-Así que ahora estás aquí, ¿no?
-Bueno, aquí, aquí, estoy "por aquí.
-Vale, puedes disfrazarlo de lo que quieras pero el caso es que has vuelto para quedarte.
-Yo no me voy a dedicar a poner copas, ni a conducir un tractor. Estoy seguro de que me bebería lo primero y estrellaría lo segundo. O viceversa.
- Ya, lo importante es que no te falte el humor, lo vas a necesitar.
- Intento no pensar en las cosas que voy a necesitar, estoy pensando en las cosas que quiero dejar...además, esto no está tan mal...
-Ya, ahora no, pero ya verás dentro de dos meses.
- Todo estará bien, si sigues ahí, detrás de la barra poniéndome de beber.
- Ni siquiera se si yo aguantaré tanto, estoy cansada.
- Te casarás y te largarás. ¿Adonde? ¿Con quién?
- Yo al menos podré casarme y largarme pero ¿Te has mirado bien? Has venido a quedarte y no creo que nadie quiera casarse contigo, no tienes buen aspecto. Siempre parece que te guardas una carta, un as en la manga, que nunca dices lo que piensas en realidad, que todo es pura fachada. Las chicas desconfían de tí y no eres guapo. Si fueras guapo y la tuvieras grande podrías ahorrarte todas tus discursos, todas tus frases brillantes y concentrarte en otras cosas. Ahora mismo no eres el soltero de oro, antes quizás sí, cuando se decía que nadabas en pasta, pero ahora...ni siquiera yo te echaría un polvo y eso que hemos echado unos cuantos.
-Entonces de follar ni hablamos...
- Ahorrate también el sarcasmo, lo vas a necesitar. Vas a tener que hacer acopio de todo tu sarcasmo y todas tus gracietas porque te juro que hay gente buscándote desde ayer para venir aquí y darte una patada en el culo, para recordarte que has vuelto.
- Te digo que esto es temporal, he venido a descansar, a intentar escribir, a salir un poco de la rueda.
- ¿Qué rueda? ¿Qué me estás contando, tío?
- Lo que me ocurre es que no tengo remate, no soy capaz de terminar nada de lo que hago. Estoy tratando de coger empuje, de comenzar de cero, de empezar de nuevo...
- Volver siempre es una mala señal. Lárgate. Aquí lo tienes todo hecho, que se jodan, que piensen que no has fracasado. Yo lo se y con eso basta.
- Me gustaría que, al menos, tu confiaras en mi.
-Nadie da dos duros por ti, desde hace tiempo.
- Intentas hacerme daño para que no me quede.
- Si quieres puedes engañarte pero lo cierto es que hace tiempo que dejé de comerme la cabeza, de hecho, cuando te he visto he querido no reconocerte. No entendía muy bien que venías buscando. Quizás pensabas que te recibiría con dos besos y un "¿Que tal?". Nunca ha sido mi estilo y, si lo era, ya no lo es. Estamos mayores para todas estas mierdas.
-Hablas como si te hubiera inventado.
- Nunca has escrito tan bien.
Ludwig Van se quedó mirando a la chica, que le devolvió una mirada de resignación, apretó fuertemente el billete de autobus de vuelta y se quedó mirándola sin comprender nada. Entendió que no sacaría nada de aquello y salió con los hombros caídos y la maleta en la mano derecha de camino a la estación. Sabía que se le había roto algo dentro, pero no sabía el qué exactamente. ¿De quién sería aquel niño que lo miraba desde la puerta de la cocina?
De todas las historias, aquella era el reflejo de su propia existencia. Una historia sin final, sin principio. Sin remate, como él mismo. "Recuerdo esos ojos, los suyos, los del crío de los cojones ¿De quién sería ese puto crío, tío?".
Me lo contó ayer, llorando como un crío cuando volvía para Madrid. Hoy, en su teléfono, ha estado sonando todo el día el puñetero contestador.
3 comentarios:
Hielas.. asustas
Hola Angel,
me alegró volverte a ver.
http://elsonidoylafuria.wordpress.com
Clavijo!
(pásame tu mail)
Eres la cuarta o quinta visita, Clavijo, Bienvenido seas...que arte tienes, criatura.
Publicar un comentario