martes, 1 de julio de 2008

Asquerosamente humanos.



Todavía no entiendo como se lo han podido pasar ustedes tan bien con lo de la Selección Española. No lo entiendo. Desde los más dispares flancos (Miss Kiddo, Arancha, Los Niños Perdidos, mi cuñaíto, ¡Borja Prieto, Por Dios, tú tambien!...) se me ha informado de lo divertido que es salir por ahí a montar el bochinche patrio. Quizás sólo Cárcamo y un servidor hemos asistido con estoicismo unamuniano a los fastos eurocopísticos. Me decía el fotógrafo el viernes mientras comíamos: "Pssssche, chico, al país esto no le viene nada bien....". Y yo asentía con el Peñón de Gibraltar clavado en las ingles. Dos estoicos.



Desde la mesa de al lado el camarero nos miraba mascullando un "mira ese puto par de gafes"...el sábado, por la noche, le pregunté a otro camarero de un cátering: "¿De donde sacas esa fe para saber que vamos a ganar?". "No es fe, es que soy patriota" me soltó. Un patriota de los de sueldo mínimo y letra de buga tunning. No está mal esta generación de patriotas debe de pensar Botín.



Reconozco que es la estética de la hinchada española lo que me echa para atrás de forma irremediable, no comulgo con ese rollo nacional-bakala, pensaba yo, se había apoderado del territorio nacional. Lo siento, creo que me he confundido y que, por fin, La Furia ha conseguido encontrar el camino más corto a la España transversal, esa difusa autopista por la que habrían de discurrir los sentimientos nacionales de todos.

Pero no querría a ustedes amargarles el sabor de la victoria con mi diatriba pesimista que tiene su raiz en que, hoy mismo, me he detenido por un segundo en las páginas de economía de El País mientras comía. No les diré lo que he visto. Para qué.


El caso es que tanto abrazo, tanta felicidad callejera, tanta alegría desbordada, tanto sano grito de "soy español, español, español" a ritmo de Kalinka ruso me ha hecho reflexionar sobre lo divertido que es hacer cosas en grupo y lo insípida que es la victoria si se celebra en soledad. Por eso los ajedrecistas no se lo pasan tan bien como los jugadores de fútbol profesionales...¿Alguien se imagina a Kasparov o a Karpov montando el pitote encima de un autobús por ser el campeón del mundo? ¿No es irrisoria una conga de un sólo hombre o mujer? ¿Puede recibir tal nombre?



Cuando veo esos arranques de abrazos me acuerdo mucho de Jeffrey Dahmer, más conocido como el Carnicero de Milwaukee (1960-1994). Seguramente no haya otro serial killer en la historia al que movieran sentimientos más humanos que a Jeffrey: mataba porque no quería estar solo. Ya ven. Que bonito. Lo que hubiera disfrutado el asesino ayer en Colon abrazándose a todo quisque, sintiendo el fragor de cerca de un millón de almas apelotonadas a su alrededor.


Los mataba, troceaba y zampaba guardando los torsos de sus víctimas para abrazarse a ellos en las frías noches de invierno, como el que tiene un peluche. A veces conservaba las cabezas para charlar con ellas y ponerles sombreros.

De hecho intentó practicarle una lobotomía casera a una de sus víctimas con un taladro eléctrico (un menor que fue devuelto por la policía a las manos de su agresor, una rocambolesca historia) para que nunca se fuera de su lado. A Dhamer le daba igual mantener a su lado a un amasijo de carne sin voluntad, con un poco estético agujero en medio de la frente si, a cambio, podía ver una tonta teleserie junto a él. Estoy casi seguro de que no le importaría limpiarle la babilla colgante del labio inferior...muchas parejas saben que la falta de diálogo es, incluso, una garantía de que el aburrido pero seguro status quo puede mantenerse ad nauseam...nunca mejor dicho, en este caso que nos ocupa.



Todos llevamos un Dahmer dentro, un Dahmer pequeñito e inofensivo que dice cosas como "¿Damos un paseo?", "Venga, ponnos la última y nos vamos"...sólo hay que domar a ese sociópata un poco para no llegar al crimen, me imagino, o rezar para que la Selección Española nos de la oportunidad de juntarnos con otros como nosotros y recibir el abrazo alcohólico y ronco de algún/a desconocido/a.
Por cierto, paradojas de la vida, el Carnicero de Milwaukee murió en 1994 a manos de un compañero de prisión, Christopher Scarver, con el que limpiaba los pasillos de una galería de celdas. Scarver era esquizofrénico y sufría de alucinaciones...quizás él ya tenía suficiente compañía con las voces de su cabeza y la cháchara de Jeffrey le pareció el acabose. Quién sabe. A mi me viene a la cabeza aquella canción de la Revista "Celeste no es un color" interpretada por Lina Morgan que decía aquello de: "Ya nunca estareeeeee/solaaaaaaa....".

2 comentarios:

Edu Galán dijo...

Si Dahmer hubiese cometido una serie de asesinatos el domingo y, frente al jurado, declarase: "Ná, estaba celebrando la Eurocopa", estoy seguro que le hubiesen absuelto.

Total, boys are just having fun...

Edu Galán

P.D. Se requiere un comentario sobre la escena bizarropatria en la que Manolo Escobar cantaba "Que viva España" junto a un grupusculo de jugadores multimillonarios y a la momia de Tutankamon.
P.D. Me remito, de nuevo y siendo turras, a George Carlin: "FUCK LANCE ARMSTRONG! FUCK TIGER WOODS! AND FUCK EVERYONE THAT TELLS US WHO OUR HEROES SHOULD BE!!!!"

Anónimo dijo...

- Algo qué decir en su favor?
- Señoría, señoras y señores del jurado, solo soy un humilde patriota.
...
- Y el veredicto es... ¡no culpable!

Ahora que agitar la bandera con el toro de Osborne está bien visto, pardiez, solo nos faltaba resucitar al Fary apatrullando la siudá. Eso sí, bien Manolo Escobar, pero eché de menos a Torrente, mire usté...