Echo de menos la playa. Pese a ser de interior me gusta el mar y los barcos desde el primer verano que pasé con mis padres en Marruecos y tuvimos que atravesar el Estrecho en un ferry. Aquel viaje me dejó el regusto amargo de descubrir que no todos los barcos, y menos el que atraviesa el Estrecho, eran despedidos de puerto con las serpentinas y el confetti al que me había acostumbrado la serie "Vacaciones en el Mar". De hecho ni siquiera pude ver al capitán, ni al médico, ni al contramaestre, ni nada. Sólo unos cuantos hippies, marroquíes y españoles desperdigados aquí y allá con la cara del que se toma un viaje como una obligación o un fastidio. De hecho recuerdo que me empeñé mucho en ver el bar...por si el negro que luego hizo anuncios de una piña colada que se llamaba "piña colada" ("pasando de comernos el tarro", opinaría el bodeguero...¿Te imaginas que todos los productos tuvieran un nombre genérico y todos los "condones" se llamaran "Condones"?) estaba por allí pero nada.
Al menos mis padres me habían prometido delfines y vi delfines desde la cubierta. Lo suficientemente cerca como para verlos saltar haciendo monerías porque los delfines son los chulazos de playa del mundo animal, ya saben, es tener alrededor un par de ojos observándolos y se ponen a hacer demostraciones.
La persona que conozco que más daño le ha hecho la tele, exceptuando a un vecino mío que terminó con la tele del salón en la cabeza en una riña familiar, es a mi primo Fernando que después de ver un trailer de Superman le pidió a su madre que le comprara un traje, capa included, y se lanzó por el hueco de la escalera yendo a dar con sus flexibles huesos infantiles no contra el suelo si no contra un providencial montón de arena de una obra. Ahora es el orgulloso padre de dos de mis sobrinos con unos curiosos nombres: Oier y Duende. Digo Duende porque del nombre en euskera no me acuerdo nunca. Creo que eso fue uno de los daños colaterales del golpe, lo del afán por los nombres raros y escribir calimocho con "tx",o sea, que olvidó para siempre la "ch" y ahora no puede escribir Christian Bayle sin que el resultado sea indescifrable.
Una de las razones de dedicarse a escribir es negarse a viajar toda la vida en ferrys desangelados y dibujar sobre el apunte del natural algunos pequeños recuerdos.
La Pequeña Manson y una de mis primas, Mamen, encontraron en casa de los abuelos uno de los diarios del abuelo hace ya unos cuantos años. El abuelo lo iba escribiendo todo, el nacimiento de los hijos, los sinsabores del servicio, las estrecheces del uniforme, las incautaciones de café (lo habéis adivinado mi abuelo era diplomático en el extranjero) y los detalles de la muerte de uno de los hermanos de mi padre cuando este era todavía un bebé. Después se hacía el silencio y la desgana y después la vida seguía dando pasos torpes. Recordar y olvidar, de eso se trata.
El infalible "Método Azcona": no tomes notas. Recordar lo importante y esperar a que lo superfluo se diluya y caiga en el olvido para que no entorpezca la narración. Si algo es bueno o malo o regular pero vale, lo acabarás recordando. Es entonces cuando puedes escribir algo decente sobre ti o sobre los demás no desde el punto interesado del que espera obviar lo que no le interesa (que no es el caso) si no con el propósito de poder hacer sitio en el disco duro para todo aquello que tiene importancia. Me dolería mucho que sólo me cupieran las malas experiencias y no tener sitio para acordarme de lo que realmente me ha hecho llegar hasta aquí y tener hueco para todo lo que me espera. Siempre tengo el temor de que si me acuerdo demasiado de las cosas que no importan es posible que no me acuerde de devolver favores o de portarme bien con quien se lo merece. Es domingo. Vuelta a empezar.
5 comentarios:
Yo intento olvidar, pero tengo más amnesia para lo bueno que para lo malo. Los malos recuerdos están ahí, agazapados, esperando el peor momento para volver a salir a la luz y darme por...
Eso sí, nunca olvido a quien se portó bien conmigo. Ni tampoco a los que me jodieron. Un día tal vez llegue la hora de girarse la tortilla.
Estimado Insustancial, mi memoria es tan caprichosamente selectiva que recuerdo perfectamente el nombre del montador de la mayoría de películas de Esteban Spielberg, y, sin embargo, no soy capaz de ponerle a mis antiguos compañeros de carrera de Derecho sus nombres - ya no digamos la cara, y eso que estoy seguro que la mayoría de ellos tenía.
Bueno, quien sabe, a lo mejor estoy consiguiendo lo que Vd. ansía: olvidarme de los malos momentos y quedarme con lo fundamental y relevante. Para qué me vale retener el nombre de Michael Khan ya es otra historia.
Afectadísimos y estrechogibraltareños saludos.
Soy una desmemoriada, lo que unido a una gran capacidad de fabulación sobre mi misma , convierten mis recuerdos en cosa poco fiable. Igual tengo que hacer un diario como su abuelo para recordar.
Y es que a veces echo de menos echar a alguien de menos.
El Método Azcona! que poco se utiliza y cuanta falta hace...Abrazos!
Holas retrasadas a todos,
Manu,
Yo espero olvidarme de lo poco importante...ahora, tengo claro, cuando llegue el famoso cambio de tortilla seguro que ni tu ni yo nos vamos a tomar venganza porque eso sólo lo hacen las personas malas pero la cara colorada seguro que sí, fijo.
Grom,
Ay, amigo...yo también tengo una cabeza llena de caca y de datos de los que, al parecer, nada bueno puedo esperar o darles utilidad pero son guays para jugar al Trivial Pursuit. Pasamos por delante de muchas cosas prescindibles y lo importante es que pasen de largo.
Rak-el,
Eso mola porque te permite tener una vida llena de situaciones que tú misma has creado. Guay. Puedes pensar que has ido a la luna o lo que sea...enhorabuena.
¿Echar de menos echar de menos a alguien? Pues porque usted quiere...
Mr. Blue,
Viva Azcona sobre todas las cosas.
Abrazos y besos. A repartir.
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