viernes, 5 de diciembre de 2008

Una historia de psicoanálisis.

Viendo el primer episodio de "In treatment" he recordado los días en los que me convencí a mi mismo de que, quizás, encontraría un poco de calma en la terapia psicológica. Un compañero decía que le iba bien y que debía probar las mieles de eso del psicoanálisis.

Ni que decir que me sentía, como dice mi señor padre "atrabilario". Estar así, o sea "atrabilario" es sentirse muy mal porque estás triste, atribulado y atravesado, todo a la vez, un extraño estado del alma. Un día vas caminando te sientas a descansar en un parque ves a unos críos jugar con una pelota y dices: "¿Qué cojones estoy haciendo con mi vida? ¿Qué hago sentado en este parque? ¡Qué asco de vida! ¡Quiero cambiar pañales! ¡Quiero cambiar de vida!". Pues el caso es que la tristeza me había atrapado (ahora no puede porque ya he echado piernas y cada vez le cuesta más) y no tenía muchas respuestas. Vale. Probemos el psicoanálisis, parece más barato que una búsqueda del "yo" en una mazmorra BDSM y puedes ir vestido de calle. Busquemos pues.
El señor de los caramelos, siempre tan atento, siempre acompañado de nuestro amiguito el Señor Ansiolítico, me dirigió hacia uno de esos gabinetes llenos de psicólogos. En menos de lo que se tarda en decir "70 euros por sesión/una sesión por semana" me senté delante de una psicoterapéuta que me sentó en un sillón unipersonal (nada de divanes) y comenzó a rellenar una especie de ficha sobre una de esas carpetas azules de gomillas. Hablaba terriblemente despacio y a media voz, susurrando, escuchando atentamente mis palabras, preguntándome por mis aficiones al alcohol, a las drogas (muy populares entre los de mi gremio, al parecer, no tengo tanta información como Jorge Javier Vázquez), mi estado civil, mis aficiones, mi ritmo de vida. Cuando terminanos los 50 minutos (ring-ring) me contestó a mi única pregunta: "¿Esto en qué consiste?". "Tú hablas y yo te doy las herramientas para mejorar tu vida".

Perfecto. Ya era, oficialmente, un ciudadano en terapia. Volví a la semana,miércoles, me senté allí y me entró el miedo escénico: "¿Estoy dispuesto a contarle a una absoluta desconocida que habla como si las paredes fueran demasiado finas los intrínsecos secretos de mi tristeza?¿Sabía yo por qué de cuando en cuando me asaltaba esa sensación asquerosa? ¿Qué le cuento yo a esta buena mujer? ¿Cómo relleno cincuenta minutos de show?".

No recuerdo muy bien como salió aquello porque no sabía por donde empezar...y cada vez que preguntaba que qué quería saber me decía "habla de lo que te apetezca, de tus sensaciones...". La ventana estaba entreabierta y se colaba un estupendo sol, de esos que ponen el cielo azul y sólo podía pensar en lo bien que estaría en una terraza tomándome una cerveza enorme a ser posible con limón. Lo dije y me dijo: "¿Y sientes siempre esa necesidad imperiosa de beber?". "De cuando en cuando pero no soy alcohólico". "Bien...vamos a trabajar en como tienes que enfrentarte a las cosas y saber decir NO". Me dio unas cuantas instrucciones de como decir NO. NO las recuerdo, por otro lado. Me sentía más o menos igual de perdido pero, bueno, tranquilos todos, no se ganó Zamora en una hora, ni tampoco la sanidad mental.


A la semana siguiente seguía mirando por esa ventana sin poder concentrarme demasiado la verdad, yo le decía "es que hablas muy bajito y no puedo tener una conversación normal con alguien que me habla tan bajito y tan despacio". Entonces me decía: "¿Sueles reaccionar con ira cuando no estás a gusto? Vamos a trabajar un poco sobre esa ira, cuéntame...". Y yo quería decirle: "¡Que no coño, que lo que estoy es triste! ¡Atrabilario!". Pero nada, después de dos sesiones descubrí que no sabía decir NO y que tenía un serio problema de control de la ira. Posiblemente fuera verdad...no lo se, me delatarían los nudillos ensangrentados.

