Lucía se ha unido recientemente al grupo de escritoras que se desnudan como la cubana Wendy Guerra por las cosas de demostrarnos que no tiene empacho y, lo segundo, por las cosas estas de la promoción.
Alzo los brazos al cielo y me pregunto: ¡¡¡¡¿Por qué?!!!! ¡¡¡Why, My Lord?!!!
Imagino el insondable universo literario e ideológico asentado sobre una única idea: "El hombre hetero es imbécil". Y no hay escapatoria.
Y si no tenemos sensibilidad para entender su literatura, para encontrar la ruta mental necesaria para que la prosa de Lucía (o de otras) se nos sea revelada en su mayestática grandeza; una grandeza evidente, de una perturbadora belleza, cincelada en un juego secreto de sensibilidades, decidme ahora, machitos, si seríamos capaces de provocarle no ya un orgasmo, si no un pequeño rubor.
Para la escritora el femenino es un término complejo, repleto de recovecos, de señales, de sugerencias, un mundo atávico y desconocido regido por unos códigos indesvelables. El femenino, la condición de ser mujer es en sí, un universo donde flotan ingrávidos algunos cuerpos celestes...¿A que mola?
El masculino, sin embargo, es simple. Un monolito. Algo inservible y absurdamente rígido. El masculino, la condición de ser hombre es en sí, adorar a un totem el que adoraban los monos piojosos y malolientes de 2001, Odisea en el espacio...¿A que estás pasado de moda?
Aquí dejo un fragmentito del prólogo del libro para que comparéis, gañanes...
"En general los hombres, en literatura, cuentan las cosas sin tapujos. Hablan de la polla o del agujero del culo y describen las escenas gráficamente, casi como lo haría una cámara que rodara la escena. Las mujeres hablan del miembro o del ariete, y utilizan complicadas metáforas o elipsis para dar a entender lo que sucede". (para seguir...aquí...)
Y así, también, en la vida real...claro porque ¿No es la literatura una extensión de la vida real?
Si contestais que "sí" inconscientemente leed a Chomsky o Derridá para que os saque del error o terminaréis por convertiros en unos cursis y/o letraheridos.
Si no entiendes (o no te gusta) lo que escribe Lucía Etxebarría (lo otro, es completamente libre) es que eres un hombre y si eres una mujer y no la entiendes o no te gusta es que estás subyugada a la cultura masculina que te rodea. Pobrecita mía, pero, al menos, tu podrás liberarte de las cadenas, el hombre está perdido, sentado a la puerta de su caverna, viendo seguramente un partido de fútbol o una corrida de toros, esperando que pase una hembra de su gusto para bajar, arrastrarla de los pelos y decirle al oído eso de "Uga-Uga", en plan palabras de amor.
Lo curioso es como muchos escritores españoles reducen su arte a un asunto puramente glandular sexual: Pérez Reverte piensa que escribir es una cuestión de huevos y la Etxebarría una cuestión vaginal. O sea que escriben como les salé justamente de ahí; con semejantes argumentos no me extraña que ambos estén siempre en la lista de los más vendidos.
Pensándolo bien ambos pivotan sobre tópicos sabidos: Al hombre lo mueve el ardor guerrero y el olor a hembra (él) y a la mujer la mueve una especial sensibilidad para conocer su entorno (ella).
También a reflexionar sobre la promo literaria: ellos han de mantener una pose de desencantados lobos de mar a punto de pegarse un tiro por ser incapaces de soportar la estupidez y la blandenguería que los rodea y ellas tienen que despelotarse para demostrar que están desprejuiciadas y que son unas provocadoras.
En definitiva creo, que ni Reverte está capacitado para extender certificados de hombría, ni la Etxebarría para firmarme el pasaporte que me franquee el paso al punto G (literario) de las escritoras y ya que estoy tampoco al otro que ya tengo mapa...
Me pregunto que pensarán los escritores homosexuales de todo esto.
2 comentarios:
Primero debo dejar clara una cosa, no soporto a Lucía Etxebarría, así que mi crierio está claramente sesgado (me pasa con toda esa generación de "nuevos escritores", Juan Manuel de Prada que grima das), el caso es que aunque oirla hablar hizo que me cayera gorda para siempre jamás (lo de gorda no va por su ligera obesidad mórbida), intenté leer cosas suyas. Y me dió la sensación de que la tía vive más obsesionada por el sexo que un gimnasio lleno de adolescentes, pero claro ella lo hace desde una perspectiva feminista y liberadora, lo que quiere decir (sustituyamos todos los tópicos celtibéricos machistas por los nuevos tópicos feministas que es más trendy), a fin de cuentas tiene una visión tan simplista y sesgada como la de Cesar Vidal, hum, creo que igual harían buena pareja...
Te imaginas?
Un abrazo...
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