lunes, 7 de abril de 2008

¿En qué puedo ayudarle?

A diario paso por la puerta de una plataforma de telefonistas. Los veo apostados en pequeños grupos echándose el cigarrito, con el vasito de café de máquina o la lata de refresco en la mano charlando animadamente y gastándose bromas. Al parecer los sueldos ínfimos y las condiciones laborales de quasi esclavitud que ofrecen normalmente estas empresas genera un estupendo ambiente de trabajo a tenor de lo animado de las conversaciones.

Lo primero que me llamó la atención de esta empresa es que sus trabajadores son bastante feos y que la por mayoría van vestidos de esa forma en la que uno sabe que nunca podría pasar un control de una discoteca de moda medianamente escrupuloso o con el tipo de aspecto que te incapacita para que te permitan sentarte en el hall de un hotel de cinco estrellas a tomar un whisky.

Chicas de cutis horrible peinadas por su peor enemigo, tipos con gafas de sol de plástico que tienen el aspecto enfermizo de los que se han pasado por el caballo vestidos con chandal de tactel abierto hasta la pechera; proliferan los botos de ante falso con flecos gastados hasta el cartón de la puntera, vestidos hippies...entre la plantilla también hay dos enanos, uno de ellos se apoya sobre el dintel gastado de la puerta y fuma melancólicamente mirando hacia el otro lado de la calle como preguntándose: "¿Cómo he llegado hasta aquí?". El otro lee un periódico gratuito, también en silencio, con gesto adusto seguramente está preguntándose porqué lo que es gratis tiene que ser tan rematadamente insulso...


Me pregunto cuantas empresas habrá que contraten todavía a gente sin hacerles antes esa especie de absurdo control de estilismo. Creo que esa, la plataforma de telefonistas, es una de las pocas que no, de hecho creo que sienten una cierta tendencia a coger gente que no resalta por su físico ni por su vestimenta.




Muchas veces he estado tentado de ponerme al lado de los telefonistas y pedirle fuego al enano melancólico. Quizás tenga una voz maravillosa, como de barítono, una de esas voces que suenan a otro lado del teléfono y te dan confianza, de hecho creo que todos tienen unas voces fantásticas y que por eso, están ahí.


Como soy dado a las "aventis" (esas madrastras pobres de las leyendas urbanas fielmente recogidas por Juán Marsé en "Si te dicen que caí") imagino que son trabajadores de una línea de 803 que ofrece sensuales voces como salvoconducto para un orgasmo rápido y culpable.



El yonki del chandal se convierte en la proyección pornográfica de la aburrida ocupante de un coche cama y la hippie de las mallas rotas y el pelo desteñido es una sexy camarera que escupe obscenidades en el oído de un agente del catastro que casi puede tocar con las puntas de sus dedos las curvas sinuosas que va dibujando con cada uno de sus gemidos imagino también a los dos enanos (al triste y al lector) provocándole un orgasmo instantáneo a una pareja aburrida que ha decidido darse un caprichito...
Cuando me los imagino haciendo ese trabajo en realidad entiendo por qué salen a la calle despreocupados e incluso seguros de sus propias imperfecciones, mostrándose al mundo tal y como son. Yo también exhibiría las heridas de la dictadura de la estética diseminadas por mi cuerpo si, en realidad, manejara con pulso firme una máquina completa de generar y producir deseos, de satisfacer los instintos, de ponerle música a las fantasías...


Me acuerdo de las fichas roñosas que hacían funcionar los coches de choque y me acuerdo de los telefonistas freaks que miro todas las mañanas, si los miras parecen no tener ningún valor pero inmersos en sus exactas coordenadas de espacio tiempo se convierten en las llaves de la diversión que hace moverse el cochecito...
Y sigo andando y me pregunto porqué coño me ha dado por escribir de las mismas cosas que escribiría Juan José Millás...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Primer blog en muchísimo tiempo en el que, de hecho, me LEO todas las entradas. Empiezo a dudar, si como Pitita, acabo de tener una aparición mariana.

Un abrazo, maestro.

Anónimo dijo...

seguros de sus propias imperfecciones, mostrándose al mundo tal y como son
Hombre, los feos debemos actuar así, so pena de vivir hundidos por nuestros complejos.

Anónimo dijo...

Son ustedes tremendamente complacientes conmigo...Edu, deberías de explicar aquí el final de The Sopranos en plan colaboración estelar.

Manu, juro que estos son muy feos pero estoy contigo en que hay que llevarlo con orgullo. Me acuerdo de un anuncio de una página de contactos: "Más fea que picio pero con mucho vicio. 10.000".

Un abrazo a ambos,
Señor Insustancial