El caso es que volví esa semana y otra y otra y llegó el verano y yo todavía no sabía qué contarle. Sueños, relaciones familiares...un día me dijo que se lo pasaba muy bien conmigo porque tenía mucha soltura al hablar y que no era lo normal. Le dije que si me volvía a decir eso iba yo a cobrarle a ella y contraatacó "¿Sueles usar el humor como sistema de defensa, normalmente?". "No conozco mejor terapia". Dije. "La risa no es un terapia, es algo transitorio ¿Eres consciente de que no solucionarás nada riéndote de las cosas? Es un rasgo de inmadurez. Tendremos que trabajar sobre ello". Sin tiempo de réplica salí de allí mosqueado. O sea, con problemas de ira y de comunicación.


Cuando llegó otoño llegué a la conclusión de que aquello no era lo mío: me faltaba paciencia. Necesitaba dos o tres años de terapia, más o menos intensiva, para alcanzar la sanidad del coco. Me borré de aquel asunto y seguí con mi vida. Unos meses después estaba en el videoclub y me alquilé "Mumford" (1999, Lawrence Kasdan). Es la historia de un tipo que se hace pasar por psicoanalista en una pequeña población americana y me eché unas risas de lo más inmaduras a costa del falso doctor. En términos simplistas Mumford es muy buen psicoanalista porque escucha a sus pacientes lo que igualaría al confesor con el terapeuta. Juro que en mi vida me he confesado y, la verdad, aquellas sesiones donde, por narices, se acababan tiñendo con algo relacionado con morrearse/enrollarse o pegarle a alguien (tres supuestos imposibles en mi persona) me resultaban altamente incómodos porque, la verdad, no entendía muy bien del todo para qué servía todo aquello (¿Es un problema que te vayan las medias más que los pantys? ¡Quiero decir en otra persona femenina! Que parecía algo que le interesaba mazo). De cuando en cuando, como en estos últimos tiempos, me acecha ese mal rollo congénito y me siento un poco "atrabilario". Me acuerdo de Mumford y de una ventana entreabierta por donde entra un sol de justicia. A veces me imagino también que simplemente la abro y que miro hacia afuera, es primavera, y la gente está sentada en las terrazas. A mi, me sirve como terapia pensar que cuando menos lo espera uno vuelve el buen tiempo o, por lo menos, un nuevo episodio de "In treatment". Por si acaso no os la perdáis, ah....y tengan cuidado ahí fuera.

16 comentarios:

Dante dijo...

Hola Mr. Insustancial. La verdad no conozco la serie de la que hablas , pero escucharé tu recomendación y veré el 1º cap. a ver que tal, pero de psicologos si entiendo un rato. He ido alguna vez y al final siempre he tomado la misma decisión que tu, a mi no hay quien me arregle ya.Tengo una amiga que lleva más de un año en un psicoanalista y dice que le va de lujo. No se, la verdad, supongo que cada uno encuentra su remedio el mio es levantarme cada mañana , mirar a mi hija y pensar: Que cojones!! esto es lo que verdaderamente cuenta. A la mierda la tristeza conmigo no va a poder.Y asi consigo pasar los dias. Un saludo.

Anónimo dijo...

A mí lo que más miedo me da son lo diagnósticos,parece que todo el mundo tiene una nueva identidad con la que intentar diferenciarse del resto: el tímido es ahora fóbico social;el enamorado,obsesivo;la tristeza o saudade,depresión;el dolor y la angustia es ahora algo traumático,no se preocupe por lo suyo,al menos no sabe lo que le ocurre,puede seguir enfrentándose a la angustia de vivir.El humor hace todo más intrigante y diverido.Sergio Algora decía que su psiquiatra lo tranquilizaba diciendo que no era alcohólico que era dipsómano...donde va a parar!
Me gustan mucho las parodias de la psiquiatría o la psicologia,recomiende pelis por favor..

Paria dijo...

Ahh el psicoanálisis, es bastante fácil llegar a un diagnóstico, a ti lo que te pasa es que quieres matar a tu padre y follarte a tu madre, o algo. Siempre me ha resultado sorprendente que el psicoanálisis haya sobrevivido a sus coetaneos tomapelos como el mesmerismo o la frenología(Que reverdece hoy en día gracias al doctor Cabrera), está claro que la sociedad burguesa industrializada está necesitada de confesores chic que les escuchen y les hagan sentirse especiales, por 70 euros la sesión...Un día rajaré de otra psudociencia que me encanta, la psicología (No confundir con la psiquiatría).

