martes, 30 de noviembre de 2010

Leslie Nielsen (1926-2010) y Mario Monicelli (1915-2010): La risa en dos estados diferentes


Decía Groucho Marx que Margaret Dumont resultaba tan graciosa porque nadie le decía que lo que se estaba rodando era una comedia. Es decir, mientras que Groucho ejercía de cómico, la Dumont se mantenía en ese papel acaramelado y romanticón como de rollo galante. La mezcla era fantástica y, aunque como siempre me faltan datos, creo que fueron los Marx los primeros en llevar a la pantalla ese gran truco: desubicar a un personaje dentro de una comedia o, mejor aún, introducir un personaje con un registro diferente que sirviera para aumentar el efecto cómico. 

Leslie Nielsen se estrenó en una comedia "Aterriza como puedas" haciendo ese mismo papel: mientras que los demás jugaban al despiporre el bueno de Nielsen hacía el papel de un médico serio. En realidad "Aterriza como puedas" era parte de una enorme desubicación: copiaba casi plano por plano el éxito "Aeropuerto" añadiéndole escenas cómicas. Échenle un vistazo comparativo y verán que hay veces que no pueden diferenciar una película de otra en algunos pasajes. Es decir, los hermanos Zucker y Abrams, tenían bastante claro que "Aeropuerto" era una película tan trágica, donde las desgracias se sucedían con tanta premura, que al final resultaba, en sí, una especie de broma pesada, como un drama al que alguien le había dado la vuelta como si fuera un calcetín. 

Cuando Leslie Nielsen ya se había convertido en un actor de comedia puro, de comedia del disparate y la referencia paródica (hasta darse el mismo la vuelta como un calcetín y convertirse en una referencia autoparódica de todo un género), participó como protagonista en "¡Vaya un fugitivo!" donde Richard Crenna se autoparodiaba en un papel que era un cruce de identidades entre el marshall que interpretó Tommy Lee Jones en "El Fugitivo" (la versión cinematográfica de la serie televisiva protagonizada por Harrison Ford) y, claro está, el personaje del Coronel Trautman que él mismo llevó a la pantalla en "Acorralado". 

El propio Crenna, un hombre serio y de grandes dotes dramáticas, no tuvo ningún empacho en reconocer que el papel del Coronel Trautman y ese monólogo en el que comentaba aquella frase de "Rambo sería capaz de comer cosas que harían vomitar a una cabra" le pareció en su momento algo desfasado pero que, al repetirlo en un entorno de comedia, le pareció que tenía mucha gracia.


Curiosamente Leslie Nielsen siempre tuvo algo de mala suerte. Fue un tío guapo, para los cánones de su época, y siempre destacó en papeles dramáticos. Su familia era, incluso, lo más alejada a un asunto de feriantes que uno pueda imaginar y siempre se postuló para papeles serios. Incluso para papeles de acción como en "Planeta Prohibido" donde interpretó a un intrépido soldado espacial. Por si fuera poco, con la madurez, esa seriedad y ese gusto por el teatro comenzaron a dirigirlo hacia los personajes de terror, dicen que inclusó hizo una audición para el protagonista de "El Resplandor"...y no hay más que verle en "Creepshow" haciendo de marido en pleno ataque de cuernos. Pero nada funcionó y, al final, Nielsen encontró un hueco en la comedia donde, su planta, daba perfectamente el ejemplo de lo que es un actor que no parece un actor de comedia y que, sin embargo, es capaz de cualquier cosa con tal de hacer que la audiencia se tronche. Completamente metido en su papel cómico dio algunas de las entrevistas más locas de promoción que se recuerdan, es más, dio entrevistas de promoción que eran bastante más graciosas que las películas que le tocaron en suerte en muchas ocasiones. 

Sin duda, en ese sentido, Nielsen se parece bastante a George Peppard cuyos arranques en el cine fueron los de una prometedora estrella del drama y de la acción en la gran pantalla para ir quedando reducidas a un estrellato televisivo intermitente (Banacek en los 70 y El Equipo A en los 80) sin que nadie consiguiera rescatarlo de aquella medianía ("medianía" en el contexto de lo que suponía la producción televisiva en otros tiempos). 

