martes, 23 de noviembre de 2010

Franco experience...visite El Valle de los Caídos.


Dice la leyenda que Felipe II se dejó aconsejar por toda una tribu de sabios de su época para buscar el emplazamiento de esa obra magna que es el Real Sitio de San Lorenzo del Escorial. Pese a que, evidentemente, el lugar elegido era idoneo por tener caza, pesca, una cantera cercana, un acceso casi inexpugnable y algunas lindezas más (como que Felipe II, muy conservador él, buscaba un refugio silencioso alejado de la francachela que a su papá Carlos I le gustaba tanto...) los investigadores de lo paranormal no dudan en señalar que el Real Sitio de San Lorenzo del Escorial se construyó allí porque una serie de magos y alquimistas varios lo señalaron como el oportuno lugar donde convergían diferentes energías telúricas que convirtieron al complejo de edificios (basílica, monasterio y palacio real) en una especie de emisor de la fuerza del Imperio, una especie de amuleto gigantesco, un escudo contra la energía negativa. 

Poco importan para estas razones tan científicas que Felipe II fuera un entusiasta perseguidor de cualquier persona o institución (no creo que fuera muy amigo de brujerías) contraria a los dictados de la fe de Roma o que la construcción del edificio no evitara, por ejemplo, el desastre de la Armada Invencible o el crónico endeudamiento de la Corona Española con el capital privado proveniente de los Países Bajos así como, por ejemplo, algo tan nímio aparentemente como que tuviera que ser el propio monarca el que, al no encontrar ningún funcionario dispuesto a la tarea, se pasara a mano de su realísimo puño y letra gran parte de los legajos del conocido como Archivo de Simancas. 

El caso es curioso porque esta historia, muy parecida, se publicaba en la revista "Más Allá" a mediados de los 90 con gran profusión de datos chiflados pero cambiando un poco los términos: Se había cambiado San Lorenzo del Escorial por el Valle de los Caídos pero, siguiendo esa misma línea de pensamiento, se aludía a que el dictador habría tirado de los conocimientos de los masones y de una especie de "brujos nazis" (se daba como prueba que el lugar tiene dos ángeles custodios que el autor del artículo dice que eran de inspiración teutona) para encontrar el emplazamiento adecuado y que, curiosamente, se eligió un lugar cercano al Real Sitio de San Lorenzo del Escorial porque el Monte Abantos y Cuelgamuros son dos lugares mágicos que en otro tiempo fueron lugares sagrados para los íberos y gente así, de la antigüedad. 

Lo que sí es cierto es que, como tantas otras veces, Franco quiso que su mausoleo privado estuviera cerca del complejo construido por Felipe II por una sencilla razón: la necesidad de unir su régimen a la institución monárquica, es decir, hacer indivisible su figura a la de la España donde nunca se ponía el Sol. Para ello la maquinaria propagandística del régimen dictatorial no paró en barras ni en desbarres: Franco paseándose bajo palio por todas las catedrales españolas, asumiendo los símbolos de Austrias, Borbones y Reyes Católicos, usando palabras como "Cruzada" o dejando a la imaginación de los intelectuales orgánicos de la época la inequívoca identificación entre ese pasado y su régimen. Como muestra un botón: la creación de un hecho histórico falso alrededor del cautiverio de Luis Moscardó, hijo del General Moscardó defensor del Alcazar de Toledo, que tenía como inequívoca fuente (resaltada y nunca escondida) el gesto que Guzmán el Bueno tuvo al no rendir Tarifa en 1294 ante la amenaza de las tropas de Yusuf y del Infante Don Juan de decapitar al hijo de este que tenían cautivo.

Como estas historias otras tantas que pueden sondearse en los libros de historia como, por ejemplo, la biensabida frase hecha que, dice mi padre, que había que saberse de carrerilla: "Francisco Franco, caudillo de España, fue general a la misma edad que Hanibal, los 33 años...". Ya ven, Franco y Hanibal, primos hermanos. 

