lunes, 20 de abril de 2009

El día que conocí (mos) a Antonio Rico


Esta mañana he terminado de ver "Grizzly Man" (Werner Herzog, 2005). Es un documental que me ha recomendado Raquel y al que no le había prestado demasiada atención pese a que lo tenía en casa desde hace meses. La mezcla de Herzog, un director que se me suele hacer cuesta arriba, y una sinopsis que versa alrededor de un tipoque decide unirse a una comunidad de osos Grizzly de Alaska me parecía too much. Me esperaba la típica diatriba sobre el hombre bueno, el hombre sencillo que se une en comunión con la naturaleza y sus criaturas...no se, el típico rollo de director alemán molón. Nada de eso: "Grizzly man" es un documental estupendo sobre Timothy Treadwell un actor en paro que se hizo famoso por convivir junto a los osos del Parque Nacional de Katmai (Alaska) durante 13 veranos hasta que, en 2003, uno de sus presuntos amigos lo despedazó junto a su novia. Una historia de inadaptación (el bueno de Timothy había intentado encajar con todo el mundo sin conseguirlo por ser del fenotipo "demasiado ansioso", posiblemente), chifladura y estupidez no exenta del punto cómico que tiene cualquier tragedia. En realidad el documental puede dejarnos algo frío a los españoles que estamos muy acostumbrados a este tipo de locos, ya sabes: un borracho, en medio de unas fiestas de un pueblo, decide salir a la capea a torear a un morlaco de 400 kilos a pecho descubierto utilizando su camisilla de manga corta como capa. ¿Sabes esa sensación de "uyuyuyuyuyu...cuidao, cuidao"? Pues esa es la misma sensación que tienes cuando el protagonista se acerca demasiado a estos bichos comentando lo majetes que son, lo simpáticos que parecen, lo nobles de espíritu que parecen y la inmensa compasión que le despiertan. La voz de Herzog, que hace de descreído narrador, comenta en un momento en el que Tim está demasiado cerca de un Grizzly, seguramente su asesino, que lo mira: "Donde él ve la nobleza de la mirada del animal, yo solo soy capaz de atisbar la crudeza, la mirada fría de lo salvaje que nos observa como si fuéramos comida". Brillante. No solo por el retrato impresionante del protagonista si no por decir una verdad como un templo: conservemos la naturaleza pero, por favor, no perdamos los papeles.


La naturaleza es sabia pero también es brutal y hace mucho tiempo que abandonamos la cueva y perdimos la memoria de lo que significa vivir rodeado de depredadores. Muy pocos entendemos que, a campo abierto, ocupamos un puesto secundario en la cadena trófica y nos convertimos en unos mamiferos deliciosos y bien alimentados por los que suspiran todo tipo de bicharracos.


El final de "Grizzly Man" ha sido, creo, el final de un buen fin de semana. Ya he vuelto de viaje y me remuevo un poco incómodo, como si me hubieran cambiado el hábitat. Tengo el culo inquieto. El sábado, para quitarnos el mal sabor, unos cuantos visitadores oficiales de este blog se dieron un voltio por la noche madrileña. La excusa era la fugaz visita de Antonio Rico a la capital. Miss Kiddo, Carlos, Raquel, Edu Galán y este Insustancial (cada día menos Señor) bebieron cerveza y disfrutaron de un bar con grasa con precios para tiempos de crisis del que no revelaré nada más porque, la verdad, ya el sábado estaba petado. De ahí a la Calle Covarrubias, al Honky, a ver un concierto de Greenwich Village. Es una banda de versiones donde militan músicos de Los Elegantes, Paracelso y un largo etcétera. Gran concierto y copas hasta mucho antes del amanecer. Antonio Rico dijo la frase de la noche: "Dios odia a los tullidos". Y siguió: "Da vista a los ciegos, seso a los locos, cura a los enfermos de sida, fortalece piernas de los que están en silla de ruedas, quita muletas, vigoriza virtudes, revitaliza vientres yermos, levanta pichas flojas pero...¡jamás hace crecer un brazo a un manco o le repara la pierna a un cojo!". Es cierto. Dios se ha olvidado de los tullidos. Sin razón aparente.


Antonio Rico es sabio y rehuye la charla profesional para fijarse en el entorno. Mola. Es de esa gente que no quiere que sepas que sabe mucho, o algo, ni idea. Se está a gusto con él, es de esa gente que parece que ha estado contigo toda la vida y tiene flow...es decir, no se cae al segundo gin tonic, ni al tercero. Por un instante estuvimos tentados de marchar en procesión hasta un bar de enfrente que se llama "Bill Murray´s Bar". Fanatismo obliga, pero no, permanecimos toda la noche trasegando al lado de un grupo de personas que, venidas de una boda, e inadaptadas a la pista bailaban con los pasodobles metidos todavía en los oídos..."mira, uno de ellos se parece un montón a David Lynch" dijo Raquel. Y era verdad. Uno de aquellos tipos que bailaba con una rubia pasada de vueltas se parecía bastante al director americano y miraba a la juventud con melancolía, como si de un momento a otro se fuera a poner un respirador en la nariz y decir "Papaíto ya está en casa". Y es que hay gente que, sacada de su habitat, resulta de lo más intrigante.


