"Dime que será de mi cuando no sea la número 1" dicen que le soltó Janis Joplin a su representante en medio de una resaca de infarto y unas pocas fechas antes de morir. Una pregunta demasiado grave para alguien que había superado, entre otras vejaciones, ser nombrada "mujer más guapo de la Universidad" por su condición hombruna, su porte poco atractivo y por su murmuradísima bisexualidad.
Los arrestos para cantar y las voces rotas son, la mayoría de las veces, más producto de estos incidentes que de unos años a dieta exclusiva de Southern Comfort y heroína.
La Joplin se tomó la fama como el remedio perfecto para esconder sus carencias afectivas y para maquillar sus adicciones. Una estrella siempre tiene los bares abiertos y gente dispuesta a hacerle pasar un buen rato...fuera de ahí no eres más que la alumna feorra y con mal gusto que bebe como una cosaca y que no encuentra con quién ir al baile de graduación. Una pena. Lo malo no es dormirse en los laureles, lo malo es despertar entre dos contenedores con la pantorrilla recién meada por un perro callejero o, peor, siendo arrastrado hasta el programa ese de las canciones de Carlos Sobera para mover la boca mientras suena un playback de un éxito tuyo que grabaste en 1978.
Estos días están poniendo en Canal + un documental genial titulado "Descubriendo a John Cazale". Va sobre John Cazale...bueno, por el nombre no os suena pero fue el actor que hizo de Fredo Corleone, el hermano mayor de los Corleone de "El Padrino", al que le descerrajaban un tiro en el final de la segunda parte por traicionar a su hermano con el asunto de La Habana. Pues ese actor. Un actor gigantescon que hizo películas gigantes como "La conversación", las dos primeras partes de "El Padrino", "Tarde de perros", El cazador" y "American Way". Era el novio de Meryl Streep cuando falleció de un cáncer de huesos poco después interpretar a Stan en "El Cazador" y, pese a haber aparecido en sólo siete películas que acumularon más de 30 nominaciones y unos cuantos oscars jamás tocó una de las estatuillas consumándose una de las mayores injusticias de la historia del cine. Dicen que Cazale nunca se tomó mal esa falta de reconocimiento y que comprendía que los papeles de sabandija que le tocaba interpretar no eran del gusto del público por lo que prefirió quedarse en un segundo plano, siempre. Nunca se planteó el hecho de que ser famoso fuera más que eso, ser famoso, porque para él lo importante era la misma interpretación. Lo otro siempre viene de regalo.
Gracias a esos programas que regalan un trocito del pastel mediático tenemos una concepción algo errónea de la fama, la fama es horrorosa y se traduce en carreras de fans, firmas de autógrafos, muchachada que se cuela en tu hotel, entregar tu alma a la industria...nada de eso, en serio, Harrison Ford se paseó por Barcelona cuando su novia, Calista Flockhart, rodaba "Frágiles" con Jaume Balagueró y no sucumbió a la marabunta. Simplemente iba por ahí comprando el pan, entrando en una librería, visitando el MACBA, de acuerdo, seguramente más de uno y más de dos lo paró en un paso de cebra y le dijo "¿Es usted Indiana Jones? Pues vaya puta mierda, caballero" porque como dice Joaquín Reyes el personal se ve en la obligación moral de hacerle saber su opinión a un famoso si se lo encuentra de cara: primero suele decir lo que le gusta y luego cagarse en lo que no le gusta. Es así, va con el precio que se incluye en el contrato, si es absurdo pagar 95 millones de euros por un futbolista pensad que todas esas incomodidades van con el precio...y ahora la pregunta: ¿Estarías dispuesto a ser asediado de cuando en cuando por unos cuantos modorros a cambio de cobrar 9 millones de euros al año por hacer lo que te gusta? Yo digo sí, estoy dispuesto a hacerlo y cualquiera en su sano juicio debería de hacerlo. Se pueden comprar muchas casas discretas y estupendas por ese precio...y por menos, yo estaría dispuesto a convertirme en el objeto de deseo de la masa por el salario mínimo interprofesional, un bonobus mensual y una chequera de tickets restaurant. Pero yo sólo aspiro a ser importante para quien quiero ser importante y eso creo que no tiene precio en el mercado.
Es por eso que no entiendo que le ocurre a Susan Boyle que ha vuelto a caer en una especie de crisis nerviosa que le impide cantar en público, ¡Susan, por favor! ¡Despierta!
Tienes talento, tienes vozarrón y te van a pagar una pasta gansa por hacer lo que te mola, cosa que hacías gratis en un karaoke escocés seguramente repleto de borrachines anestesiados y despedidas de soltera con tiparracas con diademas-polla en la cabeza...nadie esperaba nada de tí, ahora, tampoco, sólo verte cantar unas cuantas canciones horteras y que remates la faena con el "I dream a dream". Tranquila que si lo haces bien, pues guay, y si lo haces mal, a nadie le va a cambiar la vida... Coge esa pasta y échate un buen novio, un hombre decente y bueno que te cuide y que te sujete el pelo cuando vomites presa de los mareos de la fama, sácate un disquito producido por el hortera de Simon Cowell, pide audiencia con Bono y que te ponga al mando de alguna causa solidaria, baja a comprar cigarrillos en chandal y hazte la interesante delante de los paparazzis, ¡Susan, es tu momento! ¡No me jodas! ¡Hazlo por nosotros, por los que no contamos un carajo!
Yo le perdonaría una mala actuación pero no le perdonaría que, ahora, que puede deje pasar la oportunidad pero, sobre todo, lo que no le perdonaría es que, para salir a la calle, lo hiciera con unas gafas enormes y una especie de pamelón que es el uniforme de los famosos que quieren pasar desapercibidos. Que sepan, Susan y los demás, que es la peor forma de llamar la atención y de decir "en realidad quiero que todo el mundo me conozca pero, por favor, no se lo digais a nadie".
Nota del Insustancial: Hoy ha fallecido el actor Fernando Delgado, uno de esos actores de toda la vida y, la verdad, nadie se ha preocupado demasiado por hacerle el homenaje que se merecía.
3 comentarios:
John Cazale... qué grande, qué olvido...
Pues sí, un injusto olvido, por cierto.
Un abrazo grande.
Personalmente, creo que el anonimato no tiene precio. De hecho hace un par de semanas conocí a un miembro del jurado que me otorgó un accésit en uno de los múltiples concursos literarios en los que participo. Le preguntó a mi padre si yo era su hija pequeña y él le dijo que no, que era la mayor. "¿Así que eres tú quién escribió este relato?" me interrogó mientras blandía en su mano el cuadernillo donde el relato ganador y el mío aparecían editados. Y yo, muerta de vergüenza, respondí que sí. A continuación, él comenzó a hojearlo y a mirarme con cara de admiración, alternativamente. Creo que es la primera vez que intuyo lo que significa verdaderamente la palabra fama. Y no me gustó. Definitivamente no quiero pasarme la vida bajo los focos. Dan demasiado calor. Y ya tengo bastante con ser mítica entre los de mi clase, aunque no tenga ni idea de por qué coño merezco tal calificativo.
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