Cada vez que escucho eso de que hay que proteger el Valle de los Caídos como se concibió y las enardecidas defensas que del lugar se hacen aludiendo a la tradición, a su carácter de monumento histórico (algo bastante discutible teniendo en cuenta la edad del lugar) se me vienen a la cabeza todas esas imágenes de ciudadanos del Telón de Acero dando cuenta públicamente y ante las cámaras de Occidente de las estatuas de Marx o de Lenin (ya no quedaban estatuas de Stalin que se habían mandado eliminar con tanta celeridad como aquellas otras que elevaban a la categoría de dioses a la Banda de los Cuatro en China...) y los entusiásticos comentarios que aquellos actos de eliminación pública de los símbolos del Antiguo Régimen provocaron entre nuestros medios. La gente era tan libre que no sólo podía abrazar la democracia sino que armados de unas cuerdas y unos cuantos martillos podían mandar a paseo los totems del pasado para entrar limpios de polvo y paja en el paraíso capitalista que les esperaba a la vuelta de la esquina. No solo eso, la retransmisión en directo de la caída de la estatua de Sadam Hussein en Bagdad fue tomada, quizás apresuradamente, como el acto fundacional de los nuevos y buenos tiempos que viviría Irak.

¿No se dijo en aquella época que todos los grandes regímenes culminaban con la destrucción  de sus símbolos que eran sustituídos por unos nuevos?  

¿Fueron menos dictadores Breznev, Hoxha, Tito, Jaruzelski, Ceaucescu o Hussein que Franco?

La pregunta la dejo ahí y que la recoja quien quiera.

Si el Arca de la Alianza, al ser abierta en "En Busca del Arca Perdida", emanaba un mal rollo criminal que licuaba los cuerpos de los nazis (una especie de venganza de los habitantes del Antiguo Testamento por estar pasando a cuchillo a sus predecesores) no es menos cierto, y a lo mejor los de la revista "Más Allá" tenían razón, que el edificio en sí y su configuración emanan una imagen bastante concreta y traducible al granito del Monte de Abantos.

Y es que, en realidad, El Valle de los Caídos es el propio franquismo. Es el propio régimen por ser un agujero en la roca, un agujero oscuro y acojonante de proporciones astronómicas. A ningún dictador que esté en sus cabales se le pasaría por la cabeza construir un hueco en medio de la historia para ser enterrado dentro y dejar testimonio. Un lugar gris e inhóspito, aburrido hasta decir basta, un esfuerzo absurdo, un gasto innoble del presupuesto exiguo de un país hambriento y mísero en aras del ego de un señor muy bajito construido, por si fuera poco, con el concurso de un nutrido grupo de presos de guerra empleados como simples esclavos. Si la convección de las fuerzas telúricas y masónicas del Monte Abantos llevaron a Franco a construirse un nicho de proporciones gigantescas en medio de la nada como una especie de forma de resguardarse de los malos augurios lo cierto es que más que convertirse en ese ansiado amuleto que ahuyentara a las meigas rojas o al espíritu de Azaña el sitio se ha convertido en un emisor de lo que, indudablemente, es un rayo cósmico de mal rollo que, a día de hoy, todavía provoca los efectos licuantes de las energías escondidas en el Arca de la Alianza.

Cuando el lugar vuelva a reabrirse hagan como este servidor de ustedes y dense un edificante paseo por el lugar, por ese gigante parque temático coronado por una cruz que un profesor de mi colegio (conocido como "El calvo", una especie de caricato fachón que había sido director de un centro de Auxilio Social muy parecido a los que retrata Giménez en "Paracuellos") nos glosó con frases dignas de estar en un cartel de una superproducción hollywoodiense: "¡Se utilizó más hormigón que para construír el Reichstag!¡Es más alta que la Torre Eiffel! ¡Encima de la cruz un camión de doble eje podría dar vueltas sobre sí mismo! ¡Desde la cima de la misma se puede ver toda Castilla La Vieja!". Y después de aquello nos dijo: "¿No estáis orgullosos de que un monumento así esté aquí, en España?". Y no supimos que decir ante aquella cruz, pero de puro acojone ante el emocionado discurso de un hombre que, normalmente, sólo ponía entusiasmo en dos cosas: dar hostias como panes y en comer el mayor número de empanadillas posibles en el comedor escolar. De hecho la emoción que las empanadillas le provocaban a ese hombre eran nada más que un temblor de su fino bigotillo comparado con el entusiasmo que le producía aquella cruz inmensa.

