jueves, 24 de junio de 2010

10 cosas del verano que dan pena...



1. Adultos chupando polos: Sin duda una de las cosas más aberrantes que uno puede ver por la calle en estos días. La cosa se multiplica por 1000 si el señor/señora chupa con delectación una bola de helado servida en un cono de barquillo, la cara de absurdo, la lengüecilla chuperreteando la golosina y el helado hecho líquido manchando las comisuras y formando guacheras es, simplemente, superior a mis fuerzas. La gente mayor debería de comer helados en su casa. Les cuento una anécdota: un día vi al ex juez Gómez de Liaño chupando un helado mientras iba con su señora del brazo por la Plaza del Perú de Madrid y supe, instantáneamente, que además de ser corto de luces era seguramente una persona de poco fiar.

2. La chancla placa-placa pour homme: Andar por el asfalto de una ciudad con un calzado tan mínimo debería de estar prohibido por ley. Y punto. Automáticamente pienso en pinreles sucios de polvo y de guarrería y me pongo malo. Además los hombres que van en chanclas tienen tendencia a quitárselas en todas partes y a poner los pies sudados por el roce con la goma y manchados en cualquier parte. Entiendo que en el Tercer Mundo, donde la cosa está mala y el clima lo permite, la gente opte por un calzado cómodo y fresquito pero la verdad aquí no es una opción. Otro efecto tonto de los hombres con chanclas es que andan como patos con ella poniendo los pies a las 10 y 10 e impulsándose con el pecho para compensar la falta de sujección lo que provoca unos andares propios de Paquirrín y/o "el pecho palomo". No es bonito. Es caca.

3. La terracita "PUM-PUM": Es ese antro maldito que aparece en las zonas principales de las ciudades y que tiene la música tan alta que es imposible entenderse a cualquier hora. La molestia de acabar sentado tomando algo en semejante establecimiento sin paredes se multiplica por un número enorme de camareros que se creen guays y que ponen cara de culo y unos precios exorbitados. El ambiente quiere ser coqueto porque predomina la intención de hacerlo veraniego pero, en realidad, las plantas de plastiquete y las sillas de plástico de propaganda le dan aspecto de burdel de tres al cuarto con ínfulas. Horror. 

4. El programa "fresquito": Es una especie de gala hecha en un lugar humillante donde se suceden las actuaciones que dan pena y los humoristas de vergüenza ajena. Dicha mezcolanza sólo podría ser achacable a la cantidad de neuronas que reblandecen las temperaturas. Como la televisión es tan mala pues casi no te das cuenta de que  te están colando la misma carroña de siempre bajo la etiqueta de "fresquito" o, peor, "ligero". La única manera de diferenciarlo es que el programa "fresquito" tiene una profusión de escotes importante para las presentadoras y que los presentadores van en mangas de camisa levantaditas como si no hubieran superado una especie de complejo de inferioridad con Bertín Osborne.

5. La gente que engaña a los turistas: No hay nada más triste que ver como algunos se ganan las castañas timando a los extranjeros y vendiéndoles fruslerías típicas o subiendo los precios de una ración de Paella D´or (infierno de sabor calentado al microondas) un 400% en cuanto denotan que el personal habla un poco raro. No se me escapan esos guías turísticos de paso ligero y verbo fácil que espantan al personal contando trolas inventadas sobre cualquier monumento y extendiendo más allá de nuestras fronteras que somos un país de cutres que apuñalarían a su madre por un par de yuanes crujientes. Si los extranjeros fueran conscientes se quedarían en sus países y luego nos invadirían para limpiar tanta vergüenza. 

6. El "playlist" del verano: Una tortura parecida a la que sufren los de Guantánamo. De pronto, en cuanto nos pegan dos rayos de sol en la quijotera, todos los bares se lanzan a programar sus spotifys con la música más truculenta y abyecta que se haya producido alrededor del planeta. Como estamos de vacaciones y pedos porque nos han dado alcoholazo del malo pensando que éramos turistas la mayoría de la gente traga con una música mortal profusa en flamenquito rumbero, tecno barato y machacón hecho para panolis y cualquier mierda cantanda por un triunfito o aspirante a ello. Si los americanos asocian el verano a los Beach Boys nosotros hemos pasado del sacrosanto Peret a un barullo sónico que haría revolverse al Pescaílla. 