No fue nunca un tipo sin éxito Mario Monicelli, que también se ha largado de esta cochina roca, que frente a todos estos cómicos accidentales siempre quiso hacer reír y está considerado como el papá de la "Comedia alla Italiana". Desde las películas que hizo con Totó hasta obras maestras como "La Gran Guerra",  la saga de "Amici Miei", "La Armada Brancaleone", sus episodios para "¡Viva Italia!"  , "Rufufú", "Mortadela"...es imposible calcular en términos de calidad lo que ha aportado Monicelli y lo mucho que uno se ríe y aprende con sus películas. 

Monicelli es un genio, un genio que no ha tenido tanta repercusión por contar cosas en clave de comedia. Y es que todavía nos resistimos a pensar que lo cómico pueda entrar dentro de esa etiqueta, cada vez más vacua y manoseada, de "obra maestra".
El director y guionista italiano fue, sin duda, un taquígrafo de su tiempo y nadie como él ha sabido interpretar a su país (ni siquiera Moretti, que tanto le debe) con la carcajada amarga de Monicelli que era capaz de convertir cualquier drama en una comedia y a personajes tan miserables como humanos en los protagonistas de comedias descarnadas que, como dicen algunos por ahí, eran la vida misma. 

Si Nielsen fue un cómico que representó los valores de una comedia ligera y de consumo rápido condenada al arduo trabajo de generar dos gags cada treinta segundos (lo que hace de cada película una acumulación imposible de chistes reguleros, rematadamente malos y divertidos) lo de Monicelli fue siempre el trabajo de un tipo condenado a representarnos a todos en plan guiñol, siendo dibujados siempre con la sombra de la burla, creando chistes a costa de la decepción, la infidelidad, la envidia, la avaricia y, sobre todo, la pobreza. La de verdad, la de pasar hambre, y la otra, la de espíritu. 

Si las películas de Nielsen son una burla sobre una burla (comedias que se mofan de películas que aspiran a venderse como verdaderamente heroicas o como verdaderamente dramáticas) el cine de Monicelli siempre fue un análisis cómico de la realidad, es decir, una burla de la burla que supone la vida diaria. 

Groucho Marx decía que Margaret Dumont no sabía que su personaje estaba en otro registro, en un registro antagónico al de la comedia...y los personajes de Monicelli tampoco estuvieron nunca avisados (si quitamos de la lista a los protagonistas de "Amici Miei" que eran unos descreídos como el propio director italiano) de que sus vidas iban a ser objeto de continuas carcajadas, unas carcajadas (y en eso hay una gran lección que aprender) que siempre se establecían de abajo a arriba y nunca de arriba a abajo. En un gag de Monicelli ha habido siempre más verdad, más crítica y más mala hostia que en todo el cine social del siglo XX y, me imagino, que eso es algo que también puede aplicarse a la primera década del XXI. 

Con Monicelli y con Nielsen (entiéndase la diferencia) se nos van dos formas de hacer humor que han marcado una época.  Dos caminos por los que llegar a la carcajada del público, dos formas de entender un mismo oficio y los que acudimos a la sala de butacas como único rito se nos corta la respiración al asistir a la desaparición de una generación completa de peliculeros.

Nota del Insustancial: Pese a no ser una obra ni de Monicelli (ni de Nielsen, evidentemente) he querido pinchar el tema de "Amarcord" (Federico Fellini) por las connotaciones de la misma escena y, sobre todo, por una frase que una vez me dijo alguien: "Si hay un cielo, espero que cuando se abran las puertas suene esta canción". Soy ateo redomado pero la imagen de esa canción recibiendo a la gente en la otra vida me ha hecho siempre bastante gracia. 

1 comentario:

Vittorio Chopiek dijo...

Gran articulo, muy acertado y buena comparación con Marx y Monicelli. Nielsen parecía fuera de lugar también, es su gran talento, y lo uso con ironía. Pero al quien también se le puede comparar, es con Peter Sellers. No solamente con su papel de policía lastre, pero como emergió su figura. Al igual que en la primera " Pantera Rosa" y en " Aterriza como Puedas", Sellers y Nielsen no eran la estrella del reparto, como si no era previsto sus éxitos. Blake Edwards (DEP) supo aprovechar el filón, para mucho rato, con alto y bajos. El trió ZAZ volvió con el papel del poli, pero la segunda parte del avión fue fatal sin Nielsen.
Sellers era un personaje absurdo en un entorno normal de estereotipos Franceses. Cuando Nielsen era un personaje normal, peor gafe en un mundo Americano, ya de si absurdo.
Eran dos actores con muchos dotes, bien dirigidos por directores que sabían como hacer en la comedia y la parodia.