Recojo un poema de Roger Wolfe, el más inglés de los poetas españoles. Conocí a Roger antes que su obra, se presentó en la Casa Manson para entrevistarme para una revista cultural que buscaba gente que se dedicara a la cultura outsider. En realidad yo sólo coordinaba una pequeña muestra de cine de un pueblo del extrarradio, hacía alguna chorrada con una cámara de vídeo y escribía cosas muy malas. Ya era una joven promesa de la gilipollez
Jamás leí el reportaje, ni la foto que me hicieron (sosteniendo un tomavistas de super 8 como si fuera una pistola, Tarantino estaba tan de moda...) pero Roger se quedó a comer y entonamos el "Gabba-Gabba-we-accept-you-we-accept-you-one of us!!!!" hasta bien entrada la tarde. Se sentó al lado de mi madre y estuvo conversando con ella sobre crímenes de la España Negra: Las estanqueras de Sevilla, El crimen de la Calle Fuencarral, El cintas verdes...
Creo que ese día también hablamos de Alfonso Grosso y de "Con Flores a María", una novela casi olvidada y, sin embargo, seguramente la que mejor ha retradado las costumbres rocieras y la España del sol, las moscas y olé. Grosso fue un tipo con poca fortuna que, si no recuerdo mal, antes de caer completamente enfermo llevaba la cuenta de publicidad de una marca de cola. Roger, más afortunado, traduce como fuente de ingresos. Cayeron dos o tres botellas de vino y media de ron cubano antes de que se marchara. No sé por qué pero me he acordado de este poema y de ese día concreto. Aquí se lo dejo:
Es tarde ya en la noche
y la playa está desierta.
Rompe el mar sobre las rocas.
Un aire cálido,
espeso de salitre
y de recuerdos,
me baña la cabeza.
Cierro los ojos.
Inhalo.
Me dejo llevar.
Y luego pienso,
como casi siempre
que me pasan estas cosas,
en Proust.
Pero no he leído
a Proust.
Qué importa.
La vida es bella.
Quién necesita
a Proust.
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