jueves, 3 de febrero de 2011

"Primos" (Daniel Sánchez Arévalo, 2011)


Llevo un rato dándole al cursor, borrando y volviendo a escribir para volver a borrar. Es una mecánica absurda que se produce cuando uno no sabe por donde empezar a hablar de algo. Es mucho más fácil hacer la crítica mala y jugar a la contra que hablar de una película que te ha gustado mucho como es el caso de "Primos", la última película de Daniel Sánchez Arévalo.

Comencemos entonces por el principio y vayamos hilando lo más fino posible: todo el mundo tiene unos primos (reales o ficticios) que te han visto crecer mejor o peor y todo el mundo tiene, guardada en alguna parte de la biografía una de esas historias de amor que pensamos que pudieron ser pero que nunca fueron. No recuerdo el título de la película en la que Agustín González se paseaba con su porte de señor de bien por una fiesta de progres y acababa hablando con el protagonista para decirle algo así como que "querer es conformarse porque, quien sabe, si yo me voy a una isla a lo mejor vive allí el amor de mi vida pero, como no la conozco, pues me quedo aquí y me enamoro de otra". Aquello se me quedó clavado de alguna manera tonta porque, al momento pensé, que era una verdad como un templo.

Que el amor es algo palpable pero conformista pero que las relaciones son algo normalmente efímero es una de esas verdades como templos que no quieres escuchar cuando tienes las hormonas a punto de caramelo y, sobre todo, cuando estás viviendo el amor de tu vida en el que piensas que será un verano que va a durar para siempre o que, cíclicamente, va a repetirse una y otra vez. Que los largos veranos también se acaban y lo que nos esperan no son esos meses largos repletos de anécdotas si no una lastimosa concatenación de periodos de descanso más o menos largos en los que nos vemos obligados a arrastrar con el cansancio laboral y con los compromisos propios en los que nos vamos liando es otra de esas cosas que no acabas tampoco de creerte cuando estás metido, de lleno, en vivir las cosas un poco a cholón, como vienen dadas.

El tagline de "Primos" no podía ser, para mi, más revelador: "tu novia te puede dejar plantado...ellos no". Bueno, es otra de esas verdades que quieres creerte pero, lo cierto, es que todo el mundo tiene unos primos (reales o fingidos) que no van a cambiar mucho con respecto a ti y que siempre tendrán su puerta abierta para echarte una mano.

En estos tiempos que son tan así, lo cierto es que hacer una película que resulta ser un canto a la amistad y al amor de juventud suena un poco a ejercicio "kamikaze", por contra de lo que algunos pudieran pensar, yo creo que la gente acude a ver una película que es un reflejo de su estado de ánimo. En mi vida se me ha ocurrido a mi ir a ver un Bergman o un Dreyer cuando tenía las pilas puestas por temor a desinflarme como un globo y he preferido ver una comedia para que la fiesta y el verano no se acabaran nunca. Con el patio en plena celebración de lo negativo es más correcto pensar que la gente prefiere ver películas donde la gente lo pasa mal aunque solo sea por resobarse un poco en su propia desgracia o recibir el estúpido consuelo de ver que unos personajes se las ven más canutas aún que ellos.

"Primos" arranca con un novio abandonado en el altar contando las razones de su desventura y con una huida hacia adelante en la que, acompañado de dos de sus primos, deciden visitar el pueblo en el que veraneaban en su niñez para que este recupere el amor de su vida. Un plan estúpido y con todas las papeletas para fracasar que, sin embargo, tiene más sentido que sentarse a esperar a que el tiempo mejore.

Será algo fundamentalmente generacional pero creo que, llegados a una cierta edad que algunos catalogan cuando se pasa la treintena, más de uno y más de dos se han planteado esa cosa de tirar todo por la ventana e ir en busca del tiempo perdido o, mejor, del tiempo suspendido y del espacio en el que una vez fuimos felices. Esas miradas atrás son las que facilitan las reuniones de viejos alumnos, esas largas búsquedas de amigachos a los que perdimos la pista pero que seguro que se esconden en el facebook y un montón de acciones más o menos desesperadas que siempre tienen una razón: el presente apesta, rebobinemos al pasado e intentemos recuperar todo aquello.

Para esta acción kamikaze de reinvindicar la felicidad, la amistad y los amores de entretiempo Daniel Sánchez Arévalo ha urdido un guión clásico, estructuralmente muy sencillo que funciona como un tiro en el género de la comedia. Lejos de ofrecer algún tipo de experimento (ahora que todo el mundo experimenta con la comedia) Sánchez Arévalo ofrece una película de toda la vida que sigue las andanzas de los tres personajes principales un poco al estilo de los personajes de "El mago de Oz": tres personajes que buscan algo que han perdido por el camino ya fuera un viejo amigo que parece que fue una especie de figura paterna, el amor de su vida o las ganas de vivir.

Si se abusa, actualmente, de la fuerza del gag o del sketch que provoca la risa en momentos puntuales el guión de "Primos" se sustenta sobre una historia que te permite la media sonrisa en todo el recorrido de la misma y la aparición de algunas escenas más forzadas cómicamente. Mi pregunta es: ¿Por qué este tipo ha tardado tanto en hacer una comedia pura y dura?

Quizás solo tenga un pero y creo que no tiene tanto que ver con "Primos" si no con los tiempos que corren: el material visto en la promoción de la película es excesivo, para mi gusto, y me chafó algunos chistes que ya conocía de antemano. ¿De verdad que nadie quiere ir al cine para que lo sorprendan? Yo a eso no me apunto.

Desde el punto de vista actoral la tripleta formada por Quim Gutierrez (ese tío que ha hallado una comicidad espectacular que era de lo poco reseñable de "Una hora más en Canarias"), Raúl Arévalo (que se va a comer con patatas el trabajo de sus compañeros porque hace un personaje que tira más hacia adelante) y Adrián Lastra (el león cobarde...un personaje de chiflado importante) funciona a la perfección. Creo que en esto, no se si por ser un gesto medido o inconsciente, Sánchez Arévalo ha conseguido dibujar a tres personajes que se mueven en tres registros cómicos diferentes igualmente efectivos. Inma Cuesta (conocida por "Águila Roja") rinde como protagonista femenina sacándose partido a medida que avanza la película y me gustaría destacar el papel de Marcos Ruiz, un niño que es actor. Es decir, que es un niño que sabe actuar o que lo hace fuera de los registros irritantes que se suelen imponer a la chavalería.

Y, en otro orden de cosas, destacable es el trabajo de Antonio de la Torre en un papel de borracho del pueblo en el que resuelve la papeleta de hacer un personaje contenido con tanta limpieza y buen trabajo como cuando le toca bregar con papeles más histriónicos ya fuera en "Gordos" o en "Balada triste de trompeta". No tengo duda de que es mucho más complicado hacer creíble un personaje tan real como el que le ha tocado en suerte, redondeando una actuación sutil que habla de un tío que está dramáticamente en forma.

En definitiva, "Primos" es una de esas películas que, de algún modo, te toca la fibra sensible sin acudir a lugares comunes, que te devuelve a un lugar donde estuviste alguna vez y al que, de un modo u otro, te gustaría volver...y todo esto sin un discurso dramático y manido como "éramos jóvenes y felices y mirad en lo que nos hemos convertido, en unos monstruos". A eso ya contestó Moretti en "Aprile" diciendo: "érais vosotros los que gritábais consignas horribles, yo me lo pasaba muy bien, quería un mundo mejor y me veía guapo".  

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