Anónimo dijo...

Sinceramente, que un profesional (ya sea del campo del psicoanálisis, ya sea sexador de pollos) considere que reírse de las cosas "es un rasgo de inmadurez" provoca en mí la misma sensación que escuchar a Mariano Rajoy hablando del cambio climático: primero, estupefacción; luego, aburrimiento; y por último ganas de soltarle "oiga, ¿y no sería mejor que Vd. se dedicase a sexar pollos?".

Yo también caí en un momento de mi vida en las chics redes del psico-anal-isis... concretamente, durante una sesión. Mi busqueda de respuestas se vió recompensada con una invitación para que perdiera las tres mil pesetas siguientes (imagínese de cuantos años atrás le hablo) en compañía de mis padres, hermanos, amigos, etc... Vamos, que a la sesión debería acompañarme hasta un profesor que tuve en 3º de E.G.B. que me explicó erroneamente (cómo si no!) la existencia de Dios. Obviamente, con la mejor de mis sonrisas, no volví a aparecer por allí.

Coincido con el estimado Paria - en parte - diferenciando la psiquiatría del resto de disciplinas "sacapastas" (en mi caso, incluyo la psicología como rama científica a respetar). Ahora bien: la moda que comenzó en los 70 de acudir en masa a anímicoterapeutas - algo que nunca le perdonaré a Woody Allen - ha derivado en actividad social similar a la de ser socio de un spa o pertenecer al grupo de los que entienden las críticas cinematográficas de Jordi Costa (¿ese hombre y yo vemos la misma película?).

Con el tiempo he descubierto lo mismo que Vd.: por muy mal que vayan las cosas, mañana será otro día. Hoy mismo, por ejemplo, ha pasado.

Afectadísimos y jungianos saludos.

mysterymoor dijo...

Esto me recuerda a una vez que fui al médico de cabecera y tras hablar conmigo 5 minutos me dijo que era una hipocondriaca neurótica con depresión crónica y que más me valía medicarme si quería ser feliz en esta vida. Obviamente no he vuelto a ir al médico.

ENRIC dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ENRIC dijo...

Merhaba Mr. Insustancial,
Veo que Froid (caduco,caducó), sí sí, dije Froid y no Floïd (cosa extraña) no supo dibujar con acierto los esbozos de ciertas personalidades, de ciertos humanos depresivos, ansiosos, parafílicos, psicopáticos, maniáticos, obsesivos, compulsivos, esquizos tendentes al suicidio, amas de casa bebedoras de kirsh, verborraicos, falsos mesías, políticos mentirosos aunque autocomplacientes, gentes de izquierdas con fe en un sistema que ya murió, hombres con armas en las manos, con sangre entre los dedos y reflejo turbio en la mirada...
Veo que el cine es mejor que toda esas tardes sin Teresa mirando a
un tipo con reloj y libretón y archivo confidencial. Veo que voy
por un camino sinuoso que desciende con vertiginosa celeridad y de repente se finiquita sin aviso previo. Me veo y no me creo. Miro al mundo girar y quemo herejes, quemo ideas, quemo libros (por sugerencia de algún desalmado) de mala factura y ardo, finalmente, en el averno de la autocomplacencia mal entendida, de la culpabilidad inducida y el rencor impenitente.
Sr. Doctor Insustancial, Ud que sí sabe de las cosas, permitame una pregunta que hace siglos me reconcome las seseras:¿porqué todo el mundo se cree con capacidad para opinar acerca de todo?
Por favor, hable Ud. un día de estos de la poesía rusa en el siglo doce y verá como le crecen enanos sabihondos capaces de recitar de un tirón las rimas de algún Nikolai o Nikolov o NIkita o Ladislaw que ¡carajos!, acabó
por ser un perfecto sacacuartos
de la época y murió en un tonel de Vodka Stolisnaya. Yo le ruego, siga escribiendo Señor, siga produciendo ese vómito sabor a fresa ácida y nosotros lo tomaremos de postre al
colofón del ágape, lo usaremos de antitusivo antes de gripar la maquinaria o talvez de miel sobre cuajada fina.
Será, sin duda, la mejor de las terapias, la cura, el refugio para un hombre tranquilo (The Quiet Man, 1952)...
Reciba un cordial saludo Insustancial amigo y tómese una a mi salud, please!
Hey waiter !!!

manu dijo...