Echen un vistazo ustedes mismos, mézclense con los turistas japoneses con cara de "no entiendo ni papa" a los que trasladan allí para contarles milongas, a las familias de nostálgicos que hablan en voz baja como si de verdad los rojos hubieran colocado micrófonos en el lugar para identificar a los que se identifican, jueguen a encontrarse con los morbosos y curiosos que acuden al lugar con la única intención de hacer un chiste y comprueben que, ante las malas vibraciones que produce el mausoleo, quedan mudos y extasiados. Es un espectáculo humano tan sorprendente que uno no puede dejarlo de sentir, al menos, una vez en la vida.

Yo opto porque el sitio se quede donde está como ya he dicho, aunque sólo sea porque proporciona un chute tan insano, tan bajonero y tan crudo que te da la sensación de que a la boca se te viene el sabor entero del franquismo, como de pan de almortas y de alcohol de curar tintado con yodo para que pase el mal trago...

Quizás todo eso no sería necesario si, de una vez, alguien instalara en el lugar un sitio donde se explicara qué hace aquello allí en medio y con qué fines concretos fue construido...¿Despolitizarlo? ¡Ja! ¿Cómo vas a despolitizar un lugar concebido para ser un símbolo político?

No creo que nada evite que cada 20-N o cada 18 de julio (fecha del Glorioso Alzamiento Nacional) el lugar vuelva a emanar su mal karma y convoque manifestaciones y paseos hasta sus alrededores para que se celebren las consabidas muestras de cariño y devoción al dictador o a José Antonio Primo de Rivera. Es más, aunque exhumaran los cadáveres de ambos y se llevaran a los republicanos de allí nada evitaría que el lugar fuera recordado por lo que tiene que ser recordado que es para lo que se hizo. Es lo que tienen los lugares enclavados entre las coordenadas donde confluyen las energías telúricas indicadas por los libros de masones y brujos nazis que no dejan de ser imanes y emisores del bajón...

Pero recuerden el sabio consejo que Indiana Jones le da a Marion cuando el Dr. Belloq abre el Arca: "No abras los ojos, no mires hacia el Arca". Nada podemos hacer contra ese poder maligno que se revuelve cada vez que alguien osa tocarlo, por lo tanto, no lo toquemos...aunque, si pueden, no dejen de disfrutar de la "Franco Experience" que produce el lugar es, casi, casi inenarrable.

Nota del Insustancial: "El fantasma de la Transición" es una canción de Triángulo de Amor Bizarro incluída en el disco del mismo nombre editado por Mushroom Pillow en 2007.

BOLA EXTRA
Desde mi más tierna infancia he contemplado las manifestaciones franquistas no desde un punto de vista meramente político sino desde un punto de vista sobrenatural. Nunca me ha dejado de sorprender lo suficiente el hecho de que los mensajes de nostalgia se mezclaran con una especie de petición religiosa o de oración que rogaba por la vuelta del General Franco desde la tumba para volver a tomar las riendas del país. Una pequeña reflexión sobre el asunto me lleva a pensar, siempre, que para los partidarios más furibundos del régimen la figura de Francisco Franco fue algo más que la de un mero gobernante  para adivinar en él el aura inequívoca de una especie de ser sobrenatural que después de dejarlo todo "atado y bien atado" bien podría, como Lázaro, atravesar la Laguna Estigia y presentarse de nuevo para ocupar de nuevo El Pardo.

