martes, 20 de octubre de 2009

El secreto de sus ojos


Raquel me arrastró a ver la última película de Juan José Campanella. Boyero había dicho que era buena y que "thumbs up!" pero, la verdad, no es un director que me emocione. De hecho la única película de Campanella que no me había hecho bostezar hasta la fecha era "El niño que gritó puta" (1991).

No me interesa en general ninguna de las historias que ha llevado a la pantalla: pertenezco al porcentaje enano de personas que estuvo a punto de morir en varias discusiones sobre "El hijo del la novia" al sostener que le parecía una blandez hecha a mayor gloria del conservadurismo reinante; dije una vez que "el mismo amor, la misma lluvia" (200X) le había parecido una adaptación porteña floja de las comedias románticas españolas de los 80´ y de "Luna de Avellaneda" pues, la verdad, no encontré con quien discutir de dicha película.

Pero no hablemos del pasado porque, es posible, sólo posible, que el trabajo de Campanella como director de series de televisión como "House", "Rockefeller Plaza" o "Ley y orden: Unidad de Víctimas especiales" le haya convencido de que se pueden hacer buenas películas sin tener una profusión de primeros planos ñoños y conversaciones sobre el ser y el querer y de que el sentimentalismo es una especia fuerte que debe de administrarse con cierta tacañería.

Quizás gracias a eso nos hayamos encontrado con un nuevo Campanella, o casi, que se ha consagrado a un guión basado en la novela "La pregunta de tus ojos" (Eduardo Sacheri). Dicha novela tiene la etiqueta de formar parte de la "novela negra" pero, como decía Bretón (¿?) los críticos burgueses suelen pintar de un color todo aquello que no son capaces de entender del todo de tal modo que, dicha nomenclatura, suele quedarse corta o incompleta para definir a todo un género o, por extensión, suele meter en el mismo cesto narraciones que comparten ciertos elementos comunes pero no tienen, muchas veces, nada que ver.

Me refiero, claro está, a escritores como Eduardo Mendoza, Francisco García Pavón, Manuel Vázquez Montalbán, Alfredo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, Miguel Mena, Pablo Tusset,   Henning Mankell, Stieg Larsson o, incluso, Patricia Highsmith...y un largo etcétera. Todos han sido considerados, en un momento u otro, escritores de novela negra y, sin embargo, han utilizado protagonistas y tramas en los antípodas de lo que se considera novela negra. Un loco, un municipal de Tomelloso, un detective privado fanático de la alta cocina que asesinó a Kennedy y que quema ligros, un preso que no sale de la cárcel para resolver sus casos, los torpes secuestradores de un obispo, un filósofo obeso, una jueza, un periodista y una mujer matratada, un asesino...

Pues "El secreto de sus ojos", quizás un poco al estilo de "Gosford Park" (2001, Robert Altman), nos propone el viaje al pasado de un currante de un juzgado, una especie de secretario o de ayudante la nomenclatura precisa se me escapa, que una vez jubilado decide escribir una novela sobre un caso concreto: la violación y el asesinato de una mujer joven acaecido 25 años antes, en 1974. En medio justo de la mal llamada Restauración Peronista y de camino a la Dictadura de la Junta Militar. ´

¿Hay algo más ridículo que intentar impartir justicia en un sistema dictatorial? Pues ese es el primer absurdo al que se enfrenta en esa época Benjamín Espósito y su compañero, un alcohólico lúcido llamado Sandoval, que intentan desentramar la investigación torpe y se comprometen con la misma por una especie de amistad que Espósito traba con el marido de la víctima.

Espósito (Ricardo Darín) y Sandoval (Guillermo Francella) inician una investigación humana y torpe que, sin embargo, consigue hacerse con la verdad pese a no ser más que un remedo de Sherlock y Watson ...o casi porque la historia en lugar de haber sido tapada por el polvo de los años, reverdece en cuanto Espósito pasa la mano por encima del expediente y reaviva todos los fantasmas que, con el tiempo, en lugar de hacerse más transparentes han  tomado más cuerpo y vigencia.

Entre medias, una pena, encontramos la historia de amor entre Espósito y la bellísima Irene Menéndez Hastings (Soledad Villamil) que nos recuerda al peor Campanella -el que se pirra por el colorín- y que consigue sacarnos de cuando en cuando de una historia dura, dura con franqueza, que utiliza la investigación de ambos personajes para hablar de la dictadura y, más que de ella, de los destructivos efectos que cualquier sistema dictatorial tiene sobre las personas y sobre los países. Quizás pueda parecer un mensaje evidente pero, quizás no lo sea tanto, cuando se agitan más que nunca las añoranzas de "la mano dura" de otros tiempos.

