miércoles, 9 de enero de 2008

En un pais radical

Leo en El País, con sorpresa este ladillo de un artículo de opinión firmado por Juan Luis Cebrián:

"El laicismo sólo puede ser radical, pues ha de
garantizar la total separación entre el estado y cualquier tipo de confesión
religiosa, incluída la mayoritaria".


Izquierdismo en estado puro...un Satanás el tío.

El artículo, denso en su ejecución como si a alguien le hubiera dado corte avisar a Don Juan Luis de que la maqueta del periódico admite más fotos y menos texto, quiere justificar la contestación del Gobierno a las últimas movilizaciones de la iglesia. Y lo hace, curiosamente, admitiendo la mayor proferida por el PP que acusó al PSOE de ser "radical" de haber "radicalizado su postura" contra la Iglesia Católica.

O sea, que nos imaginamos que Cebrián, está de acuerdo con el fondo pero no con la forma y, claro está, piensa que este gobierno es "radical".

Radical es la forma subrepticia que los think tank derechistas más moderados han recomendado al PP como la mejor para referirse a cualquier medida de cambio ofrecida por este gobierno por muy tímida que esta sea.
Radical se usa igual para:
A) Referirse a HB y su entorno, por ende a E.T.A. en aquella coletilla "el entorno radical abertzale", se hablaba de "Punk Radical vasco" como si el punk pudiera ser otra cosa además de radical.

B) Los movimientos antiglobalización.


Del mismo modo se alude a los "hinchas más radicales" para hablar de los ultras, a los "radicales musulmanes" para inicial cualquier frase sobre Al-Qaeda (aunque en ese caso se cambia por "extremistas" para evitar una aliteración musical)...


De ahí, es fácil establecer puentes tan sencillos como estos: Poner bajo un mismo adjetivo a un ultrasur, un terrorista y...un presidente del gobierno.

Menospreciar la semántica, el poder de la palabra, la capacidad motivadora y evocadora del lenguaje es un error que se comete mucho en un país donde nadie lee nada, es peligroso.


Pese a lo que digan, no es hermano de Paco Clavel...¡Más quisiera!



Tirando de frase hecha diremos que es verdad que la razón produce monstruos, pero estos, de carne y hueso.

Si la postura, más bien tibia del Gobierno del PSOE, con respecto a temas tan importantes como el empleo, la vivienda o la enésima reforma de la educación (que obligatoriamente tiene que pasar por un proceso de laicidad) obligatorios para que se de en España no encuentra apoyos ni siquiera entre los popes de la izquierda mediática es que estamos, más o menos, como en los albores de la Santa Transición y que, las tímidas y pactadas reformas del socialismo de González, no fueron más que un espejismo necesario para que no emigráramos todos a Burundi y dejáramos esto como un solar.

España va para atrás, como los cangrejos, está lastrada como siempre en el pasado sin entender muy bien todavía la diferencia que hay entre tradición y democracia. Bueno, si la entendemos pero no queremos transmitirla.

Menos mal que en España quedan patriotas antiradicales que si no...


El tradicionalismo es, en realidad, la única ideología radical existente en su inmovilismo sea este nacionalista (PNV, CiU), monárquico, liberal o neoliberal (PP) que se nos vende como moderno e incluso como molón. Cuando la Democracia nace lo hace, pues, como motor de cambio, como elemento renovador enfrentado a la tradición sea esta del símbolo que sea, las cosas o se renuevan o se mueren.

"Y entonces va, y me dice este...¿A que no tienes huevos a ponerte ese sombrero?"


Asco, bastante asco, daba escuchar a José María Aznar diciendo que lo suyo era la "nueva" España y que las ideologías de izquierdas estaban desfasadas. Antes como ahora el PP defiende a lo más radical de su arsenal ideológico inamovible durante todo el siglo XX:

- Una economía de corte thatcherista fracasada y aniquilada en el Reino Unido que aniquiló el sistema público de sanidad, educación y transporte heredado por Major y Blair.

- Combinado con una creencia en que la economía es una carrera de galgos en la que hay que correr, correr y correr o, mejor, crecer, crecer y crecer aunque sea a costa de cargarse hasta el último arbol, exprimiendo los recursos. Esto se llama "neocon".

- Un sistema de política exterior basada en el "palo y tentetieso" de Reagan (deudor de Wilson, el primer Roosvelt y algún que otro sinvergüenza del siglo XIX) que asienta sus bases en gobernar sobre una "zona de influencia", en realidad "un patio trasero" donde mantener unas posiciones políticas ventajosas que permitan controlar a los gobiernos de esos países y conseguir así tratos ventajosos para las empresas del país dominante.

¿NO LES SUENA NADA DE ESTO? Más pistas: El AVE, hospitales madrileños colapsados, Crisis de Perejil, ladrillo, 11-M...


Ese de ahí dice que hay medio a 30...¿Hace?