Existieron en la época también las identificaciones de Franco no solo con una especie de ser sobrenatural sino también con la del padre unívoco de la Patria y florecieron los cartelitos con la cara del dictador y la leyenda "No se os puede dejar solos" (aunque todavía eso está de moda). Frase tan popular que sirvió como título para el excelente documental de Cecilia y Jose J. Bartolomé sobre la Transición del que se ha hecho muy famosa este corte. (Fíjense que el discurso de esta señora anónima sigue muy en boga).

Esta ansia del retorno del único líder en el que estas gentes habían depositado su confianza (ni Blas Piñar, ni Girón de Velasco ni ninguno de los políticos conocidos como "los del Bunker" tuvieron jamás ese aura mágica de los elegidos, bien porque carecían de ella, bien porque por supervivencia prefieron eliminarla por no parecer más brillantes que el propio líder cuando este depuraba a los que osaban destacar por encima de su figura) se plasma a la perfección en "...Y al tercer año resucitó", la novela del valenciano Fernando Vizcaíno Casas en la que se cuenta como Franco, redivivo, sale de su tumba de El Valle de los Caídos para darse una vuelta por España y ver qué ha pasado con el país. Haciendo un sorprendente ejercicio de derrotismo literario Vizcaíno Casas, al final de la novela, devuelve al dictador a la tumba un tanto desesperado y quizás sin fuerzas para retomar el timón.

Pese a que muchos pudieran minusvalorar la obra de Vizcaíno Casas lo cierto es que un simple repaso a cualquiera de sus muchos best sellers nos da una visión completamente panorámica de lo que supone y de lo que ha sido y es el pensamiento franquista y lo bien que se ha acomodado a los tiempos modernos mezclándose su raiz con la del pensamiento "de derechas" en su más bajo estadío intelectual y político. Si hay un hombre que ha sabido definir bien el franquismo y su espíritu y su desconfianza hacia la democracia ese ha sido Vizcaíno Casas. Para más información échenle ustedes un vistazo a "La letra del cambio" (Ed. Planeta) o a "¡Viva Franco! (Con perdón)" (Ed. Planeta).

BOLA EXTRA 2
La imagen de un Franco devuelto a la vida como un gigante, como un Monstruo del Mal Rollo, fue concebida por Alex de la Iglesia en un pequeño texto que escribió hace años para "El País" en el que decía que, ante la imposibilidad de generar una ciencia ficción propia, lo normal sería tirar de nuestra propia historia y convertir a Franco en Godzilla. Proponía incluso el título para la película "Franco sobre Tokyo".


3 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Propones nombres: Breznev, Hoxha, Tito, Jaruzelski, Ceaucescu, Hussein, Franco... Y un montón más. Todos unos cabrones, de derechas e izquierdas. Lo digo y lo repetiré siempre: una panda de canallas.
Y de Alex de la Iglesia, no hablo, que me pueden confundir, esta vez si, con Preciado.

álex martí dijo...

"Y al tercer año resucitó" me decepcionó profundamente. Yo me esperaba una marcianada de derechas desproporcionadísima, que marcara un nuevo hito en la literatura española, y me encontré un quiero y no puedo de un pobre infeliz atenazado por la nostalgia. A ver si alguno del Gato se atreve con la ciencia-ficción fachorra, yo todavía no he perdido la esperanza.

Señor Insustancial dijo...

Hola a ambos,

Supersalvajuan,
Y canallas añadiría. Cuídate de los comentarios sobre De la Iglesia hasta que veas la última peli.

Álex,
Eso estamos esperando todos. Creo que Intereconomía, perfectamente, podría darle cera a una nueva versión de el Juez Dredd en plan Carpetovetónico.

Échale un vistazo a "Muerto el candidato" de Miguel Ángel Rodríguez que ya le daba a la política ficción. Si quieres te lo presto que lo tengo por casa.

Gracias a los dos.