Con una factura de diez y medio y un guión que no falla casi nunca (le sobra un tantito de azucar aquí y allá y un tratamiento más realista del único personaje femenino), lo que nos lleva a plantearnos si Amenabar no es más que un cinco -haciendo la media entre la realización (10) y el guión (0)-, "El secreto de sus ojos" divierte y, además, nos enfrenta a algunas interesantes preguntas que no podré desvelar sin caer en el spoiler y también en algo mucho más interesante y que tiene que ver con la manera en la que, hasta ahora, el cine argentino ha tratado el tema de la dictadura y que, indefectiblemente, tiene que ver con el silencio de las víctimas, el ejercicio de la "no violencia" y la aplicación de "EL PERDÓN" como forma de demostrar que se tiene, y siempre se ha tenido, la razón. Campanella consigue girar esos principios y ajustarlos a un discurso más realista sobre el dolor, el perdón, el olvido y, sobre todo, el delito.  
Me despido comentando que Ricardo Darín y Guillermo Francella funcionan maravillosamente bien como pareja protagonista, que bordan sus papeles y que en cada una de sus frases hay muchísima verdad o, sea, que consiguen que te olvides de que, en realidad, están diciendo en voz alta un texto previamente escrito. Pero no solo ellos funcionan a las mil maravillas ya que Soledad Villamil, una de las mejores actrices argentinas de todos los tiempos, saca petroleo de un papel francamente recortado y Pablo Rago (al que no recordaba de nada anteriormente) borda su papel. El español Javier Godino se desquita en esta ocasión de  los sinsabores de trabajar en una industria que sólo le ha ofrecido un papel grande en "Café solo o con ellas" (Álvaro Díez Lorenzo, 2007) y borda su trabajo provocando nauseas reales en la platea firmando uno de los mejores malos de los últimos tiempos.

Que la disfrutéis....

PD: Se corre el riesgo de salir de la película hablando en argentino diciendo cosas como "vamos a cagar a esos fachos a trompadas" y un largo etcétera...quedan advertidos.

5 comentarios:

raquel dijo...

Todavia sigo dándole vueltas a cómo podría hacerse una película que aborde de esa manera la falta de libertad en la dictadura española. Me gustó mucho el pararelismo entre esa falta de libertad y la cadena perpetua del malo (¿cómo es con acento argentino, cómo?).

Ah! ya sabe que tengo el corazón roto con lo de la paellera, arg

Jódar dijo...

Iré a verla. Yo soy anti 'La vida es bella'. Me parece una película criptonazi.

Tomás Verléin dijo...

quicir insustancial, es usted la releche.

Me explico: ha hecho usted más por la industria del cine (no agarre el cuchillo todavía) que el propio cine. Ha sido leer su crítica/reseña/texto con arroz con leche y querer comprar 14 entradas aunque vaya a ver la peli solaneras.

Me han encantado sobre todo el párrafo relativo a contar una historia sin tener los ingredientes considerados adecuados y hacerlo con buenos resultados. Francamente difícil.

Qué me va a contar. El guitarrista con el que de vez en cuando le doy a esto de los cupleses y la charana es de Las Lomas de Zamora (Buenos Aires) y yo con mi permeabilidad acostumbrada ya no digo 'tal vez' sino 'capá', 'vení' en vez de 'ven', etc, etc. Lo bueno es que me sé parte de los cánticos de la hinchada argentina, lo que garantiza un sentimiento de confraternización con la raza humana pocas veces visto: "Y ya lo ven, y ya lo ven es para Lapuerta que lo ve por la tevé" (cántico adaptado).

P.D.: gracias por la referencia al premio, otro año diseñaremos uno tipo mariscal con algo de arte egipcio, bueno los dos hacían todo en 2D así que...

Un brazo

supersalvajuan dijo...

Pues a mí Darín me echa para atrás.

Señor Insustancial dijo...

Hola a todos,

Raquel,
Tiene razón, es perfectamente adaptable a nuestra dictadura. En argentino no sé como decírselo pero tiene que tener un "¿Viste?" y un "Ché" por ahí metidos y al final un "¿No es cierto?".

Ya se que lo de la paellera le ha roto el corazón...

Jodar,
Tengo que estar de acuerdo contigo, compañero...¿La vida es bella? Arf.

Tomás Verléin,
Me temo que un día de estos me vas a reclamar todo el dinero en entradas que te has gastado por seguir una de mis recomendaciones. A mi la película me parece estupenda.

Es una pena que,como yo, estés aquejado de argentinidad...por cierto, en la película también hay una buena dósis de cánticos futboleros. Ya sabrá por qúé.

Intento escribir algo sobre Joan Laporta o Juan Lapuerta pero me tiene tan estupefacto que me siento incapacitado.

El premio ahí queda, en la vitrina, lo saco de cuando en cuando para darle brillo.

Supersalvajuan,
Yo creo que pese a haber hecho películas muy mierdas siempre hace buen curro. Me encantó en "9 reinas".

Un abrazo a todos, todos.