jueves, 17 de marzo de 2011

I´m still here (Cassey Affleck, 2010)


Britney Spears se rapó el pelo delante de los paparazzis que la perseguían todos los días durante los meses posteriores a su ruptura matrimonial con aquel "no-one" de Kevin Federline un bailarín de poca monta y aborto de rapero conocido con el estúpido nombre de K-Fed. 

Los artistas que quieren dar el salto de la audiencia infantil o infantilizada a la audiencia adulta suelen escenificar delante de las cámaras una especie de operación de ensuciamiento de su propia imagen, es decir, representan ante nosotros todos los pasos que, teóricamente, vive cualquier ser humano para convertirse en un adulto. Lo que es lo mismo: se meten en una serie de situaciones embarazosas como emborracharse, drogarse, echarse una pareja poco recomendable, llevar una vida de trasnoche en trasnoche y otra serie de experiencias que, teóricamente, han de informar de que ya son mayores, de que ya pueden hablar de cosas de mayores porque ya han pasado, en menos de un año, por todo el proceso de experiencias vitales que, a priori, forjan el carácter. Digo lo de un solo año porque ese es el tiempo que tiene cualquier artista de masas para reinventarse antes de que la industria descubra a unos cuantos mangarrianes con los que ocupar tu lugar que es lo que le ha pasado a Lady Gaga sucesora de Madonna que, en estos días, debe de estar celebrando misas negras por todo Londres para volver a ser la Reina del Pop again. 

Ese proceso pocas veces deja buenas secuelas y, lo normal, es que el artista se convierta más que en un adulto en puro material dañado. No había duda de ello si le echamos un vistazo a esa poco alabada serie documental titulada "Chaotic" (caótico) en la que la ex cantante de pop teen y su marido -un tío con una pinta de vago que para sí quisieran la mayoría de maridos vagos de estrellas que en el mundo son- daban cuenta de su vida en común con un desparpajo y una mediocridad con olor a paletos con dinero que iban camino a la bancarrota a marchas forzadas. 

La historia de la Spears, una texana temerosa de Dios tratada como la oca de los huevos de oro por parte de su familia (que suelen convertirse en un cartel de explotación infantil), es la de otros personajes del star system como Lindsay Lohan -por poner un claro ejemplo de bajada y estancia en los infiernos-, los hermanos Carter y un largo etcétera que escenifican ante una audiencia global un despertar al mundo adulto repleto de pesadillas, de cambios de rumbo, de actitudes absurdas y de gags escalofriantes. En los tiempos en los que escribía más de la Spears de lo que jamás soñé cada vez que me tocaba enfrentarme a una de esos nuevos saltos mortales no dejaba de tararear eso de "estás al borde" de Los Ilegales. La verdad. 

Es posible que "I´m still here" el falso documental perjeñado por Cassey Affleck y Joaquín Phoenix partiera de alguna charla trivial sobre uno de estos incidentes que suelen airear los noticiarios del corazón y las revistas del mismo género que se encargan de dar salida a este material. 

De hecho, durante la promoción de "I walk the line" el biopic de Johnny Cash que Phoenix interpretó, se airearon unas imágenes en las que el actor le preguntaba a un periodista si tenía una enorme rana en la cabeza. Al decirle el periodista que no, este muy tranquilo dijo que sentía que algo le estaba reptando por el cuero cabelludo. El periodista le dijo que parecía que estaba fantástico y Phoenix contestó que no le importaba el aspecto que tuviera que lo que le preocupaba era la sensación de que un bicho así le estuviera devorando el cerebro. Rápidamente se afirmó que Phoenix había ingerido una seta alucinógena o algo parecido que le había hecho perder momentáneamente la cabeza. En realidad, de un modo un tanto absurdo, estaba intentando explicar lo nervioso que se encontraba por el estreno de la película pero, en realidad, daba lo mismo porque lo importante es que Phoenix se había vuelto loco el día del estreno de la que prometía ser la película que lo lanzaría directamente al estrellato. Hasta el día de hoy al actor se le sigue preguntando por el  incidente. 

