domingo, 5 de septiembre de 2010

Santiago Lorenzo como clave para leer la nueva Tregua de ETA


La cosa anda mal porque la ETA dice que no va a matar a más gente durante un tiempo y, resulta, que nadie se lo toma muy en serio. No creo que esta postura de laxitud de nuestra clase política tenga tanto que ver con el hecho de que no se fía (es difícil fiarse de un tío con una pistola en la mano pero, por favor, no olvidemos que los políticos negocian y mantienen en sus puestos a personas que son también delincuentes y no parecen no fiarse de ellos) como con que ETA ya es una organización que hace tiempo que fue arrollada por la historia.

Santiago Lorenzo, apreciadísimo guionista y director de cine, arrastró durante años de productora en productora un guión titulado "Los millones". Iba de un tío del GRAPO que jugaba la primitiva a escondidas de sus compañeros y, un día, le tocaba el premio gordo pero no podía cobrarlo porque no tenía carnet de identidad. El día que Santiago y yo nos conocimos en su casa del Paseo Imperial me contó la sinopsis y tuve un ataque de risa que me duró varios días. Creo que ni siquiera ha. Me pareció una historia genial...como nunca se ha llevado al cine ahora Lorenzo la ha publicado en formato novela con la editorial Libros Mondo Brutto. 

La novela transcurre en 1986 y el retrato del terrorista de los GRAPO (grupo que lleva en franca descomposición desde casi el comienzo de los 80 y que antes de desaparecer por completo tuvo una época en la que se dedicó básicamente a los atracos en bancos y asaltos a furgones blindados) es una especie de reflejo pobre de los terroristas de ETA. Casi sin dinero, sobrevive hambriento esperando una señal del grupo al que se ha unido y mata sus días visitando dos bares del barrio donde vive: La Ventilla, un barrio obrero  anclado entre el  pueblo de Fuencarral, el Barrio del Pilar y la Plaza de Castilla.

Si en "Días Contados" (1994, Imanol Uribe) nos encontrábamos con un Carmelo Gómez en plan Eusko-Hamlet debatiéndose entre las dudas morales de su profesión y en "El Lobo" (2004, Miguel Courtois) la imagen de ETA y de los etarras era la de unos jovenzuelos sanguinarios un tanto vacuos que ora mataban a un guardia ora te soltaban una parrafada sobre el Conflicto en "Los Millones" no esperen más que encontrarse con algo más cercano y más conmovedor: a una especie de obrero de la pistola marcado por la mala suerte. Salvando las evidentes distancias desde  "El juego de lágrimas" (1994, Neil Jordan) en el que se contaba la historia de un terrorista enamorado de una transexual y del intento de Eloy de la Iglesia por rodar "Galopa y corta el viento", un guión sobre el amor furtivo de un guardia civil y un etarra, nadie se había atrevido a tanto y le había salido tan bien, francamente.

La mirada que Santiago Lorenzo le echa a un terrorista triste (me estoy acordando ahora mismo de "Bancos" ese corto de Santi Amodeo protagonizado por Alex O´Dogherty que cuenta la historia de un atracador de bancos que sólo se entrena para atracarlos) sirve mejor para entender el momento en el que se encuentra ETA ahora mismo que el de ese recelo del que se encuentra con fuerzas para recelar de las fuerzas de un ex gallito.

Los sureños norteamericanos gritan eso de "The south will rise again!" ("¡El sur renacerá!") pero, incluso, los más obtusos miembros del KKK o de las organizaciones de las Milicias Blancas etc. saben que no es más que un aullido folclórico entonado con el mismo entusiasmo con el que se dice a un niño "¡Que viene el Coco!" pero con el mismo poco convencimiento del que sabe que El Coco no existe. Con ETA pasa igual, la desaparición sistemática de los grupos terroristas de corte marxista y el alto el fuego decretado por el IRA le pusieron las cosas difíciles mientras que la colaboración policial entre Francia y España les cortó la salida hacia Europa. Entre medias lo más importante: la gente comenzó a hartarse.

