domingo, 20 de marzo de 2011

Turismo en el Planeta de los simios


Zía: ¿Qué va a encontrarse allí, Doctor? 
Zaius: Su destino. 

Qué gran escena. Charlton Heston con un tanga, medio en cueretes, acompañado de una discreta e inocente humana ajena a la tragedia puesto de rodillas sobre la arena mojada de aquella playa, brazos hacia el cielo maldiciendo a la raza humana por haber destruido el planeta (en sucesivas entregas nos enteraríamos de que, en realidad, la culpa la tuvo el propio Heston al viajar en el tiempo y bla, bla, bla...pero eso es otra historia).

Pero antes de eso yo me quedo con un Heston con la mosca detrás de la oreja durante toda la película. Ya sabes, Charlton teniendo la extraña sensación de que aquel planeta no le resultaba ni tan lejano, ni tan extraño, ni esos monos tan educados y tan poco dados al desarrollo tecnológico (en sucesivas entregas nos enteraríamos de que los primeros simios inteligentes habían conocido las grandes urbes humanas y los ordenatas y bla, bla,bla pero eso es otra historia porque aquellos monos eran todos luditas) tan desconocidos como él presentía. 

Esa sensación de estar en tu sitio y, sin embargo, tan lejos realmente de tu sitio, ese  "deja vú"  existencial acojonante de que no pisaba un lugar del todo raro es lo que, definitivamente, me resulta más desasosegante de esta película tan buena que todavía me provoca pesadillas. 

El berenjenal en el que nos hemos metido en pocos meses me producen la misma sensación de estar en un planeta extraño al que, sin embargo, tengo que llamar mi casa. El ruido informativo, la contradicción constante, el exceso de datos inservibles, la forma en la que se justifica que todo va "dabuten guay" porque esto es lo mejor a lo que podemos aspirar me pone al borde de postrarme de hinojos y gritar eso de "yo os maldigo" quedándome más ancho que largo...me veo en la Playa de los Alemanes, donde está hecha la foto que encabeza el blog haciéndolo, gritándole al Atlántico el discurso de la contradicción. 

Me siento un turista. Tengo sensaciones de turista, de turista enterao que ha visto tantas veces las fotos del destino al que se dirige que, cuando llega allí, se da cuenta de que ha perdido la capacidad de sorpresa. Me da la sensación de que, de un tiempo a esta parte, intento explicarme donde demonios está el planeta en el que me crié y por qué me ha tocado vivir en este ¿cuándo cojones cogí la nave espacial? ¿Sobre qué superficie dura y consistente he aterrizado? ¿Donde huevos está la tripulación? ¿Quién ha estado comandando la nave para llegar hasta aquí? ¿HAL? ¿Estás ahí HAL 9.000?

No lo entiendo. No entiendo nada. Oigo hablar a la gente y no entiendo nada la mayoría de las veces, no se de qué va la mayoría de la gente, ni como se articula o donde se asienta su discurso, millones de horas de televisión, de radio, cientos de toneladas de papel, terabytes y terabytes de datos que no soy capaz de descifrar, que no soy capaz de aprehender. Circula por todo mi cuerpo la sensación extraña de que estoy casi siempre enfrente de desconocidos totales provenientes de una cultura extraña y joven que se expresan con opiniones refrendadas por un misticismo y una religiosidad de Feria de esoterismo, cuando no frente a una ingente cantidad de idearios donde todos los valores de las palabras son intercambiables y se manejan apenas cuatro o cinco términos tan manoseados que han perdido su sentido. Extraños que justifican la corrupción más penosa, el macarrismo más descarado, la bajeza y la pobreza argumental más cateta e hiriente apenas sujetada por unos cuantos afileres de egoísmo que sonrojarían a críos de tres años. 

Miro y escucho completamente anonadado, sin ganas de reírme, más bien acomplejado por estar tan cerca y tan lejos y no soltarme de una vez del palo y dejarme llevar por la corriente. Estoy contrariado y confuso seguramente porque nada de lo que me interesa parece que interesa. Siento que he perdido el tiempo y que nadie me había avisado del viaje que me iba a llevar ¿Por qué me he entretenido en llenar la maleta con tanto trasto inútil cuando podía haberme paseado por aquí medio en cueretes disfrutando de este tibio sol de Fukushima? ¿Por qué me he confundido de bando? ¿Quien me creo que soy para darme vela en este entierro? 

Me siento más perdido que nunca en un lugar en el que no entiendo ni el lenguaje, ni las costumbres, ni las reglas. Lo peor de todo esto es sentirse Charlton Heston en la Zona Prohibida.

Nota del Insustancial: Los Nikis fueron la primera banda española en autoproducirse un disco, es decir, tienen el honor de ser el primer grupo "indie" de la historia de la música española si es que nos atenemos al primer significado de dicho anglicismo. "Marines a pleno sol" es una de las joyas de la música pop española que, desgraciadamente, fue denostado por gran parte de la crítica gracias al éxito de la canción "El Imperio contraataca" una especie de chufla sobre España que fue tomada al pie de la letra por muchas personas que pensaban que era una declaración de principios sobre los valores del Imperio...a día de hoy "los Ramones de Algete" siguen siendo unos incomprendidos y muchas personitas sin criterio cantan esta canción en plena algarada etílica haciendo el saludo romano. "La rebelión de los humanos" es uno de los mejores temas de un disco donde se entremezclan menciones a "La naranja mecánica", "El Planeta de los simios", "Los niños del Brasil" etc. sin duda no se merecían un trato pobre por la historia de nuestra música. 

2 comentarios:

JBB dijo...

Imagina como "gustó" El Imperio Contraataca en la zona txeroki (p.e. en Alsasua...) :-D
Aunque algunos sí que supieron pillarle el punto irónico y cachondo.
Es uno de de mis temas favoritos en español.

Sistebbins dijo...

Discazo!!
Temazo!!
Grupazo!!
y una entrada en la que seguro nos vemos reflejados muchos!
Eso es lo bueno... supongo?¿
Supongo que es lo bueno porque ni Silvia Sobrini ni el del Escort xr3 la habrán tenido nunca.xD

Un saludo.