jueves, 16 de septiembre de 2010

El Rey de California (Mike Cahill)



Aunque los franceses quieren apuntarse el tanto de haber sido ellos los que ya incluyeran el nombre de “California” en “La chanson de Roland” (mítica novela del siglo VIII) lo cierto es que no es hasta la edición de una novela de caballería titulada “Las Sergas de Esplandián” –escrita probablemente por Garci Rodríguez de Montalvo- en 1510 cuando se recoge el nombre de California de manera explícita para referirse a un territorio salvaje y agreste poblado por un grupos de bellísimas mujeres guerreras “sin hombre” riquísimo además en “perlas y oro” y, como diría aquel, todas las cosas guays por las que un explorador del siglo XVI perdería la cabeza.

Trece años más tarde de la publicación de esa novela, un “hit” de la época, Francisco Cortés de Sanbuenaventura regresó de una expedición por parte de la Costa del Pacífico (conocido en su época como “Mar del Sur”) reportó a su primo, Hernán Cortés que además era su jefe y que era el que le había hecho comerse el marrón del viajecito, que había estado en las postrimerías de una región de amazonas y que, aunque no lo había visto, muchos habitantes de aquella zona le habían dado testimonio de la existencia del mismo.

Como ambos habían leído el libro, los Cortés eran bastante empollones pese a la imagen estúpidamente estereotipada que mucha gente tiene de ellos y que es más propia de Pizarro, bautizaron aquella zona como “California”.

¿Mintió Francisco a su primo? Bueno, claro que sí aunque, seguramente y a esas alturas del partido, ambos sabían que esos cuentos sobre paraísos perdidos y a punto de ser recién encontrados se habían mostrado enormemente efectivos para aumentar la moral de la tropa (una reducida tropa, Cortés conquistó el reino azteca con un número de personas que parecería ridículo incluso si lo comparáramos con el aforo de un concierto de Javián OT) que estaba con ganas de trincar un poco de toda aquella riqueza prometida y que los había llevado a enemistarse, un poco bastante, con la Metrópoli española que ya comenzaba a ver a Cortés como alguien que no iba a soltar México con la alegría con la que lo habían hecho otros conquistadores (más preocupados por saquear y mucho menos por establecerse y desarrollarse) pero, sobre todo, eran interesantes a la hora de animar al personal a hacer otro esfuerzo y seguir aumentando las fronteras del Virreinato mexicano.

Como podrán comprobar California, ya desde su descubrimiento, fue revelada al mundo como un lugar lleno de posibilidades donde encontrar la fama, la gloria, el dinero y, sobre todo, el sitio ideal para ver señoras de buen ver.

¿Pero esto no iba de una película? Perdón, sí, va de “El Rey de California” (Mike Cahill, 2007).

Emparentada, o más bien metida en el saco, de eso que se llama cine independiente americano (una nomenclatura algo extensa para englobar a películas tan distintas como “Academia Rushmore”, “Pequeña Miss Sunshine”, “Election”, “La familia Savage” o “World greatest dad”) porque está rodada con la sobriedad y el pequeño presupuesto de todas ellas “El rey de California” recuerda también a “El Rey Pescador” (Terry Gilliam, 1991) y en algunas fases incluso parece un homenaje a “Paris, Texas”.



La película cuenta el reencuentro de Miranda (Evan Rachel Wood) y Charlie (Michael Douglas). Charlie ha pasado dos años en el manicomio después de un intento de suicidio y, desde entonces, Miranda ha vivido sola ya que su madre los abandonó a ambos cansada del carácter de su marido.

El carácter realista de la hija que vive a un paso de la pobreza trabajando en un McDonald´s choca frontalmente con el de su padre una especie de deshecho hippy completamente chiflado que ha intentado de todo para sobrevivir (músico de jazz, terapeuta holístico, escritor…) sin llevar nunca ni un centavo a casa.

Por si fuera poco, cuando ambos vuelven a reunirse, a Charlie le ha dado por convertirse en un cazatesoros profesional que dice haber encontrado un magnífico tesoro perdido por un fraile español en el siglo XVI.

La California real (repleta de restaurantes de comida rápida, urbanizaciones para la clase media construidas como una copia de las urbanizaciones de los ricos y famosos que pueblan las cercanías de Los Ángeles, centros comerciales, hipermercados Costco, autopistas…) se asienta ahora sobre el territorio de la California mítica (indios, amazonas, tesoros, grandes extensiones de terreno virgen…) y sirve como escenario para delimitar a los dos personajes y explicar cuál ocupa cada uno de ellos pero, mientras que avanza la relación, los dos territorios comienzan a converger y a parecer uno mismo. Si la etimología de California viene del siglo XVI es interesante ver como en la actualidad sigue siendo válida la fórmula utilizada por Cervantes en “El Quijote” de ir contaminando a Sancho de la personalidad del protagonista y al revés. Una fórmula por cierto en la que se asientan todas las “buddy movies” del mundo mundial desde “Danko: Calor Rojo” a “El último Boy Scout” pasando por “El día de la bestia”.

Alejada del discurso de “mola ser un locuelo”, “El Rey de California”, confronta a una mujer que ha tenido que crecer entre estrecheces de todo tipo con su padre, un personaje fuera de onda desde los 70, que mantiene el típico discurso de “es increíble que la gente compre un lavaplatos ¿Qué problema hay en lavar los platos con las manos, de la forma tradicional?”. Un discurso, normalmente, mantenido por gente que mira la pila de la cocina durante toda su vida preguntándose “¿Qué duende será el que teletransporta los platos sucios de la pila a las estanterías superiores y reaparecen allí completamente limpios?”.

Triste y cómica a la vez “El Rey de California” es una de esas películas que, posiblemente, no tuvo espacio por culpa del éxito de “Pequeña Miss Sunshine” el año anterior (al parecer la cuota de cine independiente de éxito es, más o menos, un título cada cinco años y en los Oscar la espera puede alargarse por décadas) pese a que está muy bien dirigida, muy bien rodada y fantásticamente interpretada hasta tal punto de que te acuerdas de que Michael Douglas una vez fue el adalid del cine de calidad (en serio) y que Evan Rachel Wood es de las actrices a seguir (“Si la cosa funciona”, “El luchador”, “True Blood”…la adaptación de “Pastoral americana” para el año que viene…).

Si les apetece pasar un buen rato, ya saben.

3 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Apuntada.

Anónimo dijo...

oído cocina

Señor Insustancial dijo...

Hola a los dos,

supersalvajuan,
Vale la pena.

Anónimo,
Espero que la disfrutes tanto como yo.

Un saludo a ambos.