ETA es, ahora mismo, el etarra pobretón que se ha sacado de la camiseta de manga larga Santiago Lorenzo y entretiene sus días pasándolo mal, buscando una salida. Ha tenido la posibilidad de cobrar los 200 millones de pesetas de negociaciones anteriores, la salida y el traslado de presos, el retiro tranquilo de alguno de sus históricos e, incluso, la puesta en marcha de un frente político más fuerte y más presente en la sociedad vasca pero, al igual que el personaje, se ha quedado sin DNI para cobrar el premio.

Los gestos son importantes y, la verdad, el final del vídeo con los tres espíritus embozados y tocados con las boinas levantando el brazo tenía tan poca convicción como el que haces cuando vas a parar un taxi y, en ese momento, te das cuenta de que no sabes si tendrás dinero suficiente para pagar la carrera.

De hecho que una organización terrorista debilitada se permita declarar un "alto el fuego" disimulado cuando ha visto como han caído 8 jefes de la banda en los últimos tiempos sólo indica que ETA sabe que su única fuerza es negociar por lo que fue y no por lo que es actualmente que no es mucho.

Ese "no es mucho" es su carga simbólica o, más bien, la carga simbólica de su disolución que administra con la misma racanería que el terrorista pobretón de Lorenzo administra su presupuesto. Es posible que la banda se haya ido debilitando pero, evidentemente, ha ido leyendo bastante bien el proceso histórico de la Transición a nuestros días y sabe que un cese de las hostilidades beneficiaría actualmente a la Administración socialista pero, a lo mejor, los dejaría sin nada en la caja fuerte para negociar en caso de que Mariano Rajoy fuera el próximo presidente de España. La tibieza, por tanto, es una forma de hacernos entender que saben qué lugar ocupan pero, también, de informarnos del sitio que quieren ocupar de aquí a unos años.

No es concebible que la ETA actual vaya a sobrevivir mucho más pero, al menos, saben que pueden esperar lo que queda de esta legislatura y otra más en las que previsiblemente el inquilino de La Moncloa y, por lo tanto, eso que se llaman "interlocutores" serán otros. Da igual si atentan o no, si tienen más presencia o no, si existen negociaciones o no o si el entramado de partidos abertzales puede o no presentarse a las elecciones porque, en realidad, lo que importa es seguir administrando su legado, que las televisiones sigan emitiendo imágenes de atentados brutales que se produjeron hace diez o quince años y que harán que los telespectadores recuerden de lo que fueron capaces y les hará olvidar que en un mundo donde la nueva amenaza es el terrorismo religioso, una amenaza persistente que no parece poder solucionarse con una tregua de caracter político, una cosa como ETA no tiene cabida. Lo importante es estar y diluirse es algo demasiado importante y, mucho más ahora, cuando lo que ETA puede poner encima de la mesa para negociar no es algo tan jugoso como lo fue hace una década.

Mientras se deciden o no  lean "Los millones" de Santiago Lorenzo (Libros Mondo Brutto) que es una maravilla.     

Nota del Insustancial: Lendakaris muertos es un grupo de Navarra que llevan tocando desde 2004. "ETA deja alguna discoteca" es un tema incluído en su disco "Se habla español" (2006) y creo que es perfecta para ilustrar la desconexión existente entre la banda terrorista y el pueblo de Euskal Herría y su incapacidad para encontrar interlocutores válidos que abran una línea de diálogo en la que participen  las instituciones vascas, el frente de la izquierda abertzale, los diversos agentes sociales y los portavoces y dirigentes del Estado español propiciando las garantías para una solución político-social del conflicto y generen los acuerdos necesarios para una recuperación del diálogo y bla, bla, bla...

Nota del Insustancial 2:   Lo último lo he escrito utilizando todas las frases hechas y coletillas que se vienen utilizando para referirse al asunto de ETA. Sirva como refresco histórico.  

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