¿Os habéis enterado de que han cambiado la hora? Yo no. Ningún año me entero. Los despistados crónicos suelen tirarse el pisto cuando se les acusa de llegar una hora tarde o de cambiar un día para otra se suelen mirar las puntas de los zapatos e invocar el despiste de otros genios como Albert Einstein...con dos cojones, quizás por eso no calculó que la Energía nuclear se utilizaría para aniquilar a unos cuantos cientos de miles de seres humanos.
Sigo en Valencia. El sábado fue el cumpleaños de Raquel, discreta lectora de este blog, que me regaló una visita por El Cabanyal, el barrio de pesca que desaparecerá llevándose por delante gran parte de la historia de la ciudad. Se hizo famoso por un episodio de "Callejeros" que dicen dio un imagen completamente equivocada del lugar. Es cierto. La celebración de Copa América le ha dado el tiro de gracia a este barrio demasiado cerca de la playa para no ser pasto de la especulación. Los trucos para conseguir el desalojo han sido tan poco legales como permitir el realojo ilegal de marginados o dar manga ancha para la instalación de discotecas móviles en los botellones que se celebraban en cada esquina. Ahora que la especulación es un monstruo renqueante y que esa agresividad es innecesaria, más que nada porque se sospecha que esto de la construcción ya no es negocio, el barrio ha quedado en muchas zonas herido de muerte. Estuvimos en la zona que resiste y que se ha convertido en la memoria de lo que fue el barrio.
Digamos que el rollo que se traslada de la ciudad es bastante diferente del que he visto y que Chimo Bayo, al parecer, es bastante cultureta. Lo juro. Se pasa el día en presentaciones de libros y cosas así. Me lo contó Raquel y luego Sor Kampana, un escritor de esta ciudad que anda colaborando con Kutxi Marea y otro número indefinido de sospechosos habituales en un proyecto a medio camino entre la poesía y el rock. Tengo uno de sus libros, T.O.M., y es de lo mejor que he leído últimamente.
Raquel me enseña otra Valencia, una Valencia de absenta y tentetieso. Noctívaga y divertida. De cañas y aperitivos, me descubre que los lazos con Madrid no son solo ultraliberales. Es también pandillas de treintaytantos y mucha charla. Muy buena gente que me trata muy bien. Aparece Battiato, el Ateneo libertario, el tango de Tonino y que, finalmente, nos hemos perdido el concierto de Rajoy Division. Hay muy poco tiempo para hacer tantas cosas. Lo siento porque quiero ver a Alex Martí. No hay tiempo. Esta ciudad también duerme en la confusión de los tiempos y, poco a poco, se le quiere arrancar la identidad para que no quede nada de ella. Para que nadie pueda recordar nada. Un borracho muy borracho en un bar me llama Amenabar, no recuerda la cara de Amenabar. Claro.
Mientras tanto Raquel accede a llevarme a Picadilly Club, uno de los templos de la música pop, pero es sábado y suena música electrónica de calidad (Chemical Brothers, Fatboy Slim, Beck...). Sólo al final nos conceden la venia de pinchar algo de soul y Los Planetas, para que nos sintamos de nuevo como en casa. Noto el local un poco peor de lo que lo recordaba. Es sábado. Son mejores los jueves, me dice Raquel, porque viene a pinchar Ordovás y De Pablos que se dejan caer por aquí de cuando en cuando. Una retirada a tiempo es una victoria.
Amanece pero ni siquiera nos damos cuenta de que ha cambiado la hora. Mañana y pasado iré caminando con una hora de retraso, como Perico cuando perdió aquél Tour de Francia. Sigo en Valencia. Con el eje completo. Con una hora de retraso. Raquel se ríe de mis despistes, quiero aludir a Einstein pero, la verdad, no me parece una fórmula acertada.
3 comentarios:
Llegué por casualidad. Escribes muy bien. De Valencia tengo los recuerdos felices de un madrileño que llegó a llorar una madrugada escuchando el himno valenciano que ponía fin a las fallas. Y es que esa gente es tan encantadora que uno llega a sentirse de los suyos. Ahora vivo en Cataluña, y si lloro es de nostalgia, porque aquí todo el mundo se encarga de recordarte 100 veces cada mañana que andas de prestado por esta tierra. ¿Quién coño dijo que estos y aquellos eran primos hermanos? No he visto formas de afrontar la vida más diferentes.
Pero esa es otra historía. Decía que escribes bien, que el blog es bueno y que lo del Cabanyal es un auténtico ejercicio de amnesia histórica.
Ah, estimado Insustancial, los genios!: Vds. siempre viviendo en su propio mundo!
Sólo pasaba por aquí para desearle buena estancia, felicidades atrasadas a la estimada Raquel y que de parte de mi Bella Esposa se traiga de tierras levantinas un "tupper" con un poco de socarrat... así como unos doscientos kilos (el hambre de esta mujer es insaciable; si no fuera porque he visto en la eco al Niño Estrella, diría que tiene esa barriga de zampar a lo agujero negro).
Afectadísimos y jacarandosos saludos.
Hola gandules,
Apostata,
Gracias por pasarte. Tu tierra es simplemente estupenda. Y como yo también soy de los de lam inmigración interior te entiendo perfectamente. Esta es tu casa, en el fondo hay sitio.
Grom,
Le daré a Raquel sus felicitaciones. Como me va a ser imposible rebañar las suficientes paelleras (marcho mañana y hay crisis hostelera enorme por lo que se ha reducido el número de paellas) lo mejor será que yo mismo, a mi llegada a Ciudad Gato, prepare una paella tamaño Plaza de Toros y se la envíe a su nueva demarcación. Quemar arroz se me da de maravilla.
Un abrazo enorme a ambos.
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