Durante una época tuve complejo de confesor. Como sé escuchar, todo el mundo me buscaba para explicarmen sus miserias.

Tienes un montón de buenos amigos. No necesitas pagar a nadie para que te escuche, bueno, salvo invitarlo a alguna birra o similar.

Lo fácil sería decir que esas terapias, esos pssssicoterapeutas, o lo que sean, son otro sacacuartos más, simplmente, pero esas "herramientas para mejorar tu vida", solo las puedes encontrar tú, ninguno de esos listillos te las va a facilitar.

Porque yo no soy tonto (¿o sí, o qué importa, o...?)...

Señor Insustancial dijo...

Hola a tutti,

Dante,
Mirar a los chiquillos propios en, en sí, una terapia. Hoy me he cruzado con el cantante de Los Nikis cuando salía de comprar el periódico (¡qué cosas!) y hemos estado hablando de su chiquillo, que también se llama Emilio y es clavado a su padre, y de lo bien que le sienta la paternidad. Qué cosas...

Raquel,
Es que creo que hay un exceso de enfermedades actualmente...Siempre que escucho hablar a un "adicto al sexo" en un programa de televisión resulta que el menda dice que tiene relaciones compulsivas cuando se pasa con el alcohol y la farlopa...¿Cuál es el problema? ¿Ser un chuzo, un yonki o acostarse con desconocidos? Nunca entiendo nada...

Sobre películas de psicólogos y psiquiatras en plan paródico...

"Elemental,Doctor Freud" de Herbert Ross.

"Mumford" de Lawrence Kasdam.

"The Sopranos", la relación entre Tony y la psiquiatra es increíble.

"¿Qué pasa con Bob?" de Frank Oz. Bill Murray haciendo de tarado y Richard Dreyfuss haciendo de psicoanalista.

"Crazy people" de Tony Bill con Dudley Moore haciendo de un publicista que acaba en un manicomio donde descubre la publicidad honesta.

"Otra Mujer" de Woody Allen (aunque con este tipo tienes un filón).

"A mi madre le gustan las mujeres" de Fejerman&Paris, los cortes en los que Leonor Watling aparece con su psicoanalista son buenísimos.

Y seguro que ahora mismo olvido un montón.

¿Qué diferencia hay entre alcohólico y dipsómano? I don´t understand, anything.

Paria,
Efectivamente, no se muy bien en qué consiste el psicoanálisis ni por qué sobrevive aunque me temo que lo hace porque, en cierto modo, cumple su labor que no es otra que, a cambio de un dinerillo, puedes desahogarte con un absoluto desconocido.

Grom,
Estimado amigo nadie se puede considerar del todo moderno si, por lo menos, no ha tenido la sensación de acudir a la consulta de un confesor psicológico porque, en realidad, da muchísimo fuste decir eso de "estoy en terapia y no, no creo que sea malo ni que sea cosa de locos". Efectivamente prefiero al señor de los caramelos si la cosa se pone feota que se que te quita las cosas más o menos de raiz. Luego sólo hay que salir y pasear por ahí a ver si te encuentras con la felicitá.

Andrea,
Pues sí, yo tampoco iría a un médico así que dice esas cosas tan feas.

¡Merhaba, Enric!

A parte de la imperfección freudiana lo más sorprendente es que no se le ocurriera mejor manera de curar a sus pacientes depresivos con cocaína para convertirlos en unos paranóicos irremediables. Jujá. De ahí a la macrodiscoteca o a caerte por el centro del agujero. La gente lo pasa mal porque no encuentra Ítaca, tan lejana, que se pierde en el horizonte mientras volvemos a tomar una mala ruta y es normal que muchos quieran poner el timón de la nave en manos de alguien con gafitas y gesto adusto. Es así.

Quemar libros (un gesto a medio camino entre Carvalho y los bomberos de Farenheit) es un gesto de liberación, una forma de sacarte los demonios, de tranquilizar al bicho que sube y baja por el esófago con sabor amargo, impedir que otros caigan en el error, darle cera a la ignorancia, ser severo con la maldad, intratable, intransigente. Es un gesto que interesadamente se ha convertido en feo.