No tuvimos tiempo de comentar la campaña del "Yes, We can" (Contra la entrevista de Julián Muñoz) más que nada porque yo ando todavía dándole vueltas a cómo comenzaron las cosas y cómo terminaron aunque, la verdad, es que habrá que diseñar algún chiflado "meme" (¡Por Alá, qué palabra más fatua!") para mantenernos un poco más vivos. Mientras tanto seguiremos intentando adaptarnos a esta selvita de asfalto que es Madrid y a sus propios depredadores...cosa que se me está haciendo un poco cuesta arriba aunque, la verdad, no tengo ningún interés en largarme a vivir con los osos.

9 comentarios:

Paria dijo...

Lo de Dios odia a los tullidos creo que es de Richard Dawkins, o algo cercano porque en algúna parte lo lei.
Respóndeme a esto, ¿Antonio Rico es como la trinidad, esto es 3 en uno, o eso solo es una leyenda urbana?...Pregunta de un chiflado que lleva años leyéndole en La Nueva España.

Edu Galán dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Edu Galán dijo...

Lo pasemos bien, lo pasemos bien, pero bueno, como sabes, yo soy el que le escribe los dialogos a Antonio Rico. Él no supera en inteligencia a María José Cantudo. Por eso calla.

Abrazos, grande noche pasemos, sí,
Galán

Azul Sanchez dijo...

Grizzly Man!!! tremendo documental...como no es menos tremendo A.R. en su crítica televisiva...

raquel dijo...

Pues a mí el empeño de comer orejas fritas en el bar de la grasa, me pareció un poco de osos...
el problema de Timothy es que no es capaz de identificar a los depredadores ni en la naturaleza, ni fuera de ella, todavia sigo pensando en esto, ya ve.

Lo pasé muy bien en la compañía de Uds., una grande noche que dice Edu, y qué sencillo el D.Linch, celebrando su boda de esa forma tan discreta.

bs

Antonio Rico dijo...

¡Grandísimo Mr. Insustantial! Cuán impactadamente agradecido he quedado por sus palabras de elogio. Para mí también fue un placer conocerle a usted y sus amigos y hubiera seguido cuantas horas más hubiesen sido necesarias para volver a hacer los coros de "Rocking in the free world" todos juntos.

P.D.1: El asunto de Dios y los tullidos lo encontré en una página muy friki que se llama whygoddonthealtheamputees.com o algo por el estilo. Imprescindible.

P.D.2: Que el mundo lo sepa: el sábado 18 Antonio Rico comió oreja por primera vez en su vida.

P.D.3: Sí, es cierto, Edu Galán me escribe los diálogos. Yo le escribo a él los monólogos.

Señor Insustancial dijo...

Hola delincuentes,

Paria,
Por ahí el propio Antonio cita la fuente de tan inspirada frase...siento no poder decir nada del aspecto de Antonio Rico porque se presentó a la cita vestido con uno de los trajes de camuflaje de "A scanner darkly" y ora parecía una cantante caribeña de salsa, ora un agente del CESID, ora un diputado regional...

Edu Galán,
Qué decirte si estuviste presente...

Azul,
Tremendo Documental, sí. Por cierto cuando has dicho A.R. he pensado ¿Ana Rosa? ¿Comor? Luego ya he caído...

Ra-kel,
Otra asistente. Comer oreja se va a convertir en un ritual de iniciación de las reuniones insustanciales, al parecer...es acojonante pero es verdad que me empeño en pedir semejante manjar en todos los akelarres...¿Usted se cree? Mis intentos de ir más allá de los límites del colesterol y la cordura no tienen ningún tipo de freno.

Lo de Lynch todavía me acongoja: ¿Cómo es posible que abandonara a Isabella para liarse con una mostrenca de escote indefinible y, además, corta de vista? Qué cosas tiene la noche madrileña...

Antonio Rico,
Agradecidos nosotros de tu visita y de tu charla. Increíble. Hay que repetir, aunque sólo sea para eso de hacerle los coros a Neil Young.
Guardeme una horita en su próxima sesión de DJ a ver que tal...

Para que el mundo lo sepa:

1. Revisa el link porque ese no está disponible.

2. Efectivamente el Señor Rico comulgó con lo de la oreja con la misma entrega y curiosidad que la que los exploradores comen escorpiones, sin arcada evidente, en las tribus que visitan. Machote.

3. Edu Galán debería de escribirnos los diálogos a todos.

Saludos y abrazos.

LA ENTREPIERNA dijo...

pasame grizzly man la próxima vez que nos veamos, que la tengo pendiente.
abrazo va
marcos

Señor Insustancial dijo...

Marcos,
Apuntao queda....