7. El Mundial: Joder, qué coñazo. Es sólo cada cuatro años pero nunca, nunca, habíamos sufrido tanto gañanismo informativo y tanto despropósito. Por encima de ello la campaña de Burguer King con Manolo el del Bombo que es una cosa fea y hortera y, seguramente, punible si uno escarba en la Convención de Ginebra adecuadamente. 

8. El chorrete: Sí, no quiero ponerme escatológico pero el chorrico de sudor que se te hace entre las ancas del trasero es una de las cosas más incómodas de esta época del año. Desconozco si las damas tienen el mismo problema pero, me temo, que un 99% de los señores sufren esta tremenda contrariedad. Siempre que he ido a Londres he visto con pánico como los trenes del Metro están acolchados y siempre pienso lo mismo: "Joder, la cantidad de chorretes y de pedos que deben de absorber a diario estos sillones...y más con la dieta de esta gente". Una vez, en pleno festejo, ofrecí a un amigo 20 libras si era capaz de darle un tímido beso a aquellas esponjillas y descubrí que ambos pensábamos lo mismo, en lo antihigiénico de aquello. 

9. Sillas de plástico: Un horror. Ves una terraza normal y, dices, mira vamos a sentarnos allí mismo que nos claven y nos traten mal y miras otra vez y dices, oh la lá, mira esos alemanes se marchan vamos a coger sitio y cuando te sientas notas que te has quedado pegado a la sudorina del señor y que la tuya propia comienza a pegarse literalmente a la silla. Cuando te levantas, sin dinero, descubres que tienes la espalda como el muro de contención de una presa. 

10. Apartamentos de verano: Los apartamentos están decorados con todos los muebles viejos y las cosas feas que uno no quiere tener en su casa. Si es propio uno tiene que aguantar el tipo de vivir en una casa con un sofá roto y unas sillas casa una de su padre y de su madre pero, cuando es alquilado, y te llevas la sorpresa de que te la han vuelto a colar te cagas en toda la familia del señor que te ha cobrado un potosí. Un detalle encantador de las segundas viviendas es que la gente ocupa las mismas habitaciones que cuando eran críos y se encuentran compartiendo cuarto con el hermano, el primo o la esposa (en los casos más desesperados) decorado con posters del Teleindiscreta y con un mobiliario de ensueño lleno de pegatinas de diversos mundiales de fútbol. Un año los sospechosos habituales compartimos un apartamento al que llamamos cariñosamente "Abu Graib". Años después alquilamos otro y nos confundieron con Guardias Civiles pero eso es otra historia.    

Nota del Insustancial: He puesto "La mujer portuguesa" de El Niño Gusano porque en esta vida siempre hay cosas por las que merece la pena seguir respirando.

3 comentarios:

Azul Sanchez dijo...

Buenisimo!! aunque este post podría alargarse "ad infinitum" .... hoy es viernes, unas risas, este finder pinta bien..Abrazo!

Edu Galán dijo...

Los puestos de helados portátiles... eso sí que es triste: ¿dónde mean? ¿por qué tachan de un cartón los helados que no hay? ¿por qué es el único lugar en pleno siglo XXI en que que todavía hay RADIOCASETES? ¿por qué creen que recubrir el puesto con un plastico azul de Camy nos va a provocar una sensación de frescor? ¿no nos influirá más ver a un tío achicharrándose dentro? ¿por qué venden ganchitos con un calor asfixiante? ¿quién come un ganchito con un calor asfixiante? ¿quién se come una gominola ardiente, pegajosa de esos epicentros de la infección? ¿por qué los helados que quieres siempre están al fondo del puto congelador?

Y, sobre todo, ¿por qué el hijo prepúber del dueño/a trabaja siempre allí y es el que siempre mete la mano en el congelador para pillar los helados? ¿Le obligan? ¿llegará a caérsele la mano cual T100 expuesto al nitrógeno líquido?

Señor Insustancial dijo...

Azul,
Muchas gracias.

Edu,
Me has ganado de nuevo, se me habían olvidado por completo. ¿Hacen unas cañas la semana que viene?

Un abrazo a ambos.