¿Que por qué todo el mundo se ve capacitado para opinar de todo? Oh, lo dice mucho una de mis abuelas: "La ignorancia es atrevidísima". Es cierto, también interesadamente se confunde mucho opinión con información y se juega peligrosamente con el concepto de "verdad" como algo personal, como si la realidad pudiera moldearse con nuestra mirada y fueran una cosa cambiante, subjetiva. Cuando seamos conscientes de que no existe "mi verdad", "ni nuestra verdad", "ni su verdad" si no "una verdad" única, una realidad inmutable sin mucha interpretación posible pues desaparecerá esa manía nuestra de meternos en cualquier berenjenal.

No controlo mucho de poesía rusa pero prometo hablar de esto y de lo otro a ver si alguien decide meterme el dedo en el ojo. No me importa, de eso se trata. Seguiré escribiendo aunque sólo sea por saber de todos vosotros de vez en cuando que no es poco. Me alimento de todo esto yo también. Te acepto el copazo pero sólo con la condición de que la próxima va de mi cuenta. Salud.

Manu-é,
Pues no te arriendo las ganancias con eso de ser confesor. Hace mucho que también ejercí de lo mismo pero, me temo, que con el tiempo la gente que te rodea va mejorando su vida y va dejándote en paz con esas cosas. Creo que ejercí de aquello mucho, demasiado, durante la adolescencia ¿Adivinas por qué?

Un abrazo a todos, todas y que paséis una vida estupenda.

Anónimo dijo...

hola sr.insutancial:el comentario sobre algora iba al hilo de los diagnósticos,su psiquiatra le vino a decir lo mismo que ya sabía,pero de una manera más biensonante o speudocientífica,porque significar,significa lo mismo.Los médicos ,en general, han mostrado hacia la experimentación con drogas una gran hipocresía,han fomentado el uso legal de algunas y tratado como pecado el de otras(las ilegales),yendo de la mano,como todos sabemos,de la potente industria farmaceútica,esa misma que no quiere ceder las patentes de algunos medicamentos básicos como vacunas,tratamientos de sida etc.a Africa,con las consecuencias que todos conocemos.Pero como no quiero que lloremos,que todavía no es Navidad,y tampoco soy Teresa de Calcuta,os invito a leer el prospecto de los efectos secundarios de cualquier ansiolítico o medicina expedida por un área de salud mental,y me decís si no parece que lo haya escrito un camello,y si leéis más de dos,si no os entran unas enormes ganas de ir a pillar algo.
un saludo,me voy a ver a fran Nixon en directo,ahhhhh,chincha,rábia!!!

pesimistas existenciales dijo...

Frase del segundo episodio de "En terapia" aplicable a grandes momentos laborales de la vida: "EL CLIENTE NUNCA TIENE RAZON"

Señor Insustancial dijo...

Hola a los dos,

Raquel,
Pues debe de ser eso, que el asunto es ponerle una palabra rara y bonita (dipsómano lo es) a cualquier ocurrencia y vivir de escuchar maldades ajenas. Siempre he pensado que el asunto es que hay demasiada gente queriendo contar demasiadas cosas y que se siente mal porque cree que lo que piensa no es normal. Ya me harás cronicaza del concierto de Nixon. Que envidieja, joder.

Pesimistas,
Pues es una gran frase. A ver si pillo el segundo episodio.

Un abrazo a los dos.

manu dijo...

¿Adivinas por qué?
Me temo que lo sé por experiencia, que no por gusto, snif... ;-)

Señor Insustancial dijo...

Manué, amigo....¡Cómo te comprendo!

Un abrazo.

moonriver dijo...

Los psicólogos son los timadores del siglo. Mejor te irá con la autoterapia o, al menos, te saldrá más barato.

Yo cuando estoy triste llamo a mi amiga Su, me voy al cine y me compro un paquete gigante de palomitas, me pillo varios libros de la biblioteca, me pongo a escuchar un cd deprimente o me voy a deambular sola por las calles más solitarias de Madrid. La cosa es ir probando a ver qué te funciona a ti.

¡Besos!

Señor Insustancial dijo...

Hola Moon!

Pues mira tú por donde que no se si serán unos timadores o no pero, lo cierto, es que cumplen a la perfección su papel de sustituir el papel que, tradicionalmente, ocupaban párrocos y capellanes.

Contra la depresión yo me hago el pasota ilustrado: cine, paseo, lectura...cuando estoy triste prefiero no ver a nadie y hacerme planes en plan a mi maldita bola.

Besos para ti también que creo que eres la primera que los lanza en este santo lugar...que ilusión, reley.