"I´m still here" parte de esa premisa: ¿Qué le ocurre a una estrella de cine que ha perdido la cabeza? No un artista de consumo rápido si no un artista de verdad, de esos comprometidos con cientos de causas, que parecen muy centrados, de esos con mundo interior, que sueñan con ser respetados intelectualmente y que viven para interpretar grandes papeles. 

Es una pena que el planteamiento de la película, esos primeros 20 minutos que tendrían que explicarte de qué va todo el asunto, sean de enorme torpeza porque, en realidad, el metraje va cogiendo fuste a medida que va avanzando todo el asunto. 

Es más, el hecho de que una gran estrella tomara la decisión de rodar una película como esta conlleva que, casi desde su comienzo, comenzaran a filtrarse noticias sobre que, en realidad, todo era un documental falso. Es decir, todo el mundo, de algún modo temió que la broma fuera demasiado realista y que, al final, acabara dañando la carrera del propio Phoenix. 

El actor escenifica esta bajada a los infiernos que ya aparece bosquejada en la rarita "Full frontal" de Soderberg dando vida a un chiflado inseguro que se pasa horas y horas mirando las noticias que su propia vida genera. Una especie de bucle informativo imparable en el que se mezcla la realidad y la ficción y que hace plantearse la paradoja de rodar un documental falso (hecho de realidad y ficción) que retrata de manera bastante fiel un panorama mediático que se alimenta de falsedades, rumores y realidades.

"I´m still here" es una enorme reflexión sobre el concepto de fama actual, sobre la forma en la que se trata la vida de los famosos pero, también, creo que queda resquicio para una especie de auto-psicoanálisis del propio Phoenix que aprovecha la película para retratarse intímamente. No deja de ser interesante que la película comience con unas imágenes de la infancia del actor y termine en el mismo lugar donde se rodaron con una visita a su padre. Contrapuestas al título de la película (que se traduciría como "Aún sigo aquí") nos hace pensar, más allá de la sarnosa broma que el actor y su cuñado quisieron gastarle al mundo, en una reflexión aún más profunda sobre la forma en la que ha conseguido sobrevivir a los avatares de la fama y, sobre todo, al fallecimiento de su hermano River Phoenix. Otra vez aparece el asunto del material dañado y que la vida devora por igual a Britney Spears (tan paleta ella) que a un tipo como Phoenix (tan avant garde él). 

Entre las imágenes impagables de la película están la cara de poker del rapero Mos Def, un activista que representa la cara más seria y comprometida del hip-hop, cuando el propio Phoenix le informa de sus chiflados planes y el hecho de que Phoenix pierda el culo por hacerse amigo de Sean Diddy Combs, productor de rap más conocido por representar la frivolidad mayúscula que, participando de la broma, hace de sí mismo alentando las pesadillas de un actor que quiere dejar de ser famoso en la interpretación porque le parece excesivamente frívola para meterse de lleno en la escena musical del hip-hop que no parece el último refugio de los que quieren pasar desapercibidos. 

Pese a las malas críticas recogidas por el documental falso a un servidor de ustedes esta farsa sobre la fama, el exceso y la chifladura le ha parecido incluso notable pese a las reservas que tenía con el título. Un trabajo un tanto irregular que hubiera merecido un mejor arranque pero que termina contándonos lo que sus creadores querían contar: Siguen ahí, no son nada del otro mundo y encima corren el mismo peligro que todos los descerebrados de este mundo que no es otro que encontrar un lugar y una posición donde todo el mundo te ría las gracias. Y ninguno estamos libres de cometer un pecado semejante. 

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

La cabeza la pierden todos, estrellas y estrellados.

Señor Insustancial dijo...

A mi la peli me ha gustao mucho. Y sí, todos están al borde.

Un abrazo.