del local para fumarse un pitillo y ejercer de europeo...es molesto pertenecer a un continente tan caótico en algunas cosas y tan tiquismiquis en otras. Pero eso es otro tema.
Es un placer poder compartir unas pocas horas con gente tan humana y tan brillante. Es un placer tener la oportunidad de que los días pasen un poco mejor, de que el trago sea menos amargo, de que la distancia hacia la orilla parezca más corta...es un lujo.
Compartir, departir, aprender, escuchar y, sobre todo, vivir sin la sensación de estar sobreviviendo. Sin la sensación de estar intentando cazar frijoles con una escopeta de dos cañones.
Ya digo que creo mucho en las generaciones pero, sobre todo, creo mucho en todos ellos. Ya verán que año 2011 van a proporcionarnos todos ellos. Que se sepa: dos discos nuevos y dos novelas. Ya verán.
5 comentarios:
¿Tú, Pepín Bello? ¡Tú aquí eres Góngora!
Lo de las generaciones es como lo de las bandas de rock, cuando el cantante se cree el imprescindible, y luego comparas Police con Sting, o Leño con Rosendo, es parecido, pero no es igual.
Hola a ambos,
Cesc,
No me sonrojes...delante de esos titanes...nada de nada...
eduardoritos,
Las generaciones, por definición, no deberían de tener un portavoz pero siempre intentamos que así sea para que se produzca una mayor identificación con la misma.
Un saludazo y gracias.
coño,,, que pena no estar ahí,,, a la próxima se avisa, que una foto así,,, no se hace todos los días
Pues lo ideal hubiera sido que hubieras estado...la siguiente habrá que programarla con más tiempo para que te bajes de ZGZ.En todo caso estabas en espíritu.
Un abrazo.
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