viernes, 11 de enero de 2008

Clubes de la lucha, escritores desquiciados, choquejuergas y bizarrías varias.


Estoy de un literario que lo tiro, creo que en lo que llevo de año ya he leído más libros y he visto más películas que en los tres meses anteriores. He encadenado La Carretera de McCarthy con Rant, la vida de un asesino Chuck Palahniuk y, joder, parece que los 60 y pico pavos que gasté ayer en papel están más que justificados (compré también Secretos de alcoba de los grandes chefs de Irvine Welsh). Mi padre no podía creerse tal compulsividad. Se temió lo peor, ya que en la otra mano sostenía Grindhouse (la versión coleccionista con Planet Terror y Death Proof como se ha visto en USA) y el recopilatorio de cuatro películas de la serie Vixens de Russ Meyer.
Esta última se quedó pegada a mis manos como el napalm y casi me echo a llorar cuando la deposité de nuevo en el estante porque tuve esas pelis en Betamax en mi adolescencia y, la verdad, es que me lo hicieron pasar con mejor cara algunos momentos de intimidad y, eh, también algún que otro momento de compañía. Salí con una chica que se pirraba por esas mujeres de escotes marianos (por la fosa abisal, no por que se pareciera al de la Virgen). Cosas de ser teen y estar "revolucionao", yo que sé.

El caso es que mi pecunio sólo me permite ahora gastar sesenta euros en cultura mensuales (adios cine, adios teatro, adios videoclub hasta febrero...adios cañas también) y tuve que optar por la palabra escrita. Ya digo que no es mala opción, ni mucho menos. Rant, que me lo he rematado entre ayer y esta mañana, es imprescindible y contiene todo lo que uno espera del escritor americano de apellido impronunciable: Chuck Palahniuk.

Pura literatura minimalista el autor, esta vez, hace con que recopila los testimonios de un montón de chiflados que vivieron alrededor de su protagonista: Buster "Rant" Casey.

Al igual que en El Club de la lucha nos mostraba a un grupo de tarados capitaneados por Jack/Tyler Durden dispuestos a sacarse los dientes a puñetazos a cambio de obtener una experiencia real aquí Palahniuk nos despedaza (nunca mejor dicho) la historia de un redneck que se une a un grupo de personas "Nocturnas" y "Choquejuerguistas". "Nocturnas" porque en el futuro donde está ambientada los ciudadanos se dividen en un toque de queda que los divide entre "nocturnos" y "diurnos" y "choquejuerguistas" porque estos se entretienen en organizar competiciones de coches que chocan entre ellos por las calles de una ciudad.


Comisiones de Control del Congreso...cada vez peor

Como el tono de Palahniuk sigue siendo igual de poco descriptivo que siempre (un tono que abandonó en Fantasmas, su novela más gráfica, y en Error humano donde recopilaba una serie de artículos sobre freaks de todo Estados Unidos reales como la vida misma) no hay grandes descripciones sobre ese futuro, no sabemos mucho de casi nadie pero cualquier lector tendrá que llenar esos huecos con su propia imaginación y los pocos botones y efectivos botones de evocación que tiene la narración. La salsa del asunto está, no es las peleas de coches algo absurdas, si no en que Rant Casey es, en realidad, el inoculador de una nueva variante de la rabia que se ha ido inoculando el mismo después de ser picado por serpientes, arañas y mordido por ratas y chacales provocando una epidemia destructiva a la altura de las grandes epidemias de la historia.

A estas alturas ya se habrán dado cuenta de que el asunto se mueve entre Hijo de los hombres escrito por P.D. James y su triste descripción apocalíptica de un mundo que envejece irremediablemente cuando los seres humanos son incapaces de concebir nuevos niños y la lisérgica Crash de J.G. Ballard (no confundir con esa peli "Crash" que es más Altman+Carver=Short Cuts).



Mal rollismo en dósis pequeñas que deja todo a la propia paranoia del lector parece ser la fórmula preferida de Palahniuk que nos ofrece un relato perturbador sobre un futuro mucho peor propicio para la proliferación de todo tipo de leyendas urbanas: ¿Está el gobierno detrás de la propagación del virus del SIDA? ¿No será la DGT la responsable de que se formen atascos? ¿Quién ha estado envenenando el agua de nuestros hijos?



El autor ya lo hizo con El Club de la Lucha y le salió bien: todas aquellas patrañas sobre peleas ilegales a la que dieron pábulo telediarios serios (jajá) donde se nos ofrecían imagenes de cámaras de videoaficionados de peleas de valetudo crearon el pequeño pánico necesario sobre el asunto jaleado por otros más serios aún como Iker Jiménez que llegó a hablar con su habitual bocachanclismo del tema. Lo cierto es que, excepto la aparición en televisión de algunos porteros de discoteca puestos de esteroides, nada se podía rascar de unos combates legales organizados por promotores sin escrúpulos pero con capacidad de coyote para olerse a kilómetros que aquello de las "peleas ilegales" (aunque se celebraran en plazas de toros y pabellones municipales abarrotados) era un buen reclamo para gañanes sedientos de espectáculos algo más duros que el Pressing Catch. Pero, claro, la sensación de cámara oculta, el testimonio algo atragantado de un nenuco infernal (sin cuello, todo carne) colocado de farlopa que sostenía ser el campeón del mundo de lucha extrema y cosas semejantes no solo fueron noticia en nuestro país si no que, gracias a Internet, y la proliferación de la Extreme Figth en estados Americanos como Colorado sin jurisdicción sobre boxeo, o la comercialización de las cintas de infames Bum Fights (peleas de vagabundos grabadas por un desaprensivo que pagaba a viejos alcoholizados por zurrarse en plena calle) pusieron el tono de "realidad" necesario para atragantarse a nuestros periodistas bienpensantes y que mordieran (no inocentemente) este anzuelo.


Dicen que es del Club del Pepino...¿Tú que crees tras ver la estampa?

El autor lo vuelve a hacer bien en las promociones de sus novelas que, se cuenta, se rumorea (porque como la cacareada homosexualidad de Chuck todo en su vida, como en sus novelas es puro rumor que se transforma automáticamente en dólares) están repletas de fans del autor que simulan desmayos, vómitos o trifulcas en medio de sus lecturas promocionales porque, como dicen sus personajes en Rant: "¿No es la realidad otra forma de enfermedad? ¿No está deformada por los medios, los poderosos? ¿No es todo una alucinación producida por la histeria colectiva?". Es posible que sí. Si quieren saber más de Palahniuk, incluso unirse a sus fans pinchen aquí, es el enlace a su página web llamada siniestramente "The Cult" (La Secta). El enlace traducido de Wikipedia tampoco está nada mal pero el original, en inglés, les hará babear como si estuvieran infectados de pura rabia. Lo juro.

Si quieren disfrutar de otras barbaridades acudan a David Cronenberg (Rabia, Videodrome, Scanners, ExistenZ, Cromosomas 3, Inseparables), vean Aftermath de Nacho Cerdá (corto de culto que pronto podremos disfrutar en DVD junto a The Awakening y Génesis que forman la silenciosa Trilogía de la muerte del director) o acudan sin empacho a Cuando el destino nos alcance o El último hombre vivo que, no vamos a despreciar, por estar protagonizadas por el pirado de Charlton Heston.

Si lo quieren rematar del todo llamen a La Pierna (encontrarán la dirección en los enlaces de esta página) y hablenles de la posibilidad de financiar un proyecto en vía muerta llamado Syntr@, a ver que les cuentan.

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