¿Quienes son aquí los verdaderos radicales, Tío Juan Luis?

Bueno, la pregunta no es retórica, a mi modo de ver: Ordenar creer a un país entero que un ser superior diseñó hasta la última forma de vida de nuestro planeta, lo emplastó en medio de un sistema cósmico yermo como una joya única, como la cumbre de su creación sí me parece a mi, un poquito radical ideológicamente. Creer que no puedes separarte de tu pareja, abortar, tener tendencias sexuales hacia personas de tu mismo sexo pues también, la verdad.
Familia tradicional posando...puestos de prozac hasta las cejas


Yo me creería que la postura hubiera sido radical si, por ejemplo, se hubiera expulsado a los curas de España. Eso sí es radical. O, por ejemplo, nacionalizar todas las iglesias y convertirlas en museos; prohibir el culto católico o cualquier culto si hubiera sido radical.


Protestar nunca lo es. Protestar es una sana costumbre y una necesidad, la divergencia del pensamiento (aunque sea del mayoritario, que este tampoco lo es) es una de las "incomodidades" que tiene vivir en un estado democrático, de hecho me parece la única forma de avanzar.


Es decir, si la religión romana no se hubiera extendido con el Imperio seguirían vigentes los cultos íberos; si los cristianos no hubieran renovado la religiosidad del continente seguiríamos dándole culto a Marte. ¿no? ¿No fueron esos cambios radicales? ¿No hay un cambio radical de pensamiento entre el viejo y el nuevo testamento? ¿De un Dios todopoderoso y vengativo a un Dios que se paseaba rodeado de chiflados por el Oriente Medio hablando de paz y amor?

"Te vas para España y le metas a ZP, así, con la mano abierta por laicista y rojo"

Pero no hablemos de religión porque ni siquiera Rouco Varela está demasiado interesado en ella teniendo en cuenta el pistazo que se tiró el otro día en plena Plaza de Colón con banderolo nacional tamaño pista de Tenis como escenario necesario y sobre el que Telemadrid hace no, una, si no veinte o treinta encadenados en cada retransmisión; que uno no sabe si lo están haciendo para que sepamos que no es un documental histórico y que la bandera es la constitucional, para que se sepa que eso se hace en España y no en Wisconsin o, pero eso no lo creo, hacer saber que esto se hace por el país. Por este no por el periódico.


El el fondo la caga Cebrián diciendo que el Laicismo ha de ser radical. No. Yo vivo mi laicismo de manera pacífica y como yo parece que todas las personas que no profesan activamente una religión.


El laicismo es un bien necesario. Una postura entendible. El gobierno no puede subvencionar un solo culto religioso, de hecho no debe convertirse en el paganini de las campañas de promoción de ninguna religión y, mucho menos, convertir al catolicismo y sus enseñanzas en asignatura obligatoria para llegar a la Universidad.
Esta España ya nada tiene que ver con la de la Transición y, por lo tanto, tiene que dar pasos hacia la democracia renovándose y dejando nuestros símbolos tradicionales en su sitio, es decir, al mismo nivel que los Coros y Danzas. ¿Sería lícito que nos obligaran a salir vestidos con el traje regional de nuestra Comunidad Autónoma en cada señalada celebración? ¿Es obligatorio el cante y el baile de la jota, la sardana o el elástico Aurresku? No. Pues entonces.
Según Álvarez del Manzano estos se quieren menos por que no se quieren casar. Él acabará matándola a palos y tendrán hijos tontos.
No obligaría a nadie a no comulgar o no ponerse un traje de chulapo, ni siquiera por cuestiones estéticas, pero que nadie me obligue a hacerlo a mi. Y lo pido por favor para que nadie piense que soy uno de esos radicales.
Por otro lado se olvida Cebrián de que el laicismo no tiene que ser nada en realidad porque no es más que una ideología, y que los garantes de la separación entre Iglesia y Estado deben de ser los propios políticos que elegimos cada cuatro años. Hartos estamos de ver las comidillas de obispos, ministros y subsecretarios juntitos a la menor ocasión. ¿Por qué los representantes estatales tienen más empacho en aparecer en celebraciones musulmanas, protestantes o bautizos de Testigos de Jehová? ¿No es su presencia algo estatal y no una forma de decir "yo también soy católico"? ¿Aparecen a título personal entonces o lo hacen como representantes del gobierno?


Como apunte final, un dato: ¿Saben que la Iglesia Católica recibe un dinerillo del Estado por cada niño bautizado? ¿Sabían ustedes que cuando se sienta a negociar con cualquier gobierno esgrime los millones y millones de católicos que somos en este país sin tener en cuenta si acudimos a Misa una o ninguna vez en esta vida? ¿Saben que apostatar, es decir, borrarse de esas listas de católicos es más difícil que darse de baja en Telefónica? Pues piensen, piensen, piensen.


El futuro de España según interpretación del portadista de La Razón.

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