sábado, 14 de marzo de 2009

Piringao el ke lo lea


En mi primer colegio el "muro de la libertad de expresión" fue un rotundo fracaso según el profesorado. Algunos maestros, verdaderamente progres, se les ocurrió que la mejor manera de celebrar el Día de la Constitución era desplegar un enorme trozo de papel de embalar de color marrón en uno de los pasillos y permitir que el alumnado hiciera uso de ese sagrado derecho demostrando que, al fin, los nuevos ciudadanos españoles (los pezqueñines) estábamos al mismo nivel democrático y cívico que el de los europeínes que conocían las dictaduras gracias a los libros de Tintín.

A la semana de estar instalado en uno de los pasillos de la segunda planta aquello se parecía más a la puerta del baño de una estación de autobuses que a lo que se pretendía. Un gigante "XXXXXX nos gustan tus tetas" -en cierto modo aquello era una verdad como un templo porque aquella muchacha era famosa por haber desafiado a las leyes temporales de la pubertad- dio paso a algunos dibujos poco acertados de pollas enormes y luego a toda una retahíla de acusaciones poco vagas como "El de XXXXXXXX es maricón", "La XXXXX se dejó sobar el culo en el viaje de fin de curso", denuncias contra el profesorado ("XXXXXX vas de guay pero eres un mierda"), amenazas como "Soy el novio de XXXXXXX y si sigues hablando de las tetas de mi novia te parto la cara" y descalificaciones como "La Señorita XXXXXX es tonta" que todo el mundo sabía, sin haberse pasado jamás por una clase de grafología, que pertenecía a algún tipo de grupo terrorista-intelectual organizado de 3º A o 3º B.
Sin inmigrantes a los que culpar del atropello, en realidad la única chica negra que se acercó por ese colegio lo abandonó a la media hora de entrar por la puerta de la clase cuando escuchó las carcajadas de un grupo de futuros compañeros y sólo teníamos noticias de un padre argentino y de una madre norteamericana, los alumnos fuimos reunidos en el comedor del centro para recibir la peta proporcional y para contarnos que parte del claustro había puesto sus esperanzas en que dicho "muro de la libertad de expresión" hubiera sido mandado a Bruselas para gozo y disfrute de los parlamentarios europeos pero que, ahora, visto el nivel literario del asunto iba a ser destruído. Después de aguantar semejante chorreo se nos instó a diferenciar entre "Libertad" y "Libertinaje", en valorar la "libertad de expresión" como algo sagrado que, en cualquier momento, se nos podía arrebatar por los mismos que nos lo habían regalado y una retahíla de tópicos de parecido pelaje y de conceptos abstractos que, creo, sólo el grupo organizado de 3ºA y 3ºB llegó a entender en su totalidad porque, la verdad, es que pese a ser todos un poco niños se nos contó que "aquello lo entendía hasta un niño". Paradoja.


El caso es que ya sea por mi precocidad lectora, acababa de recibir una enorme bronca por parte del director del centro que era ex guardia civil y tenía un oscuro pasado como director de un centro de menores de Auxilio Social sito en la provincia de Tarragona que me había pillado leyendo "Rebelión en la granja", o por que el asunto efectivamente lo entendía incluso un niño saqué dos conclusiones:


A) Pese a que te digan que puedes decir o escribir lo que te de la gana siempre hay consecuencias.


B) Hay gente que no siente la necesidad de sacar lo mejor de sí mismo cuando se encuentra ante un papel en blanco y prefiere utilizarlo para escribir obviedades como que las tetas de una compañera de clase son gigantescas.


C) El poder siempre se arroga la posibilidad de quitarte un derecho debido al mal uso que de él suele hacer una minoría que, mientras tanto, seguirá poniendo chorradas donde le de la gana.


Me acordé de esta anécdota el jueves cuando, regresando a casa, me encontré en el Metro a David Trueba y acabamos hablando del blog que Jonás, su sobrino, tiene en la edición digital de El Mundo y que se llama "el viento sopla donde quiere". Más que del blog hablamos de las cosas que la gente suele dejar escritas en los foros y en los blogs por el simple placer de montar un poco el pollo, sentirse importante o volver a sentir esa sensación cercana al orgasmo que sentía cuando llenaba las puertas del los baños de su centro escolar con todo tipo de gilipolleces. En realidad estos nuevos "muros de la libertad de expresión" me recuerdan mucho al primero que pusieron en marcha aquellos profesores progres de mi primer colegio. También hablamos fugazmente de la capacidad que ha tenido cierta línea de pensamiento en copar la blogosfera y el mundo forero, que lo conozco menos, en invadir con su peste cualquier lugar donde lo que se procure sea discutir sobre cualquier tema y, sobre todo, en esa obligatoriedad de activar todo tipo de sistemas de seguridad necesarios para no encontrarte con que algo que has montado con unos cuantos colegas acabe siendo un aburridísimo monólogo de algunas personitas que sólo tienen la necesidad de reseñar lo evidente o de capitalizar el discurso.


El anonimato o semianonimato del asunto excita a una tribu de dilectos ciudadanos a convertirse como verdaderos hooligans en cuanto la autoridad competente mira para otro lado, gente que camina por esta vida, desgraciadamente, sin sentirse lo suficientemente libre como para decir lo que quiera por miedo "al que dirán" y es por eso por lo que estos pichichortos cerebrales se expresan con ese discurso de pistola en mano más allá de estas fronteras. Raro asunto. La mayoría de las veces es una pena reconocer que, en realidad, hay un porcentaje excesivamente alto de personas que de verdad no tienen nada que decir y que, por miedo a callar, dicen lo primero que se les pasa por la cabeza como si estuvieran concursando en el euromillón de Telecinco.

Por otro lado, es verdad, que entregarle el derecho de libertad de expresión al pueblo llano trae consigo la incomodidad de escuchar algunas cosas que no te apetece...pero es que el pueblo llano es así, dales un teclado, una tea o un rotulador de punta gorda y se dedicaran a crear el caos o a sacarte los colores.

5 comentarios:

Jordim dijo...

Somos así, en España hemos utilizado la libertad de expresión para convertir la radio, la televisión y la prensa en una cloaca. Que es como tener una novia guapa y comprensiva y en lugar de quedar con ella quedarte en casa masturbandote para luego presumir de ello.

Señor Insustancial dijo...

Hola Jordim,

Entre eso y que hay peña que todavía se arroga la capacidad de decirnos que es y que no es libertad de expresión vamos dados.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Estimado Insustancial, c'est la vie, que dirían los belgas francófonos... Cuanta represión contenida ha sido liberada gracias a los interneses de Dior, cuanto cabestro que se quejaba de que "a mí no me hace caso naide, y tengo tanto que contar...!!" ha visto en la Web 2.0 un perfecto campo de cultivo donde sembrar sus tontunadas (recuerde que el abono ya lo trae de casa).

Ahora bien, el dilema es: ¿la libertad de expresión de estos zanganos debe ser controlada? E item más: ¿se puede considerar lo que dicen como "expresión" (en términos humanos, me refiero) o se queda en reflujo gástrico? ¿Deberíamos quitarle a determinados seres humanoides el derecho a voto? ¿Cree que Francesc Camps va a la moda?

Cuanto dilema para una tarde de domingo...

Afectadísimos y finsemaneros saludos.

manu dijo...

Así que de chaval ya eras un libertino (que casi rima con pervertido): no solo tienes la caradura de leer, sino que encima lees "Rebelión en la granja". Acabáramos...

Señor Insustancial dijo...

Libertino me hizo aquél señor tan siniestro que, pese a ser catalán era el tío más españolista y facha que he conocido en mi vida...lo juro. A lo de pervertido me convertí cuando me enteré que todas mis cintas de Traci Lords eran, en realidad, completamente ilegales.

Un abrazo grande Manu.