martes, 16 de septiembre de 2008

¡Arde Siberia!



Una de las mejores leyendas urbanas de la historia contaba que los camellos se ponían en las puertas de los colegios para repartir caramelos con droga. La cosa mejoró cuando comenzaron a distribuirse sin saber cómo unas fotocopias chusqueras (tiempos pre internet, ahora si quieres dar pábulo a una chorrada la clavas en el blog) de una presunta circular del Ministerio del Interior donde se advertía de la proliferación de unas calcomanías impregnadas en LSD de la marca “blue star”.


En la puerta de mi colegio, cuando yo cursaba tercero de E.G.B., dicha leyenda urbana casi acabó en linchamiento. Unas marujas comenzaron a sospechar de un tío negro que estaba en la puerta del cole e iniciaron una fascinante coreografía calcada a las que realizan las leonas de los documentales alrededor de un Ñú, gacela o “animal que pilla” en general que terminó con una lluvia de bolsazos. El tipo en realidad era el padre de la única alumna negra del centro (tiempos pre inmigración) y ejercía como diplomático, por cierto. Las marujas se justificaron luego diciendo que “siempre habían visto a la negrita siendo recogida por su madre, una mujer blanca, y que pensaban que era adoptada”. La supuesta mamá era la au-pair.


Pues me imagino que todos hemos tenido que aguantar en mayor o menor medida las advertencias de padres, tutores y profesores sobre el malvado “hombre de los caramelos” y aquellas charletas sobre “no aceptar comida o bebida de manos ajenas” (¡Cuántos exploradores hubieran muerto en desiertos y selvas de haber seguido esos consejos!).
A los padres siempre les atenaza el temor de que sus vástagos acaben en manos de una mafia, de una malvada organización dispuesta a esclavizarte de por vida robándote la voluntad dñándote física y psíquicamente a cambio de una quimera, de un bien solamente temporal pero cuyas secuelas arrastrarás toda la vida….


Entonces…


¿Por qué nadie nos advirtió sobre los bancos, los créditos hipotecarios y el Euribor?


Sí, al final no caíste en la cocaína boliviana pero te has pillado la puntica de la títola con el Euribor que, por cierto, cuando sube te deja toda la noche comiendo techo y con la cabeza haciendo “pum-pum-pum” como si hubieras estado dos días en el Monegros Festival de marchita sana.



En la película yonki Pánico en Needle Park (Jerry Schatzberg, 1971) se explica muy bien como funcionaba la lucha contra la droga en NY: La poli detenía a un montón de pequeños camellos que dejaban desabastecidos a los consumidores habituales creando una situación de “pánico”. Los yonquis, sin lugar a donde acudir, iban a las comisarías para delatar a otros camellos de mayor envergadura con la esperanza de que estos testimonios se pagaran con algo que echarse a las venas y que venía de los mismos fondos incautados de la policía.
Bueno, pues eso están haciendo las grandes entidades financieras. Le han cortado el chorro a las entidades intermedias y estas, ahora, aprietan a sus clientes exigiéndoles el pago de las deudas contraídas y negándoles la posibilidad de pedir un crédito.
Ahora es cuando me he dado cuenta de por qué las hipotecas, créditos personales, tarjetas etc… se han acabado llamando “productos financieros”. No me extrañaría que las próximas cosas de estas se acabaran por entregar metiditas en bolsas de plastiquete blanco o cerradas en forma de primorosa papelas clásicas.
O sea, que como el “hombre de los caramelos” los bancos se han puesto a la puerta de las casas de la gente y le han dicho “toma, dinero, no te cortes, que la cosa está de puta madre, llévate lo que quieras…”. Lo que antes parecía gratis ahora te cuesta un riñón. Te lo quitan de golpe y porrazo....¡Arrrrrfffff! ¡Dame peerrrassss! ¡Que más triste es de pedir que de robar! ¡Dame argo!



Estamos en medio del pánico, ciertamente, pero yo no me preocuparía demasiado. Es decir, pensad que no hay mucho que perder excepto la casa, el coche, el colegio de los niños y las vacaciones en Punta Cana….sólo hay que confiar en esa gran frase que se repite mucho, sí, joder, esa que dice que “el que se muere en España de hambre es porque quiere”…la suele decir el mismo tipo, sentado en el mismo sillón, fumándose el mismo puro y bebiendo el mismo coñac en la misma copa balón que el que te contó eso de que “el precio de la vivienda no baja jamás, firma aquí, aquí y aquí…ya eres propietario”.

Solían ser los tíos que dirigían Northern Rock Bank, Lehman Brothers, Merryll Lynch, Enron, Gescartera…al parecer todos con muchos más problemas para gestionar su dinero y, sobre todo el nuestro, que por ejemplo Pablo Escobar pese a demostrar, a veces, unas formas tan malas como las del famoso narco.
En la muy yonqui Salto al vacío (1995, Daniel Calparsoro) un desesperado Karra Elejalde, que hace de yonki muy malito, le grita a su hermana Najwa Nimri una frase de extraña belleza para demandarle la dosis que ella, que es camello, tiene en el bolsillo y para hacerla partícipe de las sensaciones que da el mono gritándole:
-“¡Arde Siberia!”.
Ella se lo da. Yo mañana me voy a ir al banco a gritárselo al director de la entidad a ver si se apiada y acaba con estos sudores fríos, esta cagalera y este malestar general.

2 comentarios:

manu dijo...

La tremebunda historia de las marujas contra el negro / afroamericano / hombre de color, demuestra hasta que punto las personas normales podemos llegar a ser peligrosas cuando nos convertimos en masa, glups.

Sí, yo estoy enganchao al euribor. ¿Esta perversión mía es motivo suficiente para salir en El diario de Patricia?

Señor Insustancial dijo...

Al diario de Patricia, que ahora se llama Diario de no se quién de cabeza por lo del Euribor y, de ahí, a Proyecto hombre.

El señor negro lo pasó malamente, sí, pero la historia fue surrealista.