martes, 7 de octubre de 2008

¿Es Cocktail la peor película de la historia?



Vale este post podría comenzar y terminar aquí mismo: "Sí". Y todos a nuestros quehaceres pero, la verdad, es que la cuestión merece un poco más de análisis.

En estos tiempos de crisis económica a la gente de Cuatro se le ocurrió poner esta película que podría catalogarse dentro de esas películas ochenteras con mucho neón rosa y mucha historia estúpida que servía para hacer una intensa loa a eso de "hacerse yuppie" o "hacerse rico". No tendríamos que arriesgarnos mucho para decir que, en realidad, Cocktail es nada más y nada menos que un "Wall Street para adolescentes". ¿Pero puede ser catalogada como la peor película de la historia? Bueno, al menos como, sin duda, una de las más estúpidas del mundo y, sin duda también, como una de las más estereotipadas del universo.

Comencemos por su protagonista: un trepilla. Estudiante de Bussiness (esa carrera a medio camino entre Empresariales y Económicas) y camarero a tiempo parcial. ¡Arf!. Tom Cruise en el mismo papel de "rebelde y complejo héroe juvenil" que ya hiciera en Taps, Rebeldes, Ir a perderlo y perderse, Risky Bussiness (aquí hacía de aprendiz de proxeneta), All the right moves (aquí pasó directamente a vídeo), Top Gun y que, posteriormente a Nacido el 4 de julio y El Color del dinero -sus dos películas serias donde pudo elegir entre hacer buen cine o forrarse- repitió sin empacho en la loquísima Días de Trueno.


Da igual que hiciera de cadete, teen de los años 50, estudiante de los 80, piloto de caza, conductor o jugador de fútbol americano...¡Tom siempre hacía de Tom! ¡Siempre hacía el mismo papel!


Pues eso, aquí tenemos a Tom Cruise encarnando el papel del joven trepa Brian Flanagan que va a NY a comerse el mundo desde la barra de un bareto y hace amistad con Doug Coughlin (Bryan Brown, ese pedazo de actor australiano) un viejuno timador de malos sentimientos al que le va la buena vida y que mantiene una especie de filosofía personal conocida como "las leyes de Coughlin"...en realidad una amalgama de frases hechas y poses de anarquista de salón que harían vomitar a una cabra o a dos.




Los dos se dedican a poner copas y, sobre todo, a ligar. No a ligar con las típicas chuzas de despedida de soltera con dos chupitos de tequila malo en el cuerpo...¡Que va! Los tipos, pese a tener unas personalidades demenciales son capaces de pasarse por la piedra a una lista de señoras "ochenteras que lo flipas" como Gina Gershon, Elizabeth Sue o Kelly Lynch. ¡Toma ya!

Las tres además, y por ese orden, fotógrafa de éxito, rica heredera, simplemente rica...





¿Cómo las conquistan? Muy fácil, haciendo cucamonas detrás de la barra, acrobacias con las botellas, y cosas así. Por Dios, si yo quiero ver a gente haciendo malabares completamente borracha me voy a la puerta de mi facultad a mirar a los perroflautas y ya. No pago diez dólares por un poco de garrafón removido y no agitado.



El caso es que el viejuno y Bryan son tan buenos camareros que un tipo, completamente flipado, los contrata para poner copas en un lugar de mucha alcurnia...y a vivir del pastón y de los ligues que da el local. En este punto es cuando el director, un Roger Donaldson muy despistado o trabajando de encargo, le regala una pedazo de secuencia a Tom en la que lo vemos poniéndose en plan poeta y subiéndose a la barra para ser adorado como un Dios Griego. A ver, hablamos de un Tom Cruise con un pelete imposible (que ha inspirado luego el flequillo Bustamante), unos pantalones de pinzas negros y una camisa a rayas blancas y negras de inspiración "bodas de sangre". ¡Y se las lleva de calle!



Después por un quítame allá esa Gina Gershon los amigos se separan (el viejuno se la acaba ligando...lo que explica el porqué de la especialización de esta mujer en papeles de lesbiana sexy) y después se reúnen en Jamaica donde Tom ha puesto un chiringuito. Pese a que han pasado tres años los tíos están igual. Se hacen amigotes de nuevo y Tom consigue su objetivo que es ligarse a una rica Elizabeth Sue a la que deja embarazada e imagino, aunque no lo dicen, hará infeliz porque, en el último plano, se la ve con un bombo del quince, en el bar de su marido, entre una considerable nube de humo de nicotina y mirando completamente idiotizada a su esposo que, subido a la barra, comienza un nuevo (y sonrojante) poema. Por cierto, en el camino el amigo viejuno de Tom se suicida en un acto de estupidez aún mayor que el de escribir "las leyes de Coughlin".

Pese a que Cocktail es una película terrible nos dejó algunos interesantes legados como, por ejemplo, que todos los tipos quisieran hacerse camareros, relaciones (públicas) y ellas quisieran echarse un novio camarero. También generó una absoluta fascinación por el camarero que hacía cucamonas con la botella de Dyc y algunos sonrojantes espectáculos como, ops, la rotura, de cientos de botellas, cortes con cristales y otros accidentes menores.

No hay más que irse a De Diego, a Jose Alfredo, al JJ25 o a su vecino el Hudson para saber que un camarero no tiene que hacer tantas tontunicas para servirte un cocktail buenísimo.

Definitivamente, nada más ver la película, te da la sensación de que los 80 fueron horrorosos, horteras, y carentes de toda lógica como la decoración de las casas de los nuevos ricos de la época tipo Donald Trump con sus columnas repujadas en "colorao" de 24 kilates y sus puros y sus yates... pese a la veneración que últimamente despiertan en todas sus vertientes y te hacen formularte esta pregunta: ¿De verdad quiero que vuelva esa década?

Y sobre todo esta: ¿Cómo es que a nadie se le ha ocurrido hacer películas de estas en la bonanza económica anterior con unos cuantos ricos rusos y unas cuantas modelos de trapillo? Me pregunto también si Greek, Gossip Girl, Dirty sexy money, la nueva versión de Sensación de Vivir, 700 euros o algunas cosas parecidas no serán los efectos colaterales de ese oasis de hipotecas de alto riesgo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es preferible que vuelvan los setenta o los sesenta, o si no que se lo digan a Lynch que sigue con esa estética.. Cocktail es la típica peli ochentera, ortera y mala, por lo que es altamente recomendable para ver con amigos y echarse unas risas; vendría a ser como una peli porno sin sexo..

Señor Insustancial dijo...

O sin talento...

Azul Sanchez dijo...

Una de las leyes de Coughlin: no importa cuanto avance el mundo, un hombre siempre será juzgado por la cantidad de alcohol que pueda beber....me parece que ahí le han dado!!
Por cierto me siento mejor sabiendo que no fui el único en pasar de esa manera el sábado por la tarde...

Señor Insustancial dijo...

Una generación entera debió estar a esa hora delante del televisor viendo "cocktail". En realidad, lo más acojonante de la película es que, para mi, es como un gran accidente de coches: está ahí y, aunque no quieras, reduces la marcha del coche para mirar si ha habido víctimas.

Un saludo,
A.

Anónimo dijo...

Se nota que no vivieron los ochentas ,millenials de cuarta, disfruten de sus pelis de aquaman y thor