Una de mis abuelas me ha mandado un montón de calzoncillos. Son de la marca David Jeans y de la marca Titani. No sé. Miro los calzoncillos y me río. De hecho agradezco estar soltero y sin compromiso para no tener que mostrarme con esos calzoncillos. Da igual porque si fuera un tipo atractivísimo daría igual que me mostrara con calzoncillos bizarros pero los que no somos, digamos, atractivísimos (podría aparecer en un diccionario de antónimos de esa palabra) tenemos que cuidar un poco de los pequeños detalles. Me imagino que la buena mujer, seis hijos, esposa de militar de impecable carrera, pensará que a las buenas muchachas les importarán poco las marcas.
Le agradezco mucho a mi abuela (una de ellas, ambas viven) esos pequeños detalles. Mis abuelos, como los de todo el mundo, sufre bastante por pensar que, mañana, su nieto pueda ser atropellado por un bus de línea regular y que se presente en urgencias con unos calzones sucios o descosidos. Hay cierta dignidad, cierto rollo "es posible que mis calzoncillos sean humildes imitaciones del diseño de unos Calvin Klein pero están limpios, limpios". Me mola ese mantra, la gente de cierta edad repite tres veces el adjetivo calificativo final para ejemplificar que hablamos de algo inmaculado o de una calidad indiscutible. Ya saben, las buenas chaquetas son de "piel, piel" y en ese restaurante se come "bien, bien". Sin discusión.
Miro mis nuevos calzoncillos y me acuerdo de la ex alcaldesa de Marbella, aquella que quería renovar su chalet y su nariz a costa del erario público y de Ginés, el munipa de Coslada que se hacía tiros en el escote de las lumis de un club y también del jefe de los Pitufos de El Molar que ha sido detenido por tráfico de drogas. Ya ven, en España eso de "Toma el dinero y corre" no va con nosotros. Aquí somos más de "Toma el dinero y demuéstrale a tus vecinos que has llegado lejos en la vida...del hampa".
Cualquier persona normal sueña con trincar un euromillón con bote, cobrar sus 100 millones de euros y largarse muy lejos a fundírselo...la gente que roba dinero prefiere quedarse en sus ciudades de origen, seguir frecuentando los mismos clubs de medio pelo, vivir en las mismas casas de alquiler. Si no fuera porque a todos les da por comprarse un Audi carísimo (uno que llama mucho la atención) nadie repararía en que, en realidad, están sobrepasando los límites de la ley. Si nos preguntamos qué tipo de seres humanos tan obtusos son esos podríamos contestar que "son los calzoncillos de marca bizarra de la humanidad".
Malas imitaciones de Tony Montana a la venta en el chino de la esquina diseñados con el peor plástico y manipulados por las manos menos expertas. De hecho podrían venir también en packs de tres y no nos daríamos ni cuenta.
Hay muchas formas de demostrar que uno es de mala calidad, que es humanamente bajonero, que tiene el alma de plastiquete sin necesidad de robar, matar o traficar. Miren a Max Mosley, el señor co-dueño de la F1, al que han pillado subvencionándose orgías sadomasoquistas donde le ponían coloradas las británicas posaderas (enfermizamente níveas, al vídeo me remito, es raro pero me llamó la atención que el señor tuviera un culo tan blanco...qué cosas). Buen diseño exterior (en plan Charlton Heston) pero, luego, horreur, padres nazis y vicios poco recomendables. Si le quieren echar un vistazo a una historia parecida vean "Servicios muy personales" (Terry Jones, 1987) que está basada en la vida de la madam londinense Cynthia Payne y sabrán a lo que me refiero.
¿Se acuerdan del Maradona lloroso pidiendo en la televisión argentina que lo dejaran irse a Cuba? ¿De la empanadilla capilar de Anasagasti? ¿De la gente que lleva la uña del meñique más larga sin que se haya visto una guitarra cerca de él en la vida? ¿Esos signos externos no dicen mucho de lo que llevamos dentro? Quizás esta canción del combo Ojete calor les ilumine sobre el asunto que hoy tratamos. Atentos.
El viernes, en las madrugadas de Cuatro, que ahora aprovecha para poner entretenidos documentales pudieron darse ustedes una ración de esas almas de plastiquete a las que me refiero: En uno se indagaba sobre la nueva chorrada mundial llamada TANOREXIA. Gente que decía "no poder dejar de estar morena", lo más curioso es que se reconocían como enganchados a las máquinas de rayos UVA, a los tintes dérmicos y a tomar el sol hasta el cáncer de piel. Culturistas profesionales, viudas chifladas y alcohólicas, la madre de unos niños bailarines y un mago bastante cutre reconocían estar enganchados al sol...daban una enorme compasión y unas enormes ganas de liarse a puñetazos. Gente de poca calidad, sin duda.
Después llegó la joya de la corona de las almas de plastiquete: un documental titulado "El hombre que perdió su pene" en el que se contaba la actual y pretérita vida de John Wayne Bobbit, aquél hombre al que su señora, Lorena Bobbit, le cortó la chorra mientras dormía. Se hizo cutrefamoso, fue a cantidad de programas, hizo porno, se convirtió en Pastor de una Iglesia de Las Vegas y, ahora, anda trabajando en una empresa de mudanzas de un colega que le presta una habitación para dormir. Se lo recomiendo por si acaso, con los calores, les da por querer hacerse famosos.
2 comentarios:
Seguiré jugando a la Primitiva, la última esperanza de los pobres...
Símplemente demoledor. Compléjamente incontestable.
Limitádamente poético.
Preocupántemente verosimil.
Definitivamente muy inspirado!
Happy Birthday!
Felicidades